Historia cómica de la Filosofía

31 Oct

Enrique Gallud Jardiel: «Historia cómica de la Filosofía», editorial Ápeiron, 2017, 124 págs

La filosofía ¿qué es eso? De aquí a poco nadie lo sabrá, pues está desapareciendo como materia en los planes de estudios. Ya nada más que por ello resulta un tema interesante ¿por qué desaparece la filosofía como desaparece el lince ibérico? El lince ibérico no es peligroso ¿es peligrosa la filosofía?

Si consideramos que este área del saber consiste en pensar y en fomentar el pensar, dilucidaremos que sí, que es muy peligrosa, pues a los seres pensantes les da por tener juicio crítico y poner a los gobiernos en entredicho. Nada más hay que ver cómo los poderosos han ido condenando a los filósofos a lo largo de la historia; unos fueron al destierro, otros a prisión, y los de allá y acullá, fueron invitados a beber la cicuta o perecer en la hoguera.

Hay que comprender a los gobernantes de entonces, porque en aquellos tiempos no había ni televisión ni internet para embobar la inteligencia de las gentes, pero ahora que tenemos de todo ¿a qué viene casi prohibir la filosofía como una droga ilegal?

Que conste, que si eso se hace, resultará mucho más atractiva, aunque no se sepa muy bien de qué se trata, pero ¿qué importancia tiene eso? ¿Acaso nos gustan menos las utopías, los premios millonarios y el amor perfecto por no saber sus efectos y consecuencias?

La filosofía puede ser definida o no por todos sus filósofos y no hallaremos, por tanto, ninguna concreción, porque no hay dos filósofos que se pongan de acuerdo ni que tengan nada claro. Su oficio es ponerlo todo en duda; la realidad es una farsa, el mundo una apariencia, el ser incluso puede ser un no ser los miércoles y por cuaresma, etc, etc…

A partir de ahí, concluiremos que la filosofía no es útil, como todas las cosas que nos gustan, y que los filósofos, a pesar de todo, nos van a caer muy bien. Su ciencia no es exacta, ellos tampoco, pero nos entretienen sin gastar en luz ni en agua. De hecho, decían que no eran muy dados al aseo personal, no porque fuesen sucios, sino porque no encontraban tiempo para ello. Hay que decir que su trabajo, en principio, no retribuido, les ocupaba tanto tiempo que no tenían hueco para ir al baño, así que dejaban sucias sus greñas, dando mala sensación, hasta que en el siglo XVIII descubrieron las pelucas.

Distraídos en dilucidar cuál era el principio de las cosas, tampoco comían mucho. De Tales de Mileto se dice que tenía asignado un pescado al día, pero como andaba tan abstraído en sus cosas lo usaba de marcapáginas.

El filósofo, como todos los humanos, nace y muere. Se reproduce poco, ya que por no encontrar salario fijo y ser bastante plomo le cuesta trabajo encontrar pareja e igual, en las distancias cortas, olvidado del aseo personal, le cantan los sobacos y los pies más de lo tolerable para una pituitaria femenina.

No obstante, nos siguen gustando los filósofos ¿por qué? Porque buscan la verdad y cuando la encuentran la disimulan. La verdad es algo horroroso y sólo los seres vulgares te la dicen a la cara:

-Hay que ver, Manolo, lo gordo que te has puesto.

-Vicenta, qué arrugada estás, ni te conocía.

Los filósofos, no. Dicen que la verdad es relativa o que no existe y, por lo tanto, son más piadosos con el género humano (aunque, por pura paradoja, no lo soporten).

.Enrique Gallud Jardiel que, en otras obras, ya ha desmontado diversas áreas mitificadas como la literatura, el arte y el cine, ahora en «Historia cómica de la Filosofía» pone en solfa a esta ciencia del pensar y sus representantes desde la época grecolatina al siglo XX. Se trata de un manual divertido para el conocedor de esta materia e imprescindible para el no iniciado, pues el autor en tanto desmonta enseña con la habilidad y claridad precisas del que practicó con buenas artes el oficio de la docencia, cumpliendo con el principio «delectare docendo».

Digo yo, por tanto, que se trata de una obra para todos los públicos y que ya están tardando los que estas líneas leen en ir a adquirirla de inmediato. De este modo tendrán la oportunidad de pasar muy buenos ratos y ofrecer a sus vástagos la posibilidad de conocer esta materia en peligro de extinción, lo cual es siempre más fácil que regalarles por Reyes un lince ibérico. Ocupa menos espacio, no destroza los muebles y edifica y entretiene del modo más silencioso en el hogar. Así que ¿a qué esperan ustedes para procurarse tal bicoca? Encárguenla en un solo click por internet o mejor vayan a pedirla a la librería más cercana y se dan un paseito.

Podrán llevarse debajo del brazo todo el saber del mundo y, de camino, tomarse un café con churros. Ande y dese el gusto, mejor hoy; que mañana, como diría un filósofo, nunca se sabe…

 

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