Catetos ha habido siempre. Es un perfil que se mantiene pero que muta según el tiempo y el espacio.
La depresión y la incultura siempre se han usado –por su realidad- como recurso para reflejar el atraso que sufrían –sufren- muchas partes del interior de la península. El cateto era un señor de pueblo, inculto –inculto de leer libros-, con maneras rudas y formas poco delicadas.
Qué risa da ver a un cateto –siempre que no se enfrente a ti porque te brea a palos-. Es gente que, sin querer, muestra un desparpajo y cercanías impropias en estos tiempos.
Desgraciadamente, el cateto está en peligro de extinción en su forma originaria. Todo cambia. Todo evoluciona y nos topamos actualmente con una especie muy peligrosa: el cateto leído. Uf. Son esas personas llegadas a las ciudades y que, tras prepararse –con libros-, consiguen desarrollar formas de vida similares a las de la gente normal. Como usted. O como su amigo. Pero que en sus actuaciones sigue planteando representaciones propias del pasado. Del atraso. Del más postergado de los modelos de vida existentes. Y en Málaga, pasa.
La sociedad malagueña se asienta sobre unas bases, como cualquier ciudad, enraizadas en el gusto del que manda mezclado con las tradiciones y costumbres propias del que vive, se alimenta, y muere sin llegar a hacer nada destacado.
A día de hoy, padecemos por desgracia un nivel de sometimiento infame que nos eleva a la mayor categoría de caca posible. Somos nada. Mocos. Colillas pisadas. Cosas feas. Se ríen de nosotros. Jajaja. Mira lo que hago en Málaga a la cara. Jajaja. Mira cómo realizo porquerías con tu dinero que yo no querría para mí ni en sueños. Jajaja. Y así a diario.
Uno de los casos más graves de miseria colectiva lo acaban de escupir en el ensanche de Málaga. En esa zona que ahora se llama Soho pero que siempre ha sido “Por donde está calle Córdoba”.
Desde que se ideó lo de convertir esa zona en un lugar modernito, el proyecto ha vivido grandes momentos como el de conocer de dónde venía el dinero- lo paga todo el programa de Cooperación transfronteriza España-Marruecos- o al saber el logo y nombre que se le ha dado ahora a la maquinaria que hace que aquello sea cultureta total que ha sido MAUS y le han puesto un dibujito que se ve claramente que es el ratón miki –todo muy currado-.
Hace unos días, conocíamos la noticia de que el encargado de dirigir MAUS y darle al entorno ese toquecito novísimo, para que se llenara aquello de gente despeinada con gafas de ver sin cristales graduados, sería el hijo del actual director del CAC –un lugar brillante y orgullo de la ciudad. Todo hay que decirlo-, Fernando Francés.
Sí, el hijo de Francés ha sido elegido por su padre para aquellos menesteres. Caramba. Es suerte. En cualquier caso –y viendo cómo funciona el CAC- uno deja siempre un poco de margen porque lo que haga puede ser bueno.
Pero, ofú, todo apunta mal. Ha sido llegar y topar. El primer gran monumento a lo moderno se ha gestado en una fachada de la calle Casas de Campos. Sobre una de las caras de un gran edificio, un artista -¿?- ha pintado un grafiti gigante que son unas ratas –¡Qué cosa más bonita!-. El motivo de la obra son unas enormes roedoras negras que tienen debajo más ratitas pequeñas –vellos de punta-. La rata madre y las ratitas van cayendo poco a poco hasta que todo acaba en un fondo negro con huesos de otras ratas muertas –chiquilla, menuda maravilla para Málaga-.
Visto así desde lejos ya le da a uno mal cuerpo. Fatiguitas e incluso un poco de mareo. Evidentemente la mejor parte se la llevan los vecinos de la zona que van a sacar al perro y ven las ratas. Abren la ventana una mañana de domingo descansados y con el pan con aceite en la boca… y ven las ratas. Todo un éxito caballeros.
Ante esta situación de gran patinazo pagado con dinero que se podría usar para otras cosas, le entran a uno ganas de saber por qué hacen ese tipo de ilustraciones.
El motivo oficial es crear un ambiente cultural en una zona deprimida. ¡ja! Si aquello está deprimido pregunten por un gran piso por la zona. Verán qué precios tan deprimidos.
Así que nunca lo sabremos. Hay quien dice que de verdad se creen que lo hacen bien. Hay quien dice que la idea es deprimir, que la gente huya y comprar. Hay quien dice que en breve esa zona del puerto se derribará y aquello será un barrio de lujo. No se sabe aún. Pero lo que sí queda claro es que las ratas, en realidad, sí que tienen un gran mensaje.
Ratas. Las ratas. Como las de Miguel Delibes. Como el Nini y el Ratero que cazaba esos animales para vivir. No lo olviden. Vayan a ver las ratas y recuerden a Miguel y su fotografía de las miserias de los pueblos sometidos a los dictados del que mandaba.
Miserias, por cierto, calladas por la mayoría porque no conviene. Miserias, por cierto, que son innombrables en ese juego de acusaciones públicas para desviar la atención a la que nos estamos viendo obligados a ver.
Ratas hay muchas. Peligrosas. Incluso nos dicen qué o quiénes son los malos. El ejemplo más extraño lo estamos viviendo ahora. Con noticias raras sobre concejalas que se van de vacaciones convidadas y que usan sus redes sociales para contarlo. ¡Qué horror! Pero no horror que se vaya. Horror que se esté ciego –o se quiera estarlo- para tener una moral selectiva donde solamente se señala a alguien específico. ¡Caracoles! Me imagino a una cooperante defendiendo los derechos de los niños pero vestida de tal o cual marca que los usa como mano de obra barata. ¡Recórcholis! Me imagino una Málaga, triste y pobre en valores, que mira para otro lado cuando se escoge a quién dar tal fiesta. O construir tal chiringuito. O buscar tal dinero. O saber de dónde provienen los papelitos que ponen Málaga y unos números.
Miserias feas que evitamos. Por muchos motivos. Por no buscarse problemas. Porque te atañen. Porque son desagradables o porque implican a terceros. Y es entendible. Y normal. Porque nadie quiere –queremos- meternos en ningún lío y menos sin ganar nada a cambio.
Pero por favor. No vale abrir un ojo y cerrar el otro. Y tampoco vale usar todo. Ni vale jugar a ser libertario selectivo. Hay listas de cosas malas en esta ciudad. Y bien larga. Irse a por la del último puesto es absurdo. Inútil. Y poco sensato.
Si tiras de la manta, tiras. Pero para eso mejor callarse. Y aplaudir las ratas feas. Que son cultura de esa de ahora. Y quedas bien con tu amo. Y te acarician el lomo.
Viva Málaga.
¡que bien dicho! estoy totalmente de acuerdo por que quizá conozca los vericuetos también. El nene, muy moderno,ha terminado «sus estudios» y volvió colocao, para eso papi tiene un chollazo cada 10 años con este ayto. nuestro que pone el «c….» al primero que llega de fuera…. que por eso aqui no hay «nadieee» con «estudios» que pueda gestionar «ARTE»….¡Flipo yo!… eso si, con dinero de los malagueños explotamos a un personal que saca palante dia dia con mas vocación que otra cosa, al CAC. De camino marcando estilo (que claro, nosotros no tenemos…)y consigue de la noche a la mañana que lo que siempre llamamos grafiti y tantos hemos pintados clandestinos a cualquier cosa ahora es «arte moderno»….y yo sigo flipando ¡ea, que a gustito me quedao !
…aaahhh … y de La Termica ya…. ssschchc…!
MALAGA esa ciudad en la que hagas lo que hagas serás criticado y para mal pero que con el tiempo se acostumbra a los cambios.
Por suerte lo que han hecho en la Alameda o Soho esta bastante bien y sinceramente que te parezca feo el graffitti de las ratas, cuando el dibujo tiene una calidad innegable solo que la gente se limita a decir, ah una rata que asco.
Tal y como escribes creo que eres un Malagueño más que protesta y se queja de todo, posiblemente semanasantero, casi odia a su ciudad como a su gente pero siempre sigue aquí.