Hay palabras que cambian de sentido y otras que no; sin duda, porque hay palabras que tienen más sentido que otras. El significado de la palabra amor nunca ha cambiado. Desde el principio de los tiempos, todos sabemos qué significa exactamente amor, si bien algunos desdichados se limitan a intuir sólo la teoría del concepto y no la práctica que justifica la vida de todo ser humano y, en general, de cada criatura. El amor, en cualquiera de sus facetas nos engrandece; amor al arte, a la naturaleza, a los padres, a los hijos, a los amigos y hasta a las mascotas que, por demás, nos rinden cariño incondicional sin apenas exigencias a cambio, pero, de todos los amores, digámoslo, no hay ninguno tan perfecto ni satisfactorio como el amor de pareja, que nos complementa, nos equilibra, nos sube las endorfinas, la autoestima y nos hace crecernos en las dificultades. Este amor que, desde el albor de las civilizaciones, ha podido darse entre personas del mismo o diferente sexo, nunca ha cambiado de significado; su sentido no es alterable, porque es eterno y así lo han reconocido una gran mayoría de hispanohablantes que la proclamaron la palabra más bella del idioma español –desde las enseñanzas de mi profesor Mondéjar, yo considero nuestra lengua, española más que castellana-. Otra cosa es la palabra matrimonio que intenta conciliar amor con burocracia; dos términos que casan tan mal que terminan a veces siendo incompatibles. “Hay que estar enamorado siempre, por eso no hay que casarse nunca”, decía Oscar Wilde. El amor no debería seguir más leyes que las suyas propias, las que llevan al cisne a reconocer su pareja por un simple instinto de fidelidad que no haya de poner letra de obligatoriedad en los papeles. El amor por natura, debería ser placer y nunca deber, en todo caso. Por eso, mientras la palabra amor permanece inmutable en los siglos, la palabra matrimonio envejece mal y se cuestiona, tal vez por estar mal planteada desde su etimología, de la que hubimos de hacer interpretaciones malévolas en la coyuntura de los noventa. El matrimonio, en aquella década prodigiosa, en la cual la mujer ya podía sobrevivir por sus propios medios, se conocía como “mono de madre”. El mono de ser madre que soliviantaba a algunas treintañeras de la época, por el cual mujeres independientes y hasta pudientes se apareaban con el primero que pasase por allí con tal de tener hijos dentro de la normalidad legal. Luego llegó la moda del hogar monoparental, bastante efímera y, a priori, mal vista en un país de costumbres aún más africanas que europeas –para qué engañarnos-.
Nos persigue la etimología literal de matrimonio, “oficio de madre”, que ni ayer ni hoy se ajustó a nuestras realidades. Para empezar, se trata de una palabra sexista, ya que elimina el oficio de padre, tan vital en la coyunda y desprestigia a aquellas uniones de hombre y mujer que deciden no procrear –un derecho legítimo, a mi juicio- o esas otras que, por agravio de la naturaleza, son incapaces de fecundar ¿Se podría decir de un matrimonio estéril que no lo es?
En suma, quizás tanto como de un matrimonio homosexual, del que se presume la imposibilidad de descendencia. Y, sin embargo, son ellos, los homosexuales, los más obsesionados por tener hijos, llegado el trámite del matrimonio. Las lesbianas procurándose una inseminación artificial a toda costa y los gays contratando un vientre de alquiler a todo coste, como reflejaba la película francesa, “Como los demás”. No obstante, el PP parece empeñado en tachar esta realidad de incongruente como si el matrimonio de homosexuales fuese una unión de gente de izquierdas, ajena a sus simpatizantes, lo cual queda del todo desmentido si observamos ese impagable documento gráfico en el que se puede contemplar al entonces Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, después de oficiar la boda de dos militantes populares, Manuel Ródenas y Javier Gómez. La homosexualidad no es un signo ideológico sino otra faceta amorosa tan antigua como la mitología griega y la Biblia, y, sin embargo, difícil de encajar en la palabra matrimonio que, más que antigua, nació ya vieja. La solución al problema tal vez no sería intentar cuadrar las nuevas realidades, bodas gays, en un concepto tan caduco, dentro del cual cabe tan poca cosa y renovar la dichosa palabreja a favor de otra en la que podamos entrar todos de un modo menos dificultoso que un camello por el ojo de una aguja. Está claro que si la palabra matrimonio cambia tanto de sentido es porque no tiene demasiado sentido en sí misma, más allá de los dolores de cabeza que causa a la RAE y las disensiones que provoca entre los ciudadanos.
Teniendo en cuenta lo pronto y lo mal que suelen acabar los matrimonios en estos días, quizá lo mejor sería volver al sentido primigenio de la palabra amor que no descarta a nadie. Antes que casarse los unos contra los otros, sería preferible optar por el amor omnímodo.
Ya que ahora somos pobres y con escasos bienes gananciales que negociar, nos podremos permitir el lujo, al menos, de ser románticos.
P.D: Os iba a dedicar el vídeo de youtube de la canción muy ilustrativa de Los Inhumanos «Te casaste, la cagaste», pero no me lo dejan subir. Buscadlo vosotros mismos, mejor el de dibujitos. Os gustará.
Por cierto, que mañana actúa aquí Rosendo, el poeta de Carabanchel con Siniestro total. No me lo pierdo, no me lo pierdo y no me lo pierdo.
broma:matrimoniofortaleza.los de dentro quieren salir.los de fuera suspiran por entrar.amor como intensísimo estupidificante.malcasados/as(aquí sí que sí).quevedo,lope,gracián,don miguel(los tres.cervantes,unamuno,hernández).maldito entendido como salida profesional.
cada vez que hay algo buenobuenobueno estoy fuera:hijos de compañeros de vidas anteriores que ignoran ejemplos paternos y se casan.algunos reinciden.rosendo insiste en dar caña.amén.qué cosas:lo eterno cotidiano
Una sugerencia para mis queridas amigas feministas; el matrimonio, oficio de mujeres, pone a las mujeres a parir y, por contra, el patrimonio, oficio de hombres, pone a los varones a ganar. De estas cosas se pudo haber discernido largo y tendido en la era aurea de Bibiana Aido, cuando se hablaba más de género que de números. Qué tiempos aquellos, cuando, en lugar de crisis, resultaba haber recesión; palabras menores…
Ciudadana Clavero, observo en su letra una veta romántica inteligente, es decir, de quien ha optado por la felicidad de las teorías que no se llevan a la práctica para no devaluarlas, garantizada la especulación permanente y dándose el resultado que de antemano garantizan los teoremas irrefutables por ser axiomas que no se demuestran para mantenerse siempre aupadas las teorías… Oh, hacer de lo profano sacro, argucia pingüe.
Pero sucede que la realidad se desvincula de las teorías, comúnmente, y desmintiéndolas. El amor no es ciego; si fuera ciego, sería amor, entiéndame, querida ciudadana. La vista, como sentido, trastrueca la plástica corporal en fatualidad amorosa, y decimos amor a este change perceptivo. Si fuéramos ciegos, el amor tendría menos alteraciones traductivas, sería amor verdadero y no una especialidad de la psicofísica o de un glaucoma tensionado, entiéndame, ciudadana Clavero.
Por ello, dividir y reorientar la cuestión a un tema de género es un error, así como oponer matrimonio a patrimonio, o derivar el amor a un asunto de placer hedónico, o pensar que las cosas son dúctiles por sí y que los susodichos pacientes han de de dejarse llevar por sus viales…No lo creo, ciudadana Clavero, en el amor también hay deber, que es el que lo mantiene. El matrimonio no acaba con el amor; es el amor el que pone fin al matrimonio, porque la teoría de ilimitar el placer conyugal no se aguanta a sí misma, y si no hay deber, todo al garete. Lo demás, es cine de verano. Oh, su teoría del placer. Pero el tiempo envejece deprisa, que diría Tabucci, y, claro, si no hay deber, la torre se cae. La pareja no es sólo placer, sino estabilidad emocional, una función casi balsámica contra las inestabilidades vitales. Si el amor es todo lo que es feria, la sociedad de perdenciales está garantizada.
En fin, ciudadana Clavero…los deberes, siempre los deberes, ahí creo que está la clave.
Da usted muchos rodeos y me pierdo con los vericuetos, si bien concluyo que quiere decir usted que no tengo razón y que idealizo los conceptos. ¿El amor es deber? Yo digo que no, pues, cuando uno está enamorado hace lo que debe, sin plantearse nunca que ello sea un deber. Mal asunto, que lo que tenga que hacer cualquiera por su pareja, haya de planteárselo como obligación. Eso me suena a matrimonio.
Por cierto ¿Quién es Tabucci? Yo conozco a Antonio Tabucchi que escribió «Sostiene Pereira», pero de Tabucci, ni flores…¿Me orienta usted?
Ciudadana Clavero, yo no sé italiano como usted, mas ya sabía usted que era errata omisiva la ingesta de la hache, mas debía usted habilitarse la garambaina, porque así «Lola sostine».
Non capisco un´acca
Ma, come mai non capisci un cavolo, Lola…? Non deludermi anche tu. Bè, sono sicuro che lo fai aposta.
Sea en clase o en casa, en la paz y en la guerra, los deberes, siempre los deberes. Que la familia y la patria no son sino contracciones del todo universal.
“…Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes,
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba…”
Me queda una pequeña duda: si tanto jueces como alcaldes ofician bodas paralelas, las demás ¿serán paralistas?
No sé, no sé, esto me trae un poco de cabeza.
Saludos para tod@s.
ezte hombre o muliera va resultar un deyaví de esos que le dicen.ya están aquí los fantasmas que lo cantaba moncho alpuente.siempre vuelven.wins impagable.no evoca vivencia íntima pero creo intuir mucho fascio en el poema.o sea,inmarcesible.signifique eso lo que la rae diga.
Este blog de la ciudadana Clavero, se caracteriza, pienso, por un factor indibutado, cual es la hermeneusis errónea algo generalizada, especialmente de la propia ciudadana Clavero. Vaya lectura que han hecho de la palabra deber. Ateo y sin carnet de ninguna militancia mi concepto del deber no es orgánico ni moralista. Me refería al deber hacer ciertas renuncias en favor del otro que tienen al lado.
renuncio total.obediencia ciega.es por las buenas y esto es un infierno.pídele a dios que sea bajo.mañana terral.se ponen las cabecitas
Ho detto, Winpector, che non capivo un´acca, proprio un´acca e non altrimenti un cazzo, cercando di fugire a questa parolaccia e facendo sapere il doppio senso, dato che quest´acca mancava al cognome di Tabucci.
Los deberes me son antipáticos desde el colegio y resultan ahora una consigna, como eso de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades; por qué nosotros, míseros, oh infelices, víctimas de corruptelas políticas y bancos ladrones, tenemos que responsabilizarnos de sus delitos. A la porra los deberes, a la porra la culpa judeocristiana; nos estafan y encima nos intentan adoctrinar para que nos hagamos cargo de sus propios desmanes.
Ni el terral ni las medusas ni estos rufianes nos dejan disfrutar del verano ¿Se os ocurre qué hacer?
Intuyes bien, José Antonio. Siglo tras siglo, de la invasión napoleónica de España al fascismo italiano, el santo deber / ley omnipresente: “La legge nostra è schiavitù d’amore, il nostro motto è libertà e dovere…” . Y miratú, qué pinta tienen amor y libertad, ahí arrebujados entre siglos de inmarcesibles e ínclitas razas ubérrimas…
Di que sí, Lola. Que se vayan tod@s a tomar el viento a la farola, que dicen en Palanquia. Puestos a hacer algo, haremos un poemilla, ahora que no hay medusas y el terral anda capitidisminuido.
Es ficticio dar sentido al deber
igual que dar sentido al haber,
conceptos ambos impresos
en las libretas de ensueño;
voluble y mutante, el amor
en la fase del deber,
así el dinero en el banco
en aquella del tener.
El uno sería el azor
de la Chanson de Roland,
el otro rampante águila
que lo había de destrozar.
De las cosas, el nombre exacto
es difícil de encontrar,
si no es en la poesía
donde, seguro, estarán
el sentido del amor
y el sentido de la vida.
Saludos
AEROFAGIA O TOMAR VIENTO
Apostar contra deberes y guiarse por placer,
¿a quién no le gusta hacer?
Que el amor no está en el banco
ni la banca es amorosa, lo saben
hasta las rosas.
(De la rosa, el nombre exacto
no es difícil de encontrar,
pues no la toques ya más).
No es deber prevaricar
o arremeter contra un eros
y afrodita que en su celo
se dejaran de llevar.
Cuántos reclaman placeres
con la boca distendida
y las vocales abiertas,
que al darse la media vuelta
como si fuera una tuerca
(dura, metálica, hermética)
se aplican sólo a deberes?
Palabras, sólo palabras…
congreso de los diputados.realidad.pragmatismo.verdades de puntillas.autocrítica luego.lo nuevo y lo viejo. españa.tiempo para la razón.razones tengo y no me entiendo.la europa de los tenderos va a cuadrar los balances.tiempos raros del vivir fiado.hoy se cobra y más que ayer y menos que mañana.rara navidad sin paga extra.gana visa.que lavida nos sea leve.sentaíto en la escalera.esperando el porvenir y nunca llega.prejuicios,demagogia,banderías,colores del cristal.como los hijos de la mar.
Tomando viento se le va
al funcionario RIPioso
la paga de Navidad.
Desde luego, que no dudo
de su buena fe al hablar,
cual primigenio marxiano
(no lo encontrará en las listas)
a despecho del medrar,
del arribismo villano
y la insolidaridad
del fanático marxista.
No seré yo quien la toque
ni prenda, de Isis, el velo
y que el Bóreas lo revoque
entre el Himalaya y el cielo,
tras la Samarkanda hermosa,
do se encuentra el rododendro
que es el árbol de la rosa.
Y con éste ya son dos
los títulos de las canciones
inscritas en este blog:
«Palabras, sólo palabras»
Desde Luego, su autor,
y de Mina y Celentano
copy paste mi canción
(al estilo de Los Moles)
«Parole, parole, parole…»
Un cordial saludo para tod@s
Fue corto nuestro placer
y largo nuestro pesar.
Sin leer lo que firmar
el banco nos hizo la treta
de la sañuda hipoteca
y ahora nos toca pagar
sus viles atrocidades
a cuenta de cuentos tales
que nos hicieron creer
que coche y casa tener,
un derecho a defender
para todo ciudadano,
-con sorna de veleidades-
fue por encima vivir
de nuestras posibilidades,
pues que le den por el ano
a este abominable engendro
de estafas y medias verdades.
Primero piden el voto,
luego nos dan por el orto.
De la democracia aborto
es esta partitocracia.
Para la banca dinero
para los pobres ahorro,
ésa es la sabia receta
que nos ató ya una vez
como burros a su noria
con la consabida treta
de la sañuda hipoteca
y por todo bienestar
sólo nos queda aceptar
los recortes salariales,
que es ése nuestro deber,
vivir para padecer
y pagar para que cobren
ilustres indignidades,
que subsanen el derroche
en tantas comunidades,
que los grandes capitales
ya se fueron a Suiza
y si no te tocó un ERE
en las bolas de la rifa,
eres sólo que eres,
un ciudadano estafado,
explotado y mal pagado
que hace sólo deberes,
sin haberes y sin casa
que el desahucio se llevó,
sin derecho a educación
que decretó la ignorancia
y nos trajo a colación
a los burros, burrocracia.
Si es el nombre de la cosa,
qué mal me huele la rosa…
No peor que la gaviota
que nos habla de deberes
y nos toma por idiotas
y nos tiene hasta en verano,
indignados por estrofas
y tomando por el ano.
Para mí, ya no hay excusas,
voy a cagarme en la mar,
aunque sea con las medusas.
P.D: Sin ínfulas de poeta y con sólo indignación, los ripios, en lo peor, ahora me salen fatal con la flama del terral.
Aplaudo la inspiración de mis colegas poetas, presentes en este blog.
Dije palabra «deber»,
y convertida en un tantra,
o mejor, en contratantra,
en total antideseo,
de repento me lo creo…
lo que hace una palabra,
que hasta la propia Clavero,
como un toro en el albero,
nos regala ese poema.
No me lo puede creer,
lo que genera el deber.
Sin embargo, noble Dama,
me adhiero a su protocolo
y me enquisto a sus verdades.
Vive Dios que los recortes
ni a un villano recoforten,
ni a un parlanchin atribulen,
mas si nos dan por el orto,
tomemos vino de Oporto
y leamos a Tabucchi,
sin recortes grafemales,
tomo el quite, variedades.
Y para la Navidad,
canten el porompompero
que vale una paga menos,
y si pierdes los «moscosos»
dile a Jiménez del Oso
que haga una psicofonía,
a ver si cuentan los días
en calendas inmortales,
que en estas, las terrenales,
todo toca ya a su fin.
Mas ciudadana Clavero,
no confunda mi deber
con cinturones en ingles
ni con preceptos morales.
Mi deber es humanista
para no dejar tirado
a ese/a que tienes al lado,
sin constructo ni pecado
ni estrategias inflexivas:
allá donde dije Diego,
digo IVA.
Desde luego,este poema
hace mi estrofa blasfema,
y me hace pensar en esto,
si éste no es Pancho-Panchito,
es el propio Fray Josefo.