La mar en calma (III)

Málaga es “extravagante, loca, distinta”, según Javier Ojeda, vamos casi como España. El Peñón del Cuervo es el ejemplo vivo del bañista depredador. Toros, gallos, pulpos y medusas conforman la parafernalia zoológica de una ciudad en fiestas.

El Peñón del Cuervo. Esta playa recoleta, lindero del Este capitalino, puede ser tomada como ejemplo vivo de todos los desmanes que se pueden infringir a un espacio público. La culpa es por parte iguales de la autoridad municipal encargada de playas, flores, luces y fiestas populares y del medio ambiente, responsables de hacer cumplir las ordenanzas de usos de las playas; y de los depredadores malacitanos vulgaris que la frecuentan. Prueba, por una parte, que no sólo es suficiente que hayan acondicionado ese entorno, con accesos, zona de barbacoas, duchas, cestos de basura, etc., sino que se olvidaron de hacer una campaña in situ para enseñar a usar tales instalaciones, hoy deterioradas y destruidas, a estos frenéticos ciudadanos. Sin contar las natas, que también asolan la orilla de sus aguas marinas, el Peñón del Cuervo aloja a familias enteras de campistas que pasan allí varios días instalados con sus cocinillas, barbacoas portátiles, tiendas y enseres. A  jóvenes con equipos de música de gran formato. De perros danzando al son del oleaje. El pasado lunes por la mañana, dos operarios de Limasa se afanaban en recoger una extensa alfombra playera de desperdicios de todo tipo que tapizaban la arena, en medio de sus propios comentarios de ser incapaces de realizar aquella ingente tarea con éxito. La normativa de playas no se hace cumplir, ni nadie la cumple. Los restos de fogatas están hasta debajo de las duchas; las maderas de los bancos han sido arrancadas para usarlas como combustible. Y las rocas que dan asiento al formidable peñón huelen a mierda, pues es el váter de los arenosos especímenes que la han tomado por asalto. Un asco de playa gracias a esos usuarios y a la citada autoridad que no se ocupa de que allí se cumplan las normas de convivencia, respeto al medio ambiente y cuidado de las instalaciones públicas que pagamos todos. Vayan por allí, concejalas, y dúchense que sale económico.
Remodelación de la Plaza de la Merced. Uno, que nació en la calle de la Victoria, nº 8, con esa plaza de correrías infantiles en la memoria, le tiene afecto al sitio. Que le hagan un cariñito no parece mal, sino al contrario, pero que se llame remodelación a un lavado de cara, a un maquillaje light, aunque se gane un lateral para los peatones, sabe a poco. La peatonalización integral se deja a un lado, los coches seguirán bordeándola. La infografía es elocuente, demuestra la habilidad comercial de los arquitectos y técnicos municipales para vender humo, donde no hay fuego. Queda por resolver la integración a la plaza de ese edificio abandonado ahora, donde el cine tenía su asiento. ¿Lo echarán abajo? ¿Será un centro cultural? ¿Harán pisos de lujo con vistas a Torrijos? Cualquiera de esas posibilidades, cuando ocurra, afectará a la plaza y eso lo saben los capitostes de Urbanismo. Todo apunta y hace pensar a los que piensan, que la remodelación es un punto electoral para cortar la cinta en mayo de 2011. El obelisco no se moverá.
Toros, gallos, pulpo y medusas. La primera corrida fue suspendida, los toros no pasaron el examen y los mandaron para septiembre. Improvisación de última hora, ¿algún veterinario catalán antitaurino? Una vergüenza propia de pueblo sin chiqueros. Los gallos cantaban al amanecer, más de 200, reunidos en las azoteas en sus jaulas, cuando llegaron los municipales. El negocio clandestino de apuestas ilegales, en torno al corral de peleas de gallos, está cerrado por este verano. La réplica en yeso pintado del pulpo alemán Paul, tamaño monumental, como símbolo de que elegirán a Málaga para capital europea de la cultura 2016, es uno de los aciertos históricos de la concejala de fiestas populares, alumbrado y jardines. Tras gastar 500.000 euros en rosas (remodelación de los jardines de Pedro Luis Alonso) y haber descubierto las lámparas LED, ahora nos ofrece este ejemplar de cefalópodo adivino. Sus votos valen un Potosí. Un aplauso. Las medusas, en cambio, brillan por su ausencia. Los niños están a salvo.
España, según Manolo. Funcionario de toda la vida, nos pregunta: si Pepiño quiere homologar los impuestos a los de la UE, subiéndolos en España, ¿por qué no homologa también los sueldos? No lo sé, Manolo, pero si ya tenemos un libro ‘Guía para sobrevivir a los vampiros’, habrá que escribir un manual para sobrevivir a Pepiño. Salud.