Una madre quiere mucho a su hijo. El niño puede tener unas orejas enormes. Puede tener dos paelleras flanqueando su cabeza. Puede ser obeso de orejas. Pero para su madre y para todo el que lo quiere será por siempre el mejor. En su casa le pondrá esparadrapos para que no se le noten tanto los abanicos de carne pero de puertas hacia fuera al mínimo titubeo morderá por él. Lo quiere. Y lo respeta. Y no lo engaña.
Eso pasa con todo lo que quieres, admiras y deseas. Pasa con todo aquello a lo que le tienes cariño y añoras. Y pasa con nuestra Semana Santa de Málaga y sus hermandades. Por eso, si no eres cofrade, no participas y no te gusta: no lo leas. Que las cosas se arreglan en casa. Si no eres cofrade no leas. Abstenerse no cofrades.
¡Se acaba la Semana Santa! ¡Se nos acaba! afirmación contundente que nos hacemos muchos de los que participamos de este mundo tan complejo. ¡Se nos acaba! Y se os acaba.
Con la finalización del Mater Dei, la ciudad ha vivido –y convivido– con parte de la fauna cofrade que habita en Andalucía durante un fin de semana, fans, aduladores y reconocidos personajes del entorno han viajado hasta aquí para observar cómo funciona esto de las cofradías en Málaga. ¿Qué habrán pensado de nosotros?
Desde el punto de vista del forastero –cofrade o no– la ciudad de Málaga posee una Semana Santa curiosa. Atípica. Hecha de mezclas con tronos efímeros y composturas cambiadas. Para la mayoría –cofrade o no– nuestra ciudad disfruta de un estilo ciertamente incalificable en algunos aspectos religiosos pues te das de bruces con realidades tan dispares como la extrema sobriedad y pompa de la plaza del Obispo y la soledad y desconsuelo de las Vírgenes solas de regreso a sus iglesias. De igual manera que había quien daba palmas al ver el majestuoso trono de la Virgen de la Trinidad, había quien esperaba muchos tronos así y no experimentos. Quería show. Y no se le dio mucho. Algo no cuadra.
Con objeto de esta celebración, los ciudadanos han contribuido a la fiesta vertiendo las clásicas opiniones al respecto de la solemnidad, quedando patente que el trabajo y mensaje de las Hermandades no es, ni de lejos, el más adecuado ni certero posible.
Clases más pudientes
Desde que nuestra ciudad es grande y tiene dinero (¿?), las clases más pudientes han ido confeccionando una serie de grupos en torno a imágenes para rendirles culto y de camino compartir pareceres. Haciendo un repaso básico a las entidades semanasanteras contemporáneas, encontramos en su mayoría a un sector conservador tras ellas. En el caso de Málaga, si anotamos como referencia la última etapa de creación y reorganización de hermandades, nos damos cuenta rápidamente del color del sello con el que comenzaron su caminar.
A día de hoy, la globalización ha llegado a las cofradías convirtiéndose -éstas en parte- en foco de afectos multicolor que trascienden más allá de la política. Por sus características, muchos de los elementos relacionados con la religión son tomados por cada uno de manera personal llegando siempre al «yo creo en dios a mi manera». Por desgracia, la creencia de cada uno no es la realidad y por lo tanto puede convertirse en un espejismo. O no.
En este mundo de las cofradías malacitanas nos encontramos con noches y días constantemente y tenemos –y debemos– obligarnos a elegir.
Con la resaca del Mater Dei y aún a meses vista hasta que se reactive de nuevo la maquinaria, sería necesario balancear sobre este género humano que es el cofrade malagueño. Balancear. Que no hacer balance. Balanceo para que se mueva y caiga lo que sobra pues de lo contrario sí que se acabará. Pronto. Para muchos de los que participamos de este universo, las prácticas propias nos desmerecen a nosotros mismos. Cofradías no puede ser el boato infinito. Cofradías no puede ser justificarse por las ventas de los bares. No puede ser Semana Santa de la pelea, el malmete y la trifulca.
Productos
Hemos creado un bicho que expulsa a diario productos moldeados que se reafirman como cofrades pero no creen en la iglesia. Hemos creado un ente que da sombra a la entidad de la que dependen, viven y sin la que no tendrían sentido. La Semana Santa como fenómeno turístico es genial. Las cofradías como promotores culturales son la monda lironda. Las casas de hermandad como tiendas de recuerdos y salas de fiesta son magníficas. Pero ¿Y después?
Dudo mucho que estos grupos lleguen a algo si seguimos por esta vereda. Resulta complicado mantenerse arriba en la sociedad vendiendo pulseritas y haciendo funciones.
Hasta ahora, la expresión ser más papista que el Papa se podía aplicar a los cofrades pues reflejamos, en muchos casos, el mayor de los conservadurismos e inmovilismos. Desde que llegó Francisco, las cofradías ni son papistas ni se acercan a ello en muchos casos. Hacemos caridad por debajo de nuestras posibilidades y no es nuestro objetivo primero. Y lo hacemos así en conjunto y de manera individual.
Permitimos que las hermandades sean usadas para grandes escaladas personales. Permitimos que si no te caigo bien, me gires una imagen en la calle. Accedemos al aplauso por lo dorado y no por lo verdaderamente importante. Ojalá un pregón para la presentación de un plan de caridad y no para enseñar un manto nuevo. Vamos en dirección contraria. Y mientras eso suceda tendremos que aguantar y soportar críticas y burlas sin rasgarnos las vestiduras. De lo contrario, demostraremos una sensibilidad selectiva solamente para lo ajeno. Aquello de la paja y la viga.
Lo efímero
Imagina algo que vive de lo que predica. Imagina algo que predica lo que no practica. Imagina algo que tiene de todo y de nada. Imagina algo que se fundamenta en lo efímero y vive todo un año de ello. Imagina algo que celebra con fastuosidad la humildad. Imagina algo que desprecia y aparta con los brazos abiertos. Imagina algo que cultiva lo malo en la tierra más fértil. Imagina la derecha de izquierdas. Imagina la izquierda de derechas. Imagina la caridad con factura e IVA. Imagina mercadear con la promesa. No imagines más. Busquemos el sentido. Que lo tiene. O arrimamos el hombro o el trono roza patas. Lo dijo el que será pregonero en breve: Los tangaos no entran por las puertas del cielo.
Viva Málaga.
Gran artículo compañero, muchos de muchas deberían leer y hacer refexión sobre lo expuesto.
Me pongo de pie y aplaudo
Mucho nacional-catolicismo y poco o ningun cristianismo. Despilfarro en patrañas y supercherias mientras la gente pasa hambre. Folclorismo catolico para engominados con patillas largas que los sabados van de putas y los domingos a misa, la españa de pandereta…………