Escribir sobre el Málaga CF es una de las cosas más arriesgadas que uno puede hacer en un periódico pues, de inmediato, te ciberasaltan seres para increparte escribas lo que escribas y opines lo que opines. Pudiera parecer que esto sucede con cualquier cosa, pero sería mentir afirmar que sucede lo mismo cuando se plantean asuntos sobre la cultura, el urbanismo o las flores del campo.
El fútbol arrasa y quizá ése sea uno de los motivos por los cuales hay que medir bastante si uno quiere evitar ciertas “pancartas” al respecto. En mi caso, por torpeza quizá, no he usado filtro ni si quiera he puesto la cámara en modo automático para disparar una foto sobre la situación del Málaga al respecto de la imagen e impacto en la propia ciudad.
La cuestión es que, ahora, parece ser que gran parte de las hordas que acuden a la llamada de la opinión discordante se han dado cuenta de la situación del equipo de fútbol de la ciudad y del perfil de su propietario.
En el año dos mil doce, hace ya siete primaveras, escribía el segundo artículo al respecto del personaje que compró el Málaga CF, su estilo, sus formas y sobre todo lo innecesario de aplaudir de esa manera tan bochornosa a un tipo de dichas características. Y es que seguramente ahora a muchos les resulte fatigoso o vergonzante rememorar los paripés que en esta tierra se han hecho con “El Jeque” –también conocido como “el moro del Málaga” según tu nivel de aceptación o no del mismo-.
La cuestión es que en esta ciudad se elevó a categoría de estrella a alguien hasta el punto de poner una rotonda con su nombre. Lo nunca visto. El catetismo elevado a la máxima potencia. Faltaba únicamente que la gente llevara flores a ese lugar. Era alabado e idolatrado por una masa que, con todo el derecho del mundo, veía en su figura la salvación de sus vidas y la consecución de sus anhelos vitales. Cosas del fútbol, supongo.
Pero la realidad era otra bien distinta pues, desde hace ya muchos años, el movimiento interno en el Málaga era verdaderamente complicado y no empezaba a oler bien. No era una empresa ejemplar en los mentideros del sector. Había empleados de alto nivel -gestores no deportivos que jamás nadie conoce- que marchaban de la empresa aún con supuestos sueldos bien despachados. Poco a poco ningún profesional en la gestión deportiva y empresarial quería probar un pastel aparentemente apetecible. Y de eso no muchos se enteraban pues no se comentaba en los bares y peñas. Pero poco a poco el hueco que iba dejando la entidad en su interior lo iba convirtiendo en un gigante con la cara lavada y el corazón horadado por las dispares secuencias del dueño.
La cuestión es que, desde el inicio, hay voces que han apuntado en todo momento a la poca idoneidad del propietario y, en cualquier caso, a la innecesaria postura de las administraciones y los aficionados con este señor. Por parte de los gestores públicos, la visión era patética pues les faltaban lavarle los pies en una cubeta y abanicarlo con hojas de palmera. Todo era poco y poco era lo que realmente cumplía y realizaba el caballero.
Atrás quedan las vergonzantes escenas con el puerto de Marbella. Aún a día de hoy se sigue analizando por qué se otorgan esos terrenos de Arraijanal al grupito catarí. Y por supuesto no se llega a comprender que aún aparezca su nombre en rotondas de la ciudad.
Pero sin duda, el plano de mayor sonrojo lo han dado un nutrido grupo de aficionados del Málaga que, desde el principio, han tenido como necesidad innata el señalar a quien no consideraba como malaguista de pro por no tener unas condiciones de pensamiento idóneas. Era inviable reconocer como un desastre al dueño de la entidad y a la vez poder sentir los colores. No se concebía denunciar la gestión del supuesto empresario y a la vez animar al equipo de tu ciudad. ¿Y eso por qué? Pues por algo sencillo. Por la dictadura del mediocre futbolero. Ese perfil medio-bajo que ocupa gradas y de la misma forma que grita e insulta a boca llena en el campo lo hace en el resto de cosas. Un señor o señora que entra por “el estadio de su vida”, “el templo” y esas expresiones extrañas y desde el minuto cero se dedica a proferir insultos a grito pelado a todo el que se precie. Y sale de allí y tan normal. Sin darse cuenta que acaba de convertirse en un tarugo de primera categoría. Extrapola eso a las opiniones al respecto de tu equipo de fútbol, mézclalo con el perfil de las tertulias de deportes donde te venden el mismo asunto y lo acentúas con las tonterías por internet y el anonimato y habrás creado un monstruo.
Monstruo que, por cierto, no es consciente que tiene exactamente los mismos derechos que cualquier ciudadano de Málaga a opinar sobre el equipo que usa el color y las señas de tu tierra. Así que quizá, aprovechando el desastre del dueño de esta empresa, vaya siendo hora de poner orden en estos asuntos y aclarar conceptos.
El Málaga CF, es una empresa privada que solamente sirve para ganar dinero y, en segundo plano, para enriquecerse en seguidores, popularidad y posición social. No hay más. Pero sucede que, tal y como están planteadas las cosas aún en España, estas personas siguen aprovechándose de lo más preciado que tiene cualquier territorio: sus raíces. El Málaga posee los colores de la tierra, los emblemas y signos que atañen a todos y por supuesto el nombre que nos representa a la totalidad de malagueños. Y por eso, sería necesario y justo que, ya que se lucran de algo común, tengan un mínimo de responsabilidad. Y es que Málaga y sus asuntos no pueden usarse en vano y, mientras el sistema siga igual, al menos debería existir por parte de los propietarios de los clubes un mínimo de decencia y dignidad pues en sus manos está, sin querer, la imagen de la ciudadanía.
Por eso, desde un principio, hemos sido muchos los que no hemos querido que nuestros colores, nuestro escudo y las señas propias de esta tierra estén en manos de un personaje tan cuestionable como el que ahora nos representa por desgracia. Y quizá haya que reflexionar al respecto. Pues hay ejemplos de propietarios de fuera que funcionan bien, pero con otro cariz y exigencias. Y también existen aficiones que, ante la posibilidad de la venta del equipo a entidades de fuera, se han levantado para exigir que eso no suceda.
Pero a lo mejor todo esto no quede en nada. Pues nos olvidamos que esa Málaga positiva de la que les hablo tiene a su vez su impronta negativa. Y es que, como con todo, al final aquí el personal pasa absolutamente de todo.
Nadie quiere ser del Málaga ni participar de él. No hay una gran masa accionarial en manos de los aficionados como sucede en infinidad de equipos. Aquí se quiere todo hecho, protestar mucho y lamentarse. Pero después las redes sociales bien despachadas de fotitos del equipo y mucho hashtag emotivo.
La culpa de todo lo que sucede es del tipo este. No cabe duda. Pero quizá haya que parar a pensar en qué tanto por ciento ha sido el aficionado y el ciudadano el cooperador necesario para llegar a este punto. Y ojo, que aún así todavía resuenan los ecos del servilismo cutre hacia el dueño. Y hay incluso quien apuesta como medida de protesta, que suba el numero de abonados como si no entendiera aún que esto es un negocio como otro cualquiera. Y sin ver que hay un señor vendiéndote sentimientos malaguistas a miles de kilómetros, sin ni siquiera dar la cara ni coger el teléfono, y con unos modales, respeto y educación muy por debajo de lo requerido.
Pero oye, que no pasa nada. El malaguista y el malagueñosiempre de diez. Sevillano el que no bote y punto.
Viva Málaga.
Estoy totalmente de acuerdo!
En esta santa tierra todo el mundo protesta pero hace bien poco.
Buenos días.
Su comentario es indignante.
La afición del Málaga siempre ha sido una afición sufridora (nunca ha habido alguien que apostara económicamente por el club, muchas temporadas en segunda y menores categorías, desaparición, por muchos motivos,…) y llegó una persona al que no olvidemos Fernando Sanz, reconocido malaguista, vendió el club, no cualquiera….y confiamos en ella. Y el corazón de los malaguistas se sintió orgulloso, más q nunca, de hacer un equipo con juzgadores acordes con el nivel de la ciudad…por fin un equipo al nivel de otros como Sevilla, Villarreal, etc…es decir de ciudades equidistantes a nuestra Malaga. Y el ambiente en La Rosaleda ha ido increcendo. Da gusto ir a La Rosaleda por la afición que tiene que es de las mejores de España. La única culpa de esa gente que va a La Rosaleda (entre la que seguro que usted no se encuentra, lo digo por el comentario final del “sevillano el que no bote” que solo aparece algo, y es normal, el día que nos enfrentamos al Sevilla) es ilusionarse con su equipo, al igual que cualquier afición del mundo (ayer lo pudimos comprobar con la del Almería). Desgraciadamente el fútbol ya no es de los seguidores. Lo han cambiado. Ahora efectivamente son sociedades destinadas a ganar dinero, y los seguidores q acudimos al campo a pasar calor, aburrimiento en muchas ocasiones, y malos ratos, somos una especie a extinguir, y se nos debería tratar con más respeto del que usted ha tenido. Lo único que podemos hacer lo hacemos, pagar nuestra cuota, y pagar y pagar, e ir los días que nos imponen al campo (lunes, días de verano a las 6 de la tarde en preferencia…casi na, y seguir al equipo por la tv. Lo demás, es decir, la compra de acciones, el trato institucional al jeque y su directiva, las glorietas, etc, le pide usted cuentas a nuestros representantes políticos, que para eso los elegimos y para eso cobran mucho. Yo por el fútbol no cobro, yo pago, y doy mucho tiempo y muchos sentimientos, y sinceramente, al leer su articulo, me he sentido ofendido. Parece como si todos fuéramos unos pobres manipulados, salvo usted y alguno más que siempre dicen los mismo: “como yo ya advertí…”.
Seguiría dándole razones de mi mal estar, pero escribir no es mi trabajo, y ni siquiera se si publicarán mi comentario (no sería la primera vez que pasara)
Un saludo y con el Málaga y su afición siempre.
Completamente de acuerdo contigo. ¿Imaginas un personaje así en Sevilla? Nunca. Los sevillanos no lo permitirían, pero el malagueño no siente ni sus colores ni su ciudad. Bueno sí, sentado en una terracita tomando una cerveza, pero si hay que levantarse…
Esto desde fuera ya se veía venir hace muchos años que lo veo desde fuera y el Málaga es un desastre en lo que se refiere a la administración tanto deportiva como económicamente pero con este mecenas de pacotilla somos el ridiculo del fútbol nacional .viva el Málaga y los malaguistas.