En Alemania, los alojamientos algo alejados del casco urbano, además de más económicos, son también mucho más gratos, pues están rodeados de espacios verdes que son por excelencia lo mejor que puede ofrecer este país.
Los amplios ventanales de la habitación de este hotel en Weimar ofrecen unas magníficas vistas al parque Ilm, que es el verdadero corazón de la ciudad y un punto de partida excelente para iniciar el recorrido por esta ciudad preciada por haber estimulado la creatividad e inspiración de tantos artistas. A las cuatro de la tarde con una temperatura primaveral de veintipocos grados, el parque presenta una estampa bucólica y apacible con el solo sonido de fondo de los balidos de las ovejas que, en rebaño, surcan las suaves laderas que debía divisar el gran duque Carl August desde el mirador de su casa romana que diseñó su fraternal amigo y protegido, Johann Wolfgang Von Goethe, junto con el resto del parque, sirviéndose de las influencias que bebió en su viaje a Italia y de sus recurrentes lecturas de Homero y fue el escenario de los años más dichosos del autor de Fausto, quien vivió en su casa del jardín, a algunos metros al frente, la calma anhelada por su inquieto y tempestuoso espíritu junto a su compañera, Christiane Vulpius, una joven dieciséis años más joven que el poeta, a quien conoció precisamente en un paseo por este mismo parque en un momento que inmortalizó su célebre poema “Encontrado”: “Iba yo por el bosque/ solo con mis pensamientos/ sin buscar lo que sea/ esto era lo que yo sentía./ En la sombra/ vi. una florecita/ resplandeciente como una estrella/ bella como un ojito./ Quería quebrarla/ pero ella delicada me dijo/ ¿Voy a marchitarme quebrada?/ La desenterré con todas sus raíces/ la llevé al jardín de la bonita casa/ y la planté de nuevo en aquel calmo sitio/ y ahora no paran de crecerle brotes/ y sigue floreciendo./
El encuentro con Christiane fue el paso a la madurez de ese joven Goethe siempre empeñado y atormentado por amores con mujeres comprometidas y casadas, trasunto de “Las desventuras del joven Werther”, al sabio polifacético, investigador insaciable de todos los saberes; física, botánica, meteorología y anatomía y etcétera, que fue Fausto, o sea, el propio Goethe junto a su joven Margarita (Christiane), lo que demuestra que su obra, como la de todo artista, no es sino pura autobiografía. La genialidad de un escritor reside en contar la experiencia individual con tal talento de hacerla universal. De ahí la influencia del Werther en la juventud romántica hasta provocar oleadas de suicidios por contagio y la trascendencia de sus ideas impetuosas, imperecederas en la condición del adolescente del siglo que fuere con sus dosis de cursilería, en ocasiones empalagosa y hasta rococó como un repollo con lazos, pero en otras, reveladora de tal sinceridad emotiva y desgarrada que llega a producir una total simpatía: “¡Ay de vosotros los hombres razonables(…) Estáis ahí tan tranquilos, tan impasibles, vosotros los virtuosos reprobáis al borracho, despreciáis al insensato, pasáis de largo como el sacerdote y dais gracias a Dios como los fariseos porque no os ha hecho como a uno de esos. Yo me embriagué más de una vez, mis pasiones rayaron en la locura y ninguna de ambas me pesa: pues he aprendido a comprender en su medida que todos los hombres extraordinarios que han realizado cosas grandiosas, algo que parecía imposible, han sido siempre tildados de locos y borrachos…”
“El hombre que por voluntad de otros, sin seguir sus inclinaciones o su propia necesidad, se consume trabajando por el dinero o por los honores, será siempre un loco”…
Recomiendo al viajero que lea o relea “Werther” sobre la yerba de este parque o, en su defecto, algún drama de Schiller, ilustre habitante de esta ciudad y aliado de Goethe en el clasicismo de Weimar, consolidado y fomentado por las tertulias de los viernes, que organizaba la duquesa Anna Amalia. Y antes o después de darle alimento al espíritu, dárselo también al cuerpo y montarse un picnic que, en estos parajes, es también una experiencia muy romántica.
El casco urbano de Weimar es hermoso, pequeñito y recoleto, pero no merece demasiado las prisas. Como, en el caso de Dresde y casi toda Alemania, fue asolado durante la Segunda Guerra Mundial y lo que vemos allí ahora es pura reconstrucción escénica, levantada sobre lo que hasta hace muy poco eran solares baldíos. Visitar la casa-museo de Goethe en Frauenplan sale por un pico, pero la exposición de reliquias y objetos del escritor es tan amplia que hará las delicias de los devotos del escritor, a quienes aconsejo, pues la visita requiere un par de horas, acudir después a reponerse a una cervecería estupenda que hay enfrente, llamada “Altweimariche”, donde sirven maravillosas salchichas turingias y una cerveza de grifo no menos excelente a precios irrisorios. De la salchicha, alimento estrella en Alemania, no conviene abusar, sin embargo, fuera de esta ocasión. Sus efectos en las siluetas de los germanos, enormes más a lo ancho que a lo largo, desaconsejan su consumo excesivo –visto lo visto, la Merkel es una sílfide-. Podría hacer chistes sobre las salchichas alemanas pero no pienso caer tan bajo, podría seguir hablando de Weimar y el resto de la ruta, pero no me dan las líneas.
Alemania es grande y no cabe en unos cuantos artículos, pero prometo sintetizar y cerrar esta serie con una sorpresa. El próximo viaje será de cuento. Palabra.
Weimar; un destino muy romántico
30
Ago
La cuestión es leerlos, sea en el lugar que sea, que no es fácil tener la oportunidad de hacerlo en tales parajes. Buen viaje y buen retorno.
Estoy de acuerdo, Carmen, pero en su entorno cobran más sentido, se contextualizan. Con respecto a lo de las oportunidades, me ofrezco a dar indicaciones sobre hoteles, vuelos,alquileres de coches, comidas y etcétera, pues, dada la experiencia, ya sé cómo hacer este viaje a un precio mínimo y era mi intención dar esta información a los lectores que estén interesados. Así, que aquí estoy a vuestra disposición para facilitaros cuantos datos os sean de utilidad . Sería un placer para mí, muchas gracias!!!
Capaz sería de resultar más barato un viaje a Alemania que otro por España la tierra de los bárcenas..con la necesidad que tenemos de divisas
Por supuesto, viajar por España es una magnífica opción y, si aún queda alguna región por descubrir, hay que hacerlo. Vale la pena. Se puede compaginar, cómo no…
Lola, se echa de menos una entrada relacionda con tu sección ‘Orgullo malagueño’.A ver si prontito nos dices algo sobre el Málaga CF…
PD:No sabía que a Merkel le gustaba la salchicha turingia
Buena entrada esta al blog, pero iré directamente al grano, Lola. ¿Por qué utilizó usted un pseudónimo en su relato (que luego resultaría ser el ganador) en el certamen Joaquín Lobato 2013?
Ahora la pelota está en su tejado, por cual espero una respuesta en breve.
Sigo con mi orgullo malagueño, de eso no hay duda y espero celebrar en mi sección su próxima victoria que yo creía sería frente al Sevilla. No fue, pero, ay, casi…Que ya tiene mérito con tantos buenos jugadores que se han ido, y, sin embargo, remontaremos, que no nos falta coraje y corazón…ese Málaga!!!
¿Por qué usé pseudónimo? Sencillamente, era lo que se pedía en las bases del concurso para que el fallo fuese objetivo.
Y me vino del cielo, pues pensé en el nombre de un compañero al que tengo gran aprecio, que por su significado cuadraba bien con el protagonista; Jesucristo. “Salvador Cordero” era perfecto ¿no?