El niño gazmoño es un producto propio de la España cañí que se recicla y recupera en tiempos de sequía creativa como los presentes y hunde sus raíces en la posguerra franquista, que es también un tema con tan grandes posibilidades de reciclado como la propia Guerra Civil.
Los precedentes del niño gazmoño son Pablito Calvo, el de “Marcelino, pan y vino” y el muy emblemático Joselito de “Campanera”. Se trata de niños pizpiretos con intensa mirada de gorrión, florido y retórico discurso y habilidades propias de adulto que si conciernen al plano musical desembocan con gran caudal de voz en el terreno de la copla. Un niño gazmoño del Siglo XVIII en Salzburgo podía ser el pequeño Mozart, pero un niño de Beas de Segura en los cuarenta no podía ser sino “El pequeño Ruiseñor”. Prueba de que nuestra herencia biológica y cultural es más poderosa que la austriaca, es que en Salzburgo no ha habido réplicas posteriores del pequeño Mozart, mientras que en nuestra patria el ejemplo del pequeño Ruiseñor ha cundido como es propio en una tierra de conejos. Gracias, sobre todo, al memorable programa de Juan y Medio, quien después de hacer de celestino para parejas de la tercera edad en otro programa no menos memorable, se dedicó a buscar talentos entre la infancia con la consecuencia de llenar su plató de niños y niñas gazmoñas, por lo general, bastante aficionados al folklore. Los unos como dignas miniaturas de Manolo Escobar y las otras agitando la bata de cola con gran tronío y aires de faraonas, arrancando las lágrimas de emoción de sus papás presentes entre el público.
Padres mucho menos emotivos, sin embargo, maldijeron a Juan y Medio y su dichoso programa, cuando sus retoños, deseosos también de probar las mieles de la fama, les arruinaban el tardío despertar de un domingo con el estruendo de sus ensayos generales en el salón, dándole al zapateo y al gorgorito como en un tablao en plena juerga flamenca.
Afortunadamente para muchos progenitores, pasó la fiebre del gazmoño flamenco y si bien pusieron a salvo los muebles del salón, empezaron a abrir frentes de alarma en la cocina, pues el último grito para niños gazmoños lo ha puesto el programa Master Chef Junior y, quien más y quien menos, ya sueña con ser estrella Michelín. Bonito es que el niño te salga creativo, mucho más que tenerlo conectado a la maquinita de turno, pero ay de la cara que se les queda a esos padres cuando entran en la cocina a prepararse la cena y la encuentran estragada por los efectos de una batalla campal. Se les va la olla.
Por lo demás, no sé si encuentro educativos estos programas que obsesionan a los niños con encontrar la fama temprana. El éxito a edades infantiles, a la postre, puede ser bastante traumático. Ahí tenemos el caso del propio Joselito y de nuestra Marisol, niña gazmoña contra su voluntad, cuyo drama representó La Cubana en esa obra de amarga comicidad “Cegada de amor”. Y si nos vamos a lo internacional, siempre podemos recordar a Michael Jackson“, quien pagó su perpetuidad en la infancia con la mala reputación y la propia vida.
El niño prodigio tiene una madurez difícil cuando no imposible como ilustra una de mis películas favoritas de terror “¿Qué fue de Baby Jane?”; un film inquietante que, como saben mis pacientes lectores, siempre cito a colación de los niños estrella que se estrellan.
Por fortuna, parece que no es el caso de los ganadores del concurso Master Chef Junior. Tanto el laureado Mario como la finalista, Ana Luna Navarro, la niña de once años de Benalmádena, apuntan su éxito más que nada como una simple experiencia divertida y en nada determinante para el posterior desarrollo de sus vidas. De lo que se deduce que sus respectivas familias, responsables de su educación y, por tanto, de su madurez, no son esas familias subdesarrolladas de la hambruna que necesitan explotar a la criatura como a un monstruo de feria. Por más que algunos se empeñen, no hemos regresado a la España de “Divinas palabras” o de los misérrimos cuarenta, si bien al poner la tele, a veces, parezca lo contrario. Con sus programas de niños gazmoños y sus espacios de humor que nos devuelven, con sus revival, a los chistes de paletos con las actuaciones estelares de Juanito Navarro, Paco Gandía y Fernando Esteso y su “Bellotero”. “La Ramona es pechugona” ¿de verdad no nos merecemos ya un humor más sutil?
Viendo lo que veo, no comprendo el escaso interés general por la lectura ¿Cómo es que el público en mayoría no deserta del tedioso aparatejo y se pone a leer un libro?
Es falta de costumbre desde hace décadas, ya lo sé, eso explica que haya tan poco niño gazmoño en la literatura e incluso tan poco joven escritor. El premio Nadal, destinado a encontrar jóvenes valores, ha recaído este año también en una mujer madura; si bien una chiquilla comparada con Álvaro Pombo quien recibió el año pasado el mismo galardón. Será que no es aconsejable que una chica de 22 años como Carmen Laforet logre un triunfo literario, visto su trágico destino, pero es que además, hoy por hoy, resulta del todo impensable.
Niños gazmoños
10
Ene
Un libro a leer, menudo reto plantea Ud. Sra. Lola, se ve que es Ud. de un exigente que no veas. Como no sea uno escrito por la Princesa del Pueblo, detallando como o mucho de grande duele su tabique nasal de tanto aspirar y otros berbiloques de tal, no sé, no sé.
Sé de uno que casi le pegan por menos. Lea Ud. un libro Sr. ¿Qué libro?. Cualquiera, aunque sea menudo le irá bien. Me ha injuriado Ud. ¿En qué?.
Saludos.
Pues si no han salido más niños gazmoños no será porque haya faltado presupuesto burbujeante, que el talento cuesta lo suyo conseguirlo en este país, donde existe tantísima demanda de famoseo; pero de primera página y a todo color. ¿Qué gazmoño superaría hoy a Joselito, no ya cantando, sino compartiendo portada en el ABC con los héroes barbudos (entonces eran admirados por el gobierno de Franco) de Cuba, allá por el 59? Aparte que, gracias a sus películas, era el ejemplo a seguir por los niños en el manejo del tirachinas. Y nunca faltaba munición. Era la parte positiva del juego, podías defenderte en igualdad de condiciones, durante todo el día, metido en el lecho de un arroyo. Ahora al juguete se le va la batería constantemente, la recarga es lenta…además de carísimo, es un engorro, ¿dónde está esa sangre corriendo por las venas…? No digo que se peguen costalazos a lo Pedro Gailo, tampoco es eso.
Convegamos que ahora, con casi el doble de habitantes, es mucho más difícil hacerse con un hueco para llegar al estrellato, la competencia es feroz, no solamente a nivel infantil y las estrellas son más bien fugaces, ¿las recordará alguien dentro de cincuenta años, tararearán sus canciones…?
A ver, Lola, no hay que quejarse tanto de la falta de humoristas con fuste. Me da que todavía no has escuchado algún chiste del Arguiñano. Seguro, seguro, que cambiarías de opinión.
Un saludo. También para D Jesús.
Más bien me inclino a pensar que nunca han faltado los niños gazmoños aunque sí es cierto que con tantísimo adulto gazmoño a veces es más difícil identificarlos. ¡Que levante la mano quien sea capaz de dstinguir ( sin consultar el carnet de identidad ni fijarse en la arrugas) un niño gazmoño de un adulto gazmoño!
Soy consciente de que en un blog no hay forma de levantar la mano pero debéis de admitir que es dificil cumplir el requisito para ello.
Ahí me has pillado, Winspector, los chistes de Arguiñano me privan de lo malos que son, pues como sabes por mi entrada de «Inventario de chistes malos», cuanto más malos, más gracia me hacen. Por lo demás, sí, Joselito era un pedazo de artista en referencia a lo de hoy. En referencia a lo de hoy, hasta las canciones de Camilo Sexto resultan geniales y muy profundas. El otro día las estuve escuchando con calma y me dije que, hoy por hoy, sería el campeón de los cantautores.
¿Leerse un libro es difícil?Lo titánico es ver la tele
Y hablando de tele, que fui a una biblioteca hace unas semanas y me puse a ojear la novela de Mara Torres, «La vida imaginaria» y me puse en las 60 páginas del tirón. Es divertida, ocurrente, imaginativa y te la bebes porque embebe. Los prejuicios, cómo no, también los tuve, que no me podía imaginar que una chica tan mona y estrella de los medios escribiese tan bien, con tanta chispa y ya veis. Hay que probar los libros antes de diagnosticarlos. Hay maravillas también incluso entre los comerciales que conjuran el peor de los males, el aburrimiento, y hacen pensar. Mi dieta para el 2014; libros, más libros, más libres. Ellos son mi receta, mi consuelo y lo que más satisfacción me da en la vida. Por eso, no injurio a nadie, no difamo, estoy demasiado ocupada en ser feliz…
Un adulto gazmoño, buena cosa, ejemplos, Manolo, ejemplos…
Lola, no sabría ponerte ejemplos con nombre y apellidos.
Los veo continuamente en televisión, en cualquier concurso de cualquier canal. Tampoco puedo decirte si son famosos o no; pero !vive Dios que están! Están cada vez que hago una pasada por todos los canales del tele para acabar poniendo la radio digital y escuchar música.
También están en los telediarios encabezando algaradas y enfrentándose a los antidisturbios. ¡Pero si da la impresión de que la madera se echa atrás por respeto a las canas! Estos que no corrieron delante de los grises en sus tiempos mozos y ahora, con más de medio siglo de vida, quieren hacer realidad el cuento que le contaron a sus hijos.
Lógicamente, también pudiera ser que yo tuviera equivocado el concepto de gazmoño y no existieran adultos de este tipo.
Creo que entiendo tu ejemplo de adulto gazmoño. Son los que parecen tener soluciones a todo pero no las aplican, porque les va más el ruido que las nueces. Podrían presentar un proyecto serio que votasen los ciudadanos, pero prefieren la algarada, el protagonismo gratuito, el heroísmo de charanga y pandereta; la consigna y la pancarta ¿no es eso?
Necesitamos activistas, pero la acción requiere un pensamiento previo; un proyecto factible. Toc, toc, ¿hay alguien por ahí?
Será buena la intención
referida al pensamiento
previo a las actividades;
mas yo le digo al respecto
sin colarme de rondón,
soslayando veleidades
-tan caras al intelecto-
y si tener que llamarme
Vitigudino Almendrón
que rebuscando la trufa
encontraría un montón
antes que los naturales
activistas de salón
diseñado y con estufa
encuentren algo factible
con que discutir al sol;
Incluso sería posible
sorprender en el lugar
a esos viejos revoltosos
-a buenas horas, chaval-
queriendo salir airosos
en presente y singular
conjugando indicativo
del verbo “comer –pensar”
primera persona, ya digo.
Buenos días a tod@s
Activistas de salón,
militantes de tertulia
le importan poco las trufas,
teniendo a mano un jamón.
Se crecen en los debates
pero fuera del plató
les importa un buen comino
si España se va al balate,
teniendo a mano un jamón
y mojama de Barbate.
Su pose es de escaparate,
su indignación charla hueca
que no vale dos chuletas
y cobran un disparate
por sus gazmoñas charletas.
Es de ley que en esta España,
los guardianes de «la causa»
quienes dicen preocuparse
de los males intestinos,
olviden pronto sus cuitas,
teniendo a mano un jamón
y un plato de langostinos.
Viva la Revolución.
…Y que viva la bagatela!
Comer opíparamente
sin cortarse ni un minuto,
a los ojos de la gente
y jartarse de prosciutto
¿está en su predicamento?
Nos toman por primaveras
ligeros de conocimiento,
manojos de vinagreras
sin el menor aspaviento
y aburridas en el llano;
que ni por esas siquiera
se nos vaya a ir la mano
Y es que si por uno fuera
seguirían jalando jamón
(ahí estaremos de acuerdo)
¡un buen jamón con chorreras!
(inevitable vena del pueblo)
Esa afición al jamón
y a los hoteles de lujo
nos trajo la recesión.
Desde Valencia a Sevilla
mangaron de maravilla
y luego hablaron de crisis
y apretarse el cinturón
había que pagar sus cuentas,
sus viajes al Caribe
y sus gambitas de Huelva.
Desde Valencia a Sevilla,
se hicieron tantos chorizos
que ni la marca Revilla
y nos dejaron en cueros
gastándose los dineros
y nos pusieron de excusa
los asuntos financieros,
que el motivo de la crisis
era cosa de banqueros,
a ellos que lo registren,
que si se llevaron algo
era cosa de despiste
y que la jueza Alaya
era de lo más canalla.
Hicimos Revolución,
apártate so paleto,
no me quites el jamón,
que esto se hace en España
y ninguno va a prisión,
que soy yo también obrero,
manque me guste el dinero
y si mucho me he gastado,
tú bien has cobrado el paro,
cállate bobalicón,
no me toques el jamón,
que lo vas a pagar caro.
Te daré la subvención,
cobrarás tus cuatro duros,
mientras yo me fume un puro
y beba cuatro cubatas,
que vas a meter la pata
y te quedarás sin paro,
sin el ERE ni el bocata.
Tranquilo, proletariado,
que los funcionarios pagan
todo lo que me he gastado,
ponme, niño, otra ración
que la pagan los pringados
y un vino de Barbadillo
y dale a este chiquillo
un bocata de morcón.
A mí me pones jamón
y no seas julandrón,
ponme del que tú ya sabes,
no te vayas de suave
que esto lo controlo yo
y volveré a tener voto,
mientras haya subvención.
Yo me gano al pueblo obrero
con muy poquitos dineros
y volveré a ser patrón,
que donde haya patrón,
se quiten los marineros.
Haré la revolución,
pero ponme ese jamón
que ya tarda demasiado.
Si otras veces ha colado
con el asunto del paro,
ganaremos el sufragio,
ponme el Barbadillo, Eufrasio,
y no olvides el jamón.
Niño, cómete el morcón,
que el asunto está arreglado.
Y viva la Andalucía con su arte y su alegría,
mientras aquí mande yo;
Tu morcón y yo jamón; nadie se muere de hambre.
Ésta es la Revolución.
Desde Valencia a Sevilla,
mangaron de maravilla,
ahora nos piden el voto.
Iros a tomar morcilla!!!
Podríamos decir ya vale…
¿acaso está dicho todo?
Semejantes comensales,
empinadores de codo
no necesitan avales,
-por decir d’aquesto modo-
de olivar ni pegujales
y superan con largueza
los villanos del poema
La Tierra de Alvargonzález
Si allí la maldad se siente
aquí lo es fehaciente;
y podrán largar en verso
metros de Boileau y Tasso
para cateto embeleso
que nunca ve el gazapo
en romería aguardentosa
sin caer, pongo por caso
en la lengua y las rosas
que cantara Gracilaso…
Por no alargar el exabrupto
Que puede acabar en lunfardo
Yo los despido con gusto
Y que les vayan dando…
Un saludo
No tengo madera de poeta y muy poco puedo glosar:
La sociedad está infantilizada (*)
quién la desinfantilizará,
el desinfantilizador que la desenfantilice
… ¡no sé cómo terminar!
(*) También puede hacerse con gazmoñizada, pero la solución parece aun más difícil.
Mis queridos compañeros,
he de dominar primero
la ciencia del acertijo
decir sin adivinar
y decirlo con salero
sin que me venga algun pijo
a sonarme el sonajero,
no entiendo de adivinanzas,
yo voy a lo Sancho Panza
-se me ve pronto el plumero-
que no sé hablar en clave
aunque me llame Clavero.
Sancho Panza y D Quijote
a lomos de Clavileño
en el aire se creyeron
planeando el horizonte
Y así adivinaba Calvero
que volaría Thereza
la musa de Candilejas
cuidándola con esmero.
Aunque no lo quiera usted
Clavero es clave y es clef,
chiave de algún armario
y relación asociativa -¡también!
con aquel monte Calvario…
Pues qué bien