La Unión no hace la fuerza

15 Sep

Málaga vive en una constante tensión entre los que la gestionan y los que la viven – y padecen-. Supongo que se tratará de algo común en cualquier localidad del mundo pero, quizá en nuestro caso, se está desarrollando un desencuentro curioso con  nuestros tutores pues es continuado el estado de nula distensión entre ambas partes.

Curioso sin duda puesto que después, a la hora de la urnas, sigue echándosele un buen capote a los que gobiernan para que echen cuatro años más de peonás aún teniendo el disgusto asegurado.

Así, hace pocos días hemos vivido una situación llamativa en la ciudad pues, en un bastión pepero como es el distrito de la Cruz de Humilladero, un grupo de vecinos se ha revuelto ante una medida aparentemente impopular como la implantación de la zona azul.

Esta práctica no es la primera vez que sale en Málaga puesto que el Ayuntamiento le está cogiendo el gustillo a poner parquímetros en las calles de todos lados de tal manera que, para aparcar, tengas que soltar algún penique.

Sobre el escenario mil personajes interpretando diversos papeles: Vecinos indignados, comerciantes a favor, comerciantes en contra, personas sospechosas de estar haciendo un papelón enorme a favor del PP, personas sospechosas de estar haciendo un favor enorme al PSOE, una pancarta que huele a que ha sido entregada por lo bajini por el partido de turno para hacer mayor ruido y que parezca que hay una gran movilización…en fin… las cosas clásicas de esta ciudad en las que, primero se lucha por ganar la batalla y ya después con las sobras se compone el sistema real pensado para el bienestar ciudadano.

Sin entrar en la materia de la cuestión, huelga decir que cualquier ciudadano tiene sus obligaciones y derechos entre los que se encuentran velar por el buen desarrollo y funcionamiento de su ciudad y denunciar cualquier hecho impropio o que vaya en detrimento de la ciudad y sus gentes.

Dicho esto, ha resonado en todos sitios la acción perpetrada por un o unos vecinos de la zona que, cubo de pintura en ristre, han repintado las recién implantadas líneas azules que delimitan la zona azul para que regresen a su color blanco original. Medida de protesta que, de primeras, resulta simpática, graciosa y que se ha transmitido como un chascarrillo del tipo: “qué guasa tiene la gente en Andalucía”.

Pero quizá no sería malo dejar las risas a un lado y analizar con detenimiento lo sucedido y cómo ninguno de los actores principales de la historia ha alzado la voz para denunciar, no solo el hecho, sino la irresponsabilidad de todas las fuerzas a la hora de poner en cuestión ese tipo de acciones que, igual que hoy son graciosas, mañana pueden volverse en tu contra.

Resulta del todo intolerable que nadie tome por su mano la justicia y aplique, bajo su criterio y sus métodos, un sistema de cumplimiento y orden completamente subjetivo.

Pero más irritante resulta que se usen ese tipo de acciones desde los partidos políticos para intentar rascar algo en la batalla diaria entre gobierno y oposición.

¿Y si mañana te toca a ti? ¿Y si en breve unos vecinos deciden aparcar sus coches en la plaza del Obispo porque consideran que debe volver a estar abierta para los vehículos? ¿Y si del bloque junto al que vives comienza a sacar muebles a la calle porque consideran que lo justo es vivir en tu puerta? Cuidado. Que las necesidades políticas son justas y comprensibles pero todo no vale porque, al final, te acabas pegando un buen porrazo.

No creo que nadie defienda a ultranza pagar más de lo que ya paga por un servicio básico. Pero también es cierto que muchos de los que viven con esa zona azul aplauden dicho sistema pues resulta cómodo para el residente por cuatro euros al mes. Pero no es ése el asunto sino lo arriesgado de generar sonrisas ante acciones como las de aquél que salió a la calle y pintorreó la calzada con el consiguiente movimiento de servicios de limpieza porque no era de su agrado la medida adoptada por el Ayuntamiento.

Mucho cuidado con hacer las cosas de esa manera pues estaremos tomando por el pito del sereno el sistema. Un sistema que, con sus ventajas e inconvenientes, es el mejor posible actualmente para convivir en paz y armonía y con los mandatarios elegidos para que tomen decisiones que por unanimidad jamás serían adoptadas.

Si no te gusta la zona azul, no votes al PP en las próximas municipales. Pero no hagas el chorra y cometas actos vandálicos pues acabas perdiendo de manera automática cualquier tipo de razón, sentido o justicia.

Casos más graves y doloroso vivimos a diario en la ciudad y no se convierte en el la ciudad en el Oeste donde los vaqueros se toman la ley por su mano. Y no por falta de ganas, porque con La Mundial se imaginaban mil y una acciones para protestar por tan desagradable tropelía. E incluso ahora, con el edificio ya desaparecido, las obras nos siguen fastidiando con cortes eternos de tráfico para que fulano y mengano ganen dinero. Y lo mismo podría suceder con los patinetes, o con aquellos negocios que ocupan la calle sin ningún tipo de control ni vergüenza. ¿Vamos y tiramos las mesas de los bares que incumplan la normativa? ¿Boicoteamos la construcción del Hotel de Moneo y su entorno? ¿No, verdad?

Lo antisistema queda muy bonito en la tele, por Twitter desde tu sofá o en una charla en la barra de un bar. Pero la vida real es otra y resulta del todo innecesario y contraproducente jugar con ese fuego porque te acabas quemando y de camino promueves el libre albedrio entre tus vecinos. Cosa para nada recomendable.

Para hacer lo que le salga del alma con esta ciudad ya tenemos a Invader y sus compinches. Menos laberintos y más ganar elecciones.

Viva Málaga.

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