España tiene muchos padrastros. Un padre callado y constructor no aparece. Ni profetas, ni líderes, ni santos, ni presos, ni huidos. Todos contra todos. Cataluña presente
Carlos Pérez Ariza
Con el PSOE roto por dentro, el sector sanchista pasa las facturas a su opositora íntima andaluza. Las primarias las marca el líder supremo al mejor estilo bolchevique. Un politburó implacable con el sur. Las primarias las carga el diablo. Leer, no han leído mucho, pero el leninismo lo llevan en el ADN. El ‘doctor’ Sánchez viene refinado de fábrica. La socialdemocracia es un eco lejano para sus oídos. Lo evidente es que él no quiere a ningún susanista en el Congreso. En la Cámara Baja todos de su tienda. Va a conceder que alguno que otro vaya al cementerio de los elefantes, el Senado o más lejos aún a la Eurocámara. Es su jugada de jaque mate en el tablero electoral, donde los votos socialistas andaluces tienen aún peso específico, aunque Susana Díaz, haya dejado de ser la baronesa del sur. ¡Cómo se recuerda al camarada Lenin por aquí!, ese maestro del aparato: ‘Todo el poder a los soviets’, siempre y cuando los dirija yo. Veremos cómo votan, si votan, esa legión de seguidores de la jefa del sur. La abstención es un fantasma hamletiano en este sur mediterráneo. La disciplina dice que serán fieles a lo que manden desde la Federación central en Madrid. Democracia interna poca. La externa se derrumba. Una campaña de emociones tuiteras, donde las propuestas sólidas carecen de interés.
Los del PP no andan tan tranquilos. El pleito sorayistas/casadistas parece en calma. Sólo parece. Estas facturas partidistas no se tiran a la papelera, se guardan en el cajón de cobros pendientes. En Málaga, Barcelona o Madrid Pablo Casado ha sorprendido a los jefes locales, fichando para los primeros puestos al Congreso (algo inédito) a independientes. Ocupan las primeras posiciones, sobre un 70%, candidatos nada sospechosos de haber coqueteado con aquella Soraya. En esta ciudad, capital de la Costa del Sol, va un joven periodista, de cara conocida en tertulias televisivas. Un gesto inequívoco de que los apoyadores de Soraya han fenecido. Y eso que en Andalucía –tras la larga historia socialista– mandan ahora los que son o fueron sorayistas confesos. Los adversarios internos son inolvidables El rencor siempre cobra su salario del miedo a la estructura del partido. Se parecen tanto en esto el PSOE y el PP.
Las primarias, esa forma de democracia interna ‘american style’, las carga manos negras que amañan resultados. Los Ciudadanos lo han probado en carne propia. Ahí están, pescando candidatos a diestra y siniestra, que han resultado fallidos. Han crecido muy rápidamente y, tal vez por eso, pierden el rumbo. Su bitácora está plagada de tachaduras, de vaivenes a babor y estribor. Su navegación política es caótica. Ser liberales en España tiene eso, que no se sabe con claridad si van o si vienen. En Andalucía, donde acaban de tocar poder real en grande, se evidencia que su aparato es aún bisoño. Echan mano de técnicos ajenos a la política, que pueden extraviarse con suma facilidad en la enmarañada gestión de la CCAA más grande del país. Dicen estar preparados para gobernar a España. No parecen estarlo para tamaña empresa -¿quién lo está?–. Esta compleja nación de 17 autonomías, siempre a punto de hervor, necesita un consenso amplio para saldar, entre otros temas de Estado, la rebelión de los separatistas catalanes, que llevan siglo y medio desestabilizando a España. ¿Quién le pondrá ese cascabel al gat? Zafios, hábiles manipuladores, lo secesionista gozan de una mala salud de hierro.
Mientras llega la cita ineludible del 28 abril, tras el desfile de las procesiones de la Semana Santa, Sánchez apura su ‘programa’ de gobierno en cada jornada semanal de portavoces. El permiso natal, el bono a los desempleados mayores de 52 años, la exhumación de Franco, entre otras medidas de urgente ejecución vía decreto-ley. Se dejan en la carrera parar la subida de la factura de la electricidad (un 4%) en abril, tras la ya cobrada en enero. Antonio Banderas, nada sospechoso de estar a la derecha de nadie, ha dicho por televisión que tiene la sensación de que Franco está más vivo ahora, que en los 80, cuando él comenzaba a ser chico Almodóvar. Es una sensación general, tal vez, al considerar la premura por exhumar los restos del dictador, para cumplir así con ese símbolo máximo de la Ley de Memoria Histórica.
Al final, la sangre no llegará al Guadalquivir. Así lo demuestran los dos expresidentes, Zapatero y Rajoy, que van de coloquio universitario en un duelo sin sables. Dos optimistas, blandiendo el buen rollito desde el tendido de sombra. Son dos veteranos actores del Método. Al contrario de González y Aznar, que dicen estar preocupados por la situación de España, estos dos antagonistas son los protagonistas de la fe, el optimismo y la esperanza en un país de Jauja. Rajoy contagiado del buenísimo Zapatero. Un país sorprendente, que escribiría hoy don Miguel de Cervantes. Ya se lo dijo a Sancho: ‘Cosas veredes’. Pues aún no hemos visto el final. Hoy es san José, un santo que aunque no fue padre, que fue el Espíritu Santo, según las Escrituras, da nombre a la celebración del Día del Padre en toda España. Algo hay que celebrar, y no es poca cosa.