Existe en las instituciones, no solo en las educativas aunque especialmente en ellas, un mecanismo al que me gusta denominar fagocitosis de los innovadores. El lector me dirá si lo ha detectado en la micropolítica de la organización en la que trabaja. Y también podrá pensar si se encuentra entre los verdugos o entre las víctimas.
Tomo la metáfora de la biología. La fagocitosis es un proceso por el cual ciertas células y organismos unicelulares capturan y digieren partículas extrañas. Una célula utiliza su membrana plasmática para engullir una partícula. El fagocito rodea y destruye las bacterias y elimina sustancias extrañas. El término proviene del griego phagein, comer y kytos, ‘célula’.
En las organizaciones hay individuos que engullen, que fagocitan, a quienes consideran personas nocivas para su tranquilidad. Los profesores innovadores hacen propuestas y tienen actitudes que dejan en evidencia a quien no quiere hacer nada. Para defenderse de la exigencia no pueden demostrar que la propuesta innovadora es mala o inútil. Resulta más fácil fagocitar a quien hace la propuesta.
Para destruir a los innovadores utilizan diversos cuchillos que tienen buen filo y resultan muy prácticos para acabar con el riesgo que supone la invitación al trabajo, al compromiso y a la ilusión.
Primer cuchillo: “tiene problemas afectivos”. El innovador (me refiero a hombres y a mujeres) no es que sea un buen profesional y por eso permanece mucho tiempo en la escuela. No. Es que está soltero, no tiene hijos o se está separando y no quiere llegar a su casa. Es una persona rara. El que fagocita le dice al innovador: todos somos raros, menos tú y yo. Incluso tú eres un poco raro.
Segundo cuchillo: “lo que quiere es sobresalir”. Como la propuesta de innovación no se va a pagar, como no se va a acreditar, el fagocitador atribuye al innovador motivos espurios: quiere adular a la inspección o a la dirección, quiere destacar, pretende llamar la atención, eso es lo que le gusta.
Tercer cuchillo: “es de Podemos”. El proceso de etiquetado es el mismo en todas las organizaciones aunque las etiquetas son distintas. En cada contexto funcionan unas u otras. Delo que se trata es de colgarle una que le desacredite.
Cuarto cuchillo: “es un joven (o un viejo) iluso”. Este cuchillo tiene dos filos. Me preocupa más el que pretende matar a los innovadores veteranos. Porque esos jóvenes fagocitadores me resultan patéticos. Ya están quemados y no han visto todavía el fuego. Me hace pensar en acusaciones inquietantes: ¿qué hacéis en la Facultad que salen jóvenes maestros con 22 años y parecería que tienen 122?
Quinto cuchillo: “quiere que le hagan un monumento en el patio”. O que le pongan su nombre a una calle o, como dicen en Argentina, que le den la tiza de oro. El móvil de la propuesta no es la innovación o el bien de los alumnos y de las alumnas sino la vanagloria.
Sexto cuchillo: “eso ya lo hicimos hace muchos años y no valió para nada”. Se invoca la experiencia con ánimo destructivo. Se dice que aquella iniciativa no solo no sirvió para nada sino que fue el origen de un serio conflicto que tardó años en resolverse. Mejor no hacer nada.
Séptimo cuchillo: “ese quiere heredar la escuela”. Acusan al innovador de ambicioso y de fatuo. En definitiva, eso que pretende conseguir no es posible alcanzarlo porque nadie se lo va a agradecer.
Y así podríamos seguir. He llegado a describir más de veinte cuchillos para eliminar a los innovadores, pata arrinconarlos, para desprestigiarlos, para no hacerles caso.
Comprendo que es un grave problema sufrir ataques por querer hacer mejor las cosas, por pretender transformar la realidad. No es que no le apoyen y le reconozcan el mérito al innovador, es que se lo hacen pagar caro. Le sucede al innovador lo que le pasó en la guerra a aquel soldado que cavó una trinchera tan larga que le declararon desertor.
En la cultura de las organizaciones se produce un hecho complementario al de la fagocitosis, que es el de elección de prototipos. Los fagocitadores se convierten en modelos porque no tienen problemas afectivos, no son de Podemos, no son jóvenes (o viejos) ilusos, no pretenden que les hagan un monumento en el patio, no quieren repetir una experiencia fracasada y no quieren heredar la escuela.
Creo que trae cuenta ser un docente innovador por una sencilla razón: va a ser más feliz, va a disfrutar más en la tarea.
Algunas veces me preguntan: ¿qué hacemos con los fagocitadores?, ¿los matamos nosotros? (Metafóricamente, se entiende), No hay que matar a nadie, hay que invitarles a participar en la fiesta del compromiso, del esfuerzo y de la innovación. Y en caso de que no se dejen seducir, siempre se puede seguir el consejo de Voltaire: no hay mayor venganza sobre nuestros enemigos que la de que nos vean felices.
Voy a contar una historia que muestra los intríngulis de este proceso
En una cartería de Valencia los carteros están repartiendo la correspondencia por sectores, bloques, calles y pisos. De pronto, uno de los carteros dice:
– Atención, compañeros, ¿qué hacemos con esta carta?
– ¿Por qué, le preguntan?
– Es que tiene una dirección sorprendente
– ¿Qué dirección es esa?
– La dirección dice: San Antonio de Padua. El cielo.
Uno de ellos pregunta:
- ¿Tiene remite?
- Sí, aquí figura un nombre con sus apellidos y una dirección.
- Seguro que se trata de un niño que le escribe a San Antonio. Vamos a abrir la carta, a leerla y a contestar a ese niño. Le daremos una sorpresa y se pondrá muy contento.
El cartero abre la carta, la lee y descubre que quien escribe no es un niño, sino un adulto, que le dice a San Antonio que es un trabajador desempleado y que tiene un hijo enfermo. Necesita con urgencia que le mande cien euros porque tiene que comprarle unas medicinas y no tiene dinero ni otra forma de conseguirlo.
El cartero, que es una buena persona, dice que cien euros es una cantidad grande para uno solo preo que, como son muchos, les propone dejar una pequeña cantidad. El la recogerá y la enviará en un sobre a la dirección que figura en el remite.
Cuando acaba el trabajo ve que los compañeros han dejado setenta euros, él mira en su cartera y ve que tiene diez euros. Setenta y diez ochenta. Como el autor de la carta pide el dinero con urgencia, decide no esperar. Mete el dinero en un sobre, escribe la dirección que figura en el remite y, sin ningún comentario, le manda la carta al remitente.
Pasan dos meses y otro cartero lee en un sobre la dirección de marras: San Antonio de Padua. El cielo. Algunos no se acuerdan ya de la historia, pero alguien sugiere que va a ser aquel trabajador que al que enviaron el dinero. Y con seguridad les dará las gracias. Abren la carta. Y leen en voz alta:
Querido San Antonio: ya sabía yo que no me ibas a fallar. Te quiero dar las gracias por el dinero que me has mandado y que me permitió comprar las medicinas para mi hijo que, por cierto, se ha curado. Pero te voy a dar un consejo: cuando mandes dinero a tus devotos no se te ocurra volver a mandarlo a través de las oficinas de correos porque los muy ladrones me han robado veinte euros de los que tú me mandaste.
¿Cuál es la tentación de lo carteros?: dejar de ser generosos. Ahorrarán dinero, pero dejarán de ser compasivos y bondadosos. ¿Cuál es la tentación de los innovadores?: perder la ilusión y abandonar el compromiso.
Querido Miguel Ángel:
La gente innovadora, la que destaca, son como una lámpara que ilumina su entorno. A muchos los ciega esa luz y no la soportan porque alumbra su mediocridad y falta de voluntad e iniciativa. En el fondo se trata de envidia hacia aquella persona entregada a su trabajo, poniendo en evidencia a los acomodaticios. La sabiduría del refranero ya lo dice: » si la envidia fuese tiña cuántos tiñosos habría».
Quien hace lo que puede y se entrega a su labor no creo que sea de los fagocitadores, más bien aceptan las iniciativas buenas de otros.
La humanidad avanza gracias a las personas innovadoras. La postura correcta creo que es aplaudir les, pero como en el campo del mundo hay de todo, de nada nos debemos extrañar.
Un abrazo Miguel Ángel que tengo la ilusión de que pronto será real. Saludos a todos.
Querido Joaquín:
No sé si cuando entraste en el blog estaba ya el artículo. Te lo digo porque ayer me confundí con la fecha y lo programé para mañana.
Miguel Vera, que suele abrir los comentarios, me alertó preguntando si tenía algún problema ya que no vio el artículo. Y lo hice visible hoy a las 12 de la mañana.
Si entraste después no harás percibido el problema. Veo que escribes después de las 13.
El tema de hoy se las trae porque muchos jóvenes ilusionados acaban siendo fagocitados por veteranos ya cansados, decepcionados y desilusionados.
Me gusta insistir en que vivir la profesión de una forma comprometido hace que se viva más felizmente en el trabajo.
Por eso alerto de la trampa del castigo que sufren quienes se esfuerzan por mejorar.
Un abrazo.
¡Nos vemos pronto!
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Hola Miguel Ángel.
Esta mañana me he quedado un poco inquieto. He entrado en la web y no veía tu artículo de esta semana. He pensado que sería algún problema técnico porque tú no fallas…
Tema recurrente el de la fagocitosis… No por ello falto de interés y, además, es bueno tenerlo presente porque me temo que es una realidad palpable en la mayoría de centros educativos.
El «fagocitador» no tiene edad, pero es cierto que este rol suele corresponder a personas que llevan muchos años en la escuela o instituto. Gente que está ya de vuelta de todo y que va a por el salario. Ojo, que se puede estar de vuelta de todo e ir a por un salario y ser un gran profesional. Me refiero a aquel que va a la ley del mínimo esfuerzo, sin ganas de aprender nada nuevo, que cree que ya lo sabe todo y que las «modernuras» son simples modas que están condenadas a fracasar.
Está bien sentar las bases de la innovación en cimientos sólidos como da la experiencia, pero también debemos tener la mente abierta a nuevas formas de enseñar y aprender. Para ello, hay que formarse y ponerlas en práctica y, posteriormente, sacar conclusiones. Pero no vale con ponerlas en práctica sin saber lo que se hace porque entonces están condenadas al fracaso. No porque sean métodos o estrategias malas, sino porque seguramente atarán mal aplicadas. Las croquetas de mi madre estaban muy buenas, pero las de mi suegra estaban mejor. Quedarse comiendo buenas croquetas te impiden probar otras que saben mucho mejor…
Espero que esta metáfora culinaria sea apropiada para adornar mi idea. Un abrazo.
P.D.
Creo que ha habido un fallo técnico que te ha alterado la redacción del siguiente párrafo:
Algunas veces me preguntan: ¿qué hacemos con los fagocitadores?, ¿los matamos nosotros? (metaforicamente, se entienddores?, ¿los matamos nosotros (metson de Podemosealidad. No es que no le apoyen y le reconozcan el meriafóricamente, se entiende).
Querido Juan Carlos:
Te acabo de mencionar en un libro que publicaré en breve titulado LAS EMOCIONES DE LA PROFESIÓN DOCENTE. Y, en un capítulo hablo de la fidelidad a la lectura y a la escritura de comentarios en el blog. Y ahí estarán también Joaquín, Miguel Vera…
Gracias por esa alerta sobre los párrafos confusos. Lo voy a ver. Siempre agradezco estos avisos porque suelen aparecer las erratas al editarlo. El texto original es correcto, peor luego se desordena, pero yo ya no lo veo. Gracias.
La metáfora de las croquetas es estupenda. Es sabrosa respecto al gusto (sabor: sapere) y respecto a la comprensión (saber:sapere).
Me parecen bien dos ideas que planteas sobre la innovación:
– Hay que pensar bien a qué llamamos innovación.
– Hay que reflexionar sobre su desarrollo.
Ya he explicado (Joaquín) lo sucedido con el artículo.
Un abrazo.
Y gracias por el interesante comentario.
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La «fagocitosis» en educación destruye a los innovadores … entonces aparece la «señora burocracia»…que sínicamente legitima – de alguna manera – todo el proceso…
Querido Horacio:
Sé que sabes mucho de estas experiencias y no tanto por los libros de papel cuanto por el libro de la vida.
Afortunadamente tú has sido de los que no se han dejado engullir por el desaliento, por las descalificaciones o por la pereza.
Eso te ha hecho disfrutar tanto de tu trabajo.
Un abrazo.
Gracias por estas breves palabras, tan significativas.
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Muy buenas Innovadorman!
Para ser sincero, no conozco mejor vacuna para los fagocitadores y sus cuchillos que tus escritos y tu ejemplo.
He de reconocer que me resulta extraño hablar hoy de innovación en educación cuando tenemos ejemplos magníficos en el siglo XX. Uno lee a Ferrer i Guardia y su escuela moderna, las experiencias prácticas de Freinet, Freire…lo que ocurrió en Ntra Sra de la Vega..etc y poco ya hay que innovar…como mucho adaptar. Estos ejemplos se adelantaron un siglo y son muy válidos hoy. También me resulta raro, después de un cuarto de siglo, hablar de nuevas tecnologías…ya no tan nuevas.
Acabo de llegar de una celebración de un compi jubilado que dió y da lo mejor de si. Más de treinta docentes cada una en un cole diferente pero compartiendo la ilusión por aprender es un regalo. Hay motivos para la esperanza. Y te hemos recordado. Muchos te leen.
Gracias por ser nuestra Ítaca!
Espero verte pronto para concretar la digitalización de tus artículos.
La tertulia no ha sido hoy en el desayuno con Gema pero si en la comida!!! Y más dialógica.
Gracias!
Abrazos y besos 4×3
Querido Miguel, querida Gema:
Me diste un susto esta mañana. Pro gracias a tu aviso pude solucionar el problema en un par de minutos.
La jubilación permite saber cómo ha sido la carrera de un profesional. Lo que cuentas da a entender que ese ha sido el caso de tu amigo.Al acercarse la jubilación unos piensan que va a llegar el momento de la liberación y otros piensan que van a abandonar una fuente inagotable de felicidad y de vida.
Me alegra saber que hay docentes que leen. Porque para eso se escribe y se publica. Y eso suscita mi agradecimiento.
Hace poco publiqué un artículo titulado Innovar o morir.Lo publicaron los orientadores/as en un libro que editaron en Logroño.
Me preocupa que la cultura de las organizaciones acabe destruyendo a los mejores, a los más comprometidos.
Un gran abrazo.
Algún día hablaremos de los artículos. Lo de los libros lo tengo controlado en una página del blog.
Un gran abrazo, queridos amigos.
Y gracias por trasladar la tertulia del desayuno a la comida.
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Soy una docente en México, que acaba de entrar a hacer un posgrado en Educación. Una maestra me dejó como tarea ver una conferencia suya y he salido muy optimista de ahí. Me considero del «bando» de los innovadores, tengo diez años en servicio, y siempre quise lo mejor para mis alumnos, sin embargo el mayor reto fue cuando encontré en un primer día de clases, en mi salón, a tres alumnos en tercer grado de primaria, sin saber leer y escribir y pensé… ¿y ahora qué hago con ellos? ya que siempre me habían tocado «los buenos». Algunos «veteranos» me recomendaron ignorarlos, ya que el sistema los había pasado de grado y los maestros anteriores no habían hecho su trabajo, y a los padres de familia desinteresados tampoco les importaban… pero yo sentí en lo profundo que algo debía hacer yo por ellos, ya que si el sistema, los maestros anteriores o sus padres les habían fallado, yo no lo haría. Y me puse en ello, investigué, hice adecuaciones personalizadas, pedí ayuda a una colega experta en primer grado, les compré materiales, y así como pude le hice. Al termino del ciclo mis alumnos sabían leer y escribir, además de estar adelantados en otras materias. Mi recompensa fue enorme, nunca me sentí tan bien en la vida. Desde ese día le pedí a mis autoridades que me asignaran los grupos de primer y segundo grado, porque me encanta vivir el proceso de la lectoescritura y ver los progresos de mis niños.
Querida Liliana:
Me ha emocionado la experiencia que cuentas en tu comentario. ESA ES LA FORMA DE ACTUAR DE UNA BUENA MAESTRA. HAY QUE AYUDAR MÁS A QUIEN MÁS LO NECESITA.
Qué pena ese consejo que te dieron algunos de dejarles abandonados. Qué irresponsabilidad.
Hay que atender a los alumnos EN EL NIVEL QUE ESTÁN. NO EN EL NIVEL QUE DEBERÍAN ESTAR.
Los alumnos no solo tienen derecho a la escolarización, tienen derecho a tener éxito en la escolarización.
Estoy seguro que estás en el bando de los innovadores/as. Ojalá nunca te ausentes de él. Porque de ese forma seguirás sintiendo esa felicidad de la que nos hablas.
Besos y gracias.
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Besos y gracias.
Querido Miguel Ángel:
Me alegro de que estés bien.
Suelo leerte de madrugada. Y no estabas. Por la mañana temprano, no estabas. No sé, pero no estoy para estos sustos.
El artículo en otro momento. La salud es lo primero.
Un abrazo desde la primavera gallega.
Querido José Antonio:
No sé si has visto en comentarios anteriores lo que pasó. Un sencillo error de programación. Menos mal de que pronto me lo advirtieron. Bueno, no tan pronto como para evitar que entrases dos veces en El Adarve.
Comparto tu jerarquía de preocupaciones. Muchas gracias por verlo así en este caso.
Y espero tus ideas sobre la fagocitosis.
Un abrazo de sur a norte.
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Querido Maestro:
!Qué bueno el comentario y que divertido la carta para San Antonio!
Que por cierto esta semana he visitado en su hermita para que, me eche una mano, el martes que me opero de la catarata del ojo izquierdo.
Es muy cierto, que es complicado, llevar a cabo una tarea en la que tu crees, sin que algunos te quiten las ganas. Bien porque no la vean importante o por verla arriesgada.
Me ha pasado esta semana, que he tenido la osadia, en un acto celebrado en un teatro de mi pueblo, de presentar a la gran poeta y amiga,Magdalena Sánchez Blesa.
Al final, el miedo de no hablar mucho ante un gran público, lo convertí en afecto,empatia, humildad y serenidad ante esa gran persona y ante el público asistente.
La creencia en ti, y la seguridad de que puedes hacerlo, llena tu corazón de buenos sentimientos y las acciones te salen bien.
Me encantó y me llenó de fuerzas las palabras que me dedicastes: «que siguiera llenando el mundo de bondad »
!Creo que en ese momento lo conseguí !
!Tener buen corazón te abre camino por donde pises y a donde vayas!
Y ya sin más deseado pasen buena y leve semana me despido con un gran abrazo para todos.
Muchos besos.
Querida Loly:
Te deseo lo mejor en la operación del martes. El optimismo ayudará a que todo salga bien.
Enhorabuena por tu intervención en el teatro.
Sé que eres una luchadora. y que algunos cuchillos que te han herido tú los has utilizado para cortar cuerdas y para compartir pan.
Que la semana te ofrezca el éxito en la operación.
Besos y gracias por tu fidelidad y por tu comentario.
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Conozco esos procesos en mi propia carne. He recibido críticas feroces por intentar ir más allá de los mínimos.
Algunas veces he estado tentada de mandarlo todo a la mierda, pero he pensado que los niños merecían ese esfuerzo.
Me ha gustado la reflexión de Voltaire. Me la voy a aplicar. Creo que es muy cierta.
Querida Marta:
No es igual verlo que vivirlo. Cuando se tiene experiencia de este mecanismo se aprende a reaccionar ante esas injustas descalificaciones.
Has hecho bien en no dejarte arrastrar, no solo por los niños y las niñas. También por tu felicidad.
Es una pena que quienes no quieren hacer nada rompan las ilusiones de los más comprometidos.
Mucho ánimo.
Besos y gracias por tu ejemplo.
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Algunas cuchilladas son profundas, otras son superficiales.
Las he visto de todos calados.
Hay que ponerse un buen escudo.
Y, cuando te hieren, hay que curar esas heridas y volver al tajo de nuevo con más brío.
Querida Marta:
Está bien eso que dices del escudo. El escudo consiste en estar prevenidos, en ser fuertes, en saber encajar los golpes.
También es interesante lo que dices respecto a la curación de la heridas.Podemos encontrar antídotos en otros compañeros, en amigos y en la familia.
«Ladran, luego cabalgamos».
Hay que seguir adelante.
Gracias por tu comentario y por tu ejemplo.
Besos.
MÁS
Es una pena que haya personas que sean víctimas de compañeros que no soportan, por pereza o por envidia, que otros sean mejores profesionales.
El problema se agrava cuando la dirección del centro forma parte de los fagocitadores. He
visto ese proceso en todos los colegios en los que he trabajado. Casi siempre he visto a los
que critican unirse en un grupo que actúa con dureza y se hace fuerte frente a los innovadores.
Estimado Mario:
Sí, es un problema que quien tiene que ser el acelerador de la institución se convierta en el freno de las innovaciones.
También es cierto que los fagocitadores se asocian para ser más eficaces.
Se protegen unos a otros con las críticas a los innovadores.
Un cordial saludo.
Y gracias por escribir.
MÁS
Qué buen consejo de Voltaire.
Querida Sandra:
Sí, es una buena actitud.
Sobre todo porque hace hincapié en la búsqueda de la felicidad.
Es una forma de reacción que no hace daño y que beneficia al que trabaja con ilusión.
Besos.
MÁS
Buena tarde desde México mi estimado Dr. Miguel Ángel Santos Guerra.
Me parece muy interesante su artículo y no pude dejar de pensar en los momentos en los que fuimos castigados por las cuchilladas y que en algunas ocasiones fueran estocadas de espada del tremendo daño que nos ocasionaron.
Muchos compañeros cedieron ante los embates y actitides negativas disfrazados chistes y/o de un falso compañerismo de los colegas. Algunos logramos sobrevivir y manterner el ímpetu y la motivación por querer cambiar al mundo. Sin embargo, todo enfrentamiento, toda guerra, externa y/o interna, deja sus secuelas. Las desiciones que tomamos y las que no tomamos creyendo en el consejo de los fagocitadores han afectado a muchos. Recuerdo cuando muchos colegas me decían cuando acababa de empezar a estudiar la maestría «Para que estudias la maestría, date un descanso, disfruta lo que ganas, despúes lo haces» o «Para que estudias tanto, de todas maneras vamos a ganar lo mismo». Algunos de mis colegas les hicieron caso y a más de 15 años, aún se siguen cuestionando si inician o no un posgrado.
Las cuchilladas tardan en sanar y muchas veces siguen doliendo después de cicatrizar. Es lo que hicimos o dejamos de hacer. Cuando se apaga la llama de la innovación, es muy dificil volverla a encender, por eso como docentes, tenemos que mantener viva esa llama y compartir el fuego.
Saludos cordiales mi estimado Dr. Un abrazo.
Estimado Misael:
Ya veo que has superado algunas heridas. No es fácil evitar que se produzcan si eres un profesional comprometido.
Pero has conseguido lo verdaderamente importante, que es seguir trabajando y haciendo la tarea con la misma o mayor ilusión.
En ti no se ha ido erosionando el entusiasmo inicial.
Hace muchos años escribí un artículo titulado LA EROSIÓN DE LA PROFESIÓN DOCENTE. Hablaba en él de las dificultades que se suelen encontrar en el ejercicio de la profesión y de la forma de superarlas., en efecto, muy buenos ejemplos.
Otro aspecto de la fagocitosis es el que tú apuntas sobre la formación, sobre el deseo de seguir aprendiendo. Las frases que citas son, en efecto, buenos ejemplos.
Gracias por tu comentario y por tu ejemplo.
Un abrazo.
MÁS
Muchas gracias. Ya encontré el artículo que menciona. Me encantó, de verdad que retrato tan maravilloso de una realidad educativa. Precisamente en mis sesiones de tutoría grupal, les estaba diciendo a mis alumnos que un tema que tenemos que atender con urgencia, es el de la motivación docente, porque hay muchos factores internos y externos que están haciendo que bajemos la guardia en nuestro desempeño, como los que menciona en el artículo «La erosión de la función docente». Con su permiso, con esa lectura iniciaremos.
Por cierto, ese artículo, lo escribió justo el año que yo nací.
Un abrazo.
Querido Misael:
Pues sí, es un artículo de hace muchos años.
Un catedrático ya fallecido, que fue muy amigo mío investigó y escribió sobre EL MALESTAR DOCENTE. Se llamaba José Manuel Esteve.
Lo importante es trabajar los mecanismos contra la erosión.
Un abrazo.
Gracias por la lectura del artículo.
MÁS
Muchas gracias. Cómo olvidar al Dr. Esteve. Su bibliografía fue y seguirá siendo un referente en la formación de docentes.
Un abrazo.
Querido Misael:
Cuando murió José Manuel Esteve, le pusimos su nombre a la Biblioteca de la Facultad. Y, además, se creó un premio de carácter anual para premiar artículos publicados en revistas. Era una persona muy querida por los alumnos y las alumnas.
Yo compartí docencia con el la Universidad Complutense y luego en la de Málaga.
Un cordial saludo.
MÁS
Hay que cuidar a los innovadores, animarlos.
Lo tremendo de la fagocitosis es que en ese proceso se les castiga, se los destruye.
Afortunadamente muchos de estos profesores son capaces de resistir esa actitud hostil. Y así se hacen más fuertes.
Querida Sandra.
Creo que el es muy importante que la cultura de la escuela tenga una orientación positiva. Hay escuelas en las que ser innovador es casi un delito y otras en las que sucede lo contrario.
Es importante que exista un clima donde puedan florecer las plantas y no donde se asfixien y se agosten.
Además de esta cuestión está la actitud de las personas. Todo depende de la voluntad del innovador. Hay quien se desanima fácilmente y hay quien, ante la adversidad, se estimula y se fortalece.
Besos, Sandra.
Y gracias.
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