El teatro que enamora

21 Feb
El castigo sin venganza
En el principio del teatro fue la sangre. La fatalidad del asesinato del hijo al padre, de la madre a los hijos y viceversa. Se llamaba tragedia y se representaba al mediodía bajo el cielo abierto desde donde se oían aullar de horror los dioses. Y el sol furioso e inclemente de Grecia cegaba la vista de los espectadores que recibían aquel espectáculo cruento como una alucinación que se llamó catarsis.
La familia como fuente de conflicto que, desde la tragedia, inspiró a Freud el psicoanálisis para explicar el motor interno de las conductas humanas ha dado de sí toda la materia orgánica de la literatura que, en manos del escritor, no es sino una herramienta de terapia para explicarse a sí mismo; de poner orden en el cosmos confuso de la memoria e invocar la infancia, como hizo Proust, con el sabor de una magdalena. Hay quien ha escrito libros para liberarse del fantasma opresor de su padre como Kafka y otros que lo han hecho para poder matar a su padre explícitamente como Dostoievski en “Los hermanos Karamazov”.
Y también están los que utilizan el parricidio como símbolo del violento relevo generacional y especulación sobre la codicia que, en las sociedades primarias, desata la impiedad. Tal es el caso de Valle- Inclán con sus “Comedias bárbaras” y de Antonio Machado con su romance “La tierra de Alvargonzález”.
Sobre el padre cruel que niega la existencia al hijo, se monta la magnífica trama de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca y “El castigo sin venganza” de Lope de Vega que trata del honor como concepto horrorífico, pero también del miedo a envejecer, que movió a Saturno a devorar a sus hijos. Una trama apasionante que recupera su pulsión exacta cuando cae en manos de una compañía teatral que hace de su oficio virtud, tal es el caso de Rakatá, especializada en seguir haciendo clásicos de los clásicos. Dicha compañía, dirigida por Ernesto Arias puso el broche de oro al Festival de Teatro de Málaga con la representación de “El castigo sin venganza” de Lope de Vega con tan soberbia eficacia que el público entero cayó en catarsis como en una de esas escenificaciones que mantenían en vilo a los espectadores griegos bajo el furioso sol del mediodía. Tan sobrecogidos andábamos todos que ninguno se atrevió a toser.
Los actores mayúsculos en sus papeles, recitaban sus largas parrafadas en verso con la natural fluidez de quien no recitase y en su natural y trabajadísima dicción, la poesía de Lope podía degustarse con toda su profundidad diamantina. Hubo, concretamente, dos monólogos de los que nunca podré recuperarme; el de Federico antes de entregarse al abrazo fatal de su madrastra (“Sin Dios, sin mí y sin vos”) y el del Duque de Ferrara cuando, por cumplir con el cruel código social del honor, decide poner fin a la vida de su hijo; único depositario de sus afectos y verdadero motivo de su existencia
No por ello voy a desmerecer el valor de las actrices que bordaron su papel en una representación sin fisuras completamente redonda que culminó con un larguísimo aplauso ovacionado del masivo público puesto en pie. Tan atronador y efusivo que a poco se nos desploma encima el techo del teatro Echegaray. No era para menos, creo que el propio Lope emocionado también aplaudía y ovacionaba desde lo alto. Bravo, bravísimo.
Luego he sabido por La Opinión de Málaga que el Festival de Teatro de Málaga ha sido este año un éxito de público, lo que es fácilmente explicable, dado cual ha sido su alto nivel de calidad.
El público malagueño no es tan fácil de engañar y como a casi todo público le gusta lo bueno y lo paga, aunque las entradas estén gravadas con el 21% del puñetero IVA. Es mucho dinero pero, en este caso, se da besado. Una representación así vale mucho más de lo que cuesta.
Me alegra recuperar mi afición por las tablas, que estaba empezando a decaer por cierta racha de decepciones. Hay que decir que al teatro-espectáculo iconoclasta de Els Comediants, Els Joglars, La Fura del Baus y compañía se le agotó la mecha y lo que le sucedió fueron unos pseudo-imitadores de Alfred Jarry, Bertolt Brecht y Antonin Artaud de lo más plomizo. Cuando no de Tennessee Williams que, ya en versión original, me resulta bastante soporífero con su inmovilismo y sus torturadores diálogos sadomasoquistas.
Cuando el experimentalismo deja de funcionar, no hay nada como volver a los clásicos y tratar nuestro Siglo de Oro con el respeto y el cariño que se merece. Por favor, no le enmendéis la plana a Calderón, Lope y Tirso de Molina, por ejemplo, y pongáis a sus personajes a contar chocarreros chistes verdes en presunto argot de la calle para gustar al gran público.
El público de teatro nunca deja de volver al teatro cuando le dan lo que es bueno. Y va y paga.

6 respuestas a «El teatro que enamora»

  1. De nuevo, volviendo la vista atrás, como en los mejores tiempos de decadencia. Lo son, qué duda cabe; de ahí la importancia que cobran las obras de arte para millones de personas. Cine, teatro, literatura…tal vez sea precisamente en la butaca -al abrigo del otro teatro proclamado por Macbeth, el de la vida, tan efímero y amante del caos – donde hoy se aproxime uno, un poco, a la inmortalidad del ser. Ser-en –el – mundo, digo, o estar a gusto con la propia existencia, pese a lo cotidiano, que no da tregua. Lo trágico se sigue representando fuera, en las calles de cualquier ciudad, con la diferencia que ahora, tanto actores como público se entremezclan y dan otra categoría a la “obra”.

    Y no hay cuidado, seña Lola: también pusieron en boca de Quevedo todos aquellos chistes verdes y maliciosos que se siguen contando en bares, restaurantes de carretera y otros lugares de ocio celtíbero. Él, con lo que fue y que, además, escapó indemne de una emboscada en Italia gracias a su perfecto acento italiano…
    Saludos para ti y para tod@s

  2. Hubo un momento extraordinario para el teatro en los 80-90 con las compañías catalanas que antes he citado y el impulso del Festival internacional de Teatro de Granada. Pero el problema es que aquel teatro experimental, activo, vivo, original e interactuante no tuvo dignos sucesores.
    Como en todas las otras artes, se impuso la mediocridad, pues sin bagaje cultural previo no hay talento que valga.
    Winspector, Quevedo escribía chistes verdes con gracia, no hay color, pero cómo es eso del acento italiano?

  3. Fue durante la Conjuración Veneciana o Conjura de Bédmar (Marqués de) embajador español en la Serenísima República de Venecia, 1618, reinado de Felipe III. Atribuida a intrigas españolas, se incluyó en la Leyenda Negra. Según fuentes venecianas, el origen fue un complot de las autoridades de los dominios españoles en Italia: el Duque de Osuna, virrey de Nápoles –asistido por F Quevedo – el Marqués de Villafranca, gobernador de Milán y el citado embajador, que habrían manipulado a un grupo de mercenarios franceses, hugonotes (protestantes) para provocar tal situación que obligara a intervenir a la flota española destacada en el Adriático. Descubierto el “pastel”, los franceses fueron asesinados en los tumultos y Quevedo pudo escapar disfrazado de mendigo y gracias a su dominio del italiano, sobre todo del dialecto veneciano.
    Sabía jugar bien en el teatro de la vida, ¿no?
    Saludos

  4. Cómo no, su talento se debía al genio natural y su vastísima cultura, eso lo hace el escritor más ingenioso de cuantos se han leído en España, por lo menos. Y por lo más.
    Actúo espectacularmente en la vida, pero las máscaras no iban con él cuando se trataba de defender su país y perdió contra los propios poderosos españoles por expresarse a cara descubierta. Ay, los escritores comprometidos, qué mal acaban todos…
    Grazie mille,Winspector, per farci sapere questo aneddoto sul mio scrittore favorito. Ieri sera hanno dato alla TV, il film “Un franco, quattordici pesete”, e mi sono ricordarta di te. Ancora mi colpisce questa storia, davvero era cosí la Svizzera per gli spagnoli? e se fu stata così perché non imparare da questo esempio e trattiamo meglio agli inmigrati che vengono dal´ Africa. Sarebbe la cosa più giusta. Che ne dici?

  5. Ti dico che veramente dovrebbe essere così, aiutare il prossimo come altre volte ci hanno aiutato a migliorare noi stessi. Ma prima tutto ci vuole entrare in questa idea: che gli altri hanno bisogno d’aiuto e, sopratutto, lasciare perdere la paura e non sentire come nemici ai disperati della vita, anche se mi rendo conto che oggi è molto difficile mettersi nella pelle di qualcuno e tanto meno in quella della magrezza e la povertà.

    Dicho esto, añadiré que la película “Un franco, catorce pesetas” se aproxima bastante a la realidad que vivían los españoles en Suiza. El trato que se daba al trabajador español, normalmente, era correcto; el salario se correspondía con el que cobraba un suizo de igual categoría y las condiciones de vida (laborales y de vivienda) eran buenas, en toda su extensión. Calefacción y agua caliente siempre, cocina, baño…Alquileres de pisos y apartamentos muy asequibles y regulados por ley. Otra cosa era/es ser propietario: son pocos los elegidos. Tampoco se echa de menos la propiedad cuando el alquiler supone el equivalente a la quinceava parte del sueldo…
    Luego estaba todo el entramado sociocultural y los pocos días de sol, contrapuestos al momento histórico que se vivía en España, la luz al final del túnel y todo eso…El regreso soñado al terruño para la mayoría, lugar del que, en realidad, nunca salió y que nunca quiso integrarse en el país de acogida…Ahora toca a rebato. La memoria es débil e injusta en los unos y desconocida en los otros, los más jóvenes, para los que el presupuesto en Educación, visto lo visto, nunca será suficiente. En su defecto, desde todos los ámbitos y por cualquier medio se les transmite miedo, inseguridad y desconfianza hacia el diferente, que no trae papeles en regla y viene a quitarnos lo nuestro. Me pregunto si alguna vez tuvimos algo.
    Un sábado de finales de septiembre del 75, en Ginebra, me encontraba viendo, junto con otros amigos y amigas, un desfile internacional de muestras de varios países, entre ellos España, cuando una turbamulta de chupas de cuero negro y pañuelos rojos al cuello, apareció de pronto y se enfrentó violentamente a los antidisturbios suizos. El motivo: no les dejaban acercarse a la embajada de España, próxima al lugar del desfile, a la que querían prender fuego en represalia por los cinco últimos fusilados del régimen franquista, aquella misma mañana, en Madrid y Barcelona… Para el gobierno suizo, dijo entonces la tele, cualquier embajada extranjera en Suiza sería defendida con todos los medios a su alcance, independientemente del régimen que gobierne en su país.
    Ellos cumplen puntualmente, como sus relojes y sus trenes. Y les va bien así, ¿quién lo duda?

    Buenos días para ti y para tod@s.

  6. Espero que este relato sirva de ejemplo a los defensores de las cuchillas y las pelotas de goma…Suiza nos acoge bien, aunque tambien el dinero inmigrado…

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