El Mierdalista

16 Oct

Perro
Perro

Hay una expresión muy añeja y bonita que reza algo así: “¡Cómo están las cabezas!”. Es una frase corta pero reflexiva, inquietante y directa. Es una manifiesto escueto sobre la tontería humana. Un allá películas mental para dejar en piloto automático el cerebro con el único objetivo de que no se nos caiga la babita al hablar. Y sí que están raras las cabezas, sí.

No sé si será por el clima, el viento, la crisis, las obras interminables del centro o la presión esperada y que después no es tal por parte de la oposición. Pero la cuestión es que nos estamos encontrando con una ciudad rara que hace algunas cosas dignas de mención.

Hoy vengo a hablarles de la caca. Sí. El popó. En este caso de los animales de compañías. Los perros básicamente. La caca de Laica, Canelo, Toby, Nala, Simba y ese sinfín de nombres originales con los que apodan a sus canes es hoy tema importante en la ciudad.

Es común ver a las personas encorvadas en mitad de la calle, con la mano metida dentro de una bolsa y recogiendo una caca con cierta habilidad. Es más, ya venden rollos de bolsitas específicas para estos menesteres marrones. Y es más aún, ya venden porta rollos de bolsas porta cacas en cualquier negocio que se precie.

Se puede decir por tanto que la recogida de caca de Toby está perfectamente ordenada. Es un negocio en alza. No todo el mundo tiene la suerte de tener campo, césped o hierbas para que su animal defeque y son muchos los ciudadanos que tienen que tocar el paquete caliente al menos dos veces al día.

Pues bien. Hace unas pocas horas el concejal de Medio Ambiente –área dentro de la cual entiendo que se sitúa el epígrafe de las cacas-, ha hecho pública una medida para acabar con esa plaga que asola la ciudad –y no me refiero a la pasividad política- sino a las cacotas de los perros. Sí. Se ve que es un no parar de heces hasta el punto que han tenido que tomar una determinación.

En rueda de prensa se ha conocido el asunto que hace meses se comenzó a vislumbrar: te van a multar si no recoges el regalo de tu perro. A simple vista la historia parece sencilla. Vas por la calle, te pilla la policía mientras tu animal suelta el bicho y te cae la multa. Normal. Lógico. Pero no es así. La cosa va muchísimo más allá. Como de aquí a Montevideo de distancia. Y es que, ojo cuidado con esto, el ayuntamiento va a analizar las mierdas de los animales para que, tras cotejarse con un análisis, pueda saberse de dónde viene el mojón.

Sí. Imaginen a Paco. Un señor de 73 años que saca a su perrita “Pictolina” –le puso ese nombre porque dice que le recuerda el color pero Paco no sabe, pobrecillo, que padece un daltonismo severo, por las calles de su barrio. El perro, menudo, hace popó en el alcorque de un árbol y Paco, debido a sus achaques, no alcanza a agacharse a recoger la caca. Obviamente descarta la opción de pedirle a cualquier vecino, amigo o viandante que le recojan la caca ajena. Y por último desecha la posibilidad de contratar a una chica para que le acompañe en los paseos y destruya el excremento.

Pues bien, horas más tarde es posible que aparezca la nueva figura pública en Málaga: El mierdalista. Sí, como el Mentalista pero un pelín más indigno. Ese señor será el encargado de recoger muestras de la mierda para analizar posteriormente. Ya imagino al Mierdalista con su moto marrón, sus guantes y una cazadora con la cara de un perro cruzada por un aspa en la espalda. Él será el encargado de luchar por la plena limpieza.

Pero claro…pensándolo bien la historia tiene muchas lagunas. ¿Qué pasa si Pictolina tiene un día malo porque cenó lentejas de Paco y se va de vareta? ¿Si el perro sale a la calle pintando a pistola cómo recoge la muestra este señor? ¿Lleva una pajita y absorbe lo justo para recoger el liquido elemento sin llegar a tocar la boca? –en tal caso habría plus de peligrosidad-. ¿Y si un gracioso coge de la papelera una bolsita ajena y la tira al suelo? ¿Cómo se demuestra que la caca no es tuya? ¿Y la caca humana? ¿Entra dentro del perfil? ¿Se tira el dinero del análisis aunque no sirva para nada? ¿Cuántas cacas tienen previstas analizar cada mes? ¿Y a cuánto sale el análisis por unidad? ¿Pero se analiza en un laboratorio público que se cree para tal fin? ¿O se busca a una empresa privada en Málaga que se dedica a la caca? ¿Y de quién es esa empresa?

Uy qué lío todo. Esta historia me huele mal. Me huele a caca. Pero sin duda lo mejor de todo es que, mientras se explica el plan municipal anti caca de perro, se hace saber que no es algo novedoso y que ya hay un lugar en el que se analiza la mierda de perro. ¿Madrid? ¿Valencia? ¿Quizá Zaragoza? No amigos. No. Se hace en Lebrija. Sí. En el maravilloso pueblo sevillano de poco más de veinticinco mil habitantes. Y eso quieras que no viste el asunto.

Sinceramente yo hubiera copiado antes las Sevillanas Corraleras o el Flor de Lebrija en vez de lo de trastear caca de un lado para otro.

El resumen es que la ciudad camina por un sitio y nosotros por otro. Guiones diferentes para caminos opuestos. No entiendo nada. No sé qué hacen ni a qué se dedican pero a la vista está que mejor no saberlo. Pero hay historias que rozan lo ridículo. Lo vergonzoso. Lo absurdo. Es un esperpento hecho medida y plan municipal.

Frieguen y barran bien las calles que están pegajosas y ya si quieren ustedes un día hablamos de caca. Pero por favor dejen de hacer el experimentos de este calibre con nosotros. Que apesta.

Ya imagino la convocatoria pública de empleo: Se busca Mierdalista. Puedes ser tú.

¡Cómo están las cabezas!

Viva Málaga.

Una respuesta a «El Mierdalista»

  1. Magnífico artículo. escatológicamente divertido y estupendo análisis defecatorio. Enhorabuena Gonzalo, me he reído mucho leyéndolo.
    ¡Cuánta razón llevas!

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