Si un tiempo preocupó que hubiese vida en Marte, ahora lo que preocupa es que no la haya. Es lógico, necesitamos caras nuevas. Ya estamos hartos de ver la jeta de la Merkel y, últimamente, la de Sánchez Gordillo sobre cuyas actuaciones se han hecho eco los periódicos de todo el planeta, agradecidos sus columnistas, en el fondo, al estrafalario personaje que da alguna vidilla para escribir en los diarios agostados de noticias. Que, en cierto modo, el mundo esté pendiente del pintoresco atraco de Gordillo a un Mercadona, nos da la medida de lo sedientos que andamos todos de novedades al punto de desear desesperadamente que otros mundos sean posibles. En nuestro viejo planeta, la historia no hace más que repetirse y las noticias de un día parecen ser iguales o a las del día anterior, a las de hace una semana o incluso a las del año pasado. Hasta se diría que las masacres humanas en guerras y revueltas, los incendios estivales y los accidentes de tráfico son imágenes de archivo. Tal vez si resucitase Galileo, habría de diagnosticar que la tierra hace un rato dejó de moverse. La paralización de la creatividad es un síntoma bastante elocuente. Cualquier tema musical que se pone de moda es idéntico a otro anterior también casi copiado de otro más remoto y lo mismo podría afirmarse en el terreno de la literatura, el cine y la pintura. Salvo rosas excepciones, parecería que la mayoría de los libros, películas y cuadros se fabriquen en cadena con los mismos moldes. Unos moldes ya muy añejos en todo caso. La inspiración parece haberse agotado de recursos y ha dejado de motivar la evasión en el tiempo y en el espacio. De tan escrutados, los misterios del pasado han perdido el misterio y, a estas alturas, los intríngulis de los templarios o los faraones resultan cansinos, por otra parte, la globalización ha acabado con el exotismo, de modo que parezca que no haya ciudad recóndita que no tenga calles céntricas iguales a las de cualquier otra, con su Zara, su Mango, su Calzedonia y su McDonald´s. Más temprano que tarde, todos los lugares terminan siendo lugares comunes y no hay más remedio que buscar otros espacios más allá de este planeta consumido y pavisoso y lanzarse a la aventura espacial donde sí hay espacio para rato.
De momento, nos hemos ilusionado con Marte a donde ha llegado el Curiosity con la esperanza de encontrar allí lo que en otro tiempo tanto se temió; criaturas vivientes, o sea, marcianos. Esa amenaza invasora para los terrícolas que, según pronosticaban en los ochenta, llegarían de un momento a otro, en masa, si bien ya habían enviado a algunos de ellos en avanzadilla. Aunque dichos amenazantes extraterrestres podían venir de cualquier planeta, solían recibir el nombre genérico de “marcianos” y presumírsele un aspecto que, por lo irrisorio, no cuadraba con la mala ostia que se les suponía ni con la inteligencia superior al humano que los hacía tan peligrosos supuestamente, ya que se los dibujaba con la silueta de un insecto cual híbrido entre mosquito y saltamontes, la piel verde y la nariz y las orejas a modo de trompetillas. Unos bichejos, en suma, de lo más simpáticos que se dedicaban a aterrizar en sembrados, dirigiendo la operación con agudas voces electrónicas, como sólo pueda imaginarse uno que hable un insecto espacial y futurista. Viajaban en ovnis (objeto volador no identificado) y, como dije, solían aterrizar en sembrados y carreteras a altas horas de la madrugada, según luego contaban los camioneros y campesinos en los programas de Jiménez del Oso para desazón de los televidentes que lo mismo se pasaban la noche en vela con la mirada pegada a la ventana, no fuera que el hiopuchi del marciano entrase por allí a liarla. Por otra parte, esa costumbre que tenían los extraterrestres de aterrizar en los sembrados bien entrada la noche resultaba lógica, pues era el escenario natural de los prodigios. En los campos españoles de los ochenta, era bastante típico divisar lo mismo un ovni que a la propia Virgen en lo alto de un olivar, si no, que se lo digan a Pitita Ridruejo. Lo segundo maravillaba, lo primero preocupaba pues representaba el aviso de esa nueva era galáctica en la que, sometidos a los extraterrestres, asumiríamos las costumbres de los invasores, sustituyendo el pisito por la nave espacial, el pantalón de campana por las mallas plateadas y la tortilla de patatas por las píldoras vitamínicas, lo que, sin duda, ocurriría sobre el año 2.000.
Andando ya por el 2012, sabemos que aquellos temores fueron del todo infundados, pues, en lugar de un viaje al futuro, hemos regresado al pasado. Nada más hay que ver la estampa del revolucionario Sánchez Gordillo a las puertas del súper, las familias volviendo al veraneo en el pueblo o al de sombrilla y fiambreras en la playa y quizás pronto pagando con pesetas. Nuestro 2.000 se parece más a un episodio del “Cuéntame” que a una entrega de “La Guerra de las Galaxias”. De los marcianos, en tanto, ni sombra. En ese secarral que pinta el planeta rojo, como mucho encuentran un ciempiés y alguna lagartija. Para mí que ya no nos invaden.
En Marte no hay bicho viviente
16
Ago
Si hay vida en Marte, no importa mucho, lo que preocupa es que la habrá el martes, el próximo, con la reanudación de la labor laborandi al servicio de los levantamientos económicos, que no son muy diferentes a los del 36, lo que les diferencia es el refinamiento pero no los fusilamientos virtuales por la metralla hipotecaría, las flexibilizaciones en el empleo y otras lindezas operativas para alcanzar los santos números de la macroeconomía, según justifican sus hacedores. De seguir así la cosa, no extrañaría que dedicaran Marte a la condición de refugio de desahuciados terrestres, una última estación de apilamiento, un gueto en el firmamento. Tullidos, malheridos, hambrientos, caquécticos, poetas sin editorial, pintores sin marchante, etcétera, etcétera, dominarían las desérticas posadas de Marte. Una nueva modalidad de deportación de trasterrados, bajo la competencia política de ministros del Espacio, una nueva cartera para más gasto y un mismo gesto, el de la exclusión. Marte, planeta exclusa, planeta inclusa, predio para éxpositos. Marte, vertedero del humus terreno.
Hagan juego, señores,
hagan juego.
Si en Marte no encuentran vida,
de infames la llenaremos.
Anteayer mismo pensaba uno que lanzar cohetes al espacio exterior se asemejaba mucho a la(s) batalla(s) de Covadonga, cuando los arqueros y demás tropa musulmana caían, víctimas de sus propias flechas, tras dispararlas demasiado verticalmente hacia lo alto. El caso es que casi todos los artefactos espaciales, fabricados por el hombre, enteros o sus restos, acaban pegándosela en el océano, el desierto…por ahora. Un peligro que va en aumento, al unísono con la demografía.
Quedan lejos, es verdad, aquellos relatos de conductores cuyos vehículos eran perseguidos de noche, con ahínco, por un par de luces muy brillantes, a una altura indeterminada y cuando más animados estaban, zas, allá que se les perdían zigzagueando y a la velocidad… de la luz, claro. O aquellas primeras páginas que los diarios de Málaga dedicaron, hace más de treinta años, a la invasión de Ovnis sobre el cielo de La Palma -Palmilla y la gente agolpada en las terrazas – miles de ojos no pueden equivocarse, señoras y señores – Kodak (en color, eh) en ristre, esperando ese encuentro en la tercera fase…Pero nada, que si entre las nubes, que si la luna, que tira rápido pallá que llevo tropecientos años en la noche y todavía no he visto un Ovni…La repera.
Antes que al ayer, intentaremos estar en forma para hacer ese viaje al pasado…mañana. Por si suena la flauta en Marte o aledaños y que lo podamos ver.
Porque, en verdad, ya suena asaz retro Salvatore Adamo:
http://www.youtube.com/watch?v=PkNzz74A0lU
Saludos y aguante la feria
¿Ovnis en La Palmilla? Jolín, hasta cierto punto es lógico. Desde el balcón del pobre, siempre se espera la llegada de un prodigio, quién aguanta si no. Hace unos meses, vi las ventanas de La Palmilla llenas de banderas españolas y tuve un sentimiento de ternura. La esperanza en un triunfo histórico, aunque no vaya a cambiar mucho sus vidas, las hace más llevaderas. Sin ilusión, para qué…
Ahora que todos vamos por ser pobres no está mal que tengamos puesta la vista en el cielo, de donde siempre se ha supuesto que vendrá la solución. El planeta para colmo es rojo, lo mismo nos da buena estrella.
Bonita canción. Los lunáticos ayer, hoy y también mañana, siempre estamos en la luna.
Ehh, claro que sí, Lola: «de cuantos van a la luna /de cuantos caen de ella…»; el pomar de Melibea y el «buque de boj»(peine) surcando sus cabellos «au clair de lune…» Ah, ese papillon de la jeunesse…
Estupendo artículo, tan fresco como bien escrito, de un género que me encanta.
Muchas gracias, apañado!!!
«Curiosity» es el nombre de la nave expedicionaria en Marte. Y lo que es curioso es que haya gente que no está por pensar que hay que unirse para levantar este país. Señores, los funcionarios tienen que pensar que hay muchos españoles que han perdido el empleo. Se quejan de que han perdido días de vacaciones, por ejemplo, y lo que debería de tener el cuenta el señor Vert y el señor Beteta es la incongruencia de que el personal que trabaja en Educación se vaya a primeros de julio y no regrese hasta primeros de septiembre. Algo tienen que hacer para dar ejemplo, yo propongo que estén obligados a acudir a las escuelas e institutos durante todo el mes de julio, fichando con el ordenador la entrada y la salida, y dedicando ese tiempo a cuestiones varias, como preparar temario, organizar actividades, etc. Lo que no hay derecho es que si los días de vacaciones son 22, el personal que trabaja en educación debe de disfrutar de ese tiempo y punto. Este asunto ha pasado de largo y debería tener un tratamiento específico para que no haya agravios.
Lola, dices, entre otras:
……..La paralización de la creatividad es un síntoma bastante elocuente. Cualquier tema musical que se pone de moda es idéntico a otro anterior también casi copiado de otro más remoto y lo mismo podría afirmarse en el terreno de la literatura, el cine y la pintura. Salvo rosas excepciones, parecería que la mayoría de los libros, películas y cuadros se fabriquen en cadena con los mismos moldes. Unos moldes ya muy añejos en todo caso. La inspiración parece haberse agotado de recursos y ha dejado de motivar la evasión en el tiempo y en el espacio. De tan escrutados, los misterios del pasado han perdido el misterio y, a estas alturas, los intríngulis de los templarios o los faraones resultan cansinos, por otra parte, la globalización ha acabado con el exotismo………
Buen artículo, Lola, aunque no estoy muy de acuerdo en todo. Luego está el arte, para distinguir al genio respecto de los corrientes mortales. Lo que pasa, creo, es que todos nos ponemos a hacer arte, y en estas sociedades desarrolladas/baladoras/consumistas, se vende todo por nuestra ansia de consumo; parece que nos quema el dinero en el bolsillo, hasta el que no tenemos. Y como se vende se hace para venderlo, y me parece muy bien, que conste. Hasta el alfarero que hace botijos los vende como arte. Para nuestro consuelo el genio queda, sin lugar a dudas.
Y de la literatura, aquí sí que es difícil opinar. Para mí que cada cuál que escribe deja algo nuevo y distinto, y no hablo del fondo sino del cómo cuenta. Quizá el fondo esté todo contado, hasta lo que ni se inventó. En el cómo se cuenta, se tendrá más o menos arte, pero nunca éste es de contenido vacío. Eso, solo opiniones.
Bueno, la verdad es que ni idea de qué tiene que ver Marte con las vacaciones de los profesores, pero se ve que el tema a usted le precupa ¿Es usted profesor o…?
No, yo no creo que todos hagamos arte, eso es privilegio de unos pocos, los artistas, cada vez menos, que están asistidos por el talento y la imaginación, los demás son artesanos y trabajan en serie y con moldes, lo cual es respetable pero es oficio, no arte…