El título que acabas de leer es uno de los innumerables ejemplos de incorrección en el uso del lenguaje. No hace falta explicar que la intención del vendedor era publicitar camas de hierro para matrimonios pero acabó diciendo algo muy diferente. Acabo de leer hace algunas horas, circulando por una carretera nacional, una expresión similar: Peligro de incendio inminente. Lo que pretendía decir la Dirección General de Tráfico es que había un peligro inminente de incendio
No puedo revisar una tesis, evaluar un Trabajo Fin de Máter o Fin de Grado o leer un artículo e incluso un libro sin ir anotando las expresiones que no son correctas, las construcciones gramaticales que no están bien hechas, los anglicismos, las faltas de concordancia, los galicismos, las palabras que no están usadas con precisión o las preposiciones que no están bien utilizadas…
Voy a referirme en este artículo a diez de los errores más frecuentes con los que me encuentro en sesiones parlamentarias, programas de televisión o de radio, entrevistas a celebridades, artículos de prensa, trabajos universitarios o conversaciones informales…
Uno. Reconozco que tengo un tic de profesor que consiste en detectar (y corregir) los errores e imprecisiones en el uso del lenguaje, hablado o escrito. Y eso me lleva a situaciones comprometidas. Por ejemplo, cuando llamo por teléfono:
- Buenos días, ¿puedo hablar con el señor director?
- Ahora no puede atenderle porque está reunido
- ¿Eso quiere decir que lo tiene todo unido, brazos, piernas y orejas? ¿Me quiere decir que lo tiene todo bien pegado?
Ante el perceptible y lógico desconcierto del interlocutor, añado:
- Lo correcto es decir que el director está en una reunión.
Me dan las gracias, añadiendo que no lo sabían, que nunca lo habían oído. Sé que me arriesgo a que me suelten una impertinencia (que tendría bien merecida) pero, como hasta el momento nunca ha sucedido, mi manía se mantiene intacta.
Dos. Me he preguntado muchas veces cómo es posible que no haya nadie en el PP que le advierta a su presidente, el señor Feijoo, que no se puede decir: el presidente del gobierno debe de informar…, el gobierno debe de emprender…, los ciudadanos deben de comprender… ¿Nadie se da cuenta? ¿Nadie sabe por qué? Cuando la frase encierra obligación, como es el caso, no se puede utilizar el de. Ha de decirse que el presidente del gobierno debe informar, explicar, saber, decidir… Cuando se expresa duda ha de incorporarse el de. Me gusta poner este ejemplo:
- ¿A qué hora pasa el tren?
- Debe pasar a las 8 (es su hora).
- Debe de pasar a las ocho (tengo dudas de que esa sea su hora).
Tres. Hay un error que daña los oídos cuando se escucha y la vista cuando se lee. Me refiero al uso del posesivo para indicar posiciones espaciales: delante mío, detrás tuyo, encima mío, debajo tuyo… Si analizamos, aunque sea someramente, la expresión y pensamos que mío y tuyo son posesivos que indican de quién es la propiedad de un objeto o de una idea (ese bolígrafo es mío, esa idea es tuya) nos daremos cuenta de la clamorosa incorrección. Debe decirse: delante de mí, detrás de ti, encima de mí, debajo de ti.
Cuatro. Hace tiempo (no sé si lo sigue haciendo) Carlos Herrera abrió una sección en su programa de radio titulada “Pienso de que…”. Me indignó que un periodista y por consiguiente un amante del lenguaje difundiese un error de esta envergadura. Los oyentes llamaban al programa y repetían el error como si fuera una consigna: pienso de que… Recuerdo que escribí un artículo con este título: “Por favor, señor Herrera”. Decía que no había derecho a que el esfuerzo de los maestros en las aulas sufriese estos ataques por parte de profesionales que piensan que hacen una gracia induciendo a cometer un error de este calibre. Lo correcto es decir pienso que.
Cinco. Me encuentro muchas veces con el error del infinitivo viudo. No se puede decir ni escribir: Terminar diciendo…, concluir afirmando… Lo correcto es decir: Quiero terminar diciendo, deseo concluir afirmando… Error que suele aparecer en la parte final de los trabajos y de los artículos.
Seis. Los galicismos son muy frecuentes en las conversaciones y en los escritos. No se puede decir o escribir lo siguiente: temas a tratar, preguntas a responder, trabajos a realizar…Hay que utilizar expresiones alternativas: los temas que hay que tratar, las preguntas que hay que responder, los trabajos que es preciso realizar…
Siete. Uno de los errores con los que me encuentro con mayor frecuencia es el uso de la expresión sobre todo (locución adverbial que significa principalmente o especialmente), escrito juntosin que el autor caiga en la cuenta de que un sobretodo (sustantivo), es un abrigo.
Ocho. También es frecuente confundir el entorno (sustantivo) que hace referencia al ambiente, a lo que nos rodea con la expresión en torno a, que es una locución proposicional que significa alrededor de, acerca de o relativo a…
Nueve. Llevo muchos años combatiendo expresiones como a nivel de autonomías o en base a los datos consultados… Digo que, en castellano, solo existen los pasos a nivel del ferrocarril y los envases de las botellas. Hay que decir: en la esfera autonómica…, según los datos consultados…
Diez. Un error tan garrrafal como frecuente es confundir la condicional si no con la adversativa sino. Si no leemos, nos aburriremos (condicional). La causa no es esta sino la otra (adversativa).
Qué decir de los signos de puntuación. En un libro de José Antonio Millán titulado “Perdón, imposible”, se cuenta cómo depende la vida de una persona de la colocación de una coma. Al Emperador Carlos V le llega la sentencia de un juez con este texto: ”Perdón imposible, que se cumpla la sentencia”. El Emperador cambia de lugar la coma para salvar la vida del reo: “Perdón, imposible que se cumpla la sentencia”.
Otro ejemplo: cuando era estudiante de bachillerato, un profesor escribía cada semana una frase en el encerado. En una ocasión escribió: “Lo mejor y lo primero, para mi compañero”. Un bromista cambió la coma de lugar y la frase que pretendía fomentar el altruismo se convirtió en un lema egoísta: “Lo mejor y lo primero para mí, compañero”.
Me ha preocupado tanto esta cuestión que, cuando fui director de un Colegio en Madrid, escribí un pequeño libro titulado “Libro de estilo del Colegio”. Cada profesor y cada alumno tenía su ejemplar. La tarea de la buena escritura no era solo responsabilidad de los profesores de Lengua sino de todo el equipo docente. Investigamos sobre los errores más frecuentes y descubrimos que en 42 palabras se encontraba el noventa por ciento de los errores ortográficos. Nos pusimos a trabajar esas palabras. Los profesores teníamos, fuéramos del área de conocimiento que fuéramos, las mismas inquietudes y los mismos criterios para corregir las faltas de ortografía. Para animar a la escritura teníamos un periódico mural y revistas por niveles en las que publicaban sus escritos
Y cuando formé parte del equipo decanal de mi Facultad escribí con los profesores de Lengua y Literatura Benjamín Mantecón y Cristóbal González un “Libro de estilo para universitarios”. La sección que más me gustó fue la de errores más frecuentes de la A a la Z. Presentamos el error, indicamos cómo debe escribirse o decirse correctamente y explicamos el porqué.
Esta no es una cuestión menor. Estilo es precisión, es claridad, es comunicación y también es ética. Por eso me gusta decir que utilizar un lenguaje no sexista, además de ser una cuestión lingüística es una cuestión moral.
¿Cómo se aprende a escribir y hablar correctamente? Lo tengo muy claro: leyendo mucho. Y leyendo con sensibilidad lingüística. Estoy leyendo el excelente libro de Davil Uclés “La península de las casas vacías”. Pues bien me está sorprendiendo la importante cantidad de palabras cuyo significado no conozco. Anoto las palabras desconocidas y busco su significado en el diccionario. Decía mi añorado y admirado Manuel Alcántara: cuando alguien nos dice que no lee, bien podría ahorrarse la confidencia. ¿Cómo es posible que una academia de idiomas prometa enseñar un idioma en quince días?
Algunas veces una sola palabra define la cultura de un individuo. En estos momentos en los que el currículum de los políticos está siendo escrutado con lupa ante los inexplicables e indecentes abusos que se están descubriendo, he oído contar la historia de una persona que va a solicitar trabajo en una gran empresa. Presenta su currículum en el que acredita tener, entre muchas otros méritos, tres licenciaturas. El responsable de admisiones le felicita por su brillante currículum y le dice:
- Dada su amplia preparación, ¿qué trabajo le gustaría realizar en la empresa?
El solicitante del puesto de trabajo responde con aplomo:
– Lo que haiga.