Trópico de Málaga (IV y último)

27 Ago
Listeria: Una bacteria que vive en la suciedad de una fábrica procesadora de productos cárnicos

 

Listeria: la bacteria mortal. Las llamas en Estepona y Marbella, lamen los montes hasta la raíz. El empleo para jóvenes sigue esquivo. 1.400 mujeres claman por protección

Carlos Pérez Ariza

Todo lo que podía fallar sucedió. Los indicios apuntan a una empresa andaluza mal gestionada. Con flagrantes irregularidades en los controles sanitarios por parte de sus responsables y de las autoridades municipales. Dos años sin revisiones desvelan ahora el despropósito. Han puesto en grave riesgo la salud de los españoles, principalmente de quienes consumieron sus productos cárnicos en Sevilla. La bacteria detectada infectó sus carnes y, sin control, la pusieron en el mercado comercial, bajo su marca y con la llamada ‘blanca’. Una altísima irresponsabilidad, que concluye con el cierre de Magrudis empujados por la listeria. Van dos fallecidos. Si la Ley funciona bien, esa empresa debe pagar lo impagable, que es la vida de personas, que murieron o fueron infectadas por sus carnes asesinas. Málaga no se ha librado de las imprudencias o manos pirómanas. Estepona y Marbella han visto subir las llamas hacia el cielo, lamiendo, al mismo tiempo, los muros de las casas. El flagelo del desempleo sigue castigando a los andaluces más jóvenes. Las mujeres en peligro de ser agredidas llaman a un teléfono protector, que no siempre las cobija.

Mechá de bacteria. Con unas doscientas personas afectadas (180 en Andalucía) el contagio entró por unos productos cárnicos bien conocidos principalmente en Sevilla. Con las cosas de comer no se juega. Hay que lavarse las manos antes. En el caso de este tipo de empresas es imprescindible un riguroso control sanitario desde dentro y por parte del sector público sanitario. ¿Por qué no se hicieron las inspecciones (solo una en dos años)? Durante dos años no se hicieron las al menos cuatro, que exigen las normativas europeas. Entre estos sucesos y la violencia callejera en Barcelona, que ya tiene el título de peligrosa en la prensa mundial, en este país, que vive del turismo, se empaña la imagen de la llamada Marca España. La listeria se ha dado a conocer en ese inmenso escenario que son los Medios de Comunicación y las RRSS, donde toda alarma tiene su altavoz. Los casos se han dado en Sevilla, y en menor volumen en Cádiz, Huelva, Granada y Málaga. Aunque hay noticias de afectados en Madrid, Extremadura, Cataluña, Castilla La Mancha, Asturias, Cantabria y Castilla León. Media España está en alerta sanitaria por la listeria, una nueva palabra para olvidar por su mal fario. La infección puede ser mortal, sobre todo en ancianos y embarazadas.

Empleo para jóvenes. Esto del trabajo en Andalucía es un mal endémico. Pese a que en Málaga se contrata a menores de 30 años de forma sostenida desde hace cinco años, el balance estadístico actual señala que aún seguimos en déficit. El mercado laboral no es capaz de absorber a ese sector de la población. Las consecuencias es que trazar un plan de futuro independiente para esos jóvenes malagueños es solo una ilusión, dentro de una fantasía. Las cifras de empleados antes de la crisis todavía no se alcanzan a estas fechas, y han pasado diez años. Los contratos se basan principalmente en empleos como camareros, dependiente y jornaleros. Un mercado laboral precario, con sueldos ínfimos y sin visos de mejorar a corto plazo. Destaca la aún baja contratación en la construcción. Aunque van reapareciendo las grúas del ladrillo en el horizonte malagueño, lo datos no avanzan. Solo el 4,2% de los jóvenes trabajan en esas tareas. Si antes de la crisis los tabiques eran levantados por 75.000 jóvenes contratados por año, en 2018 solo lo hicieron 11.600. Los nuevos edificios van lentos. El motor del empleo juvenil está en el sector servicios. El turismo sigue siendo el gran descubrimiento español. Algunos países no son para viejos, pero España tampoco es para jóvenes. El futuro no es ahora lo que llegó a ser.

Malagueñas al teléfono. La cifra de mujeres pidiendo auxilio es alarmante. 3.000 ciudadanas de Málaga han llamado al teléfono del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) en los últimos tres meses pidiendo ayuda, ante la inminencia de sentirse amenazadas por la violencia machista. De esas alertas se fija en 61% las relacionadas con peligro de acciones de violencia. Se puede mirar el asunto como una epidemia. Cada semana de este año ha fallecido una mujer en España a manos de un hombre. Atención, no es mayor que en otros países europeos, pero es una lacra social que no se detiene. Aunque algunas de las fallecidas no había alertado al servicio andaluz, la mayoría sí. Es evidente que la protección a todas ellas falló en algún punto de la cadena. Hay que destinar mayores recursos humanos y presupuestarios a esta tarea. Evitar que las maten y educar a los agresores parece más necesario que nunca. Asimismo, que el peso de la Ley se más contundente y que esos asesinos cumplan a cabalidad las penas de sus sentencias firmes.

Al hilo de estas letras, la infección originada por Magrudis parece estar remitiendo. La cadena de errores se está investigando. El mal no tiene remisión. Tanto los propietarios de la empresa sevillana, como las autoridades anteriores y las actuales deben revisar sus negligencias. Pagar por ellas será cosa de la Justicia. El verano toca a fin de fiesta.

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