La guía del churro malacitano

23 Oct

Málaga se asemeja muchas veces al típico niño torpe de solemnidad que tenías de compañero en el colegio. Ese ser humano que hacía gala de la frase perfecta para cualquiera de sus movimientos: “Todo lo que tocas lo destrozas”.

Y sí. Hay cosillas por aquí que a la mínima desaparecen. Y uno de esos elementos típicos de la ciudad puede que tengan los días contados –con la pureza necesaria- si sigue la cosa como hasta ahora.

Hoy les hablo de los churros. Sí. Tema crucial.

En Málaga hay churrerías de siempre. No es nada nuevo. Importado seguro pero hace mucho por lo que lo tenemos como propio. Y aún así, hemos conseguido acunar un ejemplar único: el tejeringo.

Pero a día de hoy la ciudad está contemplando cómo cada vez son más los negocios que compiten por poner los churros modernos en sus cafeterías. Aparecen carteles a color, mensajes llamativos y ofertas imposibles. Una vez que se le ha perdido el respeto a la cerveza con un cubo asqueroso de lata con cuatro botellines y el insulto pasivo de atar el abridor con una cuerda, Málaga está intentando cargarse el desayuno clásico de cientos de personas cuando aprieta el frío.

Pero aquí les dejo algunas humildes claves por si quieren seguir disfrutando de ese palitroque caliente que, acompañado de la bebida que guste, hará que su mañana o tarde sea un dechado de hermosura –como diría el sargento de Maristas-.

Primero la forma. En Málaga se venden tres tipos de churros. A saber: Churro, tejeringo y churro madrileño. Por churro a secas se entiende el tradicional. El de Casa Aranda. El del palo largo. –Ojo a quien llame a eso una porra. Porque tontos hay a espuertas. Pero eso aquí no es porra y quien lo diga es tonto-. En el churro clásico hay lugares clave. Casa Aranda: Lugar típico y tópico del centro. Ahí se va sí o sí. Sillas pequeñas. Apreturas y calor. Pero merece la pena. Hay días que están más huecos que otros pero son perfecto. El Sauce: En Echevarría del Palo. Un clásico de la zona este. Coche mal aparcado en doble fila y un ojo puesto en el coche y el otro en la taza. Le acompaña en El Palo la cafetería Migui con churros perfectos y sin aceite en demasía. Y en otra dirección está Oña: El del Civil. Un sitio clave. Un lugar único. A Oña hay que ir alguna vez. Ya sea porque esperas el traslado del Cautivo o porque vienes de ver a alguien del hospital. Pero su churro es perfecto. En bandeja clásica de metal y crujiente.

Pero tenemos los churros madrileños. –Mis preferidos- y ahí hay un mano a mano. Nunca se sabe quién gana pero lo único claro es que si son congelados se nota. Doy dos lugares del centro típicos, tópicos y claves: Café Central y Café Madrid. Ambos pueden hacer lo que quieran. Obras, carteles modernos en las paredes u ofrecer paellas congeladas pero a las once allí debe oler a churros. Perfectamente fritos. Amarillo dorado. Secos de aceite. Y crujientes a la par de cremosos. La ración debe traer cinco. -Si trae menos se lo ha comido su hijo el gordo en un despiste de usted-.

Y por último tenemos el tejeringo. La piedra angular de todo. El ying y el yang de la masa frita malacitana. Un espécimen de origen local que ahora parece haber resurgido pero que nunca dejó de existir. El tejeringo es redondo. En unidades autónomas con textura lista y con mayor dureza y resistencia al mordisco. Pero más bueno que el churro. Más tierno y jugoso. Te puedes comer cinco churros o cinco madrileños pero con cinco tejeringos se te ponen los tobillos como dos colectores de EMASA. -Emasa de churros-.

Para disfrutar de Tejeringos hay que salir del centro. Y tienes una de sus catedrales en el barrio de la Victoria. A la altura de calle Cristo. En El Caracol. Desde su pequeña ventana ya ves el trasteo del aceite y el humo salir. Y entras y se te empañan hasta las gafas. Pero es de vapor del bueno. Es lugar de culto para el victoriano y se hace imposible no parar encima de la acera –viendo cómo aparco hagan cuentas de la cantidad de multas que me ponen- y llevarse en un papel media docena para degustar en el hogar.

Ahí solamente van unos sitios básicos. El ABC de los churros en Málaga. Es evidente que hay más. Pero con esos vas sobrado. Y no lo olviden. No caigan en la tentación de las porquerías. Que los churros no llevan chocolate por fuera. Ni se rellenan de nada. Que no llevan salsas. Ni dulce de leche ni guarrerías de ningún tipo. A lo sumo se abre un sobrecito de azúcar y se echa en un platito para que mojen los infantes o la abuela. No vayan a las franquicias. Pidan que le retiren el plato si nota que son congelados. Comer churros que han estado a menos treinta grados en la ciudad de Málaga es una falta de respeto.

Coman churros. No cuestionen su precio. Y disfruten del momento sublime de envolver un lado con una servilletita para comenzar el homenaje. Compren para lleva a sus casas –y dejen la bolsa abierta que si no se empapan del vapor- y aparezcan en su hogar con el papelón un domingo por la mañana. Sus hijos lo querrán más. Su pareja también. Y si vive en soledad mírese al espejo con el tejeringo y verá qué bien le sienta.

Málaga es lugar de masa frita. De hambrientas y buñuelos. Y no de churros falsos ni panes con mijillas que parece que estás comiendo alpiste.

Disfruten de esta tierra y cómansela. Que le tiren la bandeja de aluminio rayada una y mil veces y aún escuche el gorgoteo de la fritura en sus últimos compases. Pida chocolate Santa María. Y salga del banquete con ganas de ser trasladado en carretilla. Pero cuidado. Hay que acabar siempre con el vasito de agua. En vaso de duralex. Con el agua rozando el límite de la temperatura de los purgantes. Y bébasela del tirón. Ahí acaba el proceso. Ahí acaba el disfrute y comienza la aventura. Pero habrás desayunado o merendado en condiciones. Y con cosas de tu tierra.

Viva Málaga.

4 respuestas a «La guía del churro malacitano»

  1. Magnífico mapa del churro en Málaga. Por pocos días no entra ” El buen café “, que duerme el sueño de los justos.conozco todos los sitios pero he de apelar al veredicto de El Caracol; por más que voy y por más cariño que le tengo al local, por lo añejo y tradicional, no dejo de pensar que el aceite en el que se bañan los churros huele a refrito,que estos se repiten, que el chocolate es normalito,y que el dinero no ha de cogerlo la misma persona que acto seguido manosea los pitufos y la chacina ( tradición e higiene son compatibles, por Dios). Y volveré otra vez,porque así somos los malagueños.

  2. La calidad del trabajo y el cuidado de la materia ha hecho que la quinta generación de churreros que hacen tejeringos en Málaga haga de su negocio una gran franquicia . La exposición de la cocina donde se puede apreciar la limpieza del aceite, la utilización de primeras marcas y un servicio exquisito hace de Tejeringos coffee un nuevo referente en Málaga donde no es necesario cerrar miras a nuevas combinaciones al tejeringo artesano.

  3. En calle Cuarteles, al lado de la panaderia el Burrito, frente al supermercado DIA, hay una cafeteria “Los Valles” que ponen unos tejeringo estupendos.

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