El ministro Wert quiere españolizar Cataluña como Unamuno en su día quiso españolizar Europa. Miguel de Unamuno era vasco pero llevaba España en el corazón y en la lengua como otros autores de aquellos lares que ennoblecieron la lengua castellana con sus escritos; un ya ilustre clásico tal que Pío Baroja, el poeta Gabriel Celaya que incluso tituló a uno de sus poemarios más célebres “Cantos íberos” y su coetáneo y también poeta, Blas de Otero, español profundo de Bilbao que dejó bien clara su hispanidad ferviente en su trayectoria vital y los nombres de algunos de sus libros (“En castellano”, “Que trata de España”). Blas de Otero abogó en todo momento por la reconciliación de dos Españas que no lograban entenderse siquiera en español sin sospechar que a la larga, las Españas se fragmentaran en más españillas que, por hablar en diferentes idiomas, hicieron la comunicación más difícil todavía.
La pluralidad lingüística en España es una riqueza para el patrimonio cultural, pero una ruina en el parlamento que ha de contratar traductores que allanen el entendimiento de ciudadanos que, dentro de lo que cabe, podrían entenderse mucho mejor y sin gasto alguno en la lengua común que todos conocen; el español. No es cuestión de despótico centralismo sino de lógica aplastante y economía. Es evidente que gallegos, vascos y catalanes tienen una competencia del castellano más que media, pues se valen de esta lengua, normalmente, cuando escriben un libro, tanto más podrían hacerlo a un nivel no tan elevado. Incluso el que fue abertzale entre los abertzales, Arnaldo Otegi, se ha hecho abanderado de tal causa y ha escrito sus memorias en castellano, defendiendo que es la lengua más hablada en el País Vasco, lo cual ha despertado recelos y antipatías en las filas de Bildu, los neo-independentistas de los que se dice que, reflejados en el ejemplo de Artur Mas, pedirán a su vez la autodeterminación para Euskadi. Como se dijo antes de Bildu, cuando la amenaza separatista era Otegi. Cada vez que hay gobiernos populares, arrecian los nacionalismos y se habla de la desintegración de España. Será que ante este tipo de conflictos, hace falta tener más mano izquierda, pues está claro que con el PP no hay empatía. Los gobiernos populares tienden más a la confrontación que a la conciliación y son amigos de meter a todos los vascos y catalanes en el mismo saco, presentándolos como arrogantes y prepotentes para envalentonamiento cabritudo de los que sí lo son y así salen de sus fueros y casi de los nuestros. Si el ministro de educación, José Ignacio Wert, dice que hay que reestablecer la educación en castellano para españolizar a los niños catalanes, Duran i Lleida responde que para chulo él y que lo que hay que hacer no es españolizar a Cataluña sino catalanizar a España, jugando de nuevo con la frase del pobre Unamuno que estaría tirándose de los pelos si asistiese a tanto despropósito. Si bien, por estas tierras del sur, ya hemos sabido de la susodicha catalinización por experiencia. Los padres y más los abuelos de estos niños andaluces que, según Artur Mas, hablan mal el castellano, aprendieron perfectamente el catalán cuando emigraron allí a trabajar a destajo, contribuyendo así a levantar esa tierra hoy tan próspera.
Bien catalanizados, dejaron de ser, por un tiempo, ese tipo de pueblo perezoso que vive del subsidio. Menos mal.
Pero, por este camino, caemos en el error de malditizar a todos los catalanes, dejándonos llevar por la imagen antipática que de ellos suele difundir el gobierno. Cataluña no es Mas, aunque haya sido el más votado. Más votos tuvo Rajoy y ya no representa la voluntad del pueblo soberano. Menos aún, su ministro Wert, tan impopular en las aulas catalanas como en las del resto de España, esta semana vacías por la huelga en contra de los recortes en Educación.
Sembrado, como siempre, nuestro ministro ha dicho que esta huelga ha sido convocada por la extrema izquierda. Tal vez dando a entender que a la derecha, digamos la tradicional y con dinero, le puede interesar incluso que la educación pública se degrade al máximo, ya que así sus hijos a los que pueden costearle colegios privados sin necesidad de becas ni masificación en las aulas no sufrirán la competencia de otros alumnos que provengan de familias con menor poder adquisitivo, de modo que la “lucha de clases” se salde a favor de los de siempre.
En la misma línea que las otras medidas que ha adoptado el gobierno, el empeoramiento de la enseñanza pública contribuye a crear abismos entre ricos y pobres, eliminando la otrora mayoritaria clase media que peor preparada, tendrá menos armas para labrarse un futuro.
Es lógico que los alumnos catalanes no quieran españolizarse, pintando España tal porvenir
Saca la lengua
19
Oct
En España, al fin y al cabo (y por fortuna, diría yo) estamos hechos de “recortes de leches” como despectivamente se llamó siempre desde la Europa romana a los yankees, esa mezcla de baja estofa compuesta por chusma calvinista, protestante, luterana y lo peor de los católicos…¿Por qué sin embargo, los españoles, ¡mediterráneos! nos empeñamos en parecernos, cada vez más y pese a la nefasta historia vivida durante la SGM, a lo peor de los europeos…? En Euskadi pueden estar muy orgullosos de su lengua, pero ni se te ocurra comentarles la cantidad de préstamos que contiene, provenientes del bereber o que sus antepasados sirvieron como mercenarios en el ejército cartaginés, en tiempos de Aníbal. Entonces se acaba el mito y te la juegas. Pues que sigan despanochando maiz bajo la complaciente mirada del párroco. Precisamente ahora, cuando arrecia la crisis también en Educación, los nacionalistas y sus “claqueurs” se me ponen de un cursi subido. Por contra, en España y desde tiempos finiseculares, la palabra patria es un sentimiento sencillo y popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros – tal que ahora – estos señoritos la invocan y la venden; el pueblo la compra con sus sangre y no la mienta siquiera. A la patria. En esta tesitura, por experiencia, prefiero l@s apátridas.
Un saludo para ti y para todos.
El nacionalismo ha arrasdo en las elecciones de Euskadi. Si se suman escaños de PNV y Bildu, el resultado es bastante elocuente ¿habrá que alarmarse o…?
Y, en fin, ¿Animará esto más a Cataluña en su proceso de autodeterminación? ¿Qué me decís?
Tienes razón, Winspector, por desinformación e incultura, se considera que el patriotismo es sinónimo de derechas, pero ahí está el susodicho Blas de Otero o Antonio Machado y Miguel Hernández, patriotas hasta la médula y de izquierda más que profunda ¿o no?
En realidad no es que sea tan así de medular o de profunda, que en el infinito lo recto y lo curvo, derecha e izquierda españolas, se igualan y el propio Machado la llamó “zurda”. No es lo mismo gritar viva España, que viva EsPaña, apretando, descargando toda la energía, rabiosamente, sobre la implosiva. Suele dañar el oído y lo que segundos antes era un mare serenitatis, deviene tenebroso, como el mar de Camoens, que es también el nuestro. Y si de ahí emerge la figura del Punset, con lengua de alien, pies para qué os quiero. Pero, ¿hacia dónde me dirijo? El futuro siempre se dijo que “está ahí”. Me lo demuestren. Más que nunca hay que esforzarse en su búsqueda y no basta con sentirse libre o considerarse individuo, cuando esto aún pertenece a la utopía y ésta a la inteligencia. Queda lejos, pues, en tanto existan políticos y políticas cerriles que no educan, adoctrinan. Los intereses, sobre todo económicos, son grandes y pocos los escrúpulos. Nada importará. “¡Hay que vivir!”, es el grito de los hombres, cuando se disponen a matarse, dijo/dice Juan de Mairena.
Y no era precisamente esto. Ya hay que ser brutos.
Un saludo para tod@s
Sin padres de la patria ni patriotas ni patria misma, el presente ya es un desconcierto padre, qué decir del futuro ¿será utopía?. A España no la va a conocer ni la madre que la parió, dijo aquel (parece que no se equivocaba en su profecía.) En tanto, Punset receta optimismo a la población. Y, cómo médico del alma, se forra y nos saca la lengua dicharachera. Qué tiempos prósperos para predicadores, psicólogos y psiquiatras…y qué pésimos para pedagogos sabios como Juan de Mairena.
Bravo, Winspector.