Es muy recurrido en Málaga poner plaquitas, azulejos y carteles para recordar cosas que pasaron en la ciudad. Tenemos el “Aquí nació Picasso”, tenemos el “Aquí trabajaba el padre de Picasso”, también está el “Aquí se bautizó Picasso” y creo que falta la confirmación de un estudio para poner una de “Aquí se quitó un padrastro el hijo de la vecina de Picasso. El mediano. Que era mu revortoso Sí, mujer, el más rubillo y más repuesto. Más gordillo. ”. Al fin y al cabo son todo tonterías vacías con el único interés de que el extranjero se entere del chascarrillo. Poco más.
En este sentido, los únicos que hacen algo al respecto con cierta dignidad son las Cofradías y Hermandades radicadas en Málaga pues son éstas quienes colocan azulejos, con diferente gusto, conmemorando efemérides o con el simple gesto de recordar algo. Como es normal, estos grupúsculos solamente hablan de los que a ellas concierne, faltaría más, y por lo tanto no pueden llevar para adelante otros trabajos de memoria colectiva.
Colectiva y compleja. Memoria oscura la de una ciudad que deja escapar asuntos de importante relevancia por el desinterés general y se entretiene con chuminadas. Todo patas por hombro y cada cual haciendo lo que quiere. Un absolutismo ilustrado empapado del jugo que sueltan los forasteros al verse con los mandos de la máquina malacitana.
Hoy jueves siete de Febrero Málaga celebra uno de los aniversarios más penosos y tristes de toda su historia. Y no, no fue cuando vendieron a Cazorla ni aquel día en que se decidió celebrar concursos de Drags Queen en la plaza de la Constitución a tempranas horas de la noche.
Hace setenta y seis años –hay mucha gente viva con esa edad-, Málaga padeció un exilio sangrante. Decenas de miles de personas tuvieron que abandonar la ciudad por el único hecho de ser nadie. De pensar distinto. De no clavar la rodilla en tierra o de reírle las gracias al paria perfumado con noblezas y estómago vacío. Aquel día siete, como el de hoy, casi ciento cincuenta mil malagueños tuvieron que salir de la ciudad. Huyendo. Con el único objetivo de no morir. No morir de un disparo. Ni de hambre. Ni de vergüenza por verse humillado. Por sobrevivir.
Hace setenta y seis años –hay mucha gente viva con esa edad-, durante la noche helada, salían en masa por la antigua carretera hacia Almería, la Nacional tres cuarenta, todas las familias con lo puesto y lo que no querían perder. En su mayoría se trataba de niños y mujeres. Y ancianos. Y gente enferma.
Imaginen una bulla. De Semana Santa por ejemplo. O a la salida de la Rosaleda. Piensen en esa masa humana multiplicada por diez. Y pongan en la cara de todos el miedo y la tristeza. Y en silencio. Solamente se oían llantos. Y de vez en cuando el desvanecimiento de alguien. Drama.
Hace setenta y seis años –hay mucha gente viva con esa edad-, mientras las personas huían de la ciudad por pensar distinto -¿O eran 150.000 niños y mujeres rojos malos?- otros caballeros se dedicaban a planear la muerte de esos que se estaban yendo. A papel y lápiz. Midiendo paso por paso cómo los matarían. Y lo consiguieron. Y lo hicieron de la peor manera posible. Bombardeándolos. Reventando sus cuerpos que quedaban en la cuneta de la carretera mientras los demás seguían el camino. Así durante días. Y algunos consiguieron llegar a Almería. Pero de poco sirvió. La misma noche en que llegaron. Sin nada. Durmiendo en la gran avenida de la ciudad fueron bombardeados nuevamente por la aviación italiana y alemana. Y la calle se tiñó de carne muerta.
Hace setenta y seis años –hay mucha gente viva con esa edad- en Málaga sonaba por la radio la voz de un hombre vestido de verde que decía al caer la noche de ese siete de febrero: ‘Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna’.
Ese mismo señor, muy buena persona, decía varios días después para que todos lo oyeran y se les atragantara hasta la saliva: “La toma de Málaga ha sido algo parecido a los juegos de los prestímanos. ¿Veis Málaga de este lado? ¿veis que está roja? Se echan unos polvos de la madre Celestina y… Málaga se ha vuelto blanca para siempre. Málaga no volverá a ser roja jamás. A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones…”
Cosas del destino, los restos mortales de este caballero descansan en uno de los lugares donde mayor paz se respira. Un sitio sacro, santo y de devoción popular para toda Andalucía. Esperemos que siga ahí por poco tiempo. No por revanchismo ni nada parecido. Sino porque no lo merece. Y hay lista de espera de gente buena para ese hueco.
Hace setenta y seis años –hay mucha gente viva con esa edad- sucedió esa barbarie en Málaga. Algunos llegaron a Almería. Otros murieron arrollados por las presas que abrían a propósito al paso de las masas de gentes. Otros quedaron en Motril. Hubo quien se dio la vuelta y otros fueron acogidos en el peñón del cuervo. También murieron por el parque del Morlaco. En las cuevas. En las grandes grutas como “Barcelona” donde se cobijaba la gente de las explosiones mortíferas. Eso pasó aquí hace un rato. Muy poco. Y mientras se producía “La desbandá”, en Málaga a diario se encargaban cientos de ataúdes de madera barata para los privilegiados. En otros casos iban a la fosa de San Rafael. Y todo eso hace dos días mal contados.
Pero parece que no ha pasado el tiempo para algunos. Hay quien empuja para el lado equivocado y trabaja ¿…? en busca de justicias que no sirven de nada porque no son las adecuadas.
Hace unos días se celebró un acto en la ciudad para conmemorar esta fatídica fecha. Una larga caminata donde cabía la reflexión por lo sucedido. Por evitar que no se repita nunca y que sirve para observar las cosas con mayor objetividad. Pero qué va. Al final. Como todo. Acabó siendo para muchos la lupa donde verse grande. Donde formar el lío e ir de salvapatrias. No gracias.
La Agrupación Este del PSOE jalea su malestar por la presencia del Alcalde, Francisco de la Torre, en dicho acto. Critica que no hiciera todo el camino andando. Critica que fue presidente de la Diputación con Franco. Critica muchas cosas que de nada sirven. Simplificar de esa manera tan burda hace que el mensaje real se pierda. Y eso, eso mismo, es lo que más les gusta a quienes verdaderamente defienden aún esas barbaridades.
En esta ciudad se encuentra la fosa común más grande de toda Europa. En esta ciudad se mataba al que huía por la carretera. Es la ciudad de los escalofríos al pasar por la tapia de San Rafael. Es la ciudad del “Carnicerito de Málaga”. Es también la de las familias destrozadas y asesinadas con las manos por ir a misa o tener pensamientos conservadores.
Con tanto hecho grotesco vivido hace tan pocos años, no me explico cómo podemos tener a políticos que fanfarronean de esa manera con algo tan penoso.
Esta ciudad, con ese pasado, no puede permitirse a gente tan irresponsable.
Viva Málaga.
Carnicerito de Málaga fue Presidente del Gobierno en la dictadura. Los que quedaron de la Desbandá son los padres de muchisimos de los malagueños de hoy, politicos incluidos. Si entonces no se hizo nada por evitar el exodo, dejemosles en paz ahora, pero no les olvidemos. Sin rencor. Lucharon con lo que tenían. Sus vidas.
Me agrada que los jóvenes que no vivieron el franquismo reconozcan sus crímenes . Que no se olvide a Queipo de Llano enterrado en la Macarena ni a Arias Navarro ,el Carnicerito de Málaga. No hubo piedad con los vencidos ni siquiera la Nacionalcatólica iglesia tuvo piedad.
Lo de el alcalde es anécdotico.
Enhorabuena admirado Gonzalo.
Sencillamente muy bueno el artículo. Enhorabuena al autor.
Una pregunta de alguien que no es de Málaga, ¿quién fue Carlos Haya?¿No fue un piloto franquista?¿Se merece tantos honores de calle y hospital?…Pregunto. Quizás este equivocado al no ser de Malaga.