Cosas de chicas

15 May
Una pareja de Cromagnon

No tengo nada en contra de la novela romántica, sólo que me aburre tremendamente. Igual que las llamadas “revistas femeninas” o la prensa del corazón. Me importa un auténtico carajo cuáles son las diez mascarillas caseras más efectivas para conseguir una piel radiante en treinta días y los diez ejercicios más milagrosos para lograr un vientre liso e impecable en un plazo similar e incluso también los diez consejos de la presunta experta en no sé qué exótico gabinete de psicología para “hacer feliz a tu chico”. He sentido siempre un olímpico desprecio y una pereza no menor en lo tocante a la operación bikini y los secretos de belleza de las famosas, por más que la enjundia de dicho tema crucial se nos quiera revestir de tintes apasionantes. Las letras pequeñas de las revistas del colorín son un misterio para mí; me pregunto qué dato de interés pueden añadir cuando arrancan con el titular de “Gumersinda de Hohenlohe disfruta de una divertida tarde de compras en París” o “Pilarín Tomatillo impresiona a todos con su cambio de imagen en no sé qué gala benéfica” o “Maruja Vivalavirgen goza de su primer baño en la playa, con una figura espectacular a sus cuarenta años”. Vale que esto son lecturas de peluquería, pero y qué, ¿por qué me iban a interesar en la peluquería, estas cosas que no me interesan en ninguna otra parte?

En otros tiempos no tan remotos, por lo menos, en la sala de espera del dentista, podías encontrar como alternativa, las supuestas “revistas para hombres” que contenían reportajes de contenidos sociales o políticos que ya se anunciaban descartables para el ligero género femenino. Ahora no, ahora si pides una revista para hombres, te dan el Marca.

O sea, fútbol para chicos y últimas tendencias de moda para chicas ¿cómo hemos podido volver a un estado tan simplista y primitivo en la diferenciación de sexos? ¿Lo digo o no?

Me dicen, además, que la novela romántica es un género de consumo masivo para las mujeres y revolucionario hoy día, pues representa, en el fondo, un concepto profundamente feminista ¿de verdad?

Si me voy a la sinopsis de una de estas novelas, tan en boga – que a las páginas no llego-, hallo indefectiblemente la historia de una mujer que, a fin de cuentas, encuentra a su príncipe azul. La única diferencia entre estas novelas de rabiosa actualidad y aquellas gazmoñas de Corín Tellado es que las protagonistas de antaño tenían veinte años y ahora ya han cumplido los cincuenta. Se ve que el intríngulis de la cosa es que el primer príncipe azul les salió rana- póngase Luis Alfredo, un tipo mujeriego y caprichoso- pero el segundo –póngase Juan Pancracio, hombre apocado y, sin embargo, sensible y de gran corazón- vino a darles la felicidad y a llenar su vida de sentido.

De parte de algunos escritores varones muy comprensivos e indulgentes con “el bello sexo”, encuentro una gran complacencia con este gracioso género literario que cultivan las mujeres. Recuerdo que uno de ellos decía hace poco “No entiendo por qué la novela romántica se considera un género menor. Muchas de mis amigas escriben novelas románticas y me merecen el máximo respeto”. Sin embargo, después de decir esto, publicó una opinión política con la que me permití discrepar y, sin el máximo ni el mínimo respeto, me respondió en estentóreas mayúsculas, que “se pasaba mi opinión por el forro de los huevos” (sic)

De dichas variopintas actuaciones, se deduce que el individuo respetaba a las mujeres que escribiesen novelas románticas, pero de ningún modo a las que de política escribían. Y lo peor es que no es el único. Conozco a bastantes criaturos que son un brazo de mar con las chicas, mientras se dediquen a comentar sus cositas de pareja, trapos y recetas de cocina, pero devienen en hirsutos energúmenos cuando les tocan sus serios asuntos genitales, o sea, masculinos; la política e incluso el fútbol. Hasta ahí podíamos llegar.

Me gustaría opinar, como otros, que las mujeres hemos adquirido grandes derechos en el siglo XXI, pero, en la realidad tangible, lo que observo es que contra una mujer que ejerce un cargo relevante; dígase ministra, juez, concejala, parlamentaria o presidenta, un varón se permite muchas mayores bravuconadas que si el cargo fuese ostentado por un semejante viril. Y lo más curioso del tema es que dichos homínidos, a la vez, se crezcan cual paladines defendiendo el no a la violencia de género ¿y acaso no es violencia de género acosar a voces a una concejala, a una juez, a una parlamentaria o a una presidenta?

Como colofón a este artículo, me queda esperar que algún Cromagnon me saque pecho y grite ¿eres feminista o qué? (¿O qué?)

Figúrense qué grandes derechos hemos adquirido las mujeres en el siglo XXI, cuando, a día de hoy, “feminista” se considera un insulto.

5 respuestas a «Cosas de chicas»

  1. No será tal vez un Cromagnon de la Prehistoire el que con más ahínco te tache, maliciosamente, de feminista, sino las propias féminas, si eres mujer. Aquí sí que existe buena complicidad con el varón, que se complace. Y si consideramos que el feminismo español se propuso un día conseguir la igualdad, sí, pero al estilo de los que hoy pretenden, políticamente, “asaltar el cielo” de esta sociedad neoliberal, capitalista, para aprovecharse y disfrutar de sus infinitos bienes, sin procurar desvincularse de todos esos afectos y modos de comportamiento seculares, propios del varón, antes bien imitándolos, lo que en principio parecía una lucha, encaminada a la liberación femenina, ha dado paso a una equivalencia en el método. Y claro, es ahí mismo, hasta ese terreno (seré muy mal pensado, pero igual acierto en algo) que os querían llevar, donde ellos, por la fuerza de la costumbre, que con el tiempo deviene en ley, se mueven como pez en el agua. De esta manera, evidentemente, existe la igualdad, pero no de dominio, sino de mero comparsa, al que se le dan unas palmaditas en la espalda por lo bien que lo hace…
    ¿Quién puede aseverar hoy, a ciencia cierta, que el opio del pueblo se chuta en los templos de Dios o en los estadios de fútbol, sin escuchar una gran carcajada interna? ¡Claro que no era eso!
    Pues mismamente como eso: atado y bien atado.
    Estas mañanicas de mayo…

  2. ¿Feministas? ¿Qué es eso en este país donde se han puesto de moda «Las cincuenta sombras de Grey» y la novela romántica? Donde se sigue mirando tan mal a la mujer que opina en «asuntos de hombres», en cosas serias…
    Pero, en fin, yo no le voy a servir de coro de gallina clueca al gallo del corral. Soy nieta de mi abuela Elvira, feminista antes de que ello se pusiere de moda y, a veces, odiosa por excesivamente crítica y ácida. Ay y su marido, el bueno de mi abuelo Pepe, la adoraba, la admiraba y se reía con ella. Qué hombre tan inteligente, mi abuelo!!!

  3. Siempre tuvo buena fama tu abuelo Pepe, nada tiquismiquis, carácter agradable y lo más importante, de gran corazón, abierto, que sonreía al sol y a la vida. Buena condición le dicen allí, que puede cambiar hacia lo negativo, cuando no se tiene al lado esa persona que te complementa. No fue su caso, evidentemente. Lo mejor de aquellas parejas de antaño, que se llevaron bien hasta el final, sin dejar de vivir y disfrutar a su manera, es que sin la mediatización de tanto medio, supieron estar a las duras y a las maduras, procurando lo mejor para su prole con tesón, ilusión, espíritu de sacrificio y demás valores venidos a menos…Alguien me dijo una vez que nada es tan inextricable en la vida cuando la realidad es verdaderamente viva. Puede ser.

    Hagamos un pequeño homenaje a aquellos abuelos y abuelas con este poema más que centenario, escrito en “castúo” por JM Gabriel y Galán, pero que trata un tema de mucha actualidad: El Embargo.

    Señol jues, pasi usté más alanti
    y que entrin tos esos,
    no le dé a usté ansia
    no le dé a usté mieo…

    Si venís antiayel a afligila
    sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s’ha muerto!

    ¡Embargal, embargal los avíos,
    que aquí no hay dinero:
    lo he gastao en comías pa ella
    y en boticas que no le sirvieron;
    y eso que me quea,
    porque no me dio tiempo a vendello,
    ya me está sobrando,
    ya me está gediendo!

    Embargal esi sacho de pico,
    y esas jocis clavás en el techo,
    y esa segureja
    y ese cacho e liendro…

    ¡Jerramientas, que no quedi una!
    ¿Ya pa qué las quiero?
    Si tuviá que ganalo pa ella,
    ¡cualisquiá me quitaba a mí eso!
    Pero ya no quio vel esi sacho,
    ni esas jocis clavás en el techo,
    ni esa segureja
    ni ese cacho e liendro…

    ¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto
    si alguno de ésos
    es osao de tocali a esa cama
    ondi ella s’ha muerto:
    la camita ondi yo la he querío
    cuando dambos estábamos güenos;
    la camita ondi yo la he cuidiau,
    la camita ondi estuvo su cuerpo
    cuatro mesis vivo
    y una nochi muerto!

    ¡Señol jues: que nenguno sea osao
    de tocali a esa cama ni un pelo,
    porque aquí lo jinco
    delanti usté mesmo!
    Lleváisoslo todu,
    todu, menus eso,
    que esas mantas tienin
    suol de su cuerpo…
    ¡y me güelin, me güelin a ella
    ca ves que las güelo!…

    Buenos días a tod@s

  4. Pues a eso se llama «Amor constante más allá de la muerte»,no le veo mérito cuando es platónico y la amada es un concepto idealizado, pero si es producto del día a día conyugal con toda clase de rutinas y pesares compartidos, es cosa de cum laude. Eso sí que es amor verdadero…

  5. «Y mis dos mitades sonrieron, estrecharon sus neuronas y llegaron a un acuerdo, había que hacer historia, Jorge indagando entre libros descubrió la solución al agotamiento de la pasión en una frase de un artículo de Lola Clavero.

    Para hacer historia con tu pareja hay que: “Buscar una unión sólida que basada en los vínculos de la comunión de gustos, la empatía espiritual y el compañerismo haga placer de la rutina y resista a los embates del tiempo mas allá de la carnalidad inmediata. (Lola Clavero)”

    Por su parte, Pablo que estuvo de acuerdo con la frase de Lola Clavero, pero siempre prágmatico, descubrió que esa forma de amor sosegado también tenía su base química, las “endorfinas”, aunque por fortuna para todos, las endorfinas no crean resistencias, ¡son para siempre!. Quizás sea porque AMAR ESTA EN NUESTRO CODIGO GENETICO.»

    https://zagreo200.wordpress.com/2014/07/01/jorge-y-pablo-mis-dos-cerebros/

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