Un año más –y conforme pasa el tiempo con mayor potencia- se lamenta públicamente –celebrar sería erróneo- el retraso, descuadre e injusto criterio por el cual la mujer sigue relegada a un segundo puesto por el único hecho de tener unos genitales distintos a los del hombre.
Esta situación no es nueva, va a menos –gracias a Dios- pero sigue siendo cuestión de primer orden en el mundo occidental –del otro mundo mejor ni hablamos-. Málaga se ha puesto las pilas a este respecto y salió a la calle para protestar por esta lacra pandémica que azota al primer mundo en un sinsentido que recorre todas las capitales.
Una mujer empleada por cuenta ajena vive con el miedo de quedarse embarazada y arriesgarse a perder su trabajo. Y parece absurdo y ridículo pero sigue siendo una realidad que se traduce en preguntas incomodas en pleno proceso de selección para un jornal. Pero quizá ahí mismo ya resida un error importante y es que, por parte de los más catetos y cerriles, se persigue la idea que el feminismo y acabar con esta lacra es exclusiva de las mujeres. Y nada más lejos de la realidad pues, a día de hoy, el hecho de que en una pareja, ella gane menos que él y por lo tanto su aportación sea menor por ser mujer ya resulta desde el inicio un robo para una familia en la que ella debe padecer esa discriminación que afecta al conjunto.
Ejemplos así, miles de millones que nos asaltan a diario y que resultan borrosos cuando alguien lo salpica a conciencia con estupideces de lenguaje inclusivo que nos hacen obviar lo realmente importante: El grave desagravio que padece la mujer a día de hoy por cuestión de género.
En Málaga, ciudad cosmopolita, abierta y bla bla bla, podemos encontrar mil y un ejemplos de conceptos y gestos absurdos, machistas e injustos que pasan desapercibidos. Sin ir más lejos, a día de hoy se siguen encontrando discotecas y bares en los que las mujeres entran gratis para convertirse en ganado que será observado por los machos para que éstos –previo pago de su ticket- intenten el apareamiento o al menos sueñen con él durante esos minutos de asueto mental en espacios oscuros.
Me encantaría saber en qué concepto se debe traducir un local que: regala dinero a mujeres por disfrutar de su espacio –no les cobran la entrada-, en algunos casos son invitadas a consumiciones para que, a cambio en un contrato no escrito, ellas sean atracción del local de cara a los hombres que allí se den cita para observarlas y admirarlas mientras intentan el cortejo. “Fulanito, vamos a tal discoteca que me han dicho que está lleno de tías”. ¿Eso qué es? Ya lo adelanto yo: Una basura.
Pero de esa porquería bebe la sociedad actual y lo cumple a raja tabla. Ellas aceptando el rol por un beneficio patético y ellos consumiéndolo para que la rueda siga girando. Y con ésas, después pretendemos salir a la calle a protestar en una amalgama de cuestiones –necesarias y justas- pero que, a veces, quedan descafeinadas si no somos capaces de corregir dejes diarios que están cargados de ese tipo de injustas divisiones en detrimento del papel general de la mujer en la sociedad actual .
Y este año, paradojas de la vida, ha coincidido la gran manifestación en defensa de los derechos de la mujer con el Vía Crucis oficial que anualmente celebra la Agrupación de Cofradías de Málaga. Y todo apuntaba a lío. Y lo ha habido. Aunque no de la manera que seguro piensan.
Todo transcurrió con normalidad plena si bien, a la llegada de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia a la Iglesia de San Julián, hubo un grupo de personas, féminas en su mayoría, que gritaron “sevillanas” con el motivo extraño-absurdo-ridículo de alzar la voz sobre las injusticias que padecen. Resultado nulo, creatividad patética y menos luces que una Mobylette pues, deberían comenzar a entender aquellos que protestan usando a un tercero, que lo único que consiguen es quedar mal, negativizar sus recursos y desproveer de seriedad a peticiones que son lo suficientemente graves como para tomárselas en serio.
Y es que en esto de las manifestaciones siempre he tenido muchísimas dudas sobre cómo se plantean y organizan. Si hablamos de sueldos desiguales por el mismo trabajo, de agresiones sexuales e incluso de asesinatos constantes…¿Es lógico manifestarse con disfraces, saltos, risas, eslóganes de guasa y cánticos divertidos como sevillanas o bailes? Me cuesta entenderlo. Como me sucede en el resto de manifestaciones en las que se exigen cosas extraordinariamente serias como la igualdad de derechos o el trato vejatorio por tener una orientación sexual distinta pero que se acompaña de carrozas con señores recogiendo sus partes con un leve pedacito de cuero negro.
Quizá sea falta de perspectiva la mía pero creo que, según qué acciones, desvisten algunas protestas más que serias y necesarias. Y en este sentid, el pasado sábado en Málaga, sucedió algo que afecta de manera directa a las mujeres, a la sociedad malagueña y su Semana Santa –que a día de hoy concentra al mayor número de ciudadanos “afiliados” a algo en esta tierra-. Y es que vimos, al igual que con las discotecas y las entradas libres si eres mujer, cómo se aceptan roles que sigo sin ver que positivos a la hora de sortear las obstáculos que la vida actual nos pone en el camino de la igualdad, la tolerancia y el sentido común de cara a las nuevas generaciones que observan con atención todo lo que sus mayores hacen.
En este Vía Crucis, en el que el Chiquito discurría por las calles de Málaga en unas sencillas andas -en cuanto a tamaño se refiere- se alternaban hombres y mujeres para portarla en sus hombros. Hombres y mujeres. Por separado. Turno de hombres. Turno de mujeres. Y creo que lo más sensato hubiera sido turno de hombros pues es lo único que se exige para poder llevar al Señor: un hombro en el que sostener su cruz.
Y es que, con la llegada de la Cuaresma, se sucederán nuevamente esas estampas extrañas en las que, desde las Cofradías, se otorgan a las mujeres permisos temporales para llevar en sus hombros los tronos de cascarilla para saciar su supuesta sed de varal mientras no se les permite jugar en primera división.
Tema complejo que en muchos de los casos ya se ha solucionado con la total normalidad que aporta el sentido común pero que, en este caso, nos sigue regalando estampas difíciles de entender.
Este viernes en la calle estaban movilizadas decenas de miles de mujeres para exigir normalidad en la discriminación de género y, a metros de distancia, observábamos cómo se tenían que cambiar en turnos machos y hembras para no compartir el traslado de unas andas que pesan muy poco. ¿El motivo? Ustedes dirán. Pero el resultado es la división, la normalización de lo anormal y el doble check de muchas mujeres a seguir creando diferencias en asuntos que no guardan ninguna lógica.
Que somos diferentes es evidente. Pero no debe ser ése el motivo para diferenciarnos. Que somos iguales siendo distintos. Y se sabe. Y en las Cofradías de Málaga, aún, el feminismo…Chiquito.
Viva Málaga.