Si la salud está condicionada por la felicidad, de lo que dan fe tanto la lógica científica como la experiencia cotidiana, se podría concluir que los futbolistas hacen más por la salud pública que los propios médicos que, si bien alargan la vida de sus pacientes, les quitan la sal. Y las grasas y el tabaco y el alcohol y todas esas cosas que matando, tienen la propiedad de hacer la existencia más llevadera para trocarlas por esos alimentos saludables que, sabiamente administrados en las dietas, ponen mustias y cabizbajas a las criaturas humanas que las padecen. No se sabe de individuo alguno que haya sido demasiado dicharachero a base de huevos duros, jamón de York y verduras hervidas. Como ejemplo de los beneficios de la frugalidad, se suele poner al sabio griego Diógenes, quien, si acaso se bastaba con las naranjas e higos que comía dentro de su tonel, acabó, según parece, del todo chalado. Tal que sus propios descendientes; se diría que a los griegos la dieta que les impone su maltrecha economía los está volviendo locos.
Será que a nosotros no nos va mucho mejor, pero, al menos, nos queda el fútbol que nos va salvando la vida desde tiempos inmemoriales. Sin ánimo de exageración, podría decirse que muchas de las vidas de nuestros compatriotas carecerían de todo sentido sin poder celebrar, de vez en cuando, algún triunfo del Barça o el Real Madrid. Si cualquier biografía acaba en fracaso, como decía Luis Antonio de Villena, ahí está el fútbol para sublimarla y aliviarla con algún paréntesis de victoria, por lo cual, podría decirse que los futbolistas nunca cobran demasiado en relación a lo que ganan, porque, cuando ganan, ganamos todos. En salud y calidad de vida. Qué mierda de vida sería ahora la nuestra sin los goles de La Roja, que nos devuelven al patriotismo, a la ilusión colectiva, al abrazo jubiloso que confraterniza signos ideológicos y rivalidades, después de tanta crispación social. Por fin, un objetivo común, bendito sea, porque llega en buena hora, aunque algunos deduzcan que nuestro entusiasmo, incoherente en medio del luto de nuestra deuda, nos tiene idiotizados. Como si las caras largas nos fuesen a traer mayor prosperidad, como si el pesimismo fuese actitud garante de algún beneficio, como si nuestra capacidad para disfrutar de lo bueno que tenemos también fuese algo vergonzante y no, simplemente, una cualidad. La Roja nos ha ganado para el fútbol a los que apenas veíamos un partido. Sin duda, porque han hecho más que fútbol, espectáculo artístico y modelo de convivencia. Admiramos los partidos de la Selección porque en ellos hay hoy por hoy más arte que en esas otras áreas del arte prestigiado que, a falta de inspiración y talento, dan tan pobres frutos. En cada uno de sus encuentros, hay brillo épico como en las batallas que versificaba Homero en “La Iliada” o Virgilio en “La Eneida”. Y admiramos esa fórmula que creó Luis Aragonés en su canto del cisne y, con tanta sabiduría, ha explotado Vicente del Bosque.
La Selección Española es un ejercito amable, noble con el contrincante y concorde entre sí, que no da pie a figuras soberbias y antipáticas. Todos ellos son necesarios, pero ninguno imprescindible, si bien Iker Casillas resulta bastante fundamental por el momento. No así los delanteros, en los que suele recaer la petulante carga de la soberbia. Que La Roja es un equipo y no un ramillete de egos insoportables, se demostró cuando Torres, que parecía insustituible, fue sustituido por Navas, quien, en el encuentro contra Croacia, marcó el gol por un pase de Iniesta, la gran figura del Mundial que, en absoluto, va de figura.
La Roja no es sólo un modelo de hacer fútbol, sino un ejemplo de la sociedad en el que debíamos de proyectarnos. Una unión que hace la fuerza, un conjunto de individualidades que renuncian a la vanidad por el todo y suman esfuerzos comunes en pos de un éxito colectivo. De su éxito, más que nada, tendríamos que aprender la fórmula; el modo en que todos los españoles jugásemos en el mismo equipo, sin rivalidades ni envidias, hacia la victoria.
Como en el fútbol, en cualquier materia, podríamos ser imbatibles. Por qué no.
P.D: Y el sábado el encuentro será contra Francia, nuestra eterna rival dentro y fuera del campo ¿Qué pasará? Oh-la-la!!!
Gooool de Xabi Alonso!!!
Segundo gol de España por penalty marcado por Xabi Alonso!! ¿Quién dijo que no?
Ganamos. Por la Eurocopa, ahora nos vamos de copas!
Ay, seño! Qué te voy a echar de menos…
El Donbass Arena despide a la selección con el “Viva España” de M Escobar y camino de la playa vibra el aire con este himno secular… Una vez pudo ponerse el Sol. Vale. Pero entre mojarse y mojito no se pondrá la Luna. Por esta noche. Sea
Además, ya lo predijo el último barroco español:
“Cuando los mil contaras
con los trescientos doblados
los cincuenta duplicados
y los nueve dieces más
entonces tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu Rey y tu Delfín
y vencida será, al fin,
tu mayor gloria primera”
Pero no aprenden, “qu’ils sont têtards!”
Pues “à la vôtre mes amis!!!
Venga Paula, a celebrarlo, que se te hace tardeeee!