Le ha tocado a una vivir el Mundial en el banquillo por una lesión de pie y así no sabe si el surrealismo de los encuentros es efecto de esas raras fatalidades que se dan en estos casos o del colocón de los Nolotiles. México gana a Alemania, Senegal a Polonia y Uruguay golea a Rusia (3-0), y aunque no sea lo usual ni mucho menos, una se alegra un poco de que países poco agraciados por la fortuna se lleven alguna alegría por la magia de unas horas sobre el césped.
Como no soy madridista no tengo que hacerme cargo de esa confusión que debe ser lamentar un gol de Ronaldo, cuando tanto se celebran en temporada, porque en virtud de estas lides internacionales resulta que el favorito es contrincante y el aficionado un patriota dividido en sus sentimientos. Hay un Ronaldo fenómeno que hace ganar la Liga y otro que, en el último momento, con los colores de Portugal le mete un tanto a España y le afea el resultado con un empate. Qué se siente en estos casos, digo yo, ¿cómo se asumen estos desdoblamientos de personalidad de jugador y aficionado?
Una que fue muy feliz en los tiempos del Málaga C.F. con Pellegrini no sabe qué sensación tendría si Willy Caballero le parase un gol decisivo a España, pero, en honor a tan gratos momentos, le duele ver al guardameta derribado por tres goles de Croacia, como si le llegaran recuerdos aciagos de aquel 0-5 contra el Celta, de funesta memoria para los blanquiazules.
Menos mal que Isco, también procedente de aquella época dorada de Pellegrini, viene a ponerle una nota de esperanza al torneo. Ese chico que creció con el Málaga en los años de la crecida malagueña es ahora el líder de la Selección Española; una noticia que a los malaguistas nos alivia del reciente bochorno de bajar a segunda y nos devuelve el orgullo lastimado.
Acabo de leer un artículo de Pablo Pombo en su sección “Esplendor en la hierba”, que me ha animado bastante el día. El artículo se titula “Salvar al soldado Isco” y se prodiga en elogios hacia quien ha sido el jugador más valorado de La Roja, después del encuentro del pasado lunes contra Marruecos, que sacó el malagueño adelante no sólo por el primer gol del empate, sino porque, según vimos y dice Pombo, su juego fue un prodigio en la estética que no se veía en La Roja desde los tiempos del mejor Xavi y añade que ni Cristiano, ni Messi ni Neymar han jugado el Mundial como Isco. Cosa bastante cierta, habida cuenta de que, aparte del empate con Marruecos, fue un penalti fallado de Ronaldo lo que logró que España quedase primera de grupo y pudiera jugar contra Rusia el próximo domingo.
Pombo, en estas efusivas líneas, por las que, a partir de ahora, le profeso la mayor simpatía, asegura que Isco es hoy a España lo que Messi es al Barcelona, que es un elogio bastante exacto, pues el argentino es el jugador más grande dentro del equipo azulgrana, pero hasta el reciente martes, que se creció con Nigeria, suele estar completamente desubicado fuera de él, como puede verse en sus actuaciones anteriores con la Selección Argentina. En este caso, sí, claramente, se puede decir que hay dos Messis: el de la Liga, prácticamente imbatible, y el de los Mundiales; hasta el pasado martes, absorto, perdido y estático como gato de yeso. En definitiva, Messi puede ser, en las circunstancias adecuadas, tan magnífico como Maradona, pero no es Maradona. No es el “Pelusa” del Mundial 86, que llega desde el otro extremo del campo, como una flecha, a la portería, por sí solo casi, después de regatear a seis jugadores. Messi necesita compañía; esa compañía propicia, que no halla en sus colegas de Selección y sí en el Barça. Él no es el mismo sin esta coyuntura, aunque algunos fans incondicionales no se resignen a aceptarlo.
Entre ellos, el joven indio, Dinu Alex, que, a los treinta años se ha suicidado después de la goleada de Croacia a Argentina con un Messi ausente. La elocuente nota que dejó ante lo que consideró una insufrible derrota personal decía así: “Ya no queda nada para mí, me voy. Mi Dios del fútbol me decepcionó”.
Fanatizarse con humanos y convertirlos en ídolos es siempre un asunto trágico. Cuando no dan la talla de divinidad, como es lógico, unos los matan como Chapman a Lennon y otros, como Alex, se dan muerte a sí mismos. Debía de haber esperado el chico para ver la actuación de La Pulga contra Nigeria. Aunque no encuentre su juego el argentino, tiene su orgullo y saca pecho en las malas.
Comprendo lo que es desesperarse, pero también, por experiencia, que en el colmo de la desesperación, se abre una ventana a la esperanza y pasa algo de veras bonito.
El malaguismo no se va al traste por la afición, que es sin duda la más conocida entusiasta, ni tampoco por la cantera que da figuras a los grandes equipos nacionales y buena imagen en el fútbol internacional. Isco es un jugador limpio, elegante y honesto que, sin personalismos, sabe lo que es la modestia y jugar en equipo. Tenemos el orgullo de saber que su oficio pulcro y sus maneras se curtieron en esta ciudad del sur, de la que no pocas veces se destaca el primitivismo merdellón. Y, sin embargo, está claro que en muchas ocasiones se equivocan. Creo que ningún himno más que el nuestro dice; “sin orgullo cuando ganan, cuando pierden sin rencor”, que es el verdadero espíritu de la deportividad.
Cuando voy a los colegios a presentar “NadaDora y Boquerón”, el primer cuento malaguista, me preguntan desde cuándo me gusta el fútbol. La respuesta es fácil; yo conocí el Málaga de Pellegrini y de Isco. Eso no es apostar por un ídolo, sino por toda una filosofía del fútbol; la mejor.
Los nuestros vuelven a casa
como la hierba, en haces;
con sus estrellas doradas
(oro viejo, más que nada)
y sus estrellas fugaces;
han pasado ya los tiempos
de imbatible tiki – taka
tan plagado de momentos
estelares. Y de marcha,
celebrando con euforia
la épica y la victoria
hasta entrada la mañana.
Sin Xavi vinieron a menos
la rapidez en el pase
la descongestión del centro
el cerebro como base
para ganar un segundo
que en términos generales
hoy es ganar el mundo
A Isco se le ve muy solo
se impone un plan renove
de juveniles motores
sin que nos metan un bolo
que ya se han visto peores…
Bye Cristiano, Messi, Kroos
y toda la constelación
de estrellas en movimiento
Pléyades que son cabrillas
de un cielo amaneciendo
dejadme en mis casillas
que mi ídolo fue Gento…
Se nos van grandes estrellas
de aquella constelación
y la memoria gloriosa
del muy grande pulpo Paul,
Aquiles es otra cosa…