Hola Jesús, ¿Cómo estás?

3 Abr
LVMM

Hola Jesús ¿Cómo estás? Te lo has perdido amigo. ¡Te lo has perdido!

Es evidente que desde lejos las cosas se ven distintas y la Semana Santa pasa a un segundo plano. Hay que saber mirar con perspectiva y analizar las cosas con la importancia que tienen. Nos lo dijo el pregonero, nuestro Cura, Pallarés, valiente como ninguno cuando advirtió que la lluvia es lo de menos. Que no pasa nada por no salir. Que no sacar un trono no es el problema. Es más. Puede resultar hasta grosero darle más importancia de la que tiene a la no salida de una hermandad.

Espero Jesús que no te perdieras nada de lo bueno de esta semana santa.

De hecho, recuerdo haberte visto en calle Nueva viendo a la Salud pasar y observando cómo lo bueno en pequeñas dosis sabe mejor que de un único sorbo.

Te vi también en calle Frailes al lado de Juan Rosén en el balcón de la casita que aún se mantiene en pie gritándole a María de la O que es la perpetua prisionera de la Cruz Verde.

No se me olvida cómo esperaste a la Trinidad en la rampa de la Aurora ni tampoco que estabas escondido en un balcón de calle Martinete al pasar los Dolores del Puente.

Cómo le llovía al Rosario el Martes Santo. Pero pétalos de flores que eran gotas de sudor del trabajo de sus hermanos. Y cómo iba el Rocío que crece año a año a pesar de las adversidades. Al final va a resultar que quien quiere molestar produce el efecto contrario. Pues ojalá siga mucho tiempo. Porque el Rocío en la calle es gloria bendita.

Qué perfección la de Salesianos por San Agustín. Y qué poca gente para algo tan bueno. Sería la lluvia, inoportuna, la que hizo que el público se dispersara. Pero a ti te vi a la salida de Mayor Dolor y acompañando a La Puente de vuelta y a la carrerilla.

No te vi, pero me dijeron que estabas, en los ensayos de Cuaresma de la Cena por las calles del centro. Orgulloso y contento de vivir la evolución y la mejora de nuestra semana santa. La paz no camina así por gusto ni de manera improvisada.

Y donde sí te vi fu en el Amor. Al lado de Cari, orgulloso del trabajo de alguien que ha formado un equipo joven con suficiencia y capacidad para tomar decisiones responsables sin dejarse llevar por las emociones.

Y también estabas, y con ese momento nos quedamos, con la curva que dio la Esperanza en el bar jamón. La curva. Su curva. La de una virgen que iba pidiendo calle. Y la de unos hombres de trono que necesitaban aire. De puntillas. Apretando los dientes para que la gente se postrara ante la que permanece durante el año en la estampita y el almanaque. Esa que se coloca en las mesitas auxiliares de Carlos Haya y se encajan en las luces encima de las camas del Hospital Civil.

¡Qué bien te lo has pasado compañero! Eso sí, más de uno se ha debido mosquear. No estuviste en varios sitios y les diste la espalda.

No te vieron dando palmas ante los pulsos innecesarios. Tampoco te han visto con las élites justificando la presencia de militares pero protegiéndose con vallas para no juntarse con la gente que mueve dichos cuerpos.

Se preguntó por ti pero no contestaste cuando a las mujeres que quieren sacar tronos se les daban puestos de cascarilla en traslados para dejarlas contentas. Tampoco estabas ese domingo de procesiones en miniaturas con lo grotesco campando a sus anchas.

Qué bien sabes moverte, Jesús, para no cruzarte con las cofradías empapadas a los pocos minutos de salir.

Has sabido quedarte con la esencia y esquivar lo cutre. Has conseguido no verte las caras con la parte vergonzosa de todo esto. Con esos políticos y esas fuerzas vivas que usan este espectáculo tradicional para jugar a lo típico. Esos carteles con Vírgenes y Cristos que te invitan a la reflexión pero están patrocinados y pagados por bancos que permiten que la gente sea desahuciada. Esos bancos que despiden sin piedad y dejan a las familias con el nudo en la garganta. Esos. Esos hipócritas que sanan con subvenciones los cortes limpios que seccionan hasta lo más profundo del alma de las personas. Eso también es semana santa. Y tú, ya la has esquivado.

Qué buena suerte compañero haber dejado de ver ciertas cosas de esta semana que se asemeja por momentos al show del que muchos viven –vivimos- pero al que no queremos echar cuenta.

En fin… esto está ya despachado y tan solo queda esperar y  seguir creciendo.

Ya no escribo más de Santos hasta la Cuaresma que viene.

Señores,  no lloren por la lluvia en Semana Santa. Lloren por el que se moja cada vez que llueve porque no tiene un techo.

Feliz Pascua de Resurrección, que viva Málaga y Don Jesús Castellanos.

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