Este Mundial empezó con mal pie. De hecho, ayer mismo las mejores jugadas del partido Argentina-Holanda se hicieron con las manos. Fallaron los pronósticos y lo que se presumía una batalla entre goleadores, un duelo épico que haría arder Troya enfrentando Aquiles a Héctor, Messi a Robben, acabó con la glorificación del Cancerbero argentino Chiquito, desde ahora “Grande Chiquito” que hizo en la tanda de penaltys con las manos, lo que Messi no hizo durante todo el partido con sus piernas. Ni el enano ni el Van Gogh de la selección holandesa dieron de sí las actuaciones estelares que se esperaba de ellos y sin hacer casi nada más que dejar correr el tiempo, a falta de correr ellos mismos, ofrecieron a sus respectivas aficiones y a los sufridos telespectadores de bares y sofá, un partido falto de emoción, insulso, agónico que fue calificado por unanimidad de aburridísimo hasta que llegó la llamada “lotería de los penaltis”, que es un modo de jugárselo a los dados, una suerte de potra, según dicen. Sin embargo, no me pareció a mí, por lo visto, que la actuación del portero Chiquito fuese pura chorra; parar dos lanzamientos sin dejar que se agote la tanda de penaltis es un mérito que, en absoluto, hay que desmerecer.
Estamos acostumbrados a que las estrellas de los equipos sean los goleadores; pero tanto talento tiene el que marca el gol como el que lo para. El portero no es un jugador de segundo orden, sino una pieza fundamental, sobre todo, cuando fallan las otras.
De eso, podemos dar fe los malaguistas, que hemos despedido al final de la temporada al portero que llegó a ser el rey de nuestro equipo; el argentino Willy Caballero que era la última estrella que brillaba ya, que quedaba ya de aquel glorioso Málaga C.F. que jugó en Champions y se la jugaron en Dortmund. Desde aquella fatídica noche, odio el fútbol alemán, que me parece la apoteosis de la soberbia y la prepotencia. Por eso, viví como una tragedia la goleada que sufrió la selección brasileña a favor de la alemana. Una auténtica paliza de siete goles contra uno. Toda una hazaña de tintes hitlerianos. Bien está que, después de ver los primeros cuatro goles tan pronto y tan seguiditos, me dio el bajón, apagué la tele y no quise seguir viendo más.
Mi favorito, lo puedo decir ahora, era Brasil. Y lo era quizás por razones ajenas al fútbol. Pensaba que este país merecía recuperar con su victoria alguna parte de la millonada que había gastado en organizar el Mundial. Ingentes cantidades de un dinero que un país tan empobrecido necesita como el pan para hospitales, escuelas e infraestructuras. Soy bastante sensible a este tema porque he viajado hasta allí y he podido ver con mis propios ojos la miseria. La terrible y cruel desigualdad entre las clases sociales; fundamentalmente dos, una archiadinerada formada por unos pocos y otra, la mayoría, pobre de solemnidad, que vive en esas chabolas llamadas favelas.
Había razones más que poderosas para que las masas populares tomasen las calles para boicotear este Mundial que los dejará más aún en la ruina, si cabe y yo me solidarice con ellas y, entre ellas, con ese gremio de profesores que pedían “menos fútbol y más educación”.
El Mundial empezó con mal pie, maldecido por los dioses candomblés, y ni siquiera ha dado momentos de buen fútbol. Hasta a la Roja infalible la atrapó el mal fario y se fue con la cabeza gacha a la primera de cambio. Entre los abucheos, dicen, de la afición brasileña. Aún así, yo quería que ganase Brasil y que ese triunfo sirviese de consuelo a alguna pobre gente, que volverá a abrir los ojos a la cruda realidad, ahora más cruda todavía.
Por fortuna, al día siguiente de la paliza a Brasil, pude ver la semifinal entre Argentina y Holanda, que era revivir de algún modo aquel partido en Sudáfrica que nos dio el título de campeones del mundo.
Me pareció que derrotar a Holanda por medio de Argentina, era también ganar, porque nuestro fútbol español en liga tiene mucho de argentino. También en concreto el malagueño, que vivió su mejor época con fichajes argentinos. Así si veo a Demichelis correr con esos mismos colores albicelestes, pienso que el Málaga C.F. tiene que ver con ese pase a finales. De alguna manera, hay que consolarse de la marcha de Willy Caballero que es quizás el único que podía parar nuestro descenso a segunda. Un portero, como vimos el pasado miércoles, puede ser la pieza clave de un equipo, pero esto es cuando está en la portería y no en el banquillo, que es lo que le espera a Willy en el Manchester City.
Por lo demás, sean cuáles fueren los pronósticos, espero que en la final del Mundial gane Argentina contra Alemania. Odio el fútbol alemán por dos razones concretas; la una es Dortmund y la otra Schuster. Luego están, cómo no, los motivos extra-futbolísticos. No soportaría que la Merkel se arrogase, por extensión, el título de campeona del mundo. Esta señora ya nos ha metido demasiados goles.
Demasiados goles de Alemania
11
Jul
Acabó la torcida y su cántico de euforia
aburrida en el mundial de su propio país
triste canarinha, no pasará a la historia
ni será una más de las glorias de Brasil
Días de partido soporífero, sufrido, tardo
de prórroga más penalty…¡yo me largo!
Por España sí, estoicamente aguantaría
hasta el final, que el premio lo merecería
El músculo recogió el testigo del artista
y el fútbol total se decanta de una parte
que hace del choque esa afilada arista
donde encallan los futbolistas con arte
Por tener lengua y cultura hermanadas
por el gran Alfredo Di Stefano y La Plata
por historia y por mi primo del Gimnasia…
¿será campeón Argentina ante Alemania?
Ojalá y bendecido por el Papa Bergoglio
se ponga broche de oro a insulso mundial
acabe el anti-fútbol y todos sus demonios
en el césped suave, glorioso, de Maracaná
Ainsi soit-il, amén, buenos días
y no digo más.
Es rogativa divina
la victoria de Argentina,
no queremos campeona
a la Alemania teutona,
esa madrastra ladina
que siempre nos acojona,
mejor que gane el enano
y el guacho de Mascherano,
porque en materia de liga
somos ya primos hermanos
y sobre el verde del cesped,
ya es hora de que vea Dios
un triunfo albiceleste!!
Y no nos venga la Merkel
a meternos otro gol.
(La victoria de Argentina
será por gracia divina,
que no se lo crea Cristina)
Pues que la tuvo Argentina
si no hubiese perdonado
(eso no lo haría Cristina)
dos o tres goles cantados
que habrían lavado la tez
de país grande, desigual
como pasó aquella vez
(y no es por comparar)
cuando lució el laurel
y un mendaz presidente
levantaba los pulgares
abrazando a M Kempes;
buenos motivos tenía
así trajinó a su pueblo
tres años y unos días.
En acabado el invento
que ya más no se podía
vivir y del mismo cuento
enfilaron Las Malvinas…
Ahí tenemos frau Merkel
que no aplaude a rabiar
ni llora cuando se pierde
sólo ese orgullo alemán…
Será un sentir diferente
que solamente «los pone»
si el Madrid va a la final
a su costa y por bemoles
o les gane un negro racial
y que se llame J Owens…
Hala, que la disfruten a ritmo de la Beer Polka!
Esa profecía analítica
que tanto suena a política
hablaba de goleada
que Argentina no era nada
contra la gran Alemania,
que superarían a España
con sus muy grandes jugadas.
Pero Argentina dio caña
y la cosa fue igualada.
Que pudo ganar cualquiera
está claro
ni Messi se aparecía
ni Alemania era lo que prometía,
que un triste gol en la prórroga
no es hazaña
que supere a lo de España
cuando jugó con la Roja,
por más que Merkel aplauda,
aquello fue pura chorra.
Madrid y Barça pescaron
como Alemania en la final;
el blanco al versátil Kroos
máquina del fútbol alemán
el Barça a L Suárez feroz
licántropo de mordida letal;
aliquindoi esa Federación
Española que debe fichar
a Blade y Van Helsing por
un tiempo y contrarrestar
potenciales y peligrosos
casos graves de contagio;
Hal, de la Odisea Espacial
vele a Kroos y su espacio
Que será robot por algo…