Málaga cierra Pérez-Cea

4 Sep

Desde hace unos días, en las cristaleras de uno de los negocios más emblemáticos de la ciudad descansan unos carteles que informan del cierre del comercio. Se trata de Pérez-Cea. Al inicio de calle Granada. Una tienda denominada Guantería y que ha prestado servicio a Málaga desde el año 1902.

En este momento, lo lógico y normal sería referirse a sus empleados, al gran señor que fue y será por siempre en Málaga Don Rafael Pérez-Cea y al trato delicado e inigualable con el que te atienden en dicho establecimiento.

Pero no ha lugar. No debiéramos pararnos en la pena y el sonrojo por perder un espacio en el que se respiraba historia de una ciudad de la que cada vez queda menos. Quizá sea el momento de reparar al respecto de los motivos que han llevado a esta familia a tomar la decisión de abandonar su casa y dejarnos huérfanos a unos pocos de esos mostradores de cristal y madera y de los guantes buenos para salir de nazareno.

Málaga es la única culpable de que Pérez-Cea cierre sus puertas. Sería paradójica la circunstancia de que, en la situación actual en la que vivimos, un negocio que funcionara a máxima potencia decidiera cerrar sus puertas de manera definitiva si le va fenomenal. No es creíble.

Un cóctel de parón, crisis, cambio generacional en la tienda, poca atención por parte de “la nueva clientela malagueña” y unas obras en el edificio es la bebida ideal para que, al tomarla, decidas apagar las luces, vender al coste y pensar en otra cosa.

Nueva clientela malagueña. Sí. Esa que maneja el futuro que ha tomado la decisión de que nuestra ciudad solamente tenga negocios franquiciados, tiendas con olor a discoteca y autómatas que te cobran sin mirarte a la cara.

Solamente hay que dar una vuelta por cualquier ciudad colindante para descubrir cómo aún mantienen negocios clásicos que dan solera a su ciudad. Es un placer disfrutar de establecimientos que superan los cien años de historia. Es mágico saber que en sus estantes llevan reposando productos más años que los vividos por el propio cliente. Era fantástico entrar por la puerta de Pérez-Cea y saber que tu abuelo vestía sus corbatas o tu abuela compraba calcetines allí para toda la familia.

Era el lugar de las maletas buenas y el sitio en el que vendían cosas para repararlas. Era un lugar de calor humano con el gusto idóneo para ser muy agradable sin agobiar ni ser pesados. Espacio que vivía en sintonía con la ciudad. Partícipe de la buena feria del centro, cómplice de la Semana Santa y punto de encuentro para comprar guantes o corbatas negras durante la Cuaresma. Las carteras que le regalabas a tu padre salían siempre de allí y la entregabas con esa discreta bolsita marrón con los cierres de los buenos.

Pues se acabó lo que se daba que, por cierto, era mucho. Y la culpa es nuestra. De Málaga. De los ciudadanos pasotas y que consideran que ser muy malagueño consiste únicamente en pegar voces amenazantes defendiendo a la ciudad, apoyando a un equipo de fútbol de un extranjero o metiéndose con Sevilla.

Por mi parte, todos esos malaguitas de boquilla pero que pierden la calma con una franquicia pueden ponerse en filia india y marcharse de esta ciudad. Calle Larios está pelada. Se la ha comido los de fuera y nosotros les hemos tocado las palmas.

Así nos va con todo en la ciudad hasta que llegue el día en el que tengamos que pedir permiso a Zara o Cortefiel para que cuelguen en sus escaparates un cartel del Corpus o de Semana Santa.

Ojalá sirva de algo el cierre de Pérez-Cea para que se animen las conciencias de malagueño y demos un giro dentro de nuestras posibilidades para confiar y apostar por lo nuestro.

Es evidente que no siempre pasará todo por manos clásicas y las circunstancias te obligan a acudir a negocios gigantes en manos de gente de fuera, pero siempre habrá un momento para hacer apostasía del franquicismo y entrar en un comercio de siempre.

Al final, con esos gestos, acabas manteniendo a una Málaga con papeles y no a una ciudad vacía y revestida con cristales que se repiten en cualquier capital europea.

Es un pena que desaparezca ese rincón tan agradable y con tantísima solera. Ciento doce años abierto. Ha sobrevivido a guerras, a angustias políticas, a repúblicas imposibles, a dictaduras agotadoras, a crisis, a transiciones, a carestías, a robos, a obras, a peatonalizaciones… a todo. Pero no ha podido con su propia tierra. No ha sobrevivido a Málaga ni a su amor por lo ajeno mientras desprecia lo propio.

Los actuales regentes del negocio podrían haber prostituido la tienda para mantenerla. Podrían haber vendido su historia y categoría para acabar siendo una tienda de suvenires para turistas, como han hecho más de uno y de dos que no cabe mencionar. Pero no. Han decidido coger las maletas, nunca mejor dicho, y cerrar ese pedazo de Málaga para siempre.

En un par de meses o menos, pasaremos por allí y habrá una heladería de esas de mentira, una tienda de ropa de plástico para merdellonas o el negocio de engañabobos que en ese momento esté de moda.

Desde aquí mi lamento por el cierre del lugar del que tantos calcetines, pijamas y calzoncillos de los normales de toda la vida he tenido el gusto de vestir.

Llegará el día en el que la personalidad e historia de nuestra ciudad solamente se pueda ver en la hoja de un libro. Qué pena.

Viva Málaga.

10 respuestas a «Málaga cierra Pérez-Cea»

  1. Que pena, hace unos meses compré en esa tienda mis accesorios de novia, mantilla, abanico… además de maletas, carteras, paraguas toda la vida. Parada obligada en la noche de reyes para regalitos de última hora, cada vez más difícil en Málaga encontrar tiendas como ésta de artículos buenos y con dependientas agradables como Belén.

  2. Culpar a Málaga de haber inventado el consumismo que nos lleva a comprarlo todo aunque sea de baja calidad, de crear la manufactura asiática que ha reventado los precios de casi todo lo vendible y de parir la despersonalización de todas las grandes ciudades del orbe es un despropósito. Este un caso de libro: Pérez Cea cierra porque la gente encuentra esos productos más baratos, más a la mano o de la manera que mejor les convenga en otros comercios. Lisa y llanamente. A sensu contrario, también se podría afirmar que Málaga ha mantenido abierto Pérez Cea durante 103 años, pero eso tampoco sería cierto del todo, porque algo de buen oficio y servicio ha tenido que haber. Lo lamento pero lo categórico del título de este artículo no me parece justo, como tanta crítica sistemática y disfrutona a todo lo que de feo Málaga pueda tener, que lo tiene. Pero no la hagamos culpable de la muerte de Manolete.

    • Pedro es probable que ese planteamiento sirva pero siempre y cuando sea común al resto del mundo. Puedes pasear por Córdoba, Sevilla, Granada o Cádiz y encontrarás, junto a las franquicias de ahora, algunos establecimientos que aún se mantienen gracias al único paso y apuesta de la ciudad por ellos. Ni hablar ya de Madrid donde hasta ahora se mantienen sastrerías o bares desde hace décadas. Málaga en ese aspecto no ha sabido ni querido mantener nada pues ha preferido levantar y llenar sureñas a mantener tabernas clásicas. Málaga no mató a Manolete pero sí se ha cargado ella sola a gran parte de los negocios clásicos. Dejó de ir a la Cosmopolita, a las campanas, a Pérez-Cea, a los cafés o a las tiendas de ropa clásica. Es evidente que la presión de los poderosos es enorme, pero unos calcetines no tienen mucha historia y la diferencia de precio no es exagerada como para dejar de apostar por «lo nuestro».

      Si en todos sitios mantienen cosas, aquí también podríamos. ¿Dónde están en Málaga -cuna de tabernas buenas- los bares que pongan Desde 1950 o atrás? Queda uno. De cien.

      Gracias Pedro por escribir y leer!!! Un abrazo.

  3. Opino como Pedro, eso pasa en todos lados, quizá en Málaga es más patente por aquello de ciudad abierta que adopta todo pero negocios antiguos cerrados es lo habitual en todas las ciudades y más ahora con la entrada en vigor de la ley de alquileres de renta antigua de Boyer.

  4. Gracias a tí Gonzalo por responder. Solo quiero decir que los negocios que funcionan los mantienen los bolsillos de sus clientes, no las ciudades en las que radican. Seguro que en Málaga están cerrando lugares como los que mencionas y otros muchos como Casa Flores, La Raya o la sastrería de al lado del Bar Jamón (lamento no recordar el nombre del sastre), pero no creo que tenga que ver con generalidades de la ciudad. Simplemente hemos crecido y a la hora de comprar hay decenas de opciones donde antes había solo unas cuantas. Ces´t la vie. Un abrazo y enhorabuena por tu trabajo.

  5. Otro aspecto del porqué de la desaparicíón de comercios tradicionales sustituidos por franquicias forasteras es el monopolio existente de propietarios de el centro. Salsa inmobiliaria y demás que al no tener competencia imponen los precios a los alquileres. También se podría hablar del contagio «costero» que han podido sufrir las familias comerciantes tradicionales malagueñas y que les ha hecho cambiar el esforzado oficio tendero por especulaciones con el patrimonio adquirido en todos estos años.

  6. Tienda de plástico para merdellonas, con dos huevos Gonzalito di que sí. Toda la que no vista con camisa Spagnolo (multinacional) y jersey amarradito al cuello es una merdellona. Como se nota tu clasismo ilustrado. Eres casta pura. Por cierto el otro día te vi entrando a un establecimiento de los que aquí despotricas. Lo de República imposible te ha quedado genial eh. En fin vete a cantar el cara al sol.

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