No sé por qué tantas personas, más aún si son españoles, critican tanto a España. España es diferente, original, única y, como diría mi madre de mi propia casa, lo que se ve aquí no se ve en ninguna parte. Sin España no existiría el surrealismo español, que es todavía más surrealista que el francés y no habría sido posible sin Dalí, ni Buñuel, ni las películas de José Luis Cuerda, que ya es decir.
Me dicen en ocasiones que tengo mucha imaginación por escribir los relatos que escribo, qué más quisiera yo, lo que ocurre es que si uno quiere describir la realidad de este país que habita, objetivamente, tiene que salirle la perspectiva delirante, porque no hay otra. Aquí las cosas cambian de un día para otro, se vuelven del revés y nunca tenemos demasiadas certidumbres. Y esto le pasa incluso sin salir de casa, sólo con encender la tele, por ejemplo, a una persona que enciende tan poco la tele como yo y ve, si acaso, películas de la 2 en ese espacio, llamado Nuestro Cine. Nuestro cine, pues bien, qué variedad hay en nuestro cine, jolín, y cómo se ha notado ello desde unos meses hasta la fecha. Cuando la dirección de TVE la tenía el PP, o sea, antesdeayer, nos hartábamos de ver películas de los 40-50 en blanco y negro, en plan “Nobleza baturra” y “Lola, la Piconera”, donde el argumento principal es que una folclórica pobre, pero muy decente y muy patriota se defendía de las intenciones libidinosas de un truhán, normalmente señorito, al que le soltaba una fresca con tremenda copla con voz de chicharra estival que lo dejaba frito en pleno invierno y ahora, pues ahora, que Podemos dirige el cotarro, las pelis han pasado del blanco y negro al arco-iris, que algunas parecen un reportaje a lo grande de la festividad del orgullo gay, con mucho Sodoma y más Gomorra. Así hemos descubierto que, durante la década del 2.000, se han hecho películas y que, por alguna razón, han estado semiocultas. No sólo por la temática, que vale, iba cargada de buenas intenciones; la defensa del medioambiente, la convivencia en la sociedad globalizada y multiétnica y la aceptación de la diversidad sexual, sino también, me temo, que por cuestiones de calidad, o sea, de falta de calidad, porque lo que se demuestra en todos estos meses de visionado de películas es que si en los cuarenta se hacían con pocos medios películas espantosas, hoy día con mayores medios se hacen películas igual de espantosas, sea cual fuere la temática. El mal gusto no está reñido con ninguna ideología; la planicie y la ramplonería es un arte del que se puede servir cualquier bando, cuando falta talento y formación. Y lo primero es consecuencia de lo segundo. Hay que mejorar la formación de los cineastas para que hagan cine de calidad. Todo no vale y eso se nota mucho en el terreno tan denostado del humor, porque no es igual un comediante que ha leído a Tolstoi, a Dostoievski y a Kafka, como Woody Allen, que otro que se alimenta de los subproductos de Fernando Esteso y Andrés Pajares, nada que ver.
Por cierto, que estoy bastante desolada por la falta de apoyo financiero que impedirá que Woody Allen siga estrenando películas; un otoño sin el estreno de la última de Allen me parece desolador. Y, en fin, esa estrategia de malditizarlo por un presunto abuso a menores, me suena a calumnia. Me suena. No puedo opinar sobre lo que no he visto, sin embargo, sospecho que, por otras argucias, se está condenando a todo lo que lleve una pátina de cultura, mientras se favorece la mediocridad hasta lo indecible. Para que haya esclavos obedientes en una sociedad, la norma es que no piensen.
Aparte de las infamias que se puedan propagar sobre los que pretenden difundir la cultura, una muestra del rechazo a la cultura misma está en el brote de un neopuritanismo que se atreve a dilucidar pornografía hasta en las obras del Renacimiento y el Barroco, pero la mayoría no es boba; la mayoría sabe que hay belleza y no lujuria en las esculturas de Miguel Ángel y no encuentra guarrería en la Venus del Espejo de Velázquez y, a pesar de que no la instruyan en el buen gusto, lo intuye. La mayoría, sin necesidad de estudios, vuelve fascinada de un viaje a Roma o a Florencia y se entusiasma con una visita por el Museo del Louvre o el Museo del Prado, como también lo hace cuando contempla las pirámides de Egipto y las mezquitas de Estambul. Tal vez no pueda captar la técnica de un artista instruido y complejo, pero aprecia el resultado de su trabajo y lo recibe con delectación, igual que si, en lugar de un vino peleón, le dan en copa fina un vino extraordinario.
Se empeñan. Se empeñan mucho, pero, a pesar de todo este despliegue de medios por hacer del género humano, una raza estúpida, yo sé que el personal no se va a conformar, como no se ha conformado nunca, más aún cuando la evolución biológica es un hecho. Buscará la información por su cuenta, crecerá y se aburrirá de los adocenamientos, de las planas disciplinas mediáticas, del adoctrinamiento en la vulgaridad, de los principios cuestionables que insufle cualquier Régimen por marketing que propague e hipnotice. Se aburrirá incluso del miedo, el arma más letal y poderosa, y cambiará en un avance el peso de la pronosticada fatalidad; entonces habrá un cambio. Siempre ha ocurrido y nadie podrá evitar que vuelva a ocurrir.
En España, a pesar de las parálisis, avanzará la historia, más allá de los episodios de la Guerra Civil y eso, aunque lleve muchos años en gestión, igual pasa de repente. Lo que pasa aquí no pasa en ninguna parte , y encima pasa de un día para otro. Si no me creéis, encended la tele.
¿Aburriéndonos de todo
llegaremos al progreso…?
A un lado pues con la duda,
los manuales de autoayuda
pasas del Peloponeso
antioxidantes diversos…
Gibraltar, fruta madura
caerá por aburrimiento
que por madura ya dura.
Caen las cacas de perro
en el viejo Valderejo
y se forma la de Dios
donde nunca las cogieron
ni aun por aburrimiento;
culpable: el ayuntamiento
por sacarlo a colación
e incitar a la gente
a señalar al can cagón.
Así de un día para otro
como el que va de visita
salta la noticia en tromba:
que el gobierno vende bombas
a Arabia Saudita;
que Navantia no se cierra…
y qué pechaíta ya
de toda la posverdad
que encierra el no a la guerra…
El nuevo renacimiento
vendrá por aburrimiento
¿será cierto…?
Espero que ya te habrás quitado el disfraz de piratilla
(la pata de palo y el parche en el ojo)
Saludos
Los manuales de autoayuda ayudan a conformarse y ésa no es una buena idea, pues cuanto más conformados estamos, peor nos lo ponen. Yo digo no a los manuales de autoayuda, a la novela romántica y gótica y sí a lo que nos crea conciencia. La anestesia sólo sirve para que nos mordamos la lengua, pues eso.
Aunque no era mi intención
hacer metáfora pirata
literal, ¡qué mala pata!
de un tobillo, la fractura
y de un ojo, la hinchazón
se da por buena y segura
desprovista de un disfraz
que solía pasar factura
a los lobos de alta mar
cuando el botín pirateado
no ofrecían de buen grado
a su graciosa majestad.
Así el destino nos libre
de picaduras de abejas,
trastabillar entre piedras,
de piratas en tierra firme…
Siempre avanti, Lola, que eso era.
Los elementos me atacan,
desde los pies hasta el ojo,
es lo mío mala pata,
y, sin embargo, yo pienso,
que inspira el sino torcido,
ello ha de tener senso,
de momento pienso
ergo existo,
a pesar del desperfecto.
Por el mal siento y percibo,
que hay dolor en lo que escribo,
eso supone estar vivo,
manque sea cojo y tuerto…
Como los zombis de Thriller
los plagiarios van saliendo
(y es para salir corriendo)
del pueblo que los define,
que los mantiene enhiestos,
en sus trece y en sus puestos,
tras una vida copiando
que es mirar atravesado,
a la cara y al trabajo
del compañero de al lado
con tan poco miramiento
de mirar obsesionado
(y un solo ojo por medio)
que al cabo deviene tuerto
como Werther imaginario
en cuaderno de Machado.
No es por nada, Lola, pero…
¡mira que si te ha mirado…!