Hay hombres muy grises. Pero no todos son así; los hay también marrones y azul marino. Esto es en la temporada de otoño-invierno, pues de la primavera al verano, abundan en colores-pocos-neutros, dando de sí alguna tonalidad-pocas- de gama más vivaz. No es sólo cuestión de gustos, sino más bien de idiosincrasia y, cómo no, de prejuicios. El hombre que no quiere que se ponga su virilidad bajo sospecha, vive algo asfixiado dentro de un limitado ropero que le permite pocos y sufridos tonos por no desentonar de su condición masculina. Por eso, cuando algún hombre sale del armario lo hace con todas las de la ley, atreviéndose a vestir todos y cada color del “arco-iris”. Desde el fucsia al pistacho, incluso en estrepitosa confluencia de estampados geométricos o florales. Así se suma a esa clase de libertad de la que las mujeres siempre hemos disfrutado frente a los hombres; la moda. No parece un gran privilegio y, sin embargo, gracias a ella, desde el albor de los tiempos, nos hemos permitido el lujo de darle algo de color, cualquier color, hasta a los días más grises y de hacer, a su vez, cosas muy divertidas que un hombre de pelo en pecho sólo consigue emular en carnaval; maquillarse, encaramarse a tacones de doce centímetros y, en fin, disfrazarse y dotarse de mil caras de lunes a domingo que es una alternativa a la rutina de saberse siempre igual a uno mismo; lo que lleva, francamente, a aburrir.
En el caso de haber nacido hombre –una de mis pesadillas más recurrentes- no creo que lo hubiese conseguido ser del todo, pues imagino que no me habría podido resistir a la tentación de los tacones, el maquillaje y los colores más rabiosos cuando así el cuerpo me lo pidiere. Dado lo dicho, incapaz de someterme a las rígidas pautas de la indumentaria masculina, sospecho que ese varón improbable que sería yo, no tendría sino que ser una auténtica locaza, derramando aceite por las esquinas y, posiblemente, travesti de los pies a la cabeza.
Como todas las libertades, me encanta tomarme la de la moda por poco seria que ésta se considere como asunto asociado a la mujer. Cuestión plausible ya que está probado que, cuando la mujer se inicia en profesiones, tradicionalmente consideradas serias, o sea de hombres, tiende por la cuenta que le trae a masculinizar su imagen, quedándose rígida en su rectilíneo trajecito sastre, pues si se pasa de la raya por lo creativa, suele ocurrirle como a Teresa Fernández de la Vega a quien se le tachó de vicepresidenta de poca enjundia, principalmente por sus modelos estrafalarios. Lo cual tampoco dice mucho sobre la seriedad del observador público, que se queda más con las formas que con el fondo y no consiente ningún atisbo de originalidad que distinga al individuo del cliché, si bien es, sin duda, ese mismo detalle extravagante el que queda al final en la memoria colectiva. Prueba de ello es que, de nuestra Transición, a estas alturas, se podrán olvidar casi todas las cosas, pero nunca la peluca de Carrillo ni el bombín y los tirantes rojigualdos del recién fallecido Fraga. Detalles que, personalmente, me resultan adorables. La peluca que se ponía Carrillo para cruzar clandestino los pirineos y boicotear el régimen de Franco, cuando aún Franco estaba vivo, lo que todavía suponía riesgo y cierta coherencia, y el bombín, los tirantes y el bañador meyba de Fraga en Palomares que daban a entender que, con Franco o sin él, don Manuel era ante todo fiel a sí mismo y que podía hacer cualquier cosa menos pasar desapercibido. Su personalidad, como venimos leyendo, podría gustar o todo lo contrario, pero no se puede negar que la tenía a toneladas. Y ambición y energía y valor y ganas de pelea, a veces tanta que sus broncas tabernarias parecían desdecir su brillante historial académico. De tan amplio anecdotario, queda para la historia el modo en que durante un mitin en el Palacio de Deportes de Lugo arremetió contra 750 jóvenes boicoteadores que, con sus gritos y abucheos, no lo dejaban hablar. Llegados a un punto total de desorden, el orador Fraga alcanzó el cénit de su proverbial cabreo y, quitándose la chaqueta, se lanzó a la carrera con la consigna “a por ellos” a despejar el motín de los 750 rebeldes que, según se cuenta, huyeron como conejos. “Hazaña” que, tras terminar el resto de su discurso en silencio sepulcral, hubo de alabarle el director de una revista,“Cuadernos para el diálogo”, de cierta reputación progresista, con las siguientes palabras; “Felicitaciones, don Manuel. Dos cojones”.
Para algunos un trepa del franquismo y responsable directo de la muerte del comunista Julián Grimau y de la censuradora ley de prensa, para otros un gestor de la reforma del régimen desde dentro hacia la democracia como Suárez o el propio Rey; lo cierto es que Fraga fue siempre único. Como Carrillo, como Suárez, como esos políticos de talla que, desde sus diversas ideologías, se admiraban mutuamente, pues otra virtud del talento es la concordia.
En estos tiempos en que las siglas anulan a las personas y las ciegan en crispaciones innecesarias, habría que aprender ampliamente la lección que nos dejaron tan grandes figuras. No hay color.
P.D: Os adjunto una canción que “La Trinca” dedicó a Manuel Fraga Iribarne. Resume bien su personalidad y, aunque algunos la consideraron despectiva, yo creo que prima más el humor que otras malas intenciones. Pinchad abajo, os gustará…
¡¡¡ELE, MANOLO!!!
Tengo la sensación de que fondo y forma son inseparables a todos los efectos, y que -por tanto- la poca enjundia de Teresa Fernández de la Vega mas que asociada a sus modelos estrafalarios, lo está a lo que dice, a lo que hace (incluido el vestir); y a como lo dice y como lo hace. Por lo demás, es evidente que sobran las crispaciones siempre innecesarias, y parece mentira lo poco que han aprendido las personas después de 2,5 millones de años de historia “inteligente”. Lo que resulta curioso, sí señor.
Tengo la sensación de que fondo y forma son inseparables a todos los efectos, y que -por tanto- la poca enjundia de Teresa Fernández de la Vega mas que asociada a sus modelos estrafalarios, lo está a lo que dice, a lo que hace (incluido el vestir); y a cómo lo dice y cómo lo hace. Por lo demás, es evidente que sobran las crispaciones siempre innecesarias, y parece mentira lo poco que han aprendido las personas después de 2,5 millones de años de historia “inteligente”. Lo que resulta curioso, sí señor.
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Hay una rebusca de personajes (algunos difuntos), que con independencia de sus ideas u oficios, no cesan en causar mi admiración. Tal vez su severo carácter o la rigurosa claridad del traje que portan. Uno de ellos era/es D. Manuel Fraga.
También:
Fernándo Fernán Gómez, (se acuerdan de cuando le pidieron el autógrafo)
Umbral (jeje, buenísimo su diálogo con la nada creída chavalita Mercedes, sobre su libro).
Labordeta, y sus intervenciones en el Parlamento.
Don Camilo y la succión de agua de la palangana, entre otras,
Va apuntando buen rumbo la jueza Alaya….
Y tantos otros. A ver, a ver, las cuotas de igualdad mujer/hombre, si salen a relucir.
Teresa Fernández de la Vega, es superior a mis fuerzas, lo siento, no sé lo que tiene que no la soporto.
Buenos días…
No voy a juzgar a Teresa Fernández de la Vega. Se diría que hoy día no hay sino juicios y tribunales, pues se juzga hasta a los jueces, véase Garzón. Y digamos, si uno tiene constancia de un delito por las escuchas, pues casi no le queda otro medio -o no le queda a secas- por qué el delincuente es el que escucha y no el propio delincuente. Y la jueza Alaya ¿Le parece comparable a esos ejemplos que me pone? ¿No es ella un summum de discreción? Sólo hace su trabajo, me parece, pero, en fin, resulta anómalo por la falta de costumbre. También es justo y necesario, mal que pese, convenir que esta mujer está por encima de cualquier cuota.
Yo creo que todos esos personajes que cita han hecho más cosas que éstas que usted rememora pero, por desgracia, son las anécdotas lo único que se recuerda. Me perdone, pero he leído todo lo de Cela, Umbral y he estudiado como cantautor a Labordeta, además de ser fan de su programa “Un país en la mochila”, bien copiado por Imanol Arias y Echanove, dado lo cual me permito decir por el porcentaje de méritos abrumador en confrontación a algunas frívolas anécdotas, que los admiro profundamente y mucho más que a otras personas que también hacen chorradas, pero nunca una gran obra. O se limitan a criticar la de otros, incapaces de hacer algo más interesante…
Por cierto que Fernando Fernán Gómez ha sido uno de los mejores cineastas de nuestro siglo, como actor, director y guionista y es muy triste que se le recuerde sólo por mandar a la mierda a un señor que, según tengo entendido, le estaba tocando gravemente las narices…
¿No sería más aconsejable aprovechar ese gran legado que nos dejó? Una de sus últimas películas, “Viaje a ninguna parte”, o esa maravilla de humor tragicómico, “Las bicicletas son para el verano”- después de tantos bodrios que nos hemos tragado a cuenta de la guerra civil sin humor, talento o arte alguno- o sus memorias “El tiempo amarillo”. Seguro que aprenderá muchísimo de ese sabio con mal genio…¿y?
A diferencia de Serrano Súñer, el “cuñadísimo”, del que siempre se dijo que su habla era “como de otro siglo”, que tanto había influido en las relaciones con los países del Eje y fulminado por Franco a mediados de los cuarenta, Manuel Fraga era / fue incombustible, Un telediario de la época no se concebía sin que apareciese o se nombrara al ministro de Información y Turismo. Tampoco descansaba el domingo, donde, previo a la película, siempre se le veía en el No-Do descendiendo de un avión o acompañando a Franco en la inauguración de algún pantano. A Santiago Carrillo, junto con Dolores Ibárruri, por el contrario – y por lógica- pude verlos una sola vez y fue en Ginebra, en 1974. Como bien dice la letra de Ele Manolo, España, por esa época, se llenó “de paradores y de bikinis”, se fomentó el turismo y se crearon las cajas de ahorros, que aún no existían, para el dinero procedente, sobre todo, de la emigración. A partir de ahí empezó a vislumbrarse la luz al final del túnel. Bueno, también se vieron las primeras turistas en nuestras playas, ante cuya visión, aquellos jóvenes de entonces silbaban, creo que de admiración, o ponían los ojos en blanco. Uno no, que uno era pequeñito e iba con los demás camaradas en fila de a dos, cantando a la patria y marcando el paso entre la colonia de verano y la playa…
Pienso que sin hombres de la talla de Fraga, Carrillo, Suárez o Tierno Galván, por nombrar solo algunos, no hubiera sido posible nuestra Transición (admirada en todo el mundo; aquí, como el que oye llover). Y siendo destacados políticos, de color, prevaleció en ellos la “materia gris”, indispensable para conseguir llevar la paz y el progreso a sus conciudadanos. Difícil empresa tratándose de España, de su tiempo, que no acabas de aprehenderlo cuando ya se escapa al ayer, al pasado, se convierte en remembranza y su carga – a veces, trágica – de poesía: “del pretérito imperfecto, brotó el romance en Castilla…”.
Un saludo para tod@s
bueno,lola,un hombre con tacones es un hombre con tacones.los colores y sus matices.que te juzguen como se juzgarían a sí mismos.o a sus conmilitones.los grises.qué cosas.sbas.
¿A la muerte qué le pasa,
que la Parca de palabras
llega sin de decir ni mu
y los que se quedan vivos
cuentan la Historia al tun-tun?
¿Por qué tras el estertor,
(último ay de dolor),
las palabras van de luto
y el pasado en supresión?
De afanes condonatorios,
se escriben actas limpísimas,
de anamnesis olvidadizas.
Sinécdoque, oxímoron.
Siempre me ha sorprendido el porqué de los fastos erigidos en los óbitos. Como si el final fuera una sorpresa con la que no se contaba. Sorprendente sorprenderse. El final de la vida es desaparecer y trastornarse por la presencia supitaña de la muerte a un tiempo natural de toque, la vejez, y sorprenderse es tan extraño como hacer una celebración porque cada noche sale la luna y al alba la luz regresa. Y más me sorprende (no me refiero al caso de Fraga), y hablo en general, que la muerte tenga en los vivos un efecto alucinatorio, amnésico, de destructora de papel, tableta rasa y absolutoria. Los humanos tenemos interiorizada esa cuasi norma de que al fallecer alguien venimos obligados a tener un gesto último de conmiseración, condescendencia, perdonativo y amable. Seguramente, la causa está en un procesamiento erróneo de la información. La muerte, hecho inevitable, por esto mismo ni hace bueno ni malo a su sujeto paciente, porque en su factura, y no habiendo dudas de que sí que hay solución de continuidad; aparte, no hay otra cosa, es eso y sólo eso, el final (“Espacio, tiempo y Borges ya me dejan”, decía Borges en su poema Límites). Quiero decir, que puesto ya el pie en el estribo, esa pisada última no debe equivaler a un borrón indeleble, pues indeleble si que era la tinta escrita con el lubricante de la vida. La muerte no es un atenuante de la responsabilidad. Loas, las justas y las merecidas, porque la vida no era un juego en balde a compensar en la muerte. No me gustan las banderas que se le levantan a la muerte, porque la muerte es apátrida. Pensamos demasiado en la muerte bajo el epigrama de los nombres, y no nos damos cuenta de que la naturaleza está haciendo su trabajo, esa gran funcionaria pública que hace su labor y que, todavía, no han podido privatizar. Pensamos mucho en la muerte como algo civil y olvidamos, bastante, su condición natural. Ha muerto fulano y mengano; es decir, ha muerto un epigrama de nombres que civilmente se les pusieron en sus osamentas carnales, pero, amigos, la naturaleza está por encima de los nombres. Por eso, los grandes acontecimientos de nuestras vidas personales, no se escriben sobre piedra; son fungibles en nosotros y se van escapando en el paralelo de nuestras vidas.
Y ahora paso a decir algo sobre Fraga. Sí que creo, Lola, que era un hombre de color, o permíteme que varíe la preposición, hombre con color. No tenía el dudoso cromo del gris. Y si fue gris, como sinónimo de transactivo, negociador, asequible, y todo lo que se quiera, para coadyuvar al adviento democrático que tuvimos, pues vale. Pero en lo personal tenía color. Su talante, no dejaba lugar a dudas, era previsible, más de lo que dicen que es Rajoy, que ha subido impuestos de aquélla manera. Fraga, tuvo sus luces y sus sombras. Estuvo en la Dictadura, y qué. Cuántos que están en la Democracia, están de la forma en que están. Las formas de Fraga no me gustaban, pero cuántos políticos de hoy si hubieran podido habrían tenido un cargo en la Dictadura, y son demócratas porque les ha tocado este tiempo, igual que a muchos les tocó la Dictadura. Eso sí, un matiz, también hubo en la Dictadura algunos que se opusieron a aquélla; otros no lo hicieron. Al igual que en la Democracia hay algunos que se oponen a la misma y no porque den asonada militar, sino con actitudes opuestas a su esencia: oligarquía, prepotencia, manipulación, imposición, secretismo, dispendio, corrupción, etc. La lectura de los períodos históricos pienso que hay que hacerla con la mirada triste de don Quijote, sin caer en las sandugas sanchopancistas de que los que no estén conmigo están contra mí. ¿Qué hubiera sido Franco si hubiera nacido en el año 2005, o Hermenegildo en la Francia de Vichy? No lo sabemos. Me reitero: epigramas, nombres, esculpidas piedras, nos ciegan los momentos históricos en que vivimos, pero es camino de paso. Yo prefiero los instantes ahistóricos, que no dejan huella en la farragosa archivadora del tiempo, que no levantan banderas y que se quedan en nuestra memoria personal y no colectiva: la infancia, aquella pedrada hiriente, el profesor aquél, el partido de futbol que nunca se olvida, la caída de tu abuela en la calle aquél día, y todos esos instantes eternos que no dejan data ni indicio de nuestro paso. No los de los periódicos.
Pongo un enlace, con una canción de Amancio Prada, sobre una letra escrita por Manuel Vicent, como ejemplo de esos momentos sin historia oficial tan diferentes de la historia ecuestre, y vaya mi respeto por Fraga, que si está en la Historia.
http://www.youtube.com/watch?v=WDD5OK-BmpA
Saludos a todos.
PD: Lola, en mi último comentario creo recordar que escribí el verbo “caer” con dos eles, ¿sigues creyendo que soy un escritor célebre? Corrígete, anda.
Buenas tardes,
Lola, de los nombrados, como dije, lo que no cesa causar mi admiración, tal vez sea su severo carácter o la rigurosidad del traje que portan. La anécdota nombrada, es solo una prueba más de las muchas, de ese severo carácter. No me sé sus vidas, pero algo sí; al menos lo justo para no admirarles solo por alguna que otra anécdota.
Ya dicen por ahí que a la Jueza Alaya, una vez la vieron sonreir.
P.D.1.- Puded Ud. tutearme, Lola. Si no lo hace me veré obligado a dirigirme a Ud. en términos de Excelencia, -)-)-).
P.D.2.- Pancho no sé si será célebre, pero al menos yo celebro que escriba por aquí.
Saludos a todos.
Pancho, no quería hacer una semblanza de Fraga en atención a su muerte. Las ideas de Fraga no eran las mías, pero admiro en él su energía, su pasión incluso por el poder, costase lo que costase, porque ¿qué es un hombre, una mujer, sin pasión? ¿Y qué es una vida sin luces sin sombras; sin nada?
Usted escribió “calló” y no “cayó” y eso es lo importante, Pancho, que usted no calla, que tenemos la palabra y las ganas de tenerla, de ejercerla. Quintiliano, Blas, Winspector, usted y yo, hablamos porque estamos vivos y yo adoro el vitalismo, aunque no sea de mi propia cuerda. Por eso, no he alabado a Fraga por su muerte sino por lo vivo que supo estar cuando estaba vivo y no porque fuese un vivo, que ésa es otra.
¿No es usted un escritor profesional? Pues lo disimula muy bien…pues lo único que no le sale bien son ese tipo de trolas. Ya nos vamos conociendo y en este espacio no hay quien esté libre de ser un vicioso de la escritura, para inmensa fortuna de esta humilde bloguera. Qué gran suerte, la mía.
¿Quiere decir algo con ese vídeo? Entiendo lo que dice Vicent en la maravillosa voz de Amancio Prada, pero quizá no tanto lo que quiera decir usted…
Le digo a usted, y siendo ese el tratamiento que me da, quizá deba seguir la idea quintiliana de excederme en la formula de cortesía al dirigirme.
Pues le digo, dos puntos; aparte.
Al inicio de lo que se dice en cualquier narración, partimos desde un punto que nos llevará a dónde no sabemos. Encaminas el rumbo y…!Eureka¡, deriva a la vista, que no tierra. Que al escribir nos perdemos, lo saben bien los vendedores de brújulas, que en escritores, poetas, fabuladores, alquimistas de letras y otros lo qué sean, hacen su agosto y consiguiente agotamiento del stop de dichos aparatitos orientadores del Norte. Yo, Lola, también me pierdo, y eso que no soy escritor célebre ni profesional, ni siquiera escritor. Oh, las derivas hacia ignotos reinos palabreros. Es sencillo lo que quise decir. Fraga y Carrillo, la foto puesta, pertencen a la iconografía de nuestra Historia reciente. La memoria colectiva es una fotografía, en blanco y negro, apostillo. Esa Historia, vivida, oída, sentida, leída o mirada, nos ha afectado, en cierto modo, aunque a mí, por edad, algo menos. Pues, excelsa Lola, de esa Historia, cuando algunos de sus protagonista desaparece, nos extrañamos, y se hace un moriloquios y necrológicas a la muerte civil, olvidándonos del la muerte natural, la que tenía que ocurrir y nos ocurrirá a todos. Lo que quería decir, es que hay otra historia, ésta con minúscula, que no está en los libros, que no tiene fotografías, pero que es tan perecedera como la otra. La historia personal vivida, en cualquier sitio y a cualquier hora. Ligera en su equipaje, y trasunta transeúnte hacia la nada, como la otra Historia. Por ello cité la canción de Prada, una deriva desde tu artículo, entenderás que un no escritor profesional, como yo, tenga la licencia de escribir desde el obstuso ángulo que da el texto como cuerpo abierto, hacia donde el teclado me/nos lleve.
Ah, sin trolas; no ha trolas para Lola(no escribo la “y” como deriva más, y también vale).
Saludos.
Usted quiere hablar no de la Historia con mayúsculas, sino de las historias minúsculas, cotidianas, anónimas, que no salen en los papeles; lo entiendo. Pero, en fin, de alguna en concreto ¿no es verdad, Pancho escritor que en esta apartada orilla, más bella la rima brilla y hasta se entiende mejor?
Será que vivimos un día, no más,
quizá menos.
Yuxtaponemos imágenes,
se contradicen los sueños
(Franco, Fraga, fragor
de la Transición)
Podría decir: érase una vez un río
y las neblinas de sus crepúsculos,
el brillo de sus aguas al sol,
el verdor de los pegujales,
y el vuelo majestuoso
de las águilas reales,
que fueron un día,
que ya no son (tampoco mis padres)
Ex existentes, latentes, presentes,
en la pintura amable de un cuadro:
Naturaleza de bodegón.
Buenos días a tod@s.
Confundimos, dices bien, Wins en estos versos como de poesía de la experiencia por el contenido, digo, pues por la rima parecen clásicos. Nuestra memoria es fragmentaria y confusa, porque esa realidad ya tan remota parece sueño, pero no fue un imperio donde nunca se puso el sol, aquello de Franco, ni luego la transición que quedó sólo en el empeño de una vacua
ilusión. Y, después de tantos años, de mirarnos en cóncavos espejos, de aquella frágil bohemia, quedó sólo el desencanto.
Será que se aproxima mi menstruación, que de este modo a tus sutiles versos responda con ripios de espanto…Me perdones
Te levantas un día…
y un día más, eso crees tú.
Te sientas en la cama, te incorporas,
abres la ventana y miras a la calle,
ves pasar a la gente, cierras los párpados
y cierras la ventana.
Vuelves al interior, estás cansado,
y eso que son sólo las siete de la mañana.
Preparas un café, y te lo vas tomando
mientras que la mirada se queda fija
en ese almanaque te dieron
por ser cliente fiel de la panadería.
Y bajas a la calle, y mandas a una pierna
que le siga a la otra sin andarle a la zaga,
y los brazos, viejo reloj de péndulo,
describen asideros libres, aunque sujetos
a escápula y clavícula como ramas de árbol.
El periódico tiene a Fraga en la portada,
y en la esquina un vendedor y ciego
pregona algunos números justo delante
de una parada de autobús, en la que alguien
ha levantado la mano al ver venir de lejos
su autocar que dice “sin servicio”.
Sin rumbo, subí al Norte.
En la plaza de los Monos ya no hay monos
y los carteros no llevan misivas, en las valijas,
como aquéllas de un tiempo “suyo afectísimo”.
Así que volví al Sur y a la Alameda.
Eché de menos a gente en estas calles,
que ya no la andarán porque sus piernas
salieron por delante un buen día
y para siempre.
Todo vuelve al origen, y a su paso
la memoria es testigo, ya de nada.
PD: Winspector tiene razón, “será que vivimos un día, no más…”
Lo importante es que se responde, Lola, que sigue la vida, nada que perdonar, los ripios son como son, la menstruación es natural y el bodegón, naturaleza muerta, bien que hermosa, siempre tiene algo de lapidario.
Caro Pancho, un día y a veces menos, pues le metimos la directa al tiempo.
Un saludo y buenos días
Panchito, eso parece un rap y yo diría que argentino, no más, viste. Bravo, bravissimo, come al solito. Estaba buscando una versión de una canción interpretada por tu paisana, Nacha Guevara con letra de Benedetti, adivina cuál…
No te pongas triste, Wins, estamos vivos, pensamos y, por eso, existimos. Y creo que ya es un paso para ser algo felices aunque sea a ratos, muertos no podemos pasarlo nada bien. Yo estoy ahora un poco enfermita, pero se me pasará, creo. Sois mi mejor medicina.
Lola, quiero detalles de esa enfermedad, pues no puedo decir que se debe a la falta de deporte y de dieta sana si no tengo datos precisos. En cualquier caso, tienes prohibido no curarte mañana, a lo más tardar, Ok!
Holden creo que uno se puede poner malo aunque haga deporte.¿no lo ves posible?
Lola mejorate que mañana hay clase!
Aunque no pueda comentar desde mi movil nuevo, lo leo todo!
besos.
Paula, desde luego que es posible, pero mucho menos probable (o mucho menos posible). Por lo demás, es una pena que no puedas comentar desde el móvil nuevo, dile inmediatamente a tu padre (o madre, o en reunión conjunta) que te compre uno de calidad, bueno; y que lo haga deprisa. Maldita sea, no está el horno como para perder, o tener limitados o racionados, tus frescos comentarios.
Por cierto, Paula, dijiste que ibas a empezar a correr (a ver, ¿Cuáles son las excusas para no haberlo cumplido?), nunca lo hagas sin espera al menos dos horas después de la última comida o ingesta, Ok!
Después de creerme comunista durante años, estoy sufriendo una crisis a lo Unamuno, al descubrir que, en el fondo y en la forma, soy anarquista perdida, lo cual significa, al fin y al cabo, ser española, pues qué fue desde el Cid, los pícaros hasta El Quijote, sino representaciones del alma española que desafían, desde sus individualidades, a las instituciones y al poder.
Así digo, como anarquista, desde mi blog anarquista, Holden, “prohibido prohibir” y dar órdenes ni a Paula ni a mí. Por lo demás, el deporte si lo practicas y te sienta tan bien, ¿cómo estás siempre tan cabreado? Paula y yo gozamos de muy buen humor sin necesidad de tantas carreras. Carreras, sí, pero las universitarias y, como diría Unamuno, vivan los intelectuales.
Estaba enferma, sí, pero ni para eso tengo tiempo. ¿El motivo? Un gripazo que anda con sus virus de aquí para allá. Pero si no han podido conmigo los troyanos ni la mala uva de otros circundantes muy empeñados en ello, yo a estos bichos los pongo en raya. Por Kropotkin!!!
¿Cabreado (hacía tiempo que no escuchaba esta triste palabra)? Creo que nunca he estado cabreado; quizá suavemente indignado sí. Por lo demás, queda prohibido prohibir -dar ordenes, recomendaciones, consejos…-, Ok!
PD
Los profesores sin carreras cojean. Y eso no está bien, pues hay que dar -buen- ejemplo.
Me alegro de que estés mejor (parece), Lola.
Holden, yo no dije en ningun momento que fuese a correr, dije a patinar y estoy yendo todos los días.
Tranquilo que voy a comentar siempre que pueda.
Lola anarquista! eso lo estoy dando yo!
atencion chicos, que con Lola no puede nadie!
Paula, parece que sí lo dijiste, aquí tienes la prueba:
Comentario de Holden el 4 Enero, 2012 a las 22:47
Señorita Paula, no le conoces pero sí conoces su nombre, ¿Verdad? (algún día lo entenderás, paciencia)
Y, no hay que ser bueno en algo para hacerlo. Se trata de que te guste lo que te conviene, y si no te gusta (a todas las personas les gusta, salvo excepción), lo haces y punto, simplemente porque tienes que hacerlo (no porque alguien te obligue), OK!
Por lo demás, si no te gusta correr 45 minutos (a todas las personas les gusta, salvo excepción) es porque, siguiendo los malos ejemplos de la mayoría, no estás en forma (posiblemente porque nadie te ha enseñado); así que empieza poco a poco (15 minutos, después 25, después 30…), estirando antes y después, calentando e hidratándote correctamente, y dentro de unos meses ya me dirás (ya sé que, probable y lamentablemente, no empezarás. Una pena).
PD
El mejor (quizá único) deporte es correr con regularidad (básico para todos los demás), 3, 4 o 5 días por semana. Imprescindible paras tener una magnífica salud, o la mejor salud posible, que no es poco, ¿Verdad?
El camino de la amargura! Y lo que te queda!
Comentario de paula el 4 Enero, 2012 a las 23:49
Holden acepto el desafio, ademas. lo tengo que hacer si quiero sacar buena nota.
Estoy de acuerdo contigo, pero no hay tanta gente a la que le guste el deporte!
Que complicado es escribir aqui desde el movil!
Si quedais por la noche avisad, que se que os reunís en secreto! jaja
lo primero no lo he entendido muy bien, pero bueno. besos.
Atención, esto empieza a parecerse a una de esas absurdas discusiones de pareja:
– Tú dijiste.
– Yo no dije.
– Tú sí dijiste.
– Yo no dije nada.
– bla, bla bla….
Holden,tú ganas. Pero me refería a patinar, porque correr como que no. Discusiones de pareja entre holden y yo? Por favor si holden es enterito de Lola. Os dejo, que tengo que seguir estudiando. Besos.
Holden de Paula, eso parece un torero, pero no, ni de una ni de otra. Él es sólo muy suyo…