Lo de las tradiciones en Málaga es algo que cuesta trabajo mejorar. Somos ciudad de tradiciones, pero también lo somos de no cuidarlas ni tratarlas con el respeto y atenciones debidas. Así, los resultados en ciertos asuntos no son malos pero tampoco tienen esa solera que admiramos de muchos otros lugares.
Y es, al llegar el final de las fiestas populares navideñas, que no de la Navidad desde el plano litúrgico que concluye el 12 de enero con la festividad del Bautismo del Señor -intenta no quitar el nacimiento hasta ese día-, cuando nos volvemos a reencontrar con esa falta de tradición con pátina de años en la Cabalgata de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.
La cuestión es que, aunque siendo muy visual y esas cosas, resulta curioso cómo existen otros modelos mucho más exitosos proporcionalmente, como el que se celebra en la Cruz de Humilladero con un formato muy cercano y que parece ser gratamente aceptado y consumido por el público malagueño.
Pero hay algo que de siempre me ha llamado la atención y que, quizá, lastre en cierta medida este asunto. Y es la designación de los Reyes: Prensa, Cofradías y Políticos. Un cóctel que, salvo el de las Cofradías, tiene otros dos ingredientes algo sospechosos como para tener ese privilegio de exclusividad. Y rescato a las Cofradías pues se trata de una amalgama social que, amén de aportar al propio sistema -menos de lo que a muchos nos gustaría- sostiene una masa social importante a sus espaldas.
Pero, viviendo en el año en el que vivimos, y teniendo la sociedad que tenemos ¿Verdaderamente los medios y los políticos son los únicos con esa bula para cumplir ese sueño tan maravilloso? Cuesta entender que se cierren únicamente a esos perfiles tan determinados pues, con total seguridad, la cabalgata y sus señas mejorarían sobremanera si otro perfil de ciudadanos pudiera acceder a ese lugar.
Y quizá enriquecería el conjunto cada vez más y completaríamos un formato interesante donde personajes de la ciudadanía malagueña encarnaran por unas horas a tan insignes personalidades. Un Obispo, un Cura, un empresario, un médico, un músico, un maestro, un actor…y así hasta el infinito. Y es que salen nombres directamente que serían extraordinarios reyes magos y que, además, aportarían para la mejora de las carrozas y su lustre así como para el número de caramelos que se lanzan.
Quizá sea algo completamente opuesto a las monarquías -pretéritas y actuales- pues es ahí donde lo hereditario se cumple a rajatabla pero, partiendo de la base de que el asunto que se representa ya de por si genera ciertas dudas pues no tienen la sangre azul, bien pudiéramos añadir un leve toque republicano de tal manera que, en realidad, fueran diversos los accesos para sentarse en el gran trono.
Federico Beltrán de Famadesa, el Doctor Emilio Alba, actores como Antonio de la Torre o Banderas, Cárdenas de La Canasta o Manuel Tejeros de Tejeros -que son los que fabrican la mayoría de los roscones de reyes de la ciudad-, futbolistas, empresarios, artistas, médicos, profesores…y así hasta el infinito para enriquecer algo que siempre puede mejorar. Y de paso no cerrarse a algo que no tiene del todo sentido -al menos en la era actual-. Porque además, en el caso de los medios, resulta extraño que se delegue uno de los Reyes a una profesión que está avocada a la simplificación y reducción de plantillas de tal manera que, con el paso del tiempo, serán reparticiones más que elecciones de Reyes magos pues faltarán cuerpos que los encarguen.
Y si nos centramos el lo político apaga y vámonos. ¿Qué sentido tiene que un concejal por el hecho de serlo ostente ese privilegio? Podría llegar a entender que, en cabalgatas menores en los distritos, se permita el privilegio de encarnar a sus majestades un concejal pues se tratan de asuntos más vacuos. Pero si pensamos en la gran cabalgata: ¿Dónde queda el sentido de que un señor, por el mejor hecho de ser elegido concejal, pueda ser Rey Mago de la cabalgata de una gran ciudad europea?
Y resulta curioso porque son los propios políticos los que cierran el pico y miran para todos sitios cuando se plantea el tema. Supongo que será por lo perder la vez e intentar continuar con el asunto puesto que, no nos engañemos, a la gran mayoría le hace ilusión ser Rey Mago en una cabalgata. Pero es raro que los que, supuestamente, defienden a diario la igualdad, la inclusión y todas esas historias, los mismos que sigan disfrutando de la barra libre de majestades por el mero hecho de estar en el Ayuntamiento.
No tiene sentido. Y sería bueno abrir el círculo. Y de paso que ese círculo sea controlado o al menos gestionado y mejorado por algún ente similar al Ateneo y que rija a su manera los lógicos designios de la cabalgata malagueña.
A lo mejor, hace unos años, cuando los políticos estaban en las alturas y la ciudadanía asumía su rol sumiso, pues quizá tuviera sentido ese privilegio que todos aceptaban. Pero en el momento en el que la clase política se convierte en “gente como tú y como yo” y llega el colegueo, resulta del todo incoherente. Como incoherente también lo es que por el mero hecho de trabajar en un medio de comunicación ya tengas la posibilidad real y tangible de encarnar a un Rey Mago. ¿Hola? Pero si tal y como están las cosas, creo que en Málaga hay periódicos que, como les toque un redactor de rey mago, lo que hacen es darles un disgusto porque no tienen con quien cubrir su baja el 5 de enero.
Hay que darle una vueltecilla al asunto de las exclusivas gremiales. Que hay muchos buenos reyes esperando. Para aportar y hacer crecer la Cabalgata. Porque como tengamos que esperar a que los políticos pongan dinero para algo de todos, vamos listos. Y como el que tenga que poner el dinero sea un periodista, vamos listos y aviados.
Cabalgata de Reyes. Pero sin monarquías hereditarias. Más tirando a republicana.
Viva Málaga.