Allá por el mes de Agosto del pasado dos mil doce, alguien decidió escribir al respecto de los nuevos empresarios de la plaza de toros de la Malagueta. La idea fundamental era expresar públicamente una opinión donde quedaba patente la inquietud ante los gestores que habían conseguido el poder. Los actuaciones previas en Córdoba y el tufillo que se había visto dejaban mucho que desear.
Desembarcaron en Málaga como estrellas y ¡Ojito con ellos! Que eran súper señores del mundo del toro. Exigencias mil. Albero nuevo. Que el que hay no vale. ¡pum! Albero nuevo al instante. Han pasado los meses y hace una semana la arena de nuestra plaza de toros se encontraba en una situación penosa y lamentable. Llena de tornillos, clavos, basura de la última feria de la tapa y boquetes. Muchos escenarios y mucho meneo para un albero de diez millones de pesetas. Se nota el cambio. A peor.
Pasada la feria, esa opinión publicada decía que para que vengan de fuera a dar lecciones y no hacer nada, mejor quedarse con lo que uno ya conoce. Y para que el beneficio quede en Guipúzcoa, mejor que quede en la Peña Costa del Sol. En Huelin. Así estaba el tema.
Pero no había nada que hacer. Los grandes empresarios vascos de puro y miradas de “tómate lo que quieras que pago yo” llegaron a nuestra plaza y altanería no pudo contenerse. Ese artículo sobre ellos causó malestar en los señores repeinados ¿Qué se habrá creído el mozalbete este? Durante varios días llegaron quejas al respecto. Estaban las que decían que gente como el autor iban a arruinar a la Malagueta. Al final, curiosamente, si las cosas salían mal no sería culpa del responsable sino de aquéllos que lo critican.
A esa situación de mala baba incontenible aliñada con avisos, advertencias y cuidadito que te demando, había que sumarle la tontería autóctona. La idiotez malacitana convertida en meros lamedores de esfínter ajeno que se sentaron a la vera del nuevo por si caía algo. Frases épicas pasarán a la historia en boca de más de uno, de dos y de tres reputados catedráticos del toreo que de un día para otro pasaron de ser amigos de toda la vida de Puche o Conde a decir que eran malísimos y de repente, curiosamente, hablaban maravillas de los vascos. ¡Gente majísima, oiga! Tiesos. Tiesos de mente y de proyección.
Pero al final. Por desgracia. Este asunto no deja de ser un grano más en el acné supurante de Málaga. Podemos hacer una lista de listos que llegan aquí con esa carta blanca para hacer lo que quieran. Ojo. Los toros para los listos del norte que han resultado ser incompetentes para la gestión de nuestra plaza. Tenemos a la Baronesa, que a la mínima coge el atillo y se lleva sus lienzos a otro sitio donde le venga mejor. Contamos con un jeque… Mejor nos callamos. Y todo ello aderezado con los de detrás. Los de aquí que se forran. Solamente hay que mirar quién compone la UTE de la Malagueta para enterarse bien de qué pie cojea cada uno.
Manolito le paga una campaña a pepito. Pepito gana. Pepito le concede cosas a manolito. Y así una y otra vez. Y da igual color, partido o grupo sanguíneo. Para repartir cuartos somos todos independientes.
Ahora queda la duda sobre quién se hará cargo de la plaza. Aunque hay personal que piensa que aquí no ganas sino que sales elegido. Cosas distintas. Ahora, también, queda por ver qué pasará con los compadres de la UTE difunta. Lo lógico sería que ya no pudiesen jugar puesto que el desastre es compartido entre todos. Pero claro… eso díselo a los poderosos.
Sea como fuere es cierto que en este caso desde Diputación han hecho lo correcto y se han comportado dentro de lo que cabe. Han sido firmes. No han caído en lo facilón y han puesto puente de plata a los personajes de la camisa almidonada. Errores mil. La plaza no va bien y ha empeorado. Dos puntales son básicos a día de hoy para que esto funcione: traer a José Tomás y ayuda y respeto hacia la Escuela taurina. De esto último sabe mucho mi amigo Pablo Cobos, gran fotógrafo taurino, al que acudo para aclarar mis ideas en esto de los cuernos. Y creo que por ahí va la historia.
Quién sabe. Igual el futuro pasa por la autogestión. A lo mejor Jacobo Florido decide crear un consejo de sabios y administrar desde el paseo marítimo la plaza. Bajo mi punto de vista siempre será preferible ese sistema que tener que aguantar a unos pamplinas venidos a más y soportar cómo nuestra plaza va a pique porque los mismos interfectos se caen con todo el equipo por su mala gestión. La ciudad sufre y padece con estos asuntos.
Los antitaurinos de Málaga deben estar frotándose las manos pues van a conseguir que aquí haya corridas de todos sin mover ni un dedo. Por el camino que vamos esto dejará de funcionar porque nadie se preocupa por hacerlo bien sin engañar ni trampearlo todo. Mundo complejo el de los toros. Sucio incluso en algunos casos. Pero hay otras caras dentro del mismo que hacen que se crea en esta fiesta. Las caras y el trabajo de los de dentro. Me acuerdo de mi amigo Jorge Conde que ha gestionado de manera brillante esa placita desde atrás y con educación y respeto. Y me acuerdo de María Ortiz. ¡Grande María! La ama de llaves de nuestra plaza que con su personalidad y carácter imprimen el sello único de La Malagueta. No lo borren. Ni permitan que nadie lo haga. No sean torpes. Hagan el favor.
No queda más que esperar. Cruzar los dedos y suspirar por Málaga. Aquél que escribió sobre los Chopera y recibió sus avisos es el mismo que les escribe ahora mismo. Yo. “Cuidadito porque como te pases escribiendo plantean denunciarte” “Cuidadito porque gente como tú va a hundir los toros en esta ciudad”. Cuidadito, cuidadito.
Tenedlo vosotros también con la carretera a la salida de Málaga. Porque de aquí os largáis. Puerta, camino y mondeño.
Tranquilos. Málaga, como los toros, se crecen al castigo. Estaremos bien sin vosotros. Puede que incluso mejor. Aquí. Con nuestros toros. Con la gente de aquí. Y con nuestra plaza. Limpia. Bien cuidada. Querida. En buenas manos. La Malagueta. En La Malagueta. Mar.
Viva Málaga.