Dos millones de Goyas

27 Jul

Parecía una guasa lo de que los Goya se celebraran en Málaga. Parecía de cachondeo lo de que se celebrara en el Martín Carpena. Era motivo de chascarrillo lo de tener que adaptar el polideportivo con “sillas alquiladas” para que se pudiera celebrar el asunto. Bueno pues la guasa, el cachondeo y el chascarrillo se han convertido en una realidad: Málaga quiere los Goya aunque no tenga dónde meterlos.

Como si de un padre de familia que acomoda en casa a las amiguitas de su hija en una simpática noche de fiesta de pijamas, nuestro respetable munícipe por antonomasia ha querido transmitir a los responsables de la Academia de las Artes Escénicas que aquí se cabe. Que se le hace hueco a los artistas y se pueden venir los que quieran.

¿Motivo? Claro claro no lo tenemos ninguno. No sé hasta qué punto es positivo transmitir esa imagen de precariedad que otorga lo efímero en situaciones como ésta. Me imagino la voz en off de la gala de los Goya diciendo: “Buenas noches a todos desde el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena…” y me da un poco de fatiga. Básicamente porque no tenemos lo que esta familia precisa: Un auditorio. Entonces, hasta tenerlo, quizá no sea necesario forzar la maquinaria para participar en algo que, además, ya no nos regala nada especial ni original pues ya no somos los primeros en albergar la gala –ya abrió el melón Sevilla– y por lo tanto no tenemos nada que celebrar.

La cuestión penosa de toda esta historia es que se barajan cifras de dos millones de euros para traerse aquí al elenco de actores de tal forma que confluyan en la ciudad muchas caras conocidas que, por lo que se ve, trae loquito a más de uno y una pues la actividad frenética para convencer a los de la Academia es sorprendente.

Pero claro…¿Para qué son esos dos millones de euros? Lo más sencillo es pensar que lo son para traer a la ciudad a los artistas, pagar el caché a la academia y montar el pitote en el Carpena para encajar a tres mil criaturas en una noche de gala donde los asistentes aparcarían en el parking de Pryca –todo muy fino y elegante-.

Y creo que no. Que en el fondo no se está pagando eso. Sino la necesidad de hacer cosas por fuerza. Sin mayor motivo que el de ejecutar ideas personales sin tener en cuenta que no son del todo viables. ¿Cómo se puede pedir celebrar en Málaga una cosa sin tener la infraestructura para ello y por lo tanto generando un sobrecoste? Pues única y exclusivamente si está movido por unos enormes intereses.

Y ante esta situación absurda saldrás los que justifican todo con la varita mágica de la riqueza y el empleo. ¿Buscamos resultados? ¿Seguro que eso genera una riqueza enorme en la ciudad? Permítanme que lo dude pues todo augura un salto flash a lo Bienvenido Mr. Marshall para dar por hecho el contrato publicitario que la ciudad acaba de contratar. Y para entenderlo solamente hay que preguntar en Sevilla para saber la repercusión que tuvo. El gasto que hicieron los invitados o el impacto visible de la marca. ¿Se los digo yo? La mínima. Y todo ello teniendo un auditorio hecho y sin un festival de cine español. Por eso me resulta problemático que una idea peregrina de algún político con ganas de focos pueda llegar a estos términos.

Pero hay algo más que distorsiona toda esta historia y es que somos la ciudad del Festival de cine español. El primero que se hizo. El bueno. Y es ahí donde deberíamos tener la inversión. Es ahí donde debería estar nuestra preocupación y por supuesto que es ahí donde debería residir el respecto hacia este gran proyecto de años y años pues, de suceder lo de los Goya, estaríamos desde dentro dejando en mal lugar al festival.

¿Se imaginan esa millonada destinada al festival? ¿Acaso no se sabe en Málaga que los que organizan el festival tienen que hacer encajes de bolillos para que el asunto salga en condiciones? ¿Por qué entonces no meterle dinero al festival en vez de a una gala vende humo? Tengo la respuesta: Porque no importa lo importante. Porque la cultura es secundaria si hay pompa y boato por delante. Y de eso vivimos. O mejor dicho, de eso viven. De grandes discursos y promesas que no valen nada. Como una gala de los Goya detrás del butano y la térmica que nos abochorna a muchos.

Hagan ustedes un esfuerzo y contengan sus ansias de sacar adelante iniciativas populistas que aportan lo justo a una ciudad en grave peligro de conservación social por la irrupción violenta del turismo. Cojan esa inercia por hacer cosas inútiles y trasládenla a la construcción un auditorio que tanta falta hace a esta ciudad para poder celebrar galas de cine, congresos y actividades culturales que se nos quedan chicas en el Cervantes. Pónganse en la piel del ciudadanos medio malacitano que ve la ciudad cogida con alfileres y con la necesidad de meterle publicidad a los toldos de su calle principal pero que pretende gastarse dos millones de euros –será más después seguro- para montar una gala sin sentido que apesta a capricho personal desde lejos.

Si quieren repercusión de la buena en el mundo cinematográfico, gasten más dinero en el festival. Que después pasa lo que pasa. Que llegan los de fuera y se van allí. Que –sin diferenciar el tipo de festival-, el de Málaga sigue sin coger el empuje de San Sebastián y tiene a Sevilla pisándole los talones. Y aún así sale adelante un producto que es ejemplo de la eficiencia más brillante posible pues se consigue un resultado muy bueno con una materia prima limitada.

No tiren el dinero. No hagan el ridículo. No nos dejen en mal lugar.

Viva Málaga.

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