Los Sueños de Conocimiento (1)

26 Abr

El sueño de kekulé1.- En términos generales se llaman “sueños de conocimiento” aquellos en los que el sujeto soñador logra aprender algo a partir de uno o varios sueños. Como casos más frecuentes se dan los tipos de sueños donde lo que se aprende tiene que ver más con la eliminación de elementos negativos de la vida diaria que no conocimientos positivos. Por ejemplo, en sueños de ese tipo, alguien puede “aprender” de sí mismo que determinadas fobias las puede eliminar: basta con hacerles frente. Y donde se pone “fobias” podemos poner “hábitos de conducta” que sean nocivos para nosotros: excesos con el alcohol, con el tabaco, la misma irritabilidad que a veces suele obnubilar, (es decir, “en-nubecer”), nuestra mente.

Sería muy raro que alguien lograra aprender matemáticas en sueños, pero no es raro que un matemático, o un químico, logre resolver un problema de su materia en sueños. Paradigmático es el caso, ya en anterior texto citado en este blog, de Federico Augusto Kekulé, quien a partir de un sueño desentrañó la estructura molecular del benceno, una de las más complicadas con que se topaban los químicos de la época, finales del siglo XIX.

Luego están los modelos “de conocimiento” de tipo chamánico, asuntos estos en los que ahora no entramos. Paralelos a los modelos de los chamanes y sus “sueños de conocimiento” serían los de contenido religioso, como pueden ser las llamadas “revelaciones en sueños”. Es también muy conocido, y en su momento se citó en este mismo foro, el llamado “sueño de los nueve años” (tenía esa edad entonces quien lo soñó, Don Bosco) de San Juan Bosco, uno de los soñadores religiosos más notables de la época moderna: en el Israel del Antiguo Testamento habría sido un Tobías o un José en Egipto o un Daniel, y tendría su propio “biblos” en el grupo de libros que componen nuestra Biblia.

2.- La idea de que los aspectos cognitivos usuales de la vigilia quedan desvirtuados en el sueño carece de rigor, o por lo menos está mal expresada. Se parte de la base de que el estado cognitivo «perfecto» es el de la vigilia, y punto. Ese es el error. La vida de vigilia tiene sus propios paradigmas, y sus modos de cognición adecuados a lo que en la vida de vigilia hemos de hacer y sólo a lo que en ese estado hemos de hacer. Los sueños, simplemente, » son otra cosa». Están, en parte, en otra dimensión. Y tratar de encajarlos en una dimensión que no es la suya, es como querer embalar bolas o balones en cajas triangulares, y una vez hecho formular una crítica sobre la cantidad de espacio que sobra y queda como inútil : un absurdo. Y es que en este sentido, en tanto somos seres que solemos hacer nuestra vida en estado de vigilia pero que necesitamos pasar cada día una serie de horas durmiendo, y en las cuales solemos soñar, tenemos una doble (por lo menos) naturaleza: la de despiertos y la de dormidos, y dentro del dormir, la del soñar. Somos a la vez “vigilantes” y “soñadores”.

Lo que se dice sobre los sueños en «Bio Questions in Science», (Londres, 2002) traducido al castellano con el título de «Las grandes preguntas de la Ciencia», (Crítica. Barcelona. 2006), no cae en ese error. El capítulo sobre los  sueños lo firma Stephen LaBerge, Director del Lucidity Institute, (Palo Alto, California). Una gran autoridad en la materia. Su lectura, ya al alcance de un gran público, es muy interesante. Hay cosas que podrían sorprender a algunos. Otra cuestión es que se tenga o no interés en conocer ese aspecto del funcionamiento del ser humano como organismo vivo en todas sus facetas que tienen relación con la mente y los estados de consciencia. En cierto modo, los sueños son estados de consciencia que se producen, en su inmensa mayoría, mientras dormimos.

3.- «Cuerpo onírico». Me va a permitir el lector que aclare algo de esto. Es algo así como un «retorno al pasado» no muy lejano. De una forma que (creo) fue más que nada intuitiva, hacia 1994 ó 1995 usé en mis clases, refiriéndome a los sueños y a sus múltiples posibilidades como instrumentos que podrían servir para mejorar aprendizajes, conductas, eliminar fobias o incluso pesadillas, potenciar valencias diversas ya existentes en la persona, usé – digo- ese mismo sintagma, ese par de palabras: » cuerpo onírico «. Pero luego, leyendo un libro que se escribió en 1997 y se tradujo a nuestra lengua al año siguiente, 1998, me topé con el mismo par de términos y con la noción misma que ya había intuido personalmente.

Consideré el hecho un regalo afortunado de la dedicación misma a una tarea y no me ocupé más de la aparente casualidad : no creo en el azar. Y se acentuaron en mí los ya no pequeños «asedios de interés» que me proponía de continuo el mundo de los sueños. Pero eso es otra historia. Quizá algún día la cuente, si merece la pena. Pero hay algo de lo que no tardé en darme cuenta : la dificultad está en que nuestra sociedad actual, sometida a unos “paradigmas no electivos”, a unos esquemas de pensamiento que van más allá de las creencias religiosas o de las ideologías, y se nos instalan en los modos de conducta y hasta condicionan el lenguaje mismo con que nos comunicamos, la dificultad (decía) está en que se acepte tal idea: existe un “cuerpo onírico” real en cada uno de nosotros.

Que ese modo de corporeidad, que parece inmaterial y no suele ser sensible a otros, (salvo, y sólo en ocasiones, a uno mismo), se desarrolle luego más o menos en cada uno es cuestión muy distinta. No porque tengamos piernas somos ya saltadores de altura natos o corredores de maratón. Pero tenemos piernas y podemos dar un salto, por mínimo que sea, o correr unos cuantos centenares de metros, al ritmo que sea. Algo así pasa con lo del cuerpo onírico.

4.- Entiendo que en el fondo hay una cuestión de palabras. Entiendo que solemos achacar al lenguaje lo que nuestra mente le hace decir, y hablamos, así como así, de “lenguaje machista” o de “lenguaje soez”, cuando el machismo o la ordinariez supina más bien están en nosotros mismos, no en las palabras. Y si están en las palabras, es porque se les ha ido poniendo, por nosotros mismos, a lo largo de la historia: tanto el machismo como el feminismo, la ordinariez como la cortesía, la mística como la blasfemia son “cosas” que los seres humanos, hablantes de lenguas varias pero todos dotados de unos esquemas lingüísticos de muy especial naturaleza, les vamos dejando al lenguaje : como en herencia, buena o menos buena; pero siempre con su carga deíctica, esto es, siempre señalando un qué, un cómo, y un cuándo y dónde en nuestra propia lengua.

En un sentido muy real el lenguaje es algo que nosotros hacemos y a la vez es algo que nos hace a nosotros. Y ahora, cuando escribo ese “nosotros”, no me refiero sólo al pronombre personal de primera persona en plural, sino que quiero aludir ahí, nombrar en ese pronombre, al conjunto de la sociedad a lo largo del tiempo, y en el seno de cada cultura y época. Un ejemplo: el “vocabulario técnico” que manejaba un niño de diez años hace cuarenta o cincuenta, no es en absoluto el que maneja uno de la misma edad hoy, en el 2010. Y podemos estar seguros de que un niño de esa misma edad dentro de cincuenta años más, allá por el 2060, tendrá no sólo a nivel técnico, sino a otros muchos niveles un mundo de palabras, un lenguaje ya aprendido, muy diferente del que tiene hoy día. Pues bien: eso será algo que de muchas maneras determinará sus sueños mismos. Y esto es así porque lo que pensamos, en el fondo, es muchas veces inseparable de lo que soñamos. Grandes escritores y hasta grandes descubridores científicos soñaron sus obras y algunos de sus hallazgos antes de llegar a ellas, antes de llevar a cabo las tareas que los convirtieron en autores, en científicos y descubridores.

Alguien podrá ahora pensar que entonces por qué tenemos algunas veces sueños absurdos, o casi surrealistas, o de cosas que nunca en la vida de la vigilia se nos había ocurrido siquiera imaginar. La respuesta no es difícil : el mundo de los sueños aún nos resulta como una “tierra incógnita”, es un universo muy poco conocido todavía para el hombre actual. La ciencia está comenzando a estudiarlo seriamente desde hace unas décadas, pero si pensamos que en los niveles de conocimiento en que se maneja la ciencia eso, unas décadas, es muy poco tiempo, si nos ponemos el ejemplo de que el hombre europeo no empezó a conocer y a “descubrir” África hasta ya entrado el siglo XIX y que, al fin y al cabo, un continente es en definitiva algo palpable y se puede ir recorriendo paso a paso, ¿qué podemos esperar del conocimiento del cerebro humano y de todas sus funciones? ¿Creemos de verdad que conocemos del todo todas las funciones de nuestro propio cerebro? La duda aquí se llama más bien prudencia, por lo tanto debemos dudar: nos queda mucho por saber.

Hay otra cosa relativa a las palabras, en relación con este universo que aún nos es tan desconocido y que puede llegar a ser fascinante: los ecos que algunas palabras, incluso algunos poemas o textos literarios, pueden despertar en nosotros desde la vida de vigilia, es decir, cuando los leemos despiertos, y actuar en las vivencias oníricas, o sea, repercutir en nuestros sueños. Hay textos y palabras que son como tambores, que oídos mientras estamos despiertos, continúan sonando adentro de nosotros cuando estamos dormidos.

No es lo mismo quedarse dormidos oyendo música suave, (en una emisora de radio, por ejemplo, donde apenas se hable para decir qué canción va a sonar), que oyendo un programa donde se sucedan gritos, ruidos desagradables, incluso conversaciones sobre torturas o desastres: el cerebro es receptor de todo, aunque no sea uno consciente de ello. ¿Se duerme igual en silencio y en la oscuridad que bajo la luz del día y entre ruidos? Por supuesto que no. Y del mismo modo que hay grados de calidad en los alimentos, en el aire que se respire, en la higiene personal, y en un largo etcétera, los hay también en lo que se lee y lo que se piensa. Y en cómo se duerme, y hasta en lo que se sueña.

Una de las cosas que más fascinantes acaban por aparecer ante nosotros cuando nos ocupamos un poco del universo onírico, del mundo de los sueños mientras se duerme (que los sueños que tengamos despiertos es otra cosa), es que tarde o temprano los mismos sueños nos dicen, a su manera, algo que es fundamental: el ser humano es un misterio en gran medida, vivimos rodeados del misterio más de lo que creemos, (T. W. Adorno lo llamaba un Algo), y hay cosas que sólo podremos llegar a conocer “soñándolas”, en sueños. Eso es así porque existen cosas cuya propia naturaleza sólo es onírica, y como resulta lógico, sólo son accesibles a nosotros a través de los sueños.

// Continuará //

7 respuestas a «Los Sueños de Conocimiento (1)»

  1. Querido Manuel: No he seguido todas tus interesantísimas disquisiciones sobre el sueño y sobre la adquisición de conocimientos durante el sueño, de modo que no sé si has tratado algunas cosas que pueden estar vinculadas a esos fenómenos. Siempre pensé que le ocurría a mucha gente dedicada a la escritura (no la del notario) -y lo confirmé en dos o tres casos, comentando el tema con amigos- lo mismo que me ocurre a mí cuando estoy en la cama, creo que en estado de vigilia (pero nunca sé con certeza si no ha sido después de soñar o precediendo a un sueño que le dio continuidad), y se me ‘aparecen’ imágenes poéticas o desarrollos novelísticos o ensayísticos que nunca me llegaron estando despierto… suceden dos cosas tras esas situaciones: o bien que acudo presto a hacer algunos apuntes sobre las aparentemente brillantes sugerencias oníricas (o casi) pero generalmente al volcarlas al papel ya no tienen la calidad con que estaban siendo imaginadas en posición horizontal; o bien que la pereza o el sueño (la necesidad de dormir, no de soñar) superan mi voluntad de salir disparado a tomar apuntes y después, a la hora de levantarme, apenas quedan restos casi inútiles (o no quedan ni rastros) de aquellos desarrollos que parecían tan estupendos. No sé cómo encaja esto con tus teorías pero con este mío tienes un testimonio más para tu colección. De paso, cuando se habla de ‘sueño’, como culminación del descanso, o de ‘sueño’ como acto de soñar, siempre me acuerdo de ‘La consciencia de Zeno’, el maravilloso libro de Ítalo Svebo (ya no sé si el orden es ‘v’ y ‘b’ o al revés), en cuya traducción se aclara al menos un centenar de veces que en italiano existen dos palabras distintas para ambos significados… creo que una es ‘sonno’ y otra ‘sogni’ pero no estoy seguro de que se escriban así ni recuerdo cuál significado corresponde a cada una… pero estoy seguro de que tú lo sabes. Un saludo afectuoso

    Horacio Eichelbaum

    • Hola de nuevo, Horacio. ¿Conservas el libro La Consciencia de Zeno? Si es así, podrías hacerme el favor de mirar algunos de los contextos donde se ubican las palabras sonno (el físico) y sogno ( en plural, sogni, los oníricos). Me podrías así resolver una duda al respecto. Gracias por tus notas, que me ayudan mucho.

  2. Entonces, ¿Todo afecta a nuestros sueños?, pero no es cierto que muchas de esas influencias que tenemos a lo largo del día pueden aparecer como símbolo de algo significativo en nuestros sueños?
    Por ejemplo, quedarte dormido viendo la tele y luego soñar con esa película que has visto, pero extrañamente es adaptada, en cierto modo a ti mismo, eres el protagonista o el «malo de la peli»…
    También las fobias o miedos que uno puede tener pueden aparecer como símbolo en un sueño, ¿no es así?
    La otra noche sin ir más lejos, tuve un sueño con arañas, animalitos a los que no les tengo mucho afecto. Estaba en una habitación de una casa que parecía ser mía, tumbada en la cama y en frente un enorme grupo de arañas se situaba junto al armario. Cuando me di cuenta de la presencia de estos visitantes, me entro pavor, miedo, nerviosismo, no me sentía segura. Intentaba buscar una salida, pero cada vez había más y por todas partes, entonces vi una ventana y salí por ella al jardín, muerta de miedo pero aliviada, aunque tenía la sensación de que seguían detrás de mí. Desperté asustada y al volver a dormirme volví a soñar con ellas, las tenía casi encima y volví a despertar casi gritando porque creía que tenía una en la oreja.
    Pienso que pueden ser un símbolo de mis miedos, ¿es cierto Manolo, que el miedo a los «bichos» tienen un significado que se les asocia con el miedo a la muerte?
    También he pensado que pueden ser un símbolo de algún otro miedo o situación que estoy teniendo en mí día a día.
    ¿Podría esto ser un ejemplo de influencia o asociamiento entre la vida cotidiana y los sueños?

    • Noemí, lo que te ocurre es bastante normal y no debes agobiarte. Es posible que estés, en tu vida de vigilia, ante un cúmulo de cosas que debes decidir, abordar, resolver…, etc, y es eso lo que salta en tu inconsciente. No olvides que simbólicamente la araña es una entidad no negativa, sino positiva. Sólo en el Libro de Job, aparece como simbolizando la inestabilidad. Pero en nuestra cultura toda inestabilidad vivencial es anuncio de cambios, y las personas suelen resolverlos bien, sobre todo si ya empiezan a soñar con ellos, como te ocurre a ti: tu «consciencia escondida», esa que llaman muchos el inconsciente, ya está alerta, y ya te alerta a ti en sueños.
      Prácticamente todo afecta a todo, tanto a los sueños como a los estado de ánimo, y es normal que así sea. Ya verás, en el próximo texto que quiero subir este fin de semana, cuando comente algunos sueños de personas que he conocido ( entre ellos, uno muy curioso de mi propio padre, que él mismo publicó en un libro, titulado «Episodios Malagueños»), cómo la ciencia y los que de esas cosas saben bastante, reiteran las dos cosas: sueños y vigilia no están separados tanto como creemos, y hasta se solapan o superponen a veces ( lo que debe entonces abordarse con psicólogos y psiquiatras de por medio, so pena de caer en estados mentales no deseables) y al mismo tiempo cada uno tiene su ámbito o espacio propio, con lo que no hay que preocuparse. Tú, que eres una persona sana, no tienes problemas al respecto. Pero la vida te llama a resolver asuntos ( ¿quién mejor que tú misma para saber cuáles son? y eso es tu sueño de las arañas. QUE ES POSITIVO. Ánimo, y besos.
      Manolo Laza

  3. Creo que está bien escrito lo de Italo Svebo, y también lo he visto ambas con «v». El libro «La consciencia de Zeno» es sumamente interesante. En el post o entrada que estoy preoparando, como ya en él abordo una serie de sueños de personas digamos «reales» ( quiero así expresar que no es que nos son más reales porque las hemos conocido y tratado, ya me entiendes: don Quijote me es tan real como Cervantes, y si me apuras… Pero Horacio Eichelbaum o Noemí me son más reales que ambos: los veo, los he podido ver y con vosotros he podido hablar, y hablo), ahí espero responder a tus cuestiones. Desde luego, es cosa muy contrastada que lo que acabamos de soñar se nos escapa apenas nos levantamos, y lo que en el sueño era cosa de maravilla, palidece apenas lo queremos plasmar en la vigilia. Sin embargo, fíjate: libros que son hoy novelas más que editadas y reeditadas y que casi todas las generaciones leen y conocen, nacieron de sueños de sus autores.
    En un comentario aparte, quiero extenderme sobre las cosas que me planteas, y también explicar a Noemí que los sueños de arañas suelen ser casi arquetípicos, que en muchas culturas la araña es símbolo de una entidad demiúrgica, creadora, – al cabo, es «la Gran Tejedora»- y en otros casos es símbolo de inestabilidad, como ocurre en el Libro de Job.
    Con todo, es muy poible que Noemí esté pasando por momentos de dudas en sus asuntos cotidianos, y también que dichos apuros o dudas se le resuelven bien: en cuanto los enfrente, en cuanto les pierda el miedo. En próximo correo o comentario me extenderé más sobre todo esto, ya que es el tema que quiero abordar en la entrega 3 de «Sueños de Conocimiento». Un fuerte abrazo, Horacio. Y a ti, Noemí, besos
    Manolo Laza

    • Olvidaba decir que tengo entendido que la palabra italiana «sonno» se refiere a lo que sería el «sueño físico», con sus fases típicas, como la llamada fase REM ( de «rápido movimiento de los ojos», en inglés) que donde se producen los sueños, donde soñamos («sogni»). Algo muy similar a lo que ocurre en castellano, aunque en italiano al menos no se da la identidad de términos, como en nuestro español/castellano, donde ya algunas veces se lee «ensueños» para referirse uno a los sueños que se tienen durmiendo.

  4. Hay algo, Horacio, que en su momento comentaremos. Se refiere tanto a los llamados «sueños lúcidos» como a los que tú tan bien describes y tienen o se acercan a la categoría de «creativos», como pudo ser el que inspiró en su autor el conocido relato largo «El extraño caso del doctor Jekyll Y Mr. Hide». Se trata de esto: es posible que ese tipo de sueño «de asociaciones libres» sean un modo de defensa de la mente no consciente (al modo como lo es en vigilia) contra ese solapado pero tenaz intento de ciertos poderes de la sociedad del «pensamiento único» de imponer una visión del mundo uniformada y bajo control más o menos «remoto». La novela de Ismaíl Kadaré, «El Palacio de los Sueños», lleva ese intento a un extremo, lo adscribe a una sociedad (la que él vivió en Albania) en situación extrema de controles policiales de un poder sin réplica posible, y sin embargo, si la leemos hoy en perspectiva, algunas de las cosas que denuncia ya empiezan a existir. No con los paradigmas que él describe y denuncia (hasta 1988 no se pudo publicar su novela «retocada» por el autor) pero sí con elementos un tanto inquietantes.
    Un abrazo. Horacio.

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