Llevar al extremo gustos, opiniones o aficiones es peligroso y poco inteligente. Incluso tratándose de cosas carentes de importancia –la señora que tiene en casa cuatro mil figuritas de búhos-, nunca es de avispados llegar al límite de las cosas.
En el caso de asuntos verdaderamente justos o nobles –Sáhara-, se puede seguir equivocando uno yendo hasta el final, pues puedes quedar como un ser raro –Willy Toledo– o que llegue el día en que te cojan despistado, saquen tus vergüenzas y que poco tengan que ver con lo que vas pregonando –Willy Toledo otra vez-.
Bajo esta ley de honestidad y estando en contra de los fundamentalistas de lo que ellos consideren en cada momento, nos encontramos con cierta frecuencia con las protestas encarnizadas de los anti taurinos.
Con la llegada de la feria a Málaga y las corridas de toros a la bellísima plaza de La Malagueta, es común encontrarse con concentraciones de personas –concentraciones discretísimas, para ser justos- que se reúnen para denunciar y protestar por la fiesta de los toros.
Según las ganas, las posibilidades o que encarte o no, estas protestas suelen variar en número pero mantienen un proceder común. Los manifestantes se pintan las manos con pintura roja para emular la sangre del animal, sostienen algunos carteles con mensajes muy elaborados y que invitan a la reflexión pacífica –ASESINOS DE MIERDA- y por lo general corean gritos que bien pudieran servir para protestar por Guantánamo, el genocidio Nazi o la guerra de Iraq ya que son explícitos a más no poder.
Estas respetables protestas tienen diferentes niveles y escalas. Las hay sencillitas, de silbato y cartón, pero también profesionales con cuernos de plástico, pechos fuera y performances extrañas.
En este punto, queda abierta una gran brecha de reflexión sobre la incoherencia de defender ciertos valores con actuaciones que son poco ejemplarizantes. Es curioso pues, observar cómo se defiende la libertad de personas y animales, el buen trato o la educación cívica soltando basura dialéctica de primer nivel para intentar llevar razón. Puede suceder, que te apetezca ir a los toros y a la entrada y a la salida de la plaza, te acusen de ser un asesino, un cerdo, un malnacido, un inculto, un analfabeto o incluso que dibujen sonrisas ante imágenes de toreros que han sido cogidos por el animal. Muy bonito todo y muy consutructivo.
Sensibles selectivos.
La sensiblería es cosa de suavones y por lo tanto no debería entrar nunca en este juego de debate. Con sensiblería nos referimos a aquél que se desmaya porque alguien le diga asesino por ir a ver torear a Enrique Ponce. -Tranquilo. Está insultando y no sabe lo que dice. Pero ya está. No hace falta enfrentarse. No irás a la cárcel-.
Del mismo modo, resulta considerablemente insensible aquél defensor del animal, que solamente utiliza y se aturde con lo que le da la gana. Hablemos verdades enteras.
Afirmaba al inicio de estas letras que es arriesgado apostarlo todo a una carta o a una opinión puesto que al final, acabas perdiendo la razón. Y lo anti taurinos, la suelen perder en el primer minuto.
Si hay cosas fáciles de defender en esta vida, es el maltrato animal. Si hay cosas sencillas, básicas y que son posibles de desmontar quedando muy bien, una de las primeras son las corridas de toros.
Visto desde fuera y con mucha perspectiva, nos encontramos ante una práctica festiva que en España –junto con muchos otros países- lleva celebrándose desde hace siglos manteniéndose con fidelidad por miles de personas hasta convertirse en un gran negocio. Negocio, por cierto, muy despreciado e insultado por parte de los empresarios taurinos pero que después matan y acuchillan por él. No debe ser tan malo ni tan poco rentable como dicen ya que después hay verdaderas luchas por hacerse con la explotación de una plaza de toros. Menos mentir, gracias.
Los ingredientes básicos de esta controversia, quieran o no ambas partes, son el maltrato al animal y el tufillo a conservadurismo que suelta la fiesta.
Con respecto a esto último, es una realidad como un templo, que los toros huelen desde lejos a nacionalismo, hombría y España. Y es, evidentemente, motivado por cierto entorno que participa de la fiesta. En manos de quienes manejan esta vida taurina, está la de reciclar su imagen e impronta o seguir vendiendo algo que en pequeñas dosis puede ser bueno pero que en grandes cantidades hace perder la razón.
Y ahora llegamos al tema clave. A la esencia de la pena. A la problemática social. Al maltrato del bicho. Decía un torero con gran inteligencia, que defender que el toro no sufre o que no existe castigo físico es perder de primeras toda credibilidad. Y es cierto. Hay mil teorías al respecto del daño que sufre el animal pero todas están cogidas con alfileres y en ningún caso se sostienen.
Siendo directos y atajando el problema, nos encontramos con personas que, por su sensibilidad, necesidad de llevar una lucha diaria o convicciones sociales y políticas son capaces de darlo todo por que desaparezcan las corridas de toros. Muy sensato. O no. Más bien raro. Más bien descompensado. O, quién sabe, motivo para pertenecer a un grupo de privilegiados a nivel mundial por encima del bien y del mal.
Es seguro, que aquél que pide que se acabe con los toros no lleva zapatillas deportivas hechas en Pakistán por menores. Es seguro, que el anti taurino se manifiesta en las carnicerías para denunciar la vida y muerte penosa, sucia y vergonzante de cualquier animal de granja. Es seguro que pasan los días pensando en los patos con los hígados hipertrofiados por el hombre. No cabe duda que están al día de todos los conflictos en el mundo entero donde muere gente, humana e inocente, en manos de otros. Son los primeros en salir a separar a dos que se estén peleando. Están al quite cuando se trata de vender leche y denuncian el estado al que se someten las vacas con las ubres deshechas. No quiero pensar en la muerte agónica del salmonete. Abriendo y cerrando la boca mientras se ahoga sin poder respirar -¡Basta por favor!-. No deseo verme inmerso en esos dilemas morales a la hora de comerme un bocadillo por si el cerdo ha vivido en cautividad en una nave o por saber si al sacrificarlo ha hecho efecto la descarga que lo atonta o se ha desangrado vivo ahogándose de ese mismo rojo con el que pintan sus manos.
Es evidente que estas personas están al tanto de todo y son seres superiores con la capacidad suprema de señalar con el dedo, pues su mano está impoluta. Qué suerte tener anti taurinos para saber cuál es el camino correcto de todo en la vida pues se presupone que para llegar a esos niveles de integridad hay que ser muy buena gente. Estoy convencido que cuando Jesús dijo: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, dio un paso un anti taurino y dijo: “¿Quién me llama?”.
Así estamos. Con unos perdiendo la razón y otros dando motivos para no tenerla nunca. Allá cada uno. Yo desisto de usar a Picasso y a Lorca para defender los toros. Pueden gustarte. Está permitido. No eres malo por ello. El daño al animal existe pero su impacto en la sociedad actual es insignificante.
Y también puedes odiarlos. Pero eso no te da carta de libertad para insultar al que acuda. O si no, serás el mayor de los cabestros. Y en La Malagueta ya tenemos bastantes.
Una pena. Algo tan sencillo de defender. Algo tan simple de tumbar. Y se pierde gran parte de razón con esas formas tan «constructivas».
Por cierto, no lo olvides, mientras lees esto hay miles de salmonetes muriendo en sus cajas de corcho. Muriendo en la agonía nuclear del porexpan. Corred al mercado de Huelin a protestar.
Ahora, si eso, me paso yo… Y llamo asesina puerca a la que compre Salmonetes. Pero ojo, de manera constructiva y por mejor para todos.
En fin…
Viva Málaga.
Indignacion y verguenza ajena es lo que he sentido al leer su articulo, sin bases ni fundamentos ninguno y como buen periodista que veo que es, ha investigado usted mucho sobre los antitaurinos y su labor por evitar el dolor y abuso de los animales (si, esos animales que sienten y padecen mas que usted por lo que puedo leer) tanto en plazas de toros como en cualquier otro lugar donde haya maltrato animal. Usted defiende el dolor por la diversion a costa de matar animales a sangre fria en una plaza que mas bien recuerda a los circos romanos, o mejor aun a los gladiadores en el foso, con la unica diferencia que el que sufre ahora es un animal que sin comerlo ni beberlo se ha visto involucrado en ese circo que acabara con su vida de una manera mas que vergonzosa. Solo espero que al igual que los circos romanos, algun dia las plazas de toros se reutilizen para fines donde nadie muera, nadie sufra, y puedan exhibirse con orgullo, aprendamos de nuestros amigos mexicanos y de como han reutilizado muchas de sus plazas, esos emprendedores si que merecen un Olé!
El problema, Gonzalo, no es que el animal sufra al morir; todos los animales sufren cuando mueren, incluidos los humanos. El problema surge cuando se hace un espectáculo del sufrimiento animal, cuando existe gente que se lucra de ver sufrir a un animal y cuando hay gente que jalea cuando un animal está sufriendo; el problema es que la gente sea capaz de desembolsar dinero para ir a una plaza y ver sufrir a un animal y diga que eso es arte, o mejor aún, diga que eso es cultura (dos términos muy manoseados en nuestra cultura occidental). La muerte de un ser vivo no es un problema, es parte de la vida y existe una cadena alimentaria donde todos nos comemos entre todos; el problema es que te dé lo mismo el espectáculo y el sufrimiento, si tú lo estás pasando estupendamente da igual lo demás…
¿Que si es rancia la gente que va a los toros? Pues no sé, probablemente sí o no… Eso no es importante. ¿Que si un veterinario taurino dice que el toro no sufre por la cantidad de adrenalina? Encuentro casi anecdótico y gracioso que un profesional universitario, con especialización en animales de granja, diga semejante tontería ya que hasta la eutanasia provoca sufrimiento, aunque sea por un instante, en el animal….
¿Que si no fuera por los toros la especie del toro de lidia o toro bravo desaparecería? Pues yo que soy muy hedonista y disfrutona te digo de inmediato que por mí puede desaparecer mañana mismo; todos los días desaparecen especies y aparecen nuevas. Pero venir a chantajear en plan «Oye, animalista, como no dejes de molestar, hago que desaparezca la raza” pues va a ser que no…
Con respecto a los antitaurinos –yo lo soy–, mi abuelo era ganadero y vengo de una tradición familiar muy ligada con la tierra y tenemos un gran respeto hacia los animales y jamás he ido a una plaza ni a ver el espectáculo; no encuentro ningún valor en el sufrimiento animal como parte de un show folclórico y/o a estar entre una masa irracional que disfruta loando a un matarife. Ojo, con esto no estoy llamándoles irracionales a los taurinos, sino no al conjunto de taurinos que conforman una masa irracional, freudianamente hablando…
Pero tampoco he asistido a las manifestaciones antitaurinas, porque así como creo que la tauromaquia debe desaparecer, también te digo que es muy importante que desaparezca sin obligaciones e imposiciones, porque la gente haya tomado conciencia de que no es “bonito” ni “decente” pagar, contribuir, beneficiar y/o participar de un espectáculo donde el centro de todo es un maltrato animal, aunque revestido de show colorido y colorista, con jerga propia y adorno de supuesta tradición y cultura –cuando no es más que un matarife en acción ante un animal antes afeitado, picado y drogado, ambos rodeados de personas jaleando al verdugo–. Si tú ves algo de sensibilidad y belleza en eso yo te puedo recomendar a mi primo psiquiatra; es un poco caro pero bastante bueno…
¿Que esto es una tradición, que por eso hay que defenderla? Pues los egipcios se casaban con sus hermanas, cosa no muy recomendada por Mendel. También era tradición romana matar cristianos; hoy Roma es el centro del cristianismo. Tradición era también que a los zurdos se les amarrara la mano izquierda y se les obligara a escribir con la derecha… Y puedo seguir hasta el infinito…
Ahora bien, aprovecho que ya ingresé mis datos en la web del periódico y me he tomado mi tiempo en escribir una respuesta a este artículo para también hacer un análisis con respecto a tu columna en general… Noto un acento muy marcado en generalizar y reposar sobre tópicos, que demuestran la escasa experiencia vital que debes de tener; debe de ser porque eres muy jovencito y no has salido mucho de casa. Pero cosas como “los abertzales son etarritas” prueban que no sabes nada de lo que ocurre en País Vasco. Y cuando uno no sabe es mejor callarse, porque si no se tiende a hacer el ridículo.
Otro ejemplo: «La feria de Málaga está llena de gentuza». Sí, tratas con mucha facilidad de gentuza a la gente, ya he contado varios artículos con ese mismo tono… Primero, no sé a qué feria fuiste; no estoy muy segura de que hayas bajado al centro esos días, porque sin duda yo fui a la feria y amigos/as míos también y vi gente muy decente –por cierto vi a muchos vecinos míos muy devotos de la semana santa disfrutando de la feria–. ¿Que hay delincuentes, gente vulgar y que puede haber robos y desmadres? Pues sí, como también pasa en la semana santa, que, por cierto, alguna vez he visto peleas entre cofrades muy finas y algunos un poco pasaditos por alcohol. Y la verdad yo, que soy vecina del centro y que sufro día sí día no las meadas y vomitonas de la gente en mi portal, te puedo decir que no veo casi diferencia entre el público de semana santa, feria, carnaval y noche en blanco. Al final siempre están los que gustan de la tradición (la buena, la que no maltrata a ningún animal para divertirse, claro está), están los que aprovechan el que el centro está movidillo para venir a mirar y aprovechan para cenar fuera, luego están los que son adictos al mogollón, también hay gente no muy recomendable y otros muy recomendables. Si tú ves a toda la gente igual, date una vueltecita por Multiópticas o tal vez viaja y deja que la gente decente, que hay mucha en esta ciudad y que no le hace daño a nadie y sólo se quiere divertir, lo pueda hacer sin tenerte a ti tratándoles de gentuza de buenas a primeras.
PD: Siempre me fijo en la gente que te sigue por twitter y te jalea en todo lo que dices. Qué cansado debe de ser escribir cosas que contentan a tantos…
Atte Karenn
Karenn sabía que participarías.
Como verás, no soy muy dado a contestar a los comentarios porque no es mi intención debatir al respecto de lo que escribo por aquí.
Pero al ser alguien que suscita mi atención e interés lo haré. Pero no por aquí públicamente. Se vayan a escapar cosas personales y no quiero. En cuanto tenga tiempo te mando un mail y te contesto a lo que planteas bajo mi perspectiva y vivencias que son desconocidas por ti.
En cuanto pueda te lo mando.
Un abrazo, Gonzalo.
Bueno, eso de manifestarse en carnicerías…
Yo me siento antitaurino PORQUE NO CONSIDERO OPORTUNO EL MALTRATO ANIMAL PARA OCIO, HACIENDOLO DISFRUTAR, PERO SI PARA LA SUPERVIVENCIA HUMANA. Es mezclar cabos que por mucho que lo intentes nunca crearán un nudo, se acabarán deshaciendo.
Por otro lado no apoyo a los antitaurinos que, algunos con aires de superioridad, increpan a quienes ven corridas de toros mediante insultos e incluso agresiones. Del mismo modo, tampoco comparto lo contrario, que también he visto como pacíficamente protestaban los antitaurinos y un taurino les gritaba «¿que os creeis que sois, mierdas?, sois la escoria de este país». Cada cosa por su nombre, sin faltarnos el respeto, del mismo modo que habría que hacerlo con ese animal con el cual disfrutais cuando lo torturan en una plaza de toros. Luego otro hace lo mismo con un perro y ya sabemos donde acaba: en la cárcel.