El poeta inglés John Masefield escribió en 1946 un texto hermoso sobre la Universidad que dice así: “Existen pocas cosas terrenales más bellas que una Universidad».

Es un lugar donde aquellos que odian la ignorancia pueden esforzarse por saber, donde aquellos que perciben la verdad pueden esforzare en que otros la vean; donde los buscadores y estudiosos, asociados en la búsqueda del conocimiento, honrarán el pensamiento en todas sus más delicadas formas, acogerán a los pensadores en peligro o en el exilio, defenderán siempre la dignidad del pensamiento y del aprendizaje y exigirán valores morales a las cosas.
Los profesores dan a los jóvenes esa íntima camaradería que los jóvenes anhelan, y esa oportunidad de discusión infinita sobre temas que son infinitos, sin los cuales la juventud parecería una pérdida de tiempo.
Existen pocas cosas terrenales más perdurables que una Universidad”.
Lamentablemente, estas palabras no se corresponden siempre con la realidad y, en algunas ocasiones, la Universidad se convierte en una expendeduría de títulos que no pone el énfasis precisamente en “defender la dignidad del pensamiento y el aprendizaje” ni, por supuesto, en “exigir valores morales a las cosas”. Y en ella se instalan comportamientos de escasa decencia. La enseñanza universitaria se convierte así en un proceso mediante el cual lo que está escrito en los papeles de los profesores pasa a los papeles de los alumnos sin pasar por la cabeza (qué decir del corazón) de ninguno de los dos. Sin embargo, en todas existen profesores excepcionales, como explica muy bien Ken Bain en su hermoso libro “Lo que hacen los mejores profesores universitarios”.
Además de sus principales agentes (profesorado, alumnado y personal de gestión y servicios, que tenemos que hacer de la institución un faro moral), las Universidades dependen del buen o mal hacer de los políticos. El señor Donad Trump, que no deja títere con cabeza, ataca ahora a la Universidad de Harvard y a otras Universidades. Primero fueron sus fanfarronadas sobre el final de la invasión de Ucrania (con el vergonzoso episodio de bullying en la Casa Blanca con el señor Zelesnki oficiando de víctima propiciatoria) y del genocidio de Gaza, luego se produjo la amnistía a los asaltantes del Congreso, después la promesa de anexionarse Groenlandia, más adelante la iniciativa de convertir la franja de Gaza en un resort de lujo, todavía sigue (y seguirá) la guerra de los aranceles, desde el primer momento decidió expulsar a los inmigrantes ilegales y cerrar las puertas de entrada al país, privatiza todo lo que sea privatizable para desgracia de los más pobres… y ahora le ha tocado el turno a las Universidades. Lo que faltaba.
Ahí le tenemos firmando órdenes ejecutivas a toda velocidad sin que las instancias democráticas del país tengan nada que decir o aprobar. Él es el poder ejecutivo, el poder legislativo y, cuando le viene bien, es también el poder judicial. Por eso ha podido liberar a los asaltantes al Capitolio. Ostenta un poder omnímodo y nos restriega su firma por la cara como diciendo: “aquí estoy yo”, “yo soy el que mando”. Ahora dice que está en una misión divina.
No sé qué adjetivo describe mejor a este personaje que han votado setenta millones de ciudadanos y ciudadanas de su país: megalómano, siniestro, ególatra, maquiavélico, demagogo, déspota, homófobo, misógino, xenófobo, mentiroso, fascista… Quizás le convengan todos. Lo que no me explico es lo que vieron en él sus muchos millones de votantes. O lo que no vieron, aunque fuera tan patente.

Ahora le ha tocado el turno a la Universidad de Harvard que es un emblema del pensamiento crítico. En los últimos meses, la Administración Trump ha recortado en más de 2200 millones de dólares el volumen de subvenciones federales para Harvard, ha amenazado con retirarle las exenciones fiscales y el pasado jueves anunció que dejará de extender visados a alumnos foráneos de Harvard y que aquellos que ya están matriculados en esta Universidad deberán cambiar de centro o exponerse a ser expulsados del país.
Hay cuatro rasgos de la Universidad de Harvard que, a mi juicio, suscitan un especial rechazo por parte de la derecha americana (y, por supuesto por parte de la Administración Trump):
Está muy escorada hacia la izquierda. En una exploración realizada por el alumnado en el año 2023 encontraron que el 45,3 % del profesorado tenía una posición progresista y el 31,8 % se consideraba muy progresista y la mayoría de los sondeos que se realizan a estudiantes también muestran su cercanía hacia posiciones de centro izquierda (aunque siempre se ha dicho que sus estudiantes son políticamente de izquierdas y económicamente de derechas). Harvard es un bastión del pensamiento crítico. La intervención del presidente tiene un objetivo evidente. Lo que tendría que hacer la comunidad universitaria es NO PENSAR.
El segundo rasgo tiene que ver con las manifestaciones de protesta que tienen lugar en el campus universitario, epicentro de la disconformidad. Esta segunda característica suscitaría la reacción gubernamental de NO PROPESTAR. Además, le ha pedido a la Universidad que entregue las grabaciones de todas las protestas que se hayan llevado a cabo en los últimos cinco años. Y aún más: la Secretaría de Justicia le ha reclamado todos los mensajes de texto, correos electrónicos, chats de Signal y demás correspondencia de empleados actuales o anteriores que discutieran las órdenes ejecutivas de Trump a principios de este año que revocaron las políticas de apoyo a las minorías y pusieron fin al apoyo del gobierno a los programas de diversidad, equidad e inclusión.
El tercer rasgo que solivianta al poder es la condena reiterada y enérgica por el genocidio de Israel en la franja de Gaza. Lo que viene sucediendo, en realidad, es que en esa Universidad se han producido, como en otras muchas, un buen número de actos de protesta y denuncia contra Israel por llevar a cabo el genocidio y exterminio del pueblo palestino. Lo que ahora ha provocado un ataque sin contemplaciones y por varios frentes de Donald Trump, que desea imponer el alineamiento con la postura del gobierno. Y, por consiguiente, exige una postura clara: NO DISCREPAR.

El cuarto rasgo tiene que ver el temor a la captura ideológica. Por eso el presidente prohíbe que la Universidad admita alumnos y alumnas foráneos, uno de los distintivos de la Universidad de Harvard que tiene en las aulas alumnos y alumnas de 140 nacionalidades. Esta pluralidad de culturas y de razas encierra una enorme riqueza. Por consiguiente, este es el precepto que desea imponer: NO ADOCTRINAR. Mientras escribo, acabo de saber que un juez ha rechazado la prohibición de matricular alumnos foráneos.
La violación de la libertad académica es tan flagrante que hasta la Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión la ha condenado sin contemplaciones. Sus justificaciones son demagógicas y sin fundamento. Es Trump quien miente y manipula. Pretende restaurar «la ciencia de referencia», entre otras razones, para no «inventar datos o resultados y registrarlos o informar sobre ellos». Lo dice y ordena Donald Trump, de quien The Washington Post contabilizó 30.573 afirmaciones falsas o engañosas en su primer mandato como presidente de Estados Unidos (unas 21 diarias de media). Lo que hay detrás de lo que hace contra las Universidades es el miedo atroz de todos los dictadores a la libertad de pensamiento y expresión, a la inteligencia y, por supuesto, a la protesta y la rebeldía.
Harvard es la Universidad más antigua de los Estados Unidos. En 2024, su presupuesto fue de 6.500 millones de dólares (5.700 millones de euros), y está en los primeros puestos (en muchos el primero) de la mayoría de los rankings. Nadie puede negar el vigor científico de esta Universidad en la que se concentran más galardonados con el premio Nobel que en ninguna otra del mundo.
Mi admirado y querido amigo Juan Torres, catedrático de la Universidad de Sevilla, escribió hace unos días un artículo sobre este tema. Y lo cerraba con la certera frase de Edmund Burke, escritor, filósofo y político irlandés: «Para que el mal triunfe solo se necesita que no hagan nada las personas buenas».
Querido Miguel Ángel:
Creo que lo que está ocurriendo en la universidad de Harvard por medio de Trump está muy de acuerdo con lo que se puede esperar de un personaje tan siniestro, tan ególatra, tan mentiroso y tan ignorante. Bien le iría pasar una temporada en esa institución y después intentar gobernar.
Qué pasa que tantos millones de personas votan y ponen en el poder a estos personajes. Te lo preguntas y nos lo preguntamos muchos. Tanto bulo, tanta mentira, tanta palabra y ex abruptos altisonantes nos confunden. En España también pasa. Al Parlamento sería mejor llamarle Insultorio. Es más realista.
Tus artículos ponen luz en medio de tanta oscuridad. La crítica es necesaria
Pero la calumnia y la mentira corroen todo: al que la emite, al que la sufre y al que la oye, si su espíritu crítico está empobrecido.
Las universidades deben ser la máxima expresión del saber y de los valores humanos, creo yo.
Un gran abrazo, Miguel Ángel, y saludos a todos.
Querido Joaquín:
Y, además, madrugador.
A las 9:01 ya estaba enviado tu comentario.
Siempre certero en tus apreciaciones y claro en tu exposición.
Este personaje te hace sentir que estás sentado en un polvorín y que tiene el poder de hacerlo estallar en cualquier momento por una nimiedad nimiedad.
Y estoy de acuerdo que no es exclusivo de EE.UU. el problema de la falta de criterios y de valores en muchos políticos y políticas.
El histriónico Elon Musk se despidió ayer de la Casa Blanca.
Su indumentaria no fue criticada por los aduladores del presidente como sucedió con el señor Zelenski. Este tiene patente de corso porque es de los suyos.
Un abrazo, gracias y feliz y caluroso fin de semana.
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Tengo el récord del mundo de perder votaciones.
No me importa (mis principios frente a mis intereses) y si me importa (mis acciones frente a fracasos).
La última pérdida ha sido para solicitar (junto a otros 32 de 55 vecinos) la recuperación de los Concejos Abiertos en un pueblecito de la montaña oriental de León, La Devesa de Boñar, donde nací y donde he vuelto para ser vecino al completo hace 2 años.
Esto no es Harward, pero el procedimiento es semejante y muy peligroso y reiterado: Un Alcalde pedáneo y su Junta Vecinal frente a la vida ordinaria.
La vuelta al caciquismo, donde solo vale lo que unos dicen sin poder soportar que los demás sepan, estén informados y puedan aportar sus visiones y sus acciones.
Estoy preocupado, porque, quienes pudieran ayudar a equilibrar este camino hacia el precipicio, desde estancias superiores no nos dan demasiados ejemplos en que apoyarnos y, quizás, por ser tan buenas personas, debieran hacerse visibles y no estar escondidas en el miedo y la innacción.
Gracias una vez más.
Querido Rufino:
No sabía que teníamos la misma patria chica. Me alegro de tener un amigo leonés, nacido en un pequeño pueblo como son el tuyo y el mío.
Y sí, el caciquismo tiene distintas tallas, pero funciona siempre lo mismo.
Por delante y por encima está el poder, el aquí mando yo y tú te callas.
Los peligros que acechan son el silencio, el miedo y la inacción.
Un abrazo, querido vecino de la Devesa de Boñar.
Y gracias por la interesante aportación.
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Buenas Miguel Ángel!
Gracias por tu artículo y la actualidad de tu escrito. Aunque hoy estoy fuera y no he podido dialogarlo con Gema lo he disfrutado y comparto tu denuncia.
Te mando un super abrazo desde el XIII congreso internacional de Comunidades de Aprendizaje en Jerez.
(Perdona por la brevedad que hago entre ponencias)
Esperamos verte pronto y que nos cuentes tus
preciosas aventuras americanas.
Te queremos. Un super abrazo
Querido Miguel, querida Gena:
Mientras contestaba a Rufino, ha llegado tu comentario.
Imagino que estás tú solo en Jerez.
Hay que ver la cantidad de compromisos educativos que tenéis. Es admirable.
El tema de hoy se las trae.
Qué brutalidad.
El día 5 viajaré a Argentina.
Espero una gira intensísima.
En Tucumán tendré nueve mil profesores en la conferencia.
Un abrazo, gracias y feliz fin de semana.
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El ataque a las Universidades que discrepan de su política muestra a las claras el tipo demócrata que es el señor Donald Trump. Lo dices claramente en el artículo: NO PENSAR. NO PROTESTAR. NO DISCREPAR.
El panorama mundial es muy inquietante con los líderes que está eligiendo la ciudadanía de muchos países.
Querida María:
Sí, este ataque retrata al señor Trump.
Prefiere que la gente no piense, que no proteste y que no discrepe.
Los dictadores solo quieren súbditos, les molestan los ciudadanos.
Cuesta creer que haya tantos millones de votante de un individuo como este.
Besos.
Gracias.
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Da miedo que el país más poderoso del mundo esté gobernado por un personaje como Donald Trump. Porque ofrece una imagen de un individuo que nop está en sus cabales.
¿Qué puede pasar si todo depende de su voluntad?
Querida Silvia:
Me cuesta aceptar que, en una democracia, la voluntad de un presidente prevalezca sobre todos los poderes. Cuando le veo firmar una decisión tras otra y mostrarnos su firma, pienso en los organismos del estado: en el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial, ¿dónde están?
¿Puede havcer lo ue le de la gana?
Besos.
Gracias.
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Querido Maestro:
No puede ser más duro y real el tema de hoy, sobre las injustas y crueles actuaciónes del presidente de Estados Unidos.
Los dictadores son personas sin escrúpulos, que no sé por qué maligna razón destacan, por ir destruyendo a todos los seres humanos.
Yo que he sentido ese modo de actuar, me enerba el alma, que haya seres de esa categoría.
Seres distantes, carentes de empatía, creyendo que tienen toda la razón del mundo.
Inhumanos, insensibles, siniestros, avaros, machistas, e incluso me atrevería a decir, y lo hago, maltratadores.
Yo creo que el tiempo nos enseñará la verdadera cara de estos individuos.
Lo peor es que los que están sufriendo sus crueles hazañas, tengan fuerzas para enfrentarse con tan malvado enemigo.
Pero hay que atreverse, a enfrentarse con estás clases de mofetas, con estos seres malvados y avariciosos de poder y de razón.
Una vez que lo haces te sientes en paz, se te quita el miedo y obtienes numerosas recompensas de reconocimiento de la verdad.
!Espero que lleven bien este intenso
calor!
Y ya sin más me despido con un fuerte abrazo para todos.
! Qué la semana os sea feliz y leve!
Muchos besos.
Querida Loly:
Hay que pensar y hay que actuar, como dices.
Lo más necesario es hacer un buen análisis de lo que pasa con estas personas. ¿Cómo consiguen convencer a los votantes? ¿Qué tipo de discursos manejan para que les voten?
Recuerdo las mayorías absolutas que conseguía el señor Gil y Gil en Marbella. ¿No veían que era un delincuente, un tramposo, un ladrón?
Y luego hay que actuar, hay que desenmascararlos y conseguir que no accedan al poder. Y, cuando llegan, tratar de que nio se perpetúen.
Eso lo puede conseguir la educación, que nos enseña a pensar y a conviuvir.
Besos, gracias y feliz semana.
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