La feria está al caer. Ya huele un poco a pegajoso desde lejos y se intuye cómo avanzan las tradicionales -¿ein?- charangas que endulzan con jolgorio y frescura los bailes de Málaga –papi papi, papi chulo, papi papi papi ven a mí, ven a mí-.
El concejal Damián Caneda, se apresura un año más a perfilar la programación y desarrollo de la feria. Por suerte, aunque de manera leve, el señor Caneda está intentando cambiar el estilo de la feria y depurando en parte su ya consumada degradación.
El año pasado se vio algo leve. Hubo cambios discretos y algún que otro patinazo como el de la carpa de Santo Domingo. Ahora el concejal responsable está sentado organizando la fiesta de este año. Miedo da un poco. No sabemos si seguirá en la línea ascendente y atrevida o quedará prendado –y presionado- por las potentes hordas merdellonas que acechan un centro histórico malherido en busca de alegría.
Ojalá uno de estos días, el concejal Don Damián, en un momento de reflexión y meditación –de esos en los que te paras y pierdes un poco el norte- se encuentre en su hombro con un enano. Un ente venido del más allá que se postre sobre su cuerpo y le susurre al oído cosas. Ya me lo estoy imaginando, un cenachero muy pequeño sobre el hombro del concejal de cultura.
– Damiaaaaaaannnn… Damiaaaaaaannnn… Soy el cenachero del futuro y he venido para contarte qué debes hacer.
– -¿Contarme a mí qué debo hacer? ¿Te manda el Alcalde?
– No, he venido de motu propio. Por mi cuenta. Pago autónomos.
– Cuéntame entonces qué hacer con la feria, pequeño cenachero.
– Debes abandonar el centro. Es una pena. Se rompe. Se ensucia. No hace ningún bien a la ciudad salvo el dinero que sacan un puñado muy reducido de empresarios.
– ¿Un chino vendiendo latas se considera empresario?
– No, un chino sería emplesalio.
– Eres muy gracioso, cenachero.
– Gracias concejal. Hágame caso. No promocionen lo bajuno. No den cancha a la fiesta chabacana ni dejen que el centro sea suyo. Si se fija, en Málaga durante el año no se ve tanta gente extraña por la calle. ¿Dónde están los merdellones de la feria durante el año?
– ¿Quieres decir que la feria de Málaga provoca un efecto llamada para el merdellón a nivel provincial?
– Yo diría que a nivel mundial. Pero no te preocupes. Todo se soluciona. Antes no pasaban estas cosas y la feria era más normal. Más bonita. Más elegante incluso. Y la gente era la misma.
– Claro, pero si quitamos la feria del centro los comerciantes se enfadarán…
– Que no se enfade nadie. Tú a todos los llevas al real. Se redistribuye el espacio. De una caseta gigante salen 3 bien hermosas. Y hay espacio para todos. Eso sí, la feria es para disfrutar.
– Claro, es lo que yo digo. La feria es para disfrutar y para que los empresarios de la hostelería ganen dinero.
– No amigo concejal. No. Pon orden y prioriza. Lo primero es hacer una gran feria para Málaga. Lo segundo es no dar mala imagen. Lo tercero es que todo el mundo pueda pasárselo bien. Y por último que de manera indirecta se genere empleo y negocio.
– ¿Acaso no hay casetas familiares en el real? La mayoría…
– ¿Sí? Creo que no amigo Damián. La feria del real se ha convertido en una extensión del centro donde las grandes casetas son explotadas por los empresarios de la noche malacitana. Málaga tiene casetas con flyers, relaciones públicas y hasta gogós. ¿Eso es feria? No. Eso es vender la feria.
– Vale cenacherín, tomo nota de todo lo que dices. Seguramente me tenga que enfrentar a más de uno. Pero merece la pena. Málaga lo merece.
– Claro que sí muchacho. Piensa bien el negocio. El bien de una ciudad nunca será el bien privado de un grupo de personas. El bien de nuestra feria nunca será la caja registradora de un gachó poniendo copas. El futuro de Málaga no debe pasar por una feria donde solamente se divierta quien pueda pagarle a un tercero. Que se paguen a ellos mismos. Que monten sus casetas. Que son eso. Extensiones de las casas de las familias donde atender a sus amigos e invitar a sus vecinas. El ayuntamiento pone la casa, los invitados la decoran y traen su comida. Eso es la feria. Y esas deben ser las casetas. De la gente. Pequeñas. Para que haya para todos. Y no de los bares. Ni de sus dueños. Y como no lo hagas te meto con el cenacho en toda la cabeza.
– -¿Qué?
– Que llevo urele zartando a tre billete.
– ¿Qué? ¿Cómo?
– Que llevo plata pura efe. A tre billete. A tre. A tre. A tre.
Y pumba. Una nebulosa hizo que el cenachero desapareciese. Y el concejal de cultura siguió con su día. Y cuando se sentó a organizar la feria hizo que cambiara. Y desde aquel momento Málaga pudo presumir de tener una feria hermosa y accesible para todos.
Y colorín colorado…este cuento se ha acabado.
Porque se ha acabado ya. Porque es cuento. Porque es mentira.
Y porque un año más volveremos a lo mismo. A lo de siempre. A lo caduco y demoledor. A lo triste.
Viva Málaga.
Pues sí, eso es lo triste, volveremos a las calles tomadas por los botellones, a la inseguridad ciudadana, a la suciedad, y en una palabra volverá el descontrol y la violencia al centro histórico. Y, ante el pasotismo de los políticos que la organizan, los malagueños a los que nos gustaría disfrutar de la FERIA DE MALAGA de hace muuuuuchos años, volveremos a irnos de vacaciones fuera de nuestra ciudad, y se la dejaremos a los merdellones y a sus políticos para que disfruten de sus botellones y su demoledora y sucia feria del centro. Yo me voy fuera porque no quiero vivir una semana entre botellas rotas, personas incontroladas, escrementos, y vómitos en la puerta de mi casa.
Es una pena, pero es la triste realidad!!!!!
¿Esto es una feria?
Hubo un tiempo en el que ese cuento aplicado al Centro también era hermoso, bonito y no era una mentira…
Habría que preguntarse porqué los empresarios del ocio nocturno toman la feria y cuantas casetas de la feria son explotadas por el hijo del concejal o personas colocadas por él. Como empresario del ocio y la restauración, este concejal empresario de pelo pintado, sigue los designios que marcan los que como él tienen que hacer caja, luego decimos y se nos llena la boca de servicio público de estar por el ciudadano etc etc. Mentira como están demostrando, al bolsillo y con la mirada corta y por supuesto pensando en él y los suyos. Es lo que tenemos y solo lo podemos cambiar con nuestros votos, vamos ya a hacerlo y no solo a decirlo.