Cuando la alegría es un deber, tenemos que exigir el derecho a la tristeza. La vida es la síntesis de alegría y tristeza. Por eso, cuando una de las dos faltan, todo es antinatural. Hoy se celebra la Nochebuena. Mañana es el día de Navidad. Días de obligada alegría. La expresión Feliz Navidad se multiplica por miles: saludos, mensajes, correos, tarjetas, llamadas, cartas… En estas fechas, deseamos felicidad cada día decenas de veces, Y también recibimos ese mismo deseo en no menos ocasiones.
Las luces de Navidad, que comienzan a iluminar las ciudades dos meses antes, nos avisan de que vienen tiempos de alegría. También la música de villancicos nos recuerda en qué tiempo estamos. Los inevitables regalos, las cenas y comidas navideñas, los anuncios insistentes nos vienen a decir que son días en que la tristeza tiene que estar desterrada.
Las felicitaciones inevitables, la lotería de Navidad, las “entrañables” costumbres familiares (árboles, belenes, regalos, adornos, doce uvas…), las vacaciones navideñas, los días festivos, las cabalgatas de Reyes, los adornos en los edificios y en los comercios nos recuerdos que es el tiempo de la felicidad.
Los hitos de la Navidad (la cena de Nochebuena, la despedida del año en la Nochevieja con las doce uvas, el saludo al nuevo año, la mágica noche de Reyes) se ven como amenazas que nos demandan un esfuerzo sobrehumano para no desentonar en un ambiente de explosiva felicidad.
Da igual que seas creyente o agnóstico, rico o pobre, joven o mayor, hombre o mujer, negro o blanco, soltero o casado.. La obligación nos afecta a todos y a todas. Tenemos que estar felices, tenemos que hacer regalos, tenemos que ser solidarios, tenemos que volver a casa por Navidad…
¿Quién no conoce a personas que, al acercarse estas fechas, se sienten angustiadas y experimentan un sentimiento de fastidio porque su ánimo no se corresponde con el que deberían experimentar las personas normales? ¿Quién no conoce a personas que, de buen grado, darían un salto en el calendario y se situarían en el siete de enero?
Hace unos días recibí de una amiga entrañable este significativo mensaje: “Nunca me gustaron las Navidades… Hacía el esfuerzo por los niños, por mis padres… Con gusto me iría al sol para borrarlas”. Estoy seguro de que no es una excepción. El problema es que nadie se puede escapar, nadie puede irse al sol. La inmersión en el clima de alegría es inexorable.
Es probable que imborrables recuerdos infantiles de Navidades felices, marquen el contraste con la situación presente, haciendo más doloroso el paso del tiempo que nos ha traído a un momento de adulta desilusión.
Me quiero solidarizar en estas líneas con diversos grupos de personas a las que la Navidad pone contra las cuerdas de la tristeza. Ese ambiente de alegría general pone negro sobre blanco su propia desdicha, la hace más patente y más intensa.
Pienso en quienes están solos, en quienes no tienen casa a dónde volver por Navidad, en quienes no tienen que hacer números para saber cuántos pueden reunirse en la mesa de Nochebuena porque no tienen ni dónde caerse muertos.
Pienso en aquellas familias en las que este año notarán el vacío que ha dejado un ser querido que se fue acaso con el agravante de no haberlo podido despedir a causa de la pandemia.
Pienso en los pobres. En lo que sentirán cuando pasen delante de maravillosos escaparates llenos de atractivos y caros objetos, cuando entren en centros comerciales repletos de productos deseables, cuando pasan delante de restaurantes lujoso o de Hoteles de cinco estrellas, cuando vean anuncios y anuncios y anuncios de maravillosos objetos completamente inasequibles…
Pienso en los desterrados, en los exiliados, en los inmigrante forzosos, que han huido de la persecución y de la miseria y que se encuentran alejados de su cultura, de sus seres queridos, de su lengua, de sus costumbres, de su patria, de su infancia.
Pienso en los que se hallan inmersos en una crisis profunda causada por la ruina económica, por el abandono del que han sido objeto, por el conocimiento de un diagnóstico fatal, por la muerte de un ser querido, por una profunda depresión, por la pérdida del trabajo, por una decepción amorosa…
Pienso en quienes están enfermos, en quienes están hospitalizados con diagnósticos fatales, en quienes no van a poder moverse de una pequeña habitación de la Unidad de Cuidados Intensivos.
Pienso en los agnósticos y en los ateos, que se verán inmersos en fervorosos villancicos, interpelados por ingeniosos belenes, que oirán las campanas que convocan a la Misa del Gallo, que se verán instados a vivir el espíritu de la Navidad.
Pienso en quienes, en esta sexta ola de la interminable pandemia, invadidos por la variante ómicron, se sienten angustiados, amenazados, tristes, aturdidos, asustados, cansados de luchar. Y en quienes ven sus negocios y proyectos al borde de la ruina.
Leí hace tiempo el libro “El derecho a la tristeza”, de Emilio Albi. Dice el autor: “Estar triste y demostrarlo tiene muy mala prensa. La primera reacción de la gente cuando te ve llorar es decirte que no lo hagas, que no pasa nada, que si dejas de llorar se te pasará. Normalmente la intención es buena, claro. Esas personas solo quieren consolarte, pero también, en parte, dejar de verte triste. La tristeza y el llanto ajeno incomoda, porque no sabemos qué hacer con él”.
En los últimos años cada vez se ha ido poniendo más de moda una corriente positiva, en la que te vienen a decir que estar o no estar triste depende única y exclusivamente de ti. Que por muy mal que vengan las cosas, debes mantener una actitud positiva e intentar sonreír. Tanto es así, que se han creado empresas alrededor de esta filosofía. El mensaje está claro: estar triste y mostrarlo no está bien visto. Pase lo que pase, debemos poner buena cara y fingir que todo va bien.
Sin embargo, las emociones negativas como la tristeza, la ira, la envidia, o la culpabilidad son emociones de las que no se habla y que parece que tenemos que quitarnos de encima cuanto antes. No debemos sentir envidia porque está mal, no debemos estar enfadados durante demasiado tiempo porque está mal, tenemos que dejar de estar tristes lo antes posible, porque estarlo durante mucho tiempo está mal. Decía San Agustín que las lágrimas son la sangre del alma.
“El libro de la tristeza”, de Gavriel Ebensperger, es un álbum ilustrado en apariencia muy sencillo pero que encierra una lectura muy potente. Nos habla del poder de nuestra mente sobre nuestros sentimientos, tanto para bien como para mal. De cómo podemos usar la imaginación para ver todo aquello que no podemos tocar. De cuán fácil es encontrar la alegría en todas partes si sabemos mirar adecuadamente. Un libro realmente inspirador, con un final cargado de ternura.
Quiero mostrar mi solidaridad con todos aquellos y aquellas que, al despertarse cada día de estas fechas navideñas se van a levantar utilizando el título del famoso libro de Françoise Sagan: “Buenos días, tristeza”. Ojalá que ese sentimiento de melancolía sea leve, pasajero y soportable.
Acabo de asomarme a las estanterías de mi biblioteca. Veo, por casualidad, un título que me llama la atención ya que estoy inmerso en la redacción de este artículo: “Educación para la tristeza”. Es una novela de Luísa Costa Gomes, escritora portuguesa nacida en Lisboa en 1954. Compruebo que está publicado en el año 2000. No sé dónde ni cuándo compré ese libro. Pero voy a comenzar su lectura. Me ha intrigado el título. Estoy seguro de que fue el gancho que me llevó a comprarlo.
Pido a William Shakespeare unas palabras prestadas para poner el punto final: “Podéis hacerme abdicar de mis glorias y de mi estado, pero no de mis tristezas. ¡Todavía soy rey de mis amarguras!”. A pesar de los pesares, Feliz Navidad.
¡Feliz Navidad a todos!
Que ningún problema nos distraiga del misterio que celebramos: el nacimiento de Jesús.
Si reflexionamos con humildad y fe, recibiremos sus abundantes bendiciones.
Abrazos.
Feliz Navidad Maestro. Gracias por compartir sabiduría y amor. Eres la fuerza de la Navidad eterna.
Querida María Teresa:
Muchas gracias por tus deseos de felicidad. Yo, más que un maestro, me considero un aprendiz.Llevo en la espalda la L de los coches que indica que el conductor está aprendiendo.
Tu última frase se debe más a tu generosidad y a buen corazón que a mi persona.
Besos.
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Querido Juan Miguel:
Conozco la profundidad de tu fe y de tus convicciones religiosas, que respeto profundamente.
Todos podemos aprender del mensaje de paz, amor y solidaridad que encierra la Navidad en este mundo nuestro.
Un grana abrazo.
Feliz Navidad para tu familia y para todas las familias de la tierra.
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¡Enhorabuena por el artículo de hoy, querido Miguel Ángel! Tenemos derecho a la tristeza, a ir contracorriente, contra el «pan y circo» de estas celebraciones neosaturnales romanas, sincretismo de una herencia pagana, más el consumismo exacerbado del neoliberalismo capitalista y el desenfreno programado de las pulsiones sociales («pathos», según Aristóteles): a finales de septiembre falleció de cáncer mi cuñada (leyó una de las lecturas en mi boda). Si te soy sincero: deseo con ansiedad que llegue el 9 o 10 de enero…ya sin luces ni reclamos que evoquen estos días llamados «Navidad», en que las fechas no pueden ser las del nacimiento de Cristo y, si fuera así, las celebraciones estarían desnaturalizadas, desvirtuadas: si nació en un pesebre…¿cómo vamos a festejarlas desentendiéndonos de los desheredados, de los y las pobres en el más amplio sentido del término, de los y las migrantes y sus hijos e hijas: ¡DERECHO A LA TRISTEZA! ¡EDUCACIÓN SOCIAL Y SENSIBILIDAD CON LOS QUE SUFREN AFLICCIONES! Y gracias por los sugerentes títulos que reseñas en tu oportuno artículo de hoy. Hoy y siempre te expreso/os expreso mis mejores deseos sea o no sea esto que llaman «Navidad» (Natalis Solis Invicti). Un abrazo.
Querido Carlos:
Gracias por tus palabras
Magnifico comentario, como son todos los tuyos.
Lamento la muerte de tu cuñada.Imagino que sería una persona joven. Transmite mis condolencias a Eli.
La Navidad nos llama a la solidaridad, a la paz y a la justicia. Es el tiempo en que los desfavorecidos deben convertirse en la prioridad demuestras preocupaciones.
Un gran abrazo para tus familias.
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Querido Miguel Ángel.
Hasta el periódico celebra la Navidad, que ha hecho que hayas anticipado tu reflexión semanal….
Sólo una persona con mucha sensibilidad se le ocurre escribir sobre esta temática en estos tiempos…
Puede que se deba tener derecho a la tristeza para todos aquellos a los que has hecho referencia, son muchos, no cabe duda…
Pero la pena, la congoja, la angustia, la aflicción, el dolor, la desazón, la melancolía o la tristeza no debiera tener derecho a dominar los sentimientos de las personas. Ya sé que no depeden de ellas, en muchos casos, ni siquiera dependen de los «alegres», sino de las circunstancias…. En la medida de nuestras posibilidades, los dichosos y contentos deberiamos poner un granito de arena para mejorar las circunstancias que sí están en nuestras manos mejorar para cambiar la curva cóncava de la tristeza por otra convexa…
Los contentos, jubilosos, gozosos, eufóricos, satisfechos o alborozados también tienen derecho a manifestar dicha alegría porque la vida ordinaria no es, precisamente, un camino de rosas durante los 365 días que completan un año. Compartamos estos días, los que podamos, alegrías que ya vendrán tiempos peores… Y compartamos nuestras alegrías con los tristes para trasmitirles nuestro entusiasmo, si es que este le faltara porque no tiene no con quien compartirlo.
Está muy bien acordarse de los olvidados y deseheradados en tiempos de alegría, aunque ésta sea convencional, de otra manera, posiblemente, pararían a la invisibilidad más absoluta, como hablabas la semana pasada, en el caso de los discapacitados.
Yo también te deseo una FELIZ ALEGRÍA!!! …
… la tristeza habrá que abordarla en su momento de la forma que cada cual quiera expresarla o sentirla.
Querido Juan Carlos:
Hay tres días del año sin prensa: 24 de diciembre, 31 de diciembre y sábado santo. Por eso se adelantan los artículos al viernes.
Estoy de acuerdo en que, sobre todo en estas fechas, debemos tener en cuenta a quienes tienen una circunstancias que conducen a la tristeza.
Te deseo lo mejor para estos días, para el nuevo año y para toda la vida.
Un gran abrazo y gracias de nuevo.
Siempre me alegra verte por aquí.
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Querido Miguel Ángel:
Hermoso artículo. Tenemos derecho a la tristeza y a la alegría. Cierto que siempre se pondera la alegría y tratamos instintivamente a calmar la tristeza. Razones hay y muy abundantes, como indicas, para alegrías y tristezas. También es de considerar que los mismos hechos no producen en todos los mismos efectos.
Voy a contar algo personal: yo, instintivamente, y no sé el porqué, cuando me reclaman por un hecho determinado que debe sentirme feliz y contento, resulta que suelo estar lo contrario.
El día o días más felices de mi vida han sido unos días que esperaba normales. Cuando nació mi primera hija estuve tres días flotando en esa felicidad que dicen que se siente antes de morir de verdad. No sé de dónde nació esa felicidad, pero la tuve. La esperaba en los otros dos hijos, pero nada, sólo la felicidad normal, la de la mayoría de los días.
Miguel Ángel, te deseo para ti, Lourdes y Carla, si puede ser, esa felicidad plena. En cuanto a ti bien te la mereces por la que nos das a nosotros.
Gracias, querido amigo, por lo mucho que nos has ofrecido durante el año. A cuidarse que el enemigo está más vivo que nunca.
Felices fiestas a todos los que nos encontramos en el blog de Miguel Ángel.
Querido Joaquín:
Gracias por tus generosas palabras de principio y fin del comen5ario.
Es curioso lo que nos cuentas. El mundo de las emociones es tan importante como complejo.
Espero que el nuevo año te traiga felicidad sin límites.
Un gran abrazo.
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PD: Por cierto, ¿tú conociste a José María Múgica?
Querido Miguel Ángel:
Sintiéndolo mucho, vas a recibir mis buenos deseos de que pases unas entrañables navidades junto a tu familia, llenas de salud y alegría, aunque estoy de acuerdo en que tienes todo el derecho del mundo a que puedan vivirse de una manera entrañablemente triste, motivos suficientes nos recuerdas, y más que habrá.
He de reconocer que me rompiste un poco los esquemas, porque tú siempre te muestras muy optimista. Hay motivos para la tristeza, pero también para la alegría. Tú siempre te fijas en los segundos. Lo haces en cada artículo semanal que leo, cuando hablas de la escuela, de sus profesionales, de lo que tiene y de lo que le falta a la educación, de cómo afrontamos cada uno lo que nos pasa.
No deseo enrollarme, me gustaría, pero no quiero. No dices que tú estés triste o no, dices que quien lo esté, tiene derecho a estarlo en cualquier fecha, en estas también. La alegría no se impone por decreto, ni por Navidad, sale de cada uno.
Siempre me han llamado la atención las imágenes de unos niños jugando como en el patio de un colegio, pero en medio de una guerra, o sabiendo yo que se encuentran en una situación penosa de hambre y pobreza extrema. Las ganas de vivir del ser humano son inmensas. Para ello podemos estar tristes un poquito, solo a ratitos, pero la alegría es el motor para seguir en la pelea de la vida, en el disfrute de las pequeñas cosas, en los partidos con balones hechos de papel, en los goles por una escuadra invisible de la portería de dos piedras, …
Si hay niños y niñas, la cosa cambia. Son nuestro futuro, nuestro amor, nuestra vida, nuestra alegría, nuestra inocencia. Deberíamos aprender de ellos. Deberíamos acordarnos de nosotros cuando fuimos ellos.
Ahora bien, tenemos derecho a estar tristes cuando la tristeza nazca de nosotros, pero todas y todos sabemos que con un estado de ánimo alegre los problemas que tienen solución, la más amplia mayoría, son más fácilmente superados. Nadie dijo que no se podía.
Un fuerte abrazo de un triste optimista gallego, poco dado a las fechas, pero consciente de lo que se juega, toca lo que toca.
Querido filósofo gallego:
Me alegro de nuevo de verte por aquí.
Sí, es verdad que yo no he dicho si estoy feliz o estoy triste.Como dices, defiendo el derecho de las personas a estar tristes, a no querer estas fechas, a discrepar de la obligación a ser feliz.
También es cierto que mi posición ante la vida, la educación y la historia es la defensa de un optimismo realista y bien fundamentado. Porque creo que el optimismo
es una importante ayuda para vivir y para mejorar la sociedad. Me remito al libro de Rojas Marcos «La fuerza del optimismo».
Un gran abrazo, feliz Navidad y Feliz Año 2022.
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Muy buenas Miguel Ángel!
En este día especial donde nosotros los privilegiados tenemos familia, casa, posibles, alegrías que compartir..etc queremos contigo solidarizarnos con todos los grupos de personas a las que la Navidad pone contra las cuerdas de la tristeza.
Desde casa, junto al póster grande del universo de las emociones de Punset (tiene su punto) es necesario conocer la galaxia de la tristeza con sus planetas que lo acompañan…más de 40! Interesante recorrido.
Me has hecho recordar tres libros que aunque no van de la tristeza tienen su aquel y merecen ser leidos.
El primero es » Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo» de Bárbara Ehrenreich.
El segundo » HappyCracia. Como la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas» de E. Cabañas y Eva Illouz.
El tercero que tengo pendiente de leer me apetece por su sutil título y que creo que va en la misma línea…»Hasta los cojones del pensamiento positivo» de Buenaventura del charco Olea.
Tomo nota de los libros que recomiendas en tu artículo muy Galeano al acordarte y defender a los «nadies» de la tristeza. Gracias!!!
Aprovechamos en mandarte unos abrazos navideños sinceros y no solo culturales.
Respetando el derecho de los tristes no renunciamos con humildad nada prepotente en sembrar sonrisas.
Mil abrazos 4×3. Incluyo a mi hija y a mi hijo y a Gema que os quiere una jartá.
Querido Miguel, querida familia:
Pues está muy claro que la reciprocidad en el querer es plena.
Conocía dos de los libros que citas (el primero y el tercero). Gracias por la tercera aportación.
Mi pensamiento se fue a todos y a toas quienes querrían saltar de mediados de diciembre a mediados de enero. Especialmente a aquellos que sufren en estas fechas con más intensidad que el resto del año.
Os deseo unos días llenos de felicidad y un año nuevo en el que se hagan realidad las ilusiones y los sueños.
Un enorme abrazo.
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Querido Maestro:
Hoy he aflorado por mi rostro dos veces las lágrimas, la sangre del alma.
Menudo engranaje de sentimientos en estos días dónde como dices hay que estar feliz por narices.
Y yo he tenido una explosión de manifestaciones encontradas de deseos, de paz y de afectos por los demás que a veces, muchas veces, no son recompensadas ni reconocidas.
Al contrario aprovechan cualquiera situación para hacerte sentir la más triste de los seres del mundo.
Y aunque tengo el coraje de vivir y hacerle frente a esos desafíos, le prometo, que ya me canso y la tristeza se apodera de mi como una losa aplastante.
La vida me ha dado fuertes zarpazos, que han hecho que sea frágil de corazón.
El dolor se me cuela en el alma como una brisa amenazante que quiere derrumbarme.
¡Y me cuesta, me cuesta sobreponerme!
Noto que a veces las dañinas palabras hacen mucho daño en la mente de las buenas personas, que ni siquiera respetan que estamos en Navidad.
Pero mi rumbo sigue, a pesar de los malos momentos, porque tengo un don, que es volar por encima de mundo para buscar mi paz y felicidad.
Lo mismo que le deseo a todos los lectores del blog y a la persona que nos hace participe del mismo.
¡PAZ, AMOR Y FELICIDAD!
Y si la tristeza viene a visitarte darle un espacio pequeño para que se sienta incómoda y se marche.
¡Qué la semana os sea leve!
Muchos besos y abrazos.
Querida Loly:
Alguna vez leí que nadie puede hacerte daño si tú no te dejas. Ya sé que esto es relativamente cierto. Pero en parte, sí lo es.
Yi digo que no hay mayor vnganza sobre nuestros enemigos que la de que nos vean felices.
Sé que has tenido que remontar adversidades Y eso te ha hecho más fuerte.
Te deseo unas fiestas llenas de alegría y un año 2022 cargado de paz.
Besos y gracias.
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Felices fiestas maestro, hombre de sabiduría y amor por la escritura.
Con alegría o con tristeza, con un equilibrio entre ambas o con un exceso de una de ellas.
Para mí ya no hay emociones buenas o malas negativas o positivas, todas las emociones son EMOCIONES, y cada una tiene su función.
Gracias por esta bonita reflexión y me pido para Reyes “El libro de la tristeza”, de Gavriel Ebensperger.
Querida Montse:
Qué alegría verte por aquí.
Yo reconsidero un aprendiz crónico. Lo de maestro es mucho decir.
Uno de los regalos de este año ha sido hacer este proyecto contigo.Un proyecto que tendrá su culminación el día 23 de abril. Todo será gracias a ti.
Te mando muchos besos para ti y los tuyos.
Vuelvo a agradecerte la preciosa felicitación navideña. Cuánta magia.
Besos.
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FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS LECTORES Y LECTORAS DEL BLOG. Y UN 2022 LLENO DE ALEGRÍA.
Supongo que sabéis que los días 25 de diciembre y 1 de enero (sábados) NO HAY PRENSA. Por eso se ha publicado el artículo el viernes 24. El próximo aparecerá el día 31, viernes.
Gracias a quiene habéis tenido la amabilidad de leer y de escribir.
Os contestaré a todos y a todas, como siempre.
Un gran abrazo.
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Buenas tardes Miguel Ángel.
Estupendo artículo que nos hace reflexionar sobre los estados de ánimo y las emociones en estas fechas tan deseadas para algunos (niños/as, comercios, hostelería etc..) y no tanto para otros/as.
Cada año por estas fechas trato de reflexionar con los alumnos/as del tercer ciclo de Primaria de mi centro y participamos en un pequeño debate donde se lanzan argumentos a favor y en contra de la Navidad. Mi objetivo se centra en que piensen en los intereses ocultos y no explícitos de estas fechas. También intento que piensen que no todo reluce tanto como las luces de las calles en estos días. Aunque la mayoría de los argumentos son favorables, porque a los niños/as de estas edades les gusta bastante estas fechas, a medida que transcurre la actividad y hablamos detenidamente de algunos inconvenientes de familias que no disponen de recursos económicos o les faltan seres queridos, muchos caen en la cuenta que es un tiempo difícil para quienes no tienen porque se disparan los gastos en regalos (Papá Noel y Reyes Magos) en productos para lascomidas navideñas y en actividades solo porque es Navidad.
En mi centro se lleva a cabo una gran recogida de alimentos para alguna asociación benéfica de la localidad («El buen samaritano», Cáritas, Hermanitas de los pobres, Economato social…). Cada alumno/a de forma voluntaria dona un kilo de alimentos para una buena causa. Y tratamos de explicarles que en estos días donde en general las familias disponen de comida y regalos en abundancia, existen muchas familias a las que les falta. Lo cierto es que las familias de los casi 450 alumnos/as se vuelcan y donan todo tipo de legumbres, pasta, litros de leche, arroz, galletas, zumos, frutas en almíbar, gel de baño etc…
Es una forma de aportar nuestro granito de arena en estos días. Los ancianos sin recursos que tratan las hermanitas de los pobres seguro que lo van a agradecer este curso. Sabemos que en estos días, no todos podemos estar alegres pero al menos podemos ayudar a saciar una necesidad básica.
Mucha salud para el año nuevo 2022.
Que pases la mejor de las Navidades estimado amigo.
Un abrazo desde Ronda.
Mi querido amigo rondeño:
Estupendas tus actividades de aula y de centro.
Hay que ayudar a pensar y hay que fomentar la solidaridad.
Siempre tendríamos que preocuparnos por los más desfavorecidos. Ya sé que es mejor transformar las estructuras que generan pobreza y miseria, pero eso no es incompatible con la ayuda a quienes tienen especiales necesidades.
Un gran gran marzo y muchas gracias por participar.
Siempre me alegra verte por aquí.
Que el 2022 nos permita mejorar esta tierra nuestra para que haya más justicia, más paz y más compasión.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
Estando de acuerdo contigo en la obligación que supone en nuestra sociedad actual sentirse alegre en estas fechas, te voy a desear a ti tu familia y todo este maravilloso elenco de seguidores semanales, mucha Felicidad y Alegría.
Ciertamente para sentir la alegría es necesario conocer la tristeza, de igual forma que para sentirse afortunado hay que conocer el infortunio.
Cada año recuerdo con más intensidad las palabras que decía mi madre al inicio de la Navidad: cada vez me gustan menos estas fiestas porque me falta ya mucha gente a la que recordar; pero al mismo tiempo, cantaba su repertorio de villancicos porque eso le hacía sentirse más unida a los que ya no estaban pero los habían cantado con ella.
Y eso hago yo, cantar los villancicos de mi madre porque me hacen sentirla más cerca.
Derecho a la tristeza, claro que si, y a que cada uno la manifieste como mejor quiera.
Un abrazo grande para ti, para Lordes y para Carla.
Y muchas gracias, como siempre, por tu estupendo artículo, del que además hoy elegiré uno de los títulos para regalarlo a alguien muy querido.
María Ángeles Peláez
Querida María Angeles:
Muchas gracias por leerme en fechas tan especiales. Y por escribir tu estupendo comentario en el que nos hablas de un ser tan querido como tu madre.
Es verdad que las ausencias llenan de melancolía el corazón.
Me alegra que alguna frase del artículo te haya servido para llegar a una persona a la quieres.
Que tengas unos ´dias muy felices y que el 2022 esté lleno de gratas sorpresas.
Muchos besos.
MÁS
Hola a todo el mundo.
Felicidades a todos.
Les honra, Sr. Guerra y demás contertulios, acordarse de los que sufren. Yo la verdad es que me he acordado poco de ellos en estos días, seamos sinceros, será porque tengo la cabeza ocupada en otros pormenores. O tal vez porque tengo algo de mala persona. Estos días me suelo acordar más de los familiares difuntos de algún que otro político, cuando veo que las naranjas que me pagan a mí a 20 céntimos en la huerta, el ciudadano no las pela por menos de 2 euros el kilo. Es lo que hay. Aún así estos días ando contento, contento no, muy contento. Yo disfruto sobremanera el ver cuando sale la esencia de las personas. Estos días toca reuniones familiares. En la cena de Nochebuena, todos muy corteses y elegantes hasta el momento justo en que la botella de tinto va adquiriendo la horizontalidad de copa en copa. Los mofletes se van sonrojando y el comedimiento se afloja y deja camino a la esencia verdadera del sonrojado mofletudo. Entonces viene la soltura de lengua, la comparación entre hijos, entre coches, entre trabajos, entre el hago y el no hago de los cuñados, cuñadas y otros comensales. Este estado dura poco gracias al divino ejercicio yendo a la horizontalidad de la botella de tinto, afortunadamente. A la altura de que la mesa está limpia de entremeses, ya se va trabando la lengua de los comensales, sobre todo de los varones. Pelillos a la mar con las envidias tratadas, y empiezan los chascarrillos racistas y sexistas, los chistes verdes. Alguna señora o señorita se pone algo seria de pura vergüenza ajena cuando su pareja se excede en decir o hacer. Como quiero ser optimista, voy a cambiar de punto de mira antes del desmadre del personal. Siempre hay algún familiar que busca saber de otras inquietudes no tratadas anteriormente. Se te acerca, te cuenta que está escribiendo un libro, quiere que le leas el borrador y que le digas cosas o consejos. No es fácil, no soy maestro de nada, solo soy aprendiz de todo (menos de informática y electricidad). No le he dicho nada aún. Me pierdo un poco en su borrador. Le diría que piense en el lector, que lo trate como si se tratase de una mujer imposible para él, y que intenta enamorarla con su escritura. Le diría que para eso emplee frases cortas, muy claras, no tan enrevesadas como yo. Que escriba por la mañana, cuando descanse del trabajo, en la hora de la siesta, cuando se desvele de noche, que escriba mucho, lea más, para comparar lo suyo con lo que lee. Que no imite a nadie, que dé importancia al cómo contar y no al qué contar. Le diría que leyese este blog para saber cómo son las personas a través de su escritura, y también los comparase con los sentimientos que emanan de sus escritos. Le diría que no me haga mucha cuenta, que antes de tomar enseñanzas de mí, observe mis manos encallecidas. Que yo no escribo, solo de forma nimia y de tarde en tarde, hago, como diría mi admirado Sr. Cela (Don Camilo), “yo solo intento levantar testimonio ante Dios de lo que pasa en la tierra” , parecido a lo que hace la Guardia Civil de atestados. Bueno, bah, ya estoy mayor, ya me cansé….
Feliz año nuevo a todo el mundo.
Estimado Don Quintiliano:
Felicidades también para ti en estas fiestas y que en el 2022 se cumplan tus deseos, incluido el de un reparto justo del precio de las naranjas.
(Algo sé de esa iniusticia. Una consultora que me llevaba a dar conferencias a Argentiona, cobraba el 40% por cada libro mío que vendía y yo percibía el 10%. Por vender 40 y por escribir 10).
Interesante descripción sociológica de las cenas familiares. El vino hace milagros. (En la cena de Nochebuena me han aconsejado el libro «Las grandes mentiras del vino», de Rafael Ropero Bolívar. He visto que contiene el análisis de 36 mentiras. Interesante).
Me parecen estupendos los consejos que le das al autor para que escriba su libro. Hace poco leí algo que decía Einstein: solamente se sabe realmente algo cuando se es capaz de explicarlo a la abuela.
Ojalá que en 2022 podamos disfrutar con frecuencia de tus comentarios.
Yo disfruto siempre por lo que cuentas y por cómo lo cuentas.
Y gracias por recomendar el blog para conocer a las personas a través de la escritura.
Un abrazo y, como siempre, muchas gracias.
MÁS
Querido maestro:
Tengo que contarle que este año en la navidad y fechas que continuan me acompañan las tristeza.
Perdí a mi mami, sobrina y a una amiga – compañera de trabajo.
Aprendi a convivir con la tristeza a respetarla pero que no se apodere de
mi espíritu .
Me ayudó mucho recordar lo que les daba felicidad , querían y hacían .
Hoy cuido cada planta de mi madre .Lo hice siempre, solo que con otra responsabilidad.
Mi sobrina muy jovencita me enseñó que ella no se quería ir, pero que la enfermedad le ganó. Quería ser recordada por su alegrías .Expreso pedido.
Mi incondicional amiga me marcó el camino de continuar lo que nos habíamos puesto como meta este año.
Transité un año difícil, en el que hubo días de no querer levantarme.
Pero no puedo dejar de agradecer mis alumnos y alumnas que me salvaron con su presencia con su amor incondicional .Sin saberlo, ni sospecharlo sus sonrisas, sus alegrías, sus charlas y ocurrencias me fortalecieron .
Me gustaria compartir su texto con muchas familias, amigos que pasaron o están pasando por estos momentos para poder transitar sin culpas
¡¡Abrazo radiante maestro!!
Leonor.
Querida Leonor:
No sé desde donde me escribes.
Me ha emocionado tu experiencia.
Es como si hubiera escrito el artículo para ti.
Sé que hay alegrías superficiales y profundas. Y tristezas superficiales y profundas.
La tuya es una tristeza profunda que echa sus raíces en la ausencia de personas tan queridas.
Pero la tristeza no destruye sino que enriquece si la sabemos vivir.
Maravillosa la ayuda de tus alumnos y alumnas.
Y la de todas las personas que te quieren.
Muchos besos.
Y gracias por compartir tu historia.
Feliz Año 2022.
Feliz Vida.
MÁS
Querido maestro:
Es verdad que estas fechas se siente tristeza, en mi caso porque recuerdo a los que amo y ya no están, se siente tristeza debo poder competir la cena con tus tías, tus abuelos…
Se siente uno muy triste al ver hasta las noticias, ver a las personas en desventaja, en pobreza, pero más cuando hay tanta maldad que son capaces de dañarse a sí mismos y a los demás
Hay tristeza si vez que hay mentira, odio, rencor y amargura, cuando amas y no hay reciprocidad
Si hay envidia, competencia, desacuerdos y/o rivalidades innecesarias
Pero también se siente tristeza con el anhelo imposible, con el sueño inalcanzable y con el reto perdido
A veces la tristeza llega con la soledad, la acompaña y en ese instante de la vida se producen lágrimas calladas
A veces la tristeza aparece ligera, tenue, a veces te aprieta te asfixia y a veces te libera y te conoces
Se siente tristeza en el corazón cuando hay ignorancia, insensibilidad y también cuando el año termina y no quieres que termine
Abrazos a los que están tristes, esa tristeza no es eterna si hay esperanza
Siga escribiendo
Con aprecio y admiración
Lily
Querida Lily:
Claro que hay tristeza. Una tristeza que se estrella contra las luces, los árboles navideños, los belenes, los regalos, los villancicos y el ambiente festivo.
Parece que está prohibido sentirla. Parece una traiccón al espíritu navideño.
Tú, con buen criterio y con sensibilidad, no solo piensas en en ti. Piensas en todas las personas que están sumidas en necesidad, injusticia, ignorancia, opresión, enfermedad, dolor, soledad…
Casi se le puede dar vuelta a la situación: ¿cómo es posible sentirse feliz con tanta miseria, con tanta maldad?
Por eso he querido reivindicar el derecho a la tristeza.
Muchos besos.
Muchas gracias.
Feliz Año 2022, que ya avanza a pasos acelerados.
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Si así es también es un derecho y se vale sentir tristeza
Maestro muchas gracias, olvide decirle Feliz año 2022 a Usted, a su hermosa familia y a los lectores de su Blog que nos abrace todo lo bueno y bello de la vida, que tengamos vida, salud, amor y paz para disfrutar de cada día
Que aprendamos a dar prioridad a lo importante, porque solamente así queda uno satisfecho y somos felices
Que no nos queden pendientes por cumplir en este año, sobre todo si se trata de un ser querido
Bendiciones
Siga escribiendo
Con cariño y admiración
Lily
Querida Lily:
Ojalá se hagan realidad tus deseos.
Que el año 2022 nos permita avanzar no solo en la felicidad personal sino en la construcción de un mundo más solidario y más habitable en el que quepamos todos y todas.
Besos.
Y gracias por tus hermosas palabras.
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