Andalucía ha recibido un golpetazo fuerte. En general. A todos. A unos y otros. Vencedores y vencidos. Una comunidad que lleva décadas de un sistema de vida política con unos roles claramente definidos, acaba de ser zarandeada. Yo no conozco otra cosa que no sea una Junta socialista. No conozco a los del pepé mandando. Pero el pueblo ha hablado y los rojos se han llevado una de las peores victorias. De las que no sirven para nada porque los números se presentan feos.
Ante este escenario, hay que valorar la situación y para aquellos que lo entiendan como una derrota, rogarles que lo tomen como una oportunidad de mejora y reciclado.
El razonamiento sistemático de la necesidad de un cambio político en un lugar por el mero hecho de que el contrario lleva mucho tiempo mandando es del todo una tontería. En Galicia sucede lo mismo con el PP y nadie dice nada. Y es que, en política, cada uno lamenta en casa lo que fuera aplaude. Algo similar tiene que digerir ahora Susana Díaz pues, su lógico y sensato razonamiento de impedir que entre gente sospechosa en el Parlamento y el gobierno andaluz, lo tienen los conservadores en Madrid ante los más que cuestionables pactos de Pedro Sánchez.
El PSOE ha ganado La Moncloa sin votos ni vencer. El PSOE parece perder San Telmo con votos y ganando. La vida.
Y ahora, recién llegados los perfumes en coches negros que cantaba Juan Carlos Aragón, han comenzado a salir mil y una novedades que van a cambiar en Andalucía. “Aquí se va a acabar ya la tontería”. Y desde el principio y sin un minuto que perder, ha salido un primer gesto por parte de los que van a mandar: Adiós a Canal Sur. La Nuestra. Y es que alzó la VOX uno que dijo que había que cerrarla. Y en naranja y azul se oyeron los ecos que afirmaban que “to es hablarlo”, como quien habla de cerrar la puerta del baño o la alhacena.
Canal Sur nace en el año ochenta y nueve y forma parte de la memoria colectiva de todos los andaluces. Con altos y bajos, nunca se ha reconocido, ni por el público ni los organismos que controlan y analizan su independencia, como un medio sesgado ni gravemente manipulado, como ha sido el caso de Tele Madrid o Canal 9 en épocas pretéritas.
Existen generaciones que han crecido con Canal Sur y tienen en ella, aunque no la consuman, un punto de referencia sobre nuestra tierra más allá de la televisión y radios que llegan desde la capital de España. Ese bastión verdiblanco en los medios de comunicación es un lujo para todos los andaluces pues, con él, tenemos siempre un canal abierto ante aquello que jamás será observado por otras cámaras y micros que los propios de nuestra tierra.
En Canal Sur hemos disfrutado de referentes como Jesús Vigorra o Carlos Herrera. Hemos conocido nuestra tierra con productos de divulgación como lo fue “Tal como somos” o “Tierra y mar”. Reímos con modelos que después fueron copiados como el que traía y con el que nos ha vuelto a ilusionar El Yuyu. Canal Sur fue y debe volver a ser la casa de Manu Sánchez. Que se lo rifan en España y bien pudiéramos tenerlo aquí.
Canal Sur es la responsable de que, sin ella cosas nimias para muchos dejaran de existir en nuestros hogares. No imagino a La Sexta emitiendo las semifinales del Falla, a Cuatro narrando el salto de la reja en El Rocío o a Radio 3 promocionando a la nueva gente que sale en Andalucía para hacer música. Música, por cierto, que tiene en Canal Fiesta una de las emisoras más potentes de España y con mayor repercusión en redes sociales llegando a tener trending topics mundiales. ¿Va a venir un señor a caballo a quitarnos eso? No creo. Como no creo que deje de sonar El Llamador o Bajo Palio contando la Semana Santa de Andalucía.
Canal Sur sirve. Es de utilidad pública. Es necesaria. Y tiene en su plantilla a grandes profesionales. Sí. Lo de grandes profesionales es una frase trillada pero que en este caso cumple a rajatabla con la verdad de aquella casa. ¿Pero está perfecta? Yo diría que no. Necesita evolucionar. Supongo que serán los años, las dificultades de las empresas públicas encorsetadas y una mezcla de las dos razones anteriores, los que hayan hecho que se abra una brecha, que puede seguir creciendo, entre el andaluz de 2019 y el producto que se lanza a la calle.
Hay que modernizarse para recuperar a quien dejó a Canal Sur por una más guapa, joven y millenial. Pero encuentro fácil la solución, al menos desde fuera, pues los ingredientes para triunfar han quedado claros y patentes. Hay que volver a la cultura. Que regrese la “ilustración” a la cadena. Los programas de nivel. Que la Copla y los chiquillos –que también tienen su espacio y su gran audiencia- abran paso a la divulgación y el entretenimiento de nivel. Que regrese quizá la producción propia. Y que se sostengan las emisoras sin el maldito centralismo del que adolece nuestro país cuando las capitales empiezan a imantar al resto.
He tenido –y hasta este minuto creo que tengo- la suerte de colaborar con Canal Sur en algunas ocasiones y conocer un pedacito pequeño de lo necesario, útil y bueno de un medio que hable en andaluz. Un acento radiofónico y televisivo que llega hasta el lenguaje de signos. Y por eso hay que proteger con uñas y dientes al único medio público andaluz. El que ha sido referente de todo el país en infinidad de ocasiones y el que, ahora, precisa de un esfuerzo extra pues son muchos los que quieren aprovechar sus puntos débiles –y reales- para intentar cargársela.
Que haya gente que repudie todo lo que huela al sur no es novedad. Y no me preocupa. Lo que sí me alarma es que se alcen voces para pedir el cierre de Canal Sur argumentando que no es buena y esconde asuntos sospechosos. Y no me alarma porque la cierren, sino porque eso fuera cierto. Pues en tal caso la traición sería alta. A los hombres y mujeres que forman La Nuestra. La cadena de los chiquillos que tuvieron el carnet de la Banda del Sur con Bubú y Víctor V. La de Irma Soriano llorando de risa con la señora de Cádiz contando su anécdota en la Caleta o la misma que puso por primera vez la voz de alarma en toda España sobre el maltrato a las mujeres en la figura de la asesinada Ana Orantes.
Yo me quedaré siempre con la cadena que te espera cada febrero por las noches con la voz de Manzorro. Con la del Loco de la Colina y el apoyo al cine y las producciones andaluzas como el documental que ha sacado a la luz, como nunca antes nadie había hecho, la verdad del caso del asesinato de Caparrós.
Ése es el medio que de verdad teme más de uno. El que brilla, funciona y engancha a los andaluces.
Respeto a una cadena pública que cumplirá pronto treinta años y a todos aquellos que la han hecho posible.
Somos muchos los que nos sentimos orgullosos de ella. Somos muchos a los que nos preocupan sus pesares. Y somos legión los que defenderemos por siempre su existencia.
Por Canal Sur. Por La Nuestra.
Gracias, Gonzalo.
Zapi