Según hemos sabido, el Papa, Benedicto XVI, vuelve a poner de moda el latín como lengua de comunicación universal en Twitter, pues se vale de ella para escribir sus tuits, que quedan divinos en el idioma de Virgilio, ya que como apuntan especialistas y académicos, el latín permite dar una mayor información con menos palabras que ninguna otra lengua..
Según Manlio Simonetti, “el latín se adapta muy bien a la síntesis solicitada por las nuevas redes sociales, mucho más que el inglés”, pues resume a tres palabras, frases para las que el idioma anglosajón usa ocho. A este propósito, Roberto Spataro pone un ejemplo que viene al pelo de la actualidad; “the corruption of the best one is horrible” (la corrupción del mejor es horrible) que dicha en latín se acorta ostensiblemente “corruptio optimi pésima”. En resumidas cuentas, si el inglés ha sido el latín del siglo XX, el latín podría ser el inglés del siglo XXI. Lo cual estaría fenomenal, ya que el uso de esta lengua desarrolla la facultad del razonamiento lógico y, en definitiva, el pensamiento. Si la ciudadanía hubiese sabido Latín en lugar de Educación para la Ciudadanía, no se hubiese dejado engañar por los políticos corruptos que le han estafado y, probablemente, tendría más educación. También con los profesores de humanidades que están recibiendo un trato bastante inhumano. Valga el ejemplo del profesor de latín del IES “Reyes Católicos” de Vélez- Málaga que fue golpeado recientemente por el padre de una alumna de segundo de Bachillerato hasta abrirle una herida en la frente que le obligó a ser atendido en urgencias. Y esto porque fue detenido antes de llegar a males mayores, ya que la intención del desaforado paterfamilias era seguir vapuleando al docente hasta las últimas consecuencias. El desencadenante de la cegada violencia paterna fue una nimiedad. El profesor, en cuestión, distaba mucho de ser el terrible protagonista de “La versión Browning”- un profesor de literatura clásica que, por tener aterrorizados a sus alumnos con sus maneras dictatoriales y su trato humillante, recibía de ellos el apodo de Himmler (comandante en jefe de las SS) sólo concebible en los años cincuenta, cuando se escribió el guión- sino un docente, víctima de la desautorización y el desamparo que pintan los nuevos tiempos. No más que una llamada de atención a la alumna por no estar haciendo la tarea en clase, bastó para que la susodicha, montada en cólera, saliese del aula sin permiso a pedir auxilio telefónico a su padre, quien se plantó raudamente en el centro, hecho un toro, para cantarle las cuarenta a ese osado que se había atrevido a intentar que su hija trabajase en clase. “Un mierda”, según lo descalificó antes de enseñarle al enseñante cómo se comporta “un hombre”. Con la ley de los puños; “si me denuncias, te mato”, anunció el energúmeno a su víctima en presencia de su hija para que viese bien quién era su padre. Un acontecimiento demencial, en suma, pero, por desgracia, nada novedoso. El pasado diciembre saltó a las páginas de sucesos, la noticia de que la madre de un alumno del colegio malagueño de “La Goleta,” había irrumpido en el aula donde se encontraba su hijo y, tomando a la profesora “por los pelos”, le había golpeado la cabeza varias veces contra una mesa, en presencia de los treinta alumnos presentes, que recibieron con esta imagen en vivo y en directo, un ejemplo de lo más pedagógico.
Hablo de dos casos recientes, pero me faltaría espacio para relatar los episodios de violencia física – y no digamos, psíquica- que han sufrido muchos profesores a lo largo de estas dos últimas décadas. El desprestigio social de la figura del docente no es algo que se improvise de la noche a la mañana. Han hecho falta largos años, trabajando la desautorización, para que semejante cuadro de salvajismo se dé como moneda común en los presuntos centros educativos. Lo cual redunda en detrimento de los resultados académicos. Ya dijo José Antonio Marina que para mejorar la calidad de la enseñanza en este país no hace falta hacer una gran inversión. Bastaría, por ejemplo, que los profesores pudiesen trabajar en un clima de respeto –o sea, pudiesen trabajar-. Un país que mira hacia el progreso cuida de sus docentes, pues ellos son las herramientas con las que se construye el futuro; los que forman a las nuevas generaciones para que éstas sean los buenos profesionales y políticos necesarios para salir adelante. En países competitivos como Corea del Sur, obsesionados por lograr los mejores resultados académicos, el oficio de profesor recibe veneración social y, en su ejercicio, se puede llegar a ser famoso y hasta millonario. Perseguidos por legiones de fans, estos docentes coreanos viven en mansiones del selecto barrio de Gangnam a las que acceden en mercedes descapotables. Hay que entender que la sociedad invierte una fortuna en ellos por la cuenta que les trae. Y les trae mucha cuenta. Sólo un país suicida atenta contra la dignidad del profesor, entorpece su trabajo y lo conduce a la desmotivación, bajándole el salario y la autoestima. Un país que hace posible que sus profesores sean incluso sometidos a la violencia física, dice mucho de su vocación de ignorancia y de ruina. Hasta cuándo.
P.D: Mis respetos y todo mi apoyo al profesor de Latín agredido del IES «Reyes Católicos» de Vélez-Málaga y, en general, a todos los profesores que ponen en su oficio cada día tanta vocación, esfuerzo y valor en tiempos tan adversos para la enseñanza. Esperemos que la sociedad empiece a valorar la importancia y el sentido de su sacrificio en aras del progreso y el beneficio del país. Ya es hora.
Este tema no se debate suficientemente,no se le da la importancia que merece.Nadie SE ESCANDALIZA suficientemente,incluidos los propios enseñantes,que solo estan acojonaos,¿sera por falta de autoestima…?,ellos forman parte de la sociedad.HABRÍA QUE ABORDARLO CON EFICACIA Y SERIEDAD,ES SUMAMENTE IMPORTANTE
Sin duda, el desprestigio social del profesor se ha normalizado de tal forma que ya ni resulta tema de escándalo. Los profesores mismos, en fin, pueden manifestarse contra las vejaciones como lo hicieron el pasado miércoles, pero necesitan a su vez un mayor amparo en las leyes y la empatía del resto de la sociedad, que se juega mucho no dándoles el espacio y el trato que merecen. Eso elevaría su autoestima y, consecuentemente, los rendimientos académicos y así la esperanza en un país próspero, civilizado y competitivo en el mundo.
Mucho se habla últimamente, por parte de aquellos que detentan el poder en las distintas comunidades autónomas, de ciertas líneas rojas que no deben traspasarse, aludiendo con ello, sobre todo, a emolumentos y partidas presupuestarias, cuando van a la baja, destinadas a gobiernos y altos cargos de la política. Pero existen otras líneas, próximas a los centros educativos – no ya delgadas sino desaparecidas, o sea, imaginarias, pues, las franquearon hace tanto tiempo, que el continuo paso de infractores no deja ver ya frontera alguna – por donde acceden y actúan, con total impunidad, los cada vez más numerosos portadores de las semillas de la violencia que, al decir de Luis Rojas Marcos, se siembran en los niños y niñas durante su etapa infantil.
Del temor a la reprimenda de los padres, a la pérdida total de respeto, tanto a ellos como al propio maestro. Las viñetas son bien explícitas. Y ciertas. Ni tanto ni tan poco, dicen los ecos. Ya estamos. O te pasas o no llegas… Eso es. Tan eterno como el villancico del pueblo o el palíndromo (Anita lava la tina). Leámoslo al revés, letra por letra, y aquí estamos ( y lo que te rondaré) después de cuarenta años. Lo que no se puede alegar es que haya habido falta de tiempo para adecuar la legislación y por ende la Educación, a ese lugar del mundo del que tanto se pavonean algunos de pertenecer, que ya faltaría. O pecar de buenismo y buenrrollito, como si hubiera que ser conmiserativo con algún enemigo, que no sea uno mismo, en este caso.
Cuando Edmundo de Amicis escribió «Cuore», a finales del diecinueve, seguramente nunca pasó por su cabeza que, más de un siglo después, su obra, tan premonitora, se echara de menos. Consejo de un padre a su hijo.
“…Quiere a tu maestro, porque pertenece a la gran familia de cincuenta mil docentes primarios, esparcidos por toda la geografía de Italia, y que son como los padres intelectuales de los millones de chicos que crecen contigo; unos trabajadores no conceptuados merecidamente y mal pagados, que preparan para nuestra patria una generación mejor, más próspera y desarrollada que la presente…”
Un saludo y ánimo a todo el profesorado
Muy bien dicho, Winspector. Los profesores de antaño eran respetados y reverenciados, aunque mal pagados siempre, sin tantos méritos como ahora. Yo conozco en la actualidad, con el salario recortado y el desamparo en contra, pedazo de profesionales con una vocación impresionante -quién sin vocación resiste el panorama de la enseñanza hoy día- que se desviven por sus alumnos a los que llaman y tratan como «sus niños» ¿Y qué reciben a cambio? Humillación, vejación, incomprensión…Sin embargo, siguen ahí; esforzados, sacrificados y hasta mártires. Hay que cuidarlos, como están las cosas, dentro de una década y más dos o tres, va a ser muy difícil encontrar profesionales semejantes.
VOLVEMOS A CHAMPIONS
Precioso partido contra el Mallorca. Volvemos a Champions con todos los honores. Menudos golazos de Isco, Saviola y Monreal. Y digo yo, si hubiesen estado estos tres todos los minutos del partido de la Copa del Rey contra el Barça ¿no hubiésemos ganado o al menos empatado? ¿A que sí?
El Málaga CF, igual que el profesor, merece un respeto por lo que es y representa. Tal vez con esos tres jugadores, a tiempo completo, hubiera puesto la Copa más difícil – sería el primero en hacerlo esta temporada – al Barça. Pero es la vida misma, que no miramos nunca al cielo porque siempre está a la vista. Albiceleste, digo. Saludos.
Cuartos en liga y mirando de frente al Barça. El respeto está ganado. La próxima vez la copa, a por ellos.