Escraches Cofraudes

13 Ene

Hace unos días, conocíamos el singular cartel de la Semana Santa de Málaga 2019. Singular por su indivisa factura que ha recibido algún que otro perdigonazo, si bien, cuenta ya con la bendición del lobby gay cofrade por lo que, para el gran público capillita, ya es uno de los mejores carteles de la historia.

Sin entrar a valorar la obra, pues mi incapacidad para tener una opinión formada aún está latente, sí que tuvo esa presentación un componente que hilaba perfectamente entre la obra y lo sucedido.

Para muchos, la pared del cartel se ha convertido en el verdadero protagonista de la misma, dejando a un lado -literal- a la Virgen que pasaba por el lienzo.

Ese muro pintorreado, representa la cara B de la historia. Lo chungo entre lo puro. Lo destrozado entre el lustre. Y es ahí, en esa coyuntura de sabores contrapuestos donde se situaba la Agrupación de Cofradías en la presentación del cartel en el Teatro Echegaray.

Y es que, al inicio del mismo, un grupo semi organizado de personas se situaba a las puertas del teatro para realizar algo que ahora se conoce como escrache. Esto es una manifestación pública con afán intimidatorio en el que un grupo de personas se enfrenta a una entidad de poder para recriminar una acción de éstos durante su gobierno.

En este caso la entidad acosada era la Agrupación de Cofradías encabezada por su Presidente y los acosadores un grupo indeterminado de supuestos afectados por el cambio de recorrido y los consiguientes abonos de sillas para presenciar las mismas.

Este asunto, el de las sillas, ha traído por la calle de la amargura a más de uno de los responsables del asunto pues, al hacer este gran cambio de sistema, se tenía asumido que habría que padeciera alguna transformación indeseable.

Es natural. Se trata de cortar y pegar en sitios distintos. Y esas cosas nunca cuadran. De igual manera que no está bien desmontar y montar los tronos una y otra vez, pues se acaban descuajaringando, es de vital importancia realizar modificaciones en sillas y tribunas solamente cuando sea estrictamente necesario. Y este caso lo es, sin duda.

La cuestión es que con el paso de las semanas y meses, la Agrupación ha puesto sobre la mesa un plan especifico para trabajar en el análisis y resolución de los problemas de aquellas personas que se vieran afectadas por los cambios.

De hecho, creo que, en la mayoría de los casos, de una forma u otra, todos los abonados actuales de las sillas y tribunas de la Semana Santa de Málaga han visto modificada su situación. El número de fila, la ubicación o la separación de los abonos son los problemas que han surgido por este magno cambio.

Pues bien, ante esta situación, está la gran mayoría, que simplemente ha aceptado el cambio sin rechistar, tras ello nos encontramos con los afectados que han seguido los cauces planteados y se les ha dado solución que ha sido acogida con una mezcla de resignación y aceptación y por último aquellos que no “consienten” que este cambio se lleve a cabo.

Personas que consideran que la silla en la que se sientan en Semana Santa es suya. En propiedad. Y que si la menean de sitio y no le viene bien el cambio, se para todo. Porque él o ella quiere su sitio de siempre. Y claro… ahí se monta el perejil.

Hasta ahí nada nuevo. Siempre ha habido gente que por diversas razones no procesa los datos de la misma forma que el resto de ciudadanos. Hay abonados que no van a consentir que se le cambie de fila o de ubicación. Y pretende molestar, acosar y hacer el chorra hasta que ellos consideren.

Y eso es lo que se vio el otro día a las puertas del Echegaray: un grupo de personas, en su mayoría bastante mayores, acompañadas de otras más jóvenes, llegando incluso a verse la presencia de niños –menores de edad– con silbatos en ristre para chiflar a los miembros de la Agrupación.

¿Qué clase de locura es ésa? ¿En qué cabeza sana y humana cabe que alguien lleve a un niño a la puerta de un teatro con un pito en la boca para que incomode a otras personas por unas sillas de Semana Santa?

¿Dónde se ha visto a tanta gente rara armando escándalo, gritando y faltando al respeto por una cosa tan absurda y usando unos argumentos tan pobres con alusiones surrealistas como “Esto no es Sevilla. Vamos a por todas” ?

Provoca vergüenza ajena, observar a unos frikis -incluido el heredero del Mocito feliz, que se encontraba en la puerta del Teatro como también lo hacía en la celebración de VOX en Málaga- , faltando al respeto, haciendo un cutre escrache y dando carta de normalidad a cosas que, por las carencias de la sociedad actual, acaban convirtiéndose en normales.

No podemos permitir que la ciudad siempre regale la foto chusma del día. No podemos consentir que haya gente amenazando con armar follones en la Semana Santa porque no están conformes con la solución que se les está dando a la ubicación de su abono para ver las procesiones.

Quizá sea el momento de decir basta a la dictadura de la gentuza. Al absolutismo de lo chabacano y a la opresión injusta de quien no tiene ni un microgramo de educación ni vergüenza.

Incívicos abonados, no gracias.

Viva Málaga.

 

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