Hace unas horas, un grupo de albañiles –ahora se ha puesto de moda decir operarios no sé bien por qué razón con lo bonito es decir albañil- se acercaban hasta la plaza de la Merced para proceder al cierre de la entrada del abandonado cine Astoria. El de las decenas de millones de euros pagados con dinero público para ahora no saber qué hacer y re venderlo de nuevo. El mismo.
Los señores albañiles, que son unos mandados, han procedido a poner ladrillos de hormigón uno sobre otro y cerrar con su enfoscado final. Un trabajo fino.
La zona a tapar es estrechísima. Un pequeño hall que servía para muchos como cobijo en días de lluvia mientras esperaba el cambio de color del semáforo o como punto de encuentro cuando se quedaba con alguien por la zona. A estas utilidades se les sumaba que eran varios los indigentes que usaban la techumbre –no siempre- como lugar para cobijarse de las inclemencias del tiempo o simplemente como portal de Belén improvisado para que al menos una pared le cubra mientras duerme por la noche.
Pues ese hueco es el que se ha tapado. Y costará más trabajo quedar o sentarse en sus escalones. Y será más difícil cobijarse. Pero no parece nada que revista cierta importante. Se desplaza unos pasos usted y listo. Sin problemas.
Hasta ahí bien. Pero si uno lee el motivo por el cual se está cerrando ese trocito de cobijo entran verdaderos escalofríos.
Y es que, según las informaciones, el Ayuntamiento ha procedido a tapiar la puerta del Astoria para que no haya mendigos. Para justificar este hecho, el consistorio argumenta que son muchos los vecinos que protestan por el escándalo y los desperfectos que ocasionan los indigentes ya que a veces gritan e incluso hacen sus necesidades en uno de los rincones de la entrada.
Qué curioso todo. Empezando por la cantidad limitada de vecinos frente al cine y acabando por la inmediata actuación del Ayuntamiento para prohibir de facto que allí no duerma nadie sobre cartones.
Es comprensible y apoyado por todos que se busquen soluciones habitacionales a aquellas personas que viven en la calle. Pero al tratar lo más mínimo el asunto de los indigentes uno descubre que existe un perfil de persona que no quiere ni asume dormir en un albergue de monjitas ni en una cama prestada. Quieren la calle. Y debe ser respetado mientras se consigue que su problema se reconduzca pero jamás deben ser perseguidos porque no son delincuentes.
Pero parece que sí. Y es que resulta abominable que se pongan ladrillos –me encantaría saber cuánto dinero ha costado ese muro- para que no se tumben seres humanos sin nada. Me encantaría saber si alguno de los vecinos protestones no ha tenido un hijo meando en los aledaños de la Merced en sus años mozos siendo promotor de ese río de meado que descendía por calle Granada. Y sobre todo quisiera conocer el comportamiento de cualquiera de estas personas actoras de esta película repugnante si acabaran en la calle por mano del demonio.
¿Qué harías si te encuentras solo en la vida y en mitad de la calle una noche? ¿Hablar bajito? ¿Reflexionar sobre la teoría de la relatividad de Einstein? No. Seguramente te evadirías con la sustancia más barata que encontraras y esperarías que saliera el sol para que secara tu cuerpo calado. Y probablemente tuviera problemas cada dos por tres ya que la fauna de duerme en las calles a altas horas no acaba de salir de Oxford sino que tiene más tiros dados que Tragabuches y Zamarrilla juntos.
Pero eso no se tiene en cuenta. Lo importante es tapiar y cerrar. Y todavía serán capaces de criticar a Trump delante de la televisión. Y están apoyando y haciendo lo mismo. Y no es algo nuevo ni propio de aquí. Y es que hace relativamente poco en muchas provincias españolas y andaluzas se vienen sucediendo gestiones propias de gente sin un mínimo de dignidad. Como los bancos anti mendigos para que no se acuesten o los jardines con hierros para que nadie busque cobijo en una noche de desesperación.
Nadie duda de lo incomodo que debe resultar escuchar a dos mendigos gritando a las tantas una noche. Pero nadie duda tampoco que son personas con los mismos derechos y deberes y que, si algún día alguno de los señaladores se encontrara en situación de indefensión quisiera tener algo más que un ladrillo puesto en la cara.
La muy leal, benéfica y hospitalaria ciudad de Málaga. Eso dice en el escudo. Pero no lo parece. Porque se pueden esperar mezquindades de quienes son mezquinos. Por eso no sorprende que haya bancos que cierren los cajeros por la noche para que no duerman los mendigos. Pero se entiende fácilmente. Porque son gentuza. Porque atan el bolígrafo del mostrador pero desahucian a cientos de familias cada año. Ellos no cuentan.
Pero el Ayuntamiento de una ciudad como Málaga sí que cuenta. Porque hay que tener más cuidado. Y más tacto. Porque son personas aunque molesten y seas incómodas. Pero es lo que hay. Y toca aguantar. Porque si nos liamos a tapiar se puede ver un número. Y qué curioso. Porque el día que se tapian los escalones de los mendigos es el mismo en el que se celebra en Madrid una cena de esas absurdas de FITUR. Y se hace en un restaurante carete de la capital. Y se ven fotos y fotos de personas de aquí que disfrutan de las elitistas comidas que no pagan. Y jiji. Y jaja. Qué cosas… eso también molesta a muchos ciudadanos. Y crea malestar y crispación. Y escucharlos y verlos por la noche supone un problema para muchos. Porque aguantar a unos cuantos cenando de gorrilla y sin hacer absolutamente nada de provecho es para tirarse de los pelos.
Pronto seremos ciudad libre de mendigos. Pero si la cosa sigue así habrá que ir pensando en tapiar la puerta del Ayuntamiento. Nos va a salir más barato.
Viva Málaga.
Buenas tardes,
estoy totalmente en desacuerdo con su ‘artículo de opinión` ya que se nota que no sabe nada de la Plaza de la Merced y habla sin ningún entendimiento de causa..
He vivido durante 28 años en la Plaza de la Merced. He visto el paso del botellón y el destrozo que ocasionó en la Plaza, he vivido la remodelación, el abandono de los cines…etc. He crecido con la Plaza de la Merced, además soy trabajador social y, estoy muy involucrado con la problemática de los indigentes.
El problema, y, aunque seamos una cantidad limitada de vecinos e igual por ello, no podemos decidir qué hacer con la plaza(según su artículo), es que los indigentes orinan y defecan tanto en esa parte del cine como por la parte donde están los contenedores de basura, usted sabrá dónde le digo ya que, se conoce la plaza muy bien aunque, se nota, que jamás ha vivido allí.
No sólo hemos protestado con los mendigos, usted no lo sabe, porque repito, jamás ha vivido allí, pero luchamos durante años para prohibir el botellón porque, en mi portal, he llegado a ver heces, vómitos…etc, así que no diga que del botellón hemos pasado y que nos importan más los mendigos.
También hemos intentado quitar de ahí la feria, por mucho que a usted le moleste y, repito de nuevo, seamos una cantidad limitada de vecinos, tenemos el derecho a descansar y estar tranquilos en nuestras casas, sin tener que oir constantemente ruido de personas de botellón (ya no por suerte) y ver cómo defecan en medio del a plaza, se lo digo de verdad, en medio.
Por tanto, su opinión me parece demagoga y sin conocimiento.
Completamente de acuerdo. Soy vecina de la plaza, estos mendigos llevan AÑOS malviviendo en la plaza sin que haya una solución humana y de sentido común y ahora cuando llevan dos meses en los escalones del Astoria, toman esta decisión que se lleva
a cabo el día de mayor frío en Málaga. Es una vergüenza que se haya gastado dinero público para tapiar los escalones de un edificio vacío que nadie quiere y en donde no molestaban a nadie. Los mendigos han vuelto a la plaza, el horroroso edificio sigue en pie, pero eso sí, los escalones muy bien tapiados. Me parece una acción tan horrorosa que escribí esa misma noche al Ayuntamiento, se que no sirve de nada pero necesita escribir y decir que es un sin sentido lo que han hecho. Un saludo.
El «affaire Astoria» está empezando a oler mal; y no sólo por lo de los mendigos -algunos de ellos verdaderos «artistas» en lo de dar lástima-, que también, sino por la participación en el proyecto favorito de «una persona de proyección» en palabras del Primer Edil. Como ya tenemos «la mosca detrás de la oreja» permanentemente -recordemos las cesiones de edificios y solares a ciertas cofradías- en la Casona del Parque deberían huir de ciertos protagonismos, que suelen despertar suspicacias tras los fallidos proyectos del Museo de las Gemas y el monstruo-hotel de Moneo. ¿Qué trabajo cuesta, en democracia (?), oír a la oposición y a los ciudadanos?