¿Habéis conocido alguna vez a un tío normal? Yo no, ni mucho menos. Por eso, os propongo que me habléis de tíos raros o, en caso contrario, de tíos normales, quienes suelen ser más raros todavía. Cuando un tipo me dice, soy un tío normal, me echo a temblar; así suelen empezar su discurso los tíos más raros del mundo. Ya llevo bastantes en mi inventario, pero necesito vuestros testimonios, que seguro son piezas de colección. Vuestra contribución no caerá en saco roto, servirá a un proyecto de tesis que estoy montando con el propósito de desmontar una falacia secular, «todos los tíos son iguales». A lo cual, cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento del género, habrá de responder, «de eso ni mijita, de iguales en absoluto». Hombres y mujeres, desde aquí os convoco en una cita semanal para proclamar al tío más raro en cada edición, según el dictamen inapelable del jurado de Las Malas Lenguas. Juntos haremos historia y lucharemos contra tópicos simplificatorios, enquistados en la conciencia humana. Hablad con libertad y seréis escuchados. Os servirá de terapia y de conjura contra ese tío raro que tanto os dio por saco en su momento o de apología hacia el raro que os descubrió los intringulis de la trasgresión, si bien luego se borró del mapa para normalizarse y decepcionaros, como suele ocurrir, o bien contadme de las rarezas inconfesables de ese individuo que presumía de normal ¿A que ya lo tenéis en mente? Pues atreveos con el resto de la historia. Vuestro relato será útil a este blog y la humanidad. Os lo aseguro.
Vale, como os noto, indecisos, voy a arrancar con un ejemplo que me trajo a colación una amiga, de la que no revelaré su identidad, por si acaso no quisiera. Recordad que un privilegio de internet es mantener el anonimato, lo que os da pie a contar lo que sea sin temor a demasiadas represalias. Pues bien, supe por esta amiga de un tipo que se hacía tarjetas de visita con el oficio que le hubiese gustado ejercer, por ejemplo, «torero» ¿es ésta una rareza insuperable? Seguro que no, ahora os dejo el turno de palabra ¿qué me decís?
Inventario de tíos raros
28
Mar
Tras darme un coñazo soberano mi mujer, me voy a incluir a mí mismo en este grupo de los tíos raros, aunque quiero que conste, que no estoy de acuerdo en absoluto ¿¡El hecho de que no comparta los mismos gustos culinarios que los demás me convierte en un tío raro!? ¿Para gustos los colores, no? ¿¿De verdad es que es tan difícil de entender que prefiera un buen sandwich de manteca de cacahuete mullidito y calentito, antes que un insípido bocadillo de jamón serrano?? Y qué coño, ni el jamón de pata negra, ni la caña de lomo, ni el salchichón ibérico, ni el chorizo de bellota, ni ná de ná…vamos, que hablando en plata, los embutidos me dan asco, grima, merecedores de mis más feroces arcadas…nauseabunda carne fría y muerta de tufos hendiondos…Y que quede bien clarito, que si por mí fuera, en España prohibía la cría de esos repugnantes animales que se alimentan de heces llamados cerdos…A todos esos ganaderos gordinflas los ponía yo a plantar cacahuetes como cabrones…¡Ni tablas de embutidos ni hostias, tablas de exquisitos cacahuetes fritos, tostados y canapés de deliciosa mantequilla de cacahuetes para todos!…¿Raro yo? ¡¡Raros vosotros, que cojones!!
Mi vecina cuando se va de vacaciones me pide que le recoja el periódico que le dejan en el buzón. En muchos casos cuando salgo a primera hora veo el periódico en el buzón. Pero no lo cojo por no volver a subir a casa. Cuando vuelvo un poco más tarde el periódico ha desaparecido y cuando bajo después de comer el periódico vuelve a estar en el buzón. Desconozco si en el trajín del periódico está implicado un tío raro pero la situación algo rarita si que es. A lo peor el raro soy yo que creo que el periódico aparece y desaparece hasta que lo subo a casa.
Ese tío es un crack, lo que se dice un gorrón civilizado. Se lee el periódico de gorra y luego lo coloca en su sitio, sin mayor perjuicio, qué ejemplo de caballero. Como no estamos acostumbradoa a las formas, nos parece raro. Aquí la gente gorronea y no devuelve ni las gracias y así pasa lo que pasa. La gente se acaba cabreando y a la jueza Alaya la traen de cabeza. Más de uno debería aprender de tu vecino; a robar lo justo y con elegancia. Más aún, a devolverlo.
Tienes razón, en cierto modo, Armando, en España nos está sentando mal tanto chorizo, pero, oyes ¿mantequilla de cacahuetes? ¿no es eso lo que desayunan los yanquis en las bases militares de Rota y de Morón?
Los chorizos, aunque sean compatriotas, no me gustan nada, pero los yanquis invasores menos. Ten cuidado con esa rareza, a ver si te pasa lo de Aznar que, por cierto, quedaría divino en este inventario. De sus intimidades estrafalarias ya nos ha hablado su sobrina quien, para la ocasión, se puso en pelotas. La verdad desnuda, que se llama ¿Quién dijo que ese hombre era soso?
De acuerdo. pero no es menos cierto que así no hay que lea las noticias frescas. Salvo el fresco, aunque civilizado.
No es bueno precipitarse. Mi anterior entrada debe de leerse de este modo:
De acuerdo. Pero no es menos cierto que así no hay quien lea las noticias frescas. Salvo el fresco, aunque civilizado.
Por supuesto que se leen noticias frescas, bien fresquita andaba la sobrina de Aznar cuando habló sobre su tío. La fresca soltó frescas de cuidado. Y se quedó tan fresca, hablando del tío la tía. Qué frescura.
¿Aznar? Ese es de los míos. Desde que se hizo colega de Bush, desayuna manteca de cacahuete!
en mi bloque hay una vecina de la que todos nos apenábamos. por lo que contaba su vecina de pared, su marido le zurraba. el caso es que por la calle se les veía siempre muy acaramelados. incluso alguna vecina quiso instigar a las demás para denunciar al maltratador. ahora, después de nuevos datos ya no da pena la vecina maltratada, ahora es la envidia de las demás mujeres. por lo visto el daño o efecto de los gritos lo ocasionaba un instrumento de 25 centimétros.
¿Te parece raro -debo intuir- que tu vecino tenga un instrumento de 25 cm? ¿No es acaso lo normal que tu vecino y todo hijo de vecino tenga un instrumento de iguales centímetros? Y otra cosa, ¿Quién y cómo pudo averiguar el tamaño del instrumento del susodicho vecino?
La historia tiene una trama intrigante, aunque quedan algunos cabos sueltos ¿y?
/ más lejos estoy yo que ud. de ser igualitarista/
/su feminismo es menos dañino que mi machismo/
/al menos algo he aprendido a raíz del tío del instrumento/
/ud., sin duda, debe ser una buena docente/
/por otra, mucho pregunta ud. y solo puedo decirle que en comunidad todo se sabe/
/dicen que lo vieron los maridos de las envidiadas/
/en duchas de agua fría después del partido/
/todos con una válvula de olla exprés por instrumento/
/y él, tiritando y con aquél badajo, aunque lánguido, que ni la campana de la Catedral de Toledo/
/por otra, no me haga ud. ver que el raro soy yo/
/lo común no es 25, más bien 15/
/deduzco que estuvo ud. siempre entre abundancias/
/en lo común andaba yo cuando aún me trataban de don/
/y contento me tenía/
/ahora que ya he perdido el don, los dientes, y aquellas dimensiones de lo común/
/solo me queda mi machismo, y en leyéndole a ud. lo pierdo, que falta no me hace/
No me mueven tamaños fanatismos
ni comulgo con machismo o feminismo,
que esa rancia tarea de los ismos
me huele a demagogia desfasada
y es chiribaina de lo más desprestigiada.
De la historia que me cuenta
yo no atino
a encontrar la rareza del vecino
-sólo eso-
tenga usted en paz el humor
y el instrumento,
que relaja del malaje,
hacer de esa ciencia bricolage.