Feminismo morado

12 Mar
La ola feminista mundial, como enfrentamiento contra los hombres, es un machismo inverso

 

Hay mil motivos para protestar, seguramente más. Desde los sesentas algo se ha avanzado. Queda camino, pero la senda del enfrentamiento ideológico es una pésima estrategia

Carlos Pérez Ariza

En esta revolución cibernética –ya Marvel tiene a su capitana–, toda bandera que ondea por las RRSS tiene un color particular. En este caso un morado, tirando a lila o violeta, según le dé el Sol. Esa tonalidad, en memoria de las obreras americanas asesinadas en 1908, se parece demasiado al color podemita español, casualidad favorable para ellos, sin duda. Cualquier causa hoy, en el mundo líquido, es fagocitada por el partidismo político. La izquierda de sesgo extremo, es hábil en atisbar tales oportunidades. Si en el horizonte hay elecciones, más aún. Saben conjugar el voto en femenino, lo miman con avidez, y son millones. El movimiento feminista no ha sido inmune a tales corrientes. En los EEUU se ha presentado con firme fiereza, desde sectores Demócratas y de la izquierda exquisita estadounidense, reclamando y defendiendo sus derechos; o todas contra Trump, a quien señalan como el epítome del machismo rancio, el tío se lo ha ganado a pulso. Ha sido una alarma sobre los chantajes y violaciones en la meca del cine, en la política, en el Ejército. El ‘MeToo’ llegó para quedarse.

El pasado año, desde España, se escuchó el grito mundial de las voces féminas indignadas. Se repite este año. Ellas piensan que aún queda igualdad por encontrar. Al año de aquel 8 de marzo, quedan ‘manadas’ de violadores sueltas. Asesinos de mujeres con penas leves, incluso reincidentes al estar en libertad. El cadáver de una joven sin encontrar, tras años de ser violada y asesinada por su ‘novio’, quien confeso, juzgado y en prisión, nunca ha querido revelar dónde está esa tumba. Maridos, novios que liquidan a su mujer. Sin olvidar a las mafias que explotan a mujeres en el inframundo de la prostitución. El machismo milenario aún engarzado en los entresijos del poder, pese a las listas ‘cremalleras’. Las mujeres salen muy cabreadas. Pero la dirección de este feminismo equivoca la estrategia. El enemigo no son ‘todos’ los hombres. Esta es una lucha justa, pero en compañía. Es el género humano el que tiene que subir el listón de la igualdad. No será posible con unas contra otros. El mayor avance de las mujeres debe significar una mejor calidad de vida para todos juntos. No olviden esas regiones del islamismo, donde las mujeres son equiparadas a los animales de carga. No las escucho hablar de esas colegas oprimidas. Lo local debe ser global.

El lado extremo del movimiento, que grita en las calles, en los medios de comunicación, en las asambleas universitarias, plantea que, sin manifestarse en huelga general, sus reivindicaciones no serían escuchadas. ‘El que no llora no mama’, dice el refrán. La visibilidad se gana por las vías públicas. Aquí marchan las extremistas de tambor y pancarta del ‘Estado patriarcal’ con el feminismo liberal, que defiende un movimiento inclusivo, con una implicación del Estado como aliado de la mujer, y no acabar con la tutela machista, para caer en manos de manipulaciones partidistas/ideológicas, que hablen por ellas. Unas reclaman, como si la mujer no hubiera conquistado cuotas de poder evidentes en toda Europa. Otras, parten de lo conseguido hacia aún más. Dos feminismos van por las calles. Elija su pancarta, después vote.

Es evidente que es mejor nacer mujer en España, Europa o en EEUU, que ver la vida estilo Irán o Sudán. Aquí, aún persiste la ‘brecha salarial’, la conciliación laboral con la familia, el acceso a cargos de alta dirección (aunque algunas hay) y la violencia machista, que toma índices alarmantes entre los más jóvenes, cuyos ataques de celos les hace levantar la mano con demasiada facilidad. Consignas tipo ‘Casado, yo te hubiera abortado’, son insultos demasiado gruesos, que dan la instantánea del fondo ideológico de este movimiento. Refleja a la peor España. Estos cuarenta años de democracia, ¿adónde se fueron? La igualdad pasa por la educación en casa y en la escuela; de tanto repetir esto, se ha vuelto inservible. Cuando la ignorancia toca poder la catástrofe es atómica.

Y se impone el chantaje. Si no estás conmigo radicalmente, eres mi enemigo. Mal asunto ver la vida desde esa óptica desenfocada. Criminalizar a los hombres todos, como culpables del machismo, que aflora en el escándalo y vergüenza social del que asesina a su mujer, hay que matizarlo. La igualdad y el respeto del chico a la chica es la clave. La exageración de lo políticamente correcto, impone barreras que conspiran precisamente contra la igualdad real. El lenguaje inclusivo no ayuda tanto como se pregona a visibilizar a la mujer, sino a degradar el rico, preciso e inmenso idioma español. La circular de un colegio público español en estos días, recomendaba premiar a las niñas y dejar castigados a los niños sin recreo. Es el ejemplo más resaltante de cómo no se debe actuar. ‘Para que sientan lo que es la discriminación’, dividir y castigar a chicos que no son culpables es una práctica peligrosa, discriminatoria y que le hace un flaco favor al feminismo. En fin, para ser libres, iguales en verdad, hay que ser valientes también. Ellas para exigir y ellos para admitir que esa igualdad es, no solo justa, sino imprescindible.

Sin categoría

Una respuesta a «Feminismo morado»

  1. La igualdad, mi respetado Dr Charlie, no debe focalizarse en los gèneros, sino en las oportunidades, para que en igualdad de condiciones cada quien -sea un hombre o una mujer- tenga la posibilidad de mostrar sus capacidades y experticias en una competiciòn justa.
    Al focalizarse en el gènero se desdibuja la igualdad de condiciones y de oportunidades, transformàndola en un espectàculo en el que machistas y feminazis se desgarran las vestiduras y nada bueno aportan.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *