La suciedad se está volviendo crónica; el dinero negro y las aceras con orín reseco y cacas de perro. Se escriben crónicas de suciedad. De suciedad moral y material, bien física y tangible. Odas a la suciedad como metáfora de corrupción de la sociedad o como mera notificación de la objetiva porquería que se pega a la suela del zapato. Odas al cubo de basura, que dejan pálida a la memorable de Rafael Morales. Los contenedores incontinentes y sus hedores hediondos se hacen asunto recurrente de los artículos de opinión con títulos bastante explícitos. El último de Javier Marías se titulaba, lisa y llanamente, “Guarrería” y su destacado elocuente decía así, “no hay la menor exageración si se afirma que la capital del Reino es la ciudad más guarra de Europa”.
El autor achaca tal desmán a la mala gestión de los ayuntamientos del PP; a alcaldes como Manzano y Gallardón que pusieron granito por todas partes, un material del que no salen jamás las manchas y que acumula la suciedad de más de un decenio; “verdaderos churretones de meadas y vómitos”. Pero, según la también casi exalcadesa Botella, el entorno ideal para tomarse un relaxing cup of café con leche. Aunque quizás la mejor manera de relajarse en el Madrid de los Austrias sea practicar el botellón. Así, si uno ve correr y chillar a las ratas que ahora se han hecho las amas del centro histórico, siempre lo podrá atribuir al delirium tremens. Pues, en sobrio y con cafeína en el cuerpo, las ratas no suelen ser la compañía más relajante.
Puesto que se prevé que los alcaldes sigan siendo populares en Madrid (hay Esperanza a la vista) y más aún porque la norma ahora vigente estipula que sólo pueda ser alcalde el más votado, el indignado Marías propone cambiar masivamente la intención de voto por no perpetuar a la capital del reino en la “guarrería”.
Pongamos que hablo de Madrid, aunque los dominios de la cochinada se pueden extender a muchas de las restantes provincias españolas. Dada la insalubridad que, hoy por hoy, se enseñorea de muchas de ellas, la oposición de chiste fácil podría llamar a esta era, la era de “Marrano Rajoy”. Aunque la inmundicia, sobre todo la moral, nos ataca por todos los frentes. Más que volver a la Edad Media, se diría que estemos llegando a la Edad Mierda.
El mismo tono del artículo de Marías referido a Madrid, lo encontré días antes en una crónica de Gonzalo León referida a Málaga, donde el colaborador de La Opinión se quejaba de la suciedad que se adueña de nuestras calles con estas elocuentes palabras; “Málaga está muy sucia. Huele peste (…) jamás de los jamases, hemos tenido una ciudad tan dejada de la mano de Dios. Los cubos de basura apestan muy por encima del olor medio, el pavimento del centro aún tiene restos de jarabe de las hordas feriantes y se comienzan a ver más ratas y cucarachas de lo habitual por el casco histórico”.
Leído lo leído, me pregunto si estamos ante la aparición de un nuevo estilo literario, como un neo-realismo sucio, más bien apercodido, muy a propósito de las próximas elecciones municipales. Quien quiera malpensar, creerá que los autores utilizan el argumento de las basuras para desviar la intención de voto. Algo que queda bien explícito en el artículo de Marías.
Sin embargo, más allá de las demagogias que se quieran suponer, hemos de admitir que lo dicho es verdad. O sea, que los ayuntamientos si quieren repetir siglas no les queda otra que ponerse las pilas y sacar a pasear la escoba. Con tanta suciedad de por medio, es imposible que podamos verlo todo transparente.
Nos gustan los museos, los nuevos proyectos culturales de Málaga, pero también nos gustaría pasar por el Molinillo sin que nos tumbe el olfato la intensa vaharada de olores hediondos y pestilentes y cruzar por la calle Victoria sin el riesgo de hundir los zapatos en un charco bien negro.
Hace poco leí una novela distópica que nos pintaba el futuro en un gran basural. Como quiera que una se empeña en ser optimista ante el porvenir, me enojé con la autora tal vez por su exceso de realismo. El realismo sucio incomoda, sobre todo, si se adivina que pueda llegar a ser tan real. Y, lo cierto, es que ya estamos rodeados de basura. Las basuras morales que salpican a algunos políticos e instituciones, los programas de telebasura y la información basura que circula por Internet. Además, claro está de la basura física, la que desborda los contenedores y se pisa y se huele. Si no queremos instalarnos en la Edad Mierda, habrá que buscar algún modo de tirar de la cadena.
La verdad es que habla usted, profesora Lola, con mucho fundamento. Pero mi actitud con la higiene responde más a todo el periplo consuetudinario de mis antepasados, y no a esta moda pasajera de lavarse todos los días. Me aseo de cuerpo entero los sábados por la mañana, siempre, aunque no me haga falta. Lo peor es que si no lo hago, mi madre, me regaña. Los demás días me quito las lagañas y las rebabas resecas de los labios mojando el dedo índice en el grifo, y del grifo al ojo o labio, y poco más. Cuento estas intimidades para decirle que con los olores fuertes de la calle me siento mucho mejor que cuando huele a biznaga, es un decir en lo limpio. Muchísimo mejor. Porque no se puede usted ni imaginar el pudor que me da tirarme un buen cuesco cuando allí huele a higiene. El otro día salí bien harto de cenar y beber de la Plaza de Uncibay hacia C/ Granada, y no más de cuarenta pasos llevaba y el metano se fue hacia el inferior, y yo que soy fiel amante de la libertad, sin estruendos, lo dejé ir, la calle abarrotada y allí nadie hizo ni el más mínimo mohín. Vamos en otros tiempos me hubiesen corrido a insultos tal que Guarro y otros de más envergadura.
Escribe usted muy bien. En estos artículos donde no se alude al género se defiende y conquista usted muy bien. Le iba a decir también que es usted muy guapa, pero eso no se lo digo, pues mi certera inteligencia me dice que no le gusta que la galanteen y ensalcen en público, y pudiera usted interpretarlo como un ápice de impertinencia.
Hay tanto ruido en el centro “histérico” que lo normal es que sus cuescos no se oigan y, en cuanto al olor, también hay demasiada variedad para identificar a otro intruso. Me parece usted un optimista que siempre encuentra el buen lado de la vida, eso está bien.
¿El tema del género? A ver, cuando a una mujer la llaman guapa, normalmente la rebajan de otras cualidades, digamos las intelectuales, que, en el estereotipo, no son ni compatibles ni bienvenidas. Comprenda que eso me vuelve algo susceptible…
Tal vez aquellos alcaldes de Madrid se dejaron querer por su percepción (errónea) de la actitud civilizada del ciudadano que gobernaban, confiando en su educación y buenas maneras y optaron por el noble granito, de belleza castiza y antigua; perenne, cuando es bien tratado, tal que las personas. Obviamente, no sabían con quiénes se gastaban los cuartos o eso dieron a entender. El ex alcalde Málaga, recién fallecido, D Pedro Aparicio (q.e.p.d.) buena persona, educado, afable y amigable, a principios de los ochenta dejó, para la posteridad, aquella sencilla y bondadosa sentencia: “la música es cultura”, con objeto, sobre todo, de que los músicos callejeros y demás bohemia malagueña pudiesen expresar su arte en la vía pública, sin ser atosigados por los agentes del orden…Lo que hasta entonces había pasado desapercibido, al cabo de pocas semanas desenterró el hacha de guerra entre los músicos – que se multiplicaron ciento por uno – y los vecinos y comerciantes, que se quejaban de la tabarra sin cese. Hasta hoy. Digamos entonces que las intenciones son buenas y que al principio siempre suele fallar algo….aunque el principio se adivina lejanísimo ya. La falta de previsión se suple con adquisición de maquinaria de limpieza, renovada, moderna y personal cada vez más especializado. Resultado: a más gatos, más ratones, incluidas esas ratas…
Queda, creo, mejorar el factor humano y su educación, anclado como está en viejas costumbres y manías que no mejoran con el paso del tiempo, como el mal vino.
Por lo demás muy bien, seña Lola, que usted diga que España, actualmente, desde el patrón hasta el grumete, va como mierda a la deriva. Un saludo.
De buenas intenciones, está el infierno lleno, como cantaba Víctor Manuel. Y, a falta de granito, aquí en Málaga tenemos el cemento. En él, se perpetúa la guarrería.
Creo que tendríamos que reinventar a Miliki y cantar eso de “Paco, trae la escoba”, aunque también habría que aliñar la copla con una campaña de conciencia cívica, porque en el desenfreno de guarrear, participan democraticamente el que menos y sobre todo, el que más.
Con este plan generalizado de muchos cacos y mucha caca, en este país sólo van a estar a gusto las ratas y los rateros.
En un futuro próximo igual resurge la figura del Tío Ratero en Málaga, ese que dice que las ratas, fritas con una pinta de cerveza, saben mejor que las codornices, para envidia de cocineros asiáticos. Por otro lado, es usted gran romántica, requiriendo la escoba, (esa que Los Sírex elevaron a los altares, como arma letal de limpieza) pues acometer la suciedad actual con la simple escoba es como embestir gigantes de grandes brazos… Pero es la intención, caramba. Pues aquí la tenemos – La Escoba, con Led Zeppelin y Los Sírex.-.:
https://www.youtube.com/watch?v=R2UMrvao8h0
¿Quién dijo antiguos?
Madre mía, cuanto talento expectante.
A lo peor, ya se comen ratas. Hay quien dice que ha visto un dientecito de roedor en su hamburguesa. Por algo se le llama a estos manjares, comida basura…
Comprendo perfectamente las inquietudes aéreas de Ignatius Reilly. Incluso pienso que es cierto que la higiene tiene mucho que ver con la tradición recibida. Yo me aseo cuando me acuerdo, sin que el olfato sea sensor de nada, de manera que manda la amnesia sobre el hedor, de forma que si por semanas ando desmemoriado, a buen seguro que mi soledad no va a ser interrumpida. Si usas poco el jabón te ahorras mucho dinero en guardaespaldas, con lo que eso supone de contratos, cotizaciones, ingresos a cuenta, etc. En cambio, dejas la jabonera sin su protagonista y tu vida la gobiernas tú: en ningún lado te aceptan y de todos te echan, ¿acaso no es eso la libertad?
Mi solidaridad con Ignatius es aún mayor si de soterrar el ruido se trata. Yo también lo llevo mal. Pero la moral auditiva impone reglas de silencio, entre ellas la omertá de los vientos de abajo. El ruido de los gases nobilísimos es un cierre de obra, más o menos, pero si son expulsados con silenciador todo viene a quedarse casi en una tentativa inacabada, algo falta. Respecto a la filia del cuesco sobre la biznaga, yo también le comprendo, caro amigo. Y pongo un ejemplo. Tuve una novieta totísima pulcra, toda ella era un antojo futuro de perfección estética, nada faltaba en su lindez: buenas colonias, buenos arreboles y buenas prendas de vestir, por supuesto de marcas inaccesibles para la media. En su acicalamiento, leía a los clásicos, le interesaba la pintura impresionista y, en ratos libres, componía sonetos, algunos con estrambote. Sin embargo, su ternura y querencia por servidor no era sólita actitud y, pese a sus olores de gloria, poco gozo recibía de ella. Con los años tuve otra novieta que no leía nada porque decía que produce confusión, que me quería a rabiar y que de tan generosa lanzaba cada cuesco al espacio abierto que en nebulosa sentimental quedaba transformada la estancia. Qué buenos recuerdos… Ella no gastaba tiempo en evitar los estruendos, lo que daba más sinceridad a lo nuestro. Eran inesperados. Gracias a ella entendí la teoría del big Bang como fuerza creadora. Cuando comíamos judías era bonito esperar el itinerario digestivo para presenciar la gran artillería subsiguiente y unas carcajadas amorosas mientras que ambos abrazados nos consumíamos ahumados. Qué tiempos aquéllos. Gracias Ignatius, bonito, por recordármelos.
Aquí le decimos “mugre”. Mugre que creamos entre todos, avalando, votando y botando, votamos gestiones, botamos desechos a los tiraderos, producimos más y más basura, y seguimos adquiriendo porquerías que serán chatarra y formarán una bola de basura cada vez más grande…A veces pienso que es el sistema que como una rueda de piedra en desbandada es imposible detener, mientras sigue descendiendo, arrasando y creciendo, autoalimentándose y nutriéndose de la corrupción, el consumo de drogas, los femicidios, la inseguridad, el consumismo, la competencia perversa, la ambición desmedida de poder, de fama, de gloria, de belleza…y ahí estamos, a veces parecemos parados al costado, a veces arrastrados por la gran bola de mugre. Conozco gente, y muy cercana y amada, que está intentando una vida fuera del sistema, más sana, más limpia por fuera, por dentro y por donde la mires, personas hermosas que en un momento me sonaron a locas, idealistas corriendo tras utopías, pero terminaron convenciéndome de que si no podemos cambiar el mundo, podemos cambiar nosotros, desde dentro, uno por uno, despacio y con mucho amor.
¡Feliz semana, Lola querida! Te abrazo a la distancia.
Bueno, bueno. Este blog está subiendo de nivel de un modo inaudito, dados los semi-analfabéticos tiempos internaúticos que testimonian las redes sociales. Mis comentaristas ponen todas las tildes y manejan talento literario incluso cuando el tema es la guarrería.
Bravo por esas odas al cuesco con sus tintes sentimentales. Ni Quevedo lo hubiese contado mejor!!!
Bienvenida de nuevo, Nancy, tu sello de escritora profesional distingue estas entradas. Si esta época que nos toca tiene mucho de Barroco, saludamos al Siglo de Oro en este blog. La calidad y cantidad de vuestras palabras me tienen loca de alegría!!! Me da que pensar que el futuro, también el de las letras está a salvo. Y eso es un motivo de infinita dicha para las malas lenguas!!! Gracias a raudales…
Del inflamado vientre neumático
un viento fuerza norte va y busca
una salida igual que en un torrente
el caño díscolo se evade o fuga.
Así pasan los días,
a golpe de ventisca y moral estertórea,
mientras que por el aire navegan
cual volutas
los restos de moliendas
o anillos de pedida.
Un lugar de la baja España,
el balar de borregos serviles
a partidos y sindicatos afines
de la mugre, hedionda calaña
siempre creciente, es superado
por los señores de las cumbres
¿Hay cosa que más deslumbre
que la berrea de los astados,
bajo las nobles techumbres
del Congreso de los Diputados?
Breviario de podredumbre…
La suciedad es pandemia,
la basura se amontona
y no hay una ilustre fregona,
que nos limpie de estos lodos,
entrando en la Edad de Mierda.
(Para loa de guarrería
nos faltaba la poesía)
La poesía,
hedionda algarabía,
excipiente soñador
para quijotes y sanchos
que en muladares babiecan
cual jinetes desbocados.
La poesía,
qué sublime tontería,
qué cascajo palabrero,
qué final tan pordiosero
para tanta porquería.
Cualquier cosa vendrá bien
con tal de ventilar la mugre
y no poemas “todo a cien”,
(que a cierta prensa no urge
provocar el dos de mayo)
y mordaz pijadita inventa
con paripé de capa y sayo;
la casta se queda contenta,
que peor lo pasa un caballo
allá en la Rapa das Bestas,
Si en siglos no corrigieron
-los que comen del pesebre-
y más que quitar, pusieron
mugre y mierda, tan alegres
corresponde a los poetas
desfacer villanos entuertos
y no a todos esos veletas
(los del semblante amarillo
sea dicho por su prensa)
vientre laxo, pelo lucio…
Son flores de patinillo
lombrices de caño sucio.
Y acabo…
Para los que colmaron
de plata su faldriquera
y della bien se afanaron
con la bosta por bandera…
Ni del grifo ni del mar,
¡agua va!
Para los que educaron
con su bufo maloliente
creando con el meado
la gran ñorda sedicente…
Escupidera y no más,
¡agua va!
Para estatua de un enano
derribada en buena hora
reconvertida en chinarro
parcheando a la española…
Sea cubierta de cagarros
¡y avanti apisonadora!
A partir de aquí vendrá
Fiesta, que fue censurada
creyendo hablaban de ¿Màs?
los pedorretas de fabadas…
Para ellos, gran butifarra
¡y viva Joan Manuel Serrat!
https://www.youtube.com/watch?v=Ykzxx8iQJro
Saludos
Es el verso ciencia exacta
del arte de las palabras,
capital del ingenioso,
privilegio talentoso
de quien domina la lengua
y nos la pone de gala,
pues no hay expresión más pura
para la literatura
ni modo más portentoso
que acerque el dedo a la llaga,
que es el verso sinuoso
con su talante gracioso,
el que burla las censuras
que han puesto las dictaduras
y en todas las tiranías
hizo pupa la poesía,
que es dardo bien afinado
y al necio del prepotente
deja muy descalabrado,
porque a su verbo imponente
no hay arma que le conteste
y es el ingenio rimado,
un ingenio muy mordiente,
de puro ingenio, endiablado,
que el ignorante achantado
toma por impertinente,
pues no está en su potencial
contestar
las gracias del ocurrente.
Escribidor, ya te vale,
poner en tela de juicio,
los versos de Winspector,
el ínclito flechador
de la diadema de Apolo,
que ahora está que se sale…
No cuestiono doña Lola
el Parnaso en donde viva
el poeta Winspector,
ni el numen en donde
beba tan hidalgo narrador.
No me mande usted a las lides,
no me imponga alistamiento
en un bando perdedor,
que yo no llego a poeta
ni tampoco a narrador.
Más me siento un iletrado
bebedor y fumador
que para matar las horas
siempre sale sin reloj
y se pone en el ojal
una rosa que marchita
no concita corifeos,
si acaso alguna abejilla,
pobrecilla,
que la pretende libar,
que al descubrirme la farsa
vuela rápido y se va
dejándome en soliloquio,
dejándome en monoloquio,
dejándome como ve
aquí escribiéndole a usted
sin saber yo para qué.
Amén.
Mis respetos Escribidor
mas yo no lo veo así
su porte es de Bachelor
de Oxford, tal vez París
quiero decir Escribiente
aquél por quien suspirara
Rosita, cantinera diligente
de los jardines de Granada.
Y más que deambulando
por la noche malagueña
me lo imagino inventando
bajo los puentes del Sena.
A bordo del barco – blog
yo me aferro bien al centro
por no estrellarme a babor
con algún viraje extremo
de su dueña, grácil Lola
que es de las letras señora;
sin ser de Huelin su barco
ni del Rincón de la Victoria
ya es loor de marineros
cuando lo mecen las olas…
Saludos
Aquí les voy a narrar
al estilo de payada
lo que tuvo que pasar
un gaucho de puro cepa,
un argento original
montaraz, mozo coplero
que decidió irse del campo
pal lao dela capital:
Estaba el tape sentao
afinando la guitarra
listo para improvisar
bellas coplas a una prienda
cuando de pronto un hedor
proveniente de los aires
lo hizo pronto cavilar
si estaba lejo’ el incendio
si el incendio iba con él
o emanaba de la tienda.
Entonces se echó a correr
por agua o desodorante
más la crisis galopante
le impidió comprar afeite
y mientras más él corría
más sudaba y más hedía.
Se tiró al río en su afán
de sacudirse las miasmas
pero más hediondo aún
emergió desde la zanja.
Se detuvo en su carrera
y dijo: esta noche misma
he de vender mi guitarra
tal vez me pueda comprar
un frasco de agua florida
y si bien no he de cantar
a esa china mis amores
tal vez con olor a flores
ella me deje acercar.