La pirámide de la miseria

16 Ene

"laintenciónesloquecuenta" LVMM
"laintenciónesloquecuenta" LVMM

Si Málaga es únicamente lo que proyectan de ella quienes la dirigen, apaga y vámonos. Pero si Málaga es únicamente lo que proyectamos en base a lo que hacemos para que dejen de destrozarla, entonces apaga, vámonos, lánzate por el Tajo y clávate mientras caes 79 bolis Bic en la tráquea.

Málaga es una niña chica y está malcriada. Pero no es lo que parece. Cuando alguien escucha que un chiquillo está malcriado lo piensa caprichoso, con todo lo que pide y gestionando a placer. Qué va. Málaga está malcriada pero de verdad. Mal alimentada socialmente. Fatal gestionada. Ahogada y llevada a la agonía propia del que roza la inmundicia. Paupérrima en categoría de quienes la sacan de paseo.

Ayer sin ir más lejos, se presentaba toda la programación del Carnaval de Málaga que gestiona mi gran, cercano e íntimo amigo Rafael Acejo. Todo parecía normal salvo por una cosa. Véanlo ustedes mismos. Cojan el diario en papel o internet, busquen la noticia sobre el asunto y vean la foto. Cuenten. Yo ya lo he hecho y hay siete personas del Ayuntamiento acompañando al que presenta el asunto. Siete oiga. Siete. Pero no se crea que eran gente así de chichinabo. No no. Concejales. De los que más cuestan. Siete personas para, a lo sumo, acercarse uno de ellos a un micro y decir: “Esto es fenomenal para la ciudad. Sin duda crece año a año. La apuesta del Ayuntamiento por esta iniciativa refleja el compromiso contraído con los ciudadanos para que nuestra ciudad sea cada vez mejor” –Esas frases vacías las usan para todo. Da igual el carnaval, la carrera del duro o que han pegado tres bicicletas a unos hierros-.

Siete sueldos dedicados a la nada. Y con la cara más dura que el cemento armado para hacerlo sin ningún tipo de problema. Total, siete sueldos que pueden salir de coste a una media de sesenta o setenta mil euros…¿Eso qué es para la capital del sur de Europa?….Menudencias.

¿Pero saben qué sucede? Que por desgracia, ese tipo de gestos nos empobrecen a todos aún sin tener nada que ver con ellos. Y hace unos días hemos tenido una prueba evidente del asunto: El cementerio de San Rafael.

Que Málaga tiene un historial de sangre, dolor y muerte durante la etapa de guerra civil no hay que recordarlo pues a día de hoy seguimos viviendo la historia en primera persona. Según responsables de las diferentes asociaciones dedicadas a recuperar la memoria de nuestra tierra y los profesionales que trabajan para conocer el alcance real de esta etapa penosa, calculan que en Málaga perdieron la vida por pensar distinto en torno a dieciséis mil personas. Poca broma.

Pues bien, desde hace décadas, el cementerio de San Rafael ha pedido a voces calladas convertirse en un lugar de reflexión y aprendizaje sobre el pasado para que nunca vuelva a ocurrir. Un lugar con una de las fosas comunes más grandes de Europa y que en su tierra y sus muros tiene escrito con restos humanos las hazañas de verdaderos criminales.

Por fin, gracias a una ley aprobada hace unos años, ha podido suceder que se comenzara a rascar un poco en ese espacio de las lamentaciones tan cerca de todos nosotros. Y se encontró lo que se esperaba. Miles de muertos. Hombres. Mujeres. Niños chicos abrazados a sus madres. Relojes. Fotos arrugadas con fuerza por las manos de quien ve cómo le arrebatan su bien más preciado por algo absurdo.

Sin duda, hablamos de un lugar especial que, junto con la tragedia de la Carretera de Almería, escriben en negrita roja la historia de España y en especial de nuestra singular ciudad.

Una vez terminados parte de esos trabajos, había llegado el momento de saber qué hacer con ese lugar. Con ese espacio. Y se decidió que lo mejor sería nada. Cruzarse de brazos y fingir que les da pena. Y pare usted de contar.

Y efectivamente así va a ser. Aquel sitio será un parque. Uno más de los tantos que hay en la ciudad. Un parque con césped, con quiosco que saldrá a concurso y con columpios de esos que siempre se sospecha que los vende un amigo de. Sí. Un parque normal y corriente. Ahí. Sin ningún tipo de reparo. Ni vergüenza. Un niño jugando a la pelota, uno en un banco mascando chicle y mirando el móvil, el perro meando…en un sitio purificado por el drama más grande de nuestro país y con todos los papeles para haberse convertido en un centro de interpretación de nuestra memoria colectiva.

Pero eso sí, había que cubrir el expediente. Y se ha construido una pirámide forrada con losas de mármol malo que contiene los nombres de los muertos que se han sacado. Ya no hay carne podrida porque la tierra se hizo con ella. Pero eran gente como usted o como yo –más como yo, creo- y perdieron su vida de la manera más indecente posible. Como perros. Y eso se merece únicamente una losa de mármol como la que tienen los pisos. Y fin. Porque Málaga es así. Así de rara. Así de extraña y poco comprometida. Y me refiero a la Málaga de los que mandan. Porque la otra estuvo aquel día allí dando la cara. Sabiendo que aquello no era hacer justicia. Aquello eran migajas. Pero aún estaban. Allí. Viendo como se descubría una pirámide barata que será pasto del suicidio en poco tiempo. Un lugar que debe ser una escuela de adultos, espacio de reflexión abierto y ermita de la paz. Pero no será nada. Y en poco tiempo habrá alguien dando balonazos a aquello. O el perrito con pipí.

Eso sí, es una pi.rámide Una pirámide que llega a dar vergüenza al saber que el Ayuntamiento no ha tenido la decencia ni de pagarla entera. El consistorio ha puesto ochenta mil euros. La Junta de Andalucía cuarenta. Y la asociación de gente comprometida con dicha causa más de cien mil euros. Hagan cuentas y piensen si aquí no había dinero para hacer algo más digno. Algo que nos sirva a entender qué se hizo mal y que al enterarnos tengan en nuestro dolor la recompensa aquellos que fueron tiroteados.

Pero no. No hay dinero. Ni vergüenza. Vayan al principio de esto que escribo. Busquen la foto de los siete concejales sin hacer nada un día laborable a las once de la mañana. Por mi parte se podrían meter la pirámide por…en fin. Qué asco.

Viva Málaga.

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