Me produce indignación, rabia y pena ver en la televisión a esos grupos de jóvenes irresponsables bebiendo y bebiendo sin respetar la distancia exigida para evitar el contagio (en alguna cadena he oído hablar de “brotellones”). La estupidez de algunos y algunas a quienes los periodistas acercan el micrófono es asombrosa: “Yo no tengo miedo”, “Eso del virus es un cuento”, “Nos quieren asustar”, “Para eso somos jóvenes”, “Hay que divertirse”… El problema no es solo suyo, claro está. Si una persona joven decide despreciar la vida de forma imbécil haciendo botellón sin garantías de seguridad, está en su derecho. Pero no tiene derecho a poner en peligro a nadie. Sus padres y sus abuelos, que les dan el dinero para que se diviertan y que luego son contagiados por ellos, tienen pleno derecho a estar sanos y a que nadie les tenga que llevar contra su voluntad a la UCI o al cementerio.
Algunos jóvenes tienen una mezcla de inconsciencia y de irresponsabilidad que difícilmente se puede explicar. Es probable que muchos se sientan arrastrados por esa masa en la que decir o hacer algo razonable merece desprecio, en la que recordar que hay que protegerse del virus es motivo de expulsión. Hay que ser aceptado en el grupo al precio que sea. Probablemente cada uno se comportaría de otra manera en soledad, pero en grupo, hay que seguir las leyes no escritas de la manada.
También ha influido en ese relajamiento el hecho de que se haya autorizado, quizá prematuramente, a liberar del uso de mascarillas en el exterior (aunque se exija cuando no hay distancia). Algunos han confundido el “no hay mascarillas” con el “no hay virus”. Algunos tienden fácilmente a coger el rábano por las hojas.
Un tercer motivo es el efecto estampida. Después de haber estado sometidos a restricciones, el menor resquicio es utilizado como una ocasión de desmadre. Todos hemos sentido la angustia del largo confinamiento. Es comprensible que exista un deseo de romper las cadenas pero, vamos, ya tienen edad nuestros jóvenes para frenar ese impulso con racionalidad y con ética.
La docente y escritora Marta Marco Alario, jefa de estudios adjunta de un Instituto de Enseñanza Media al que pertenecían dos alumnos que hicieron el escandaloso viaje a Mallorca en el que se produjo un contagio masivo, ha escrito una carta llena de indignación y de tristeza en la que les dice a los jóvenes: “Os vais a Mallorca en busca del coronavirus después de que durante meses en el Instituto, nos hayamos dejado la vida para que no os contagiéis y no contagiéis a vuestras familias”.
Reproduzco algunos párrafos de esa carta que está llena de tristeza y decepción. Sería bueno que la leyesen muchos jóvenes y muchos padres y madres.
“Hasta donde pueda llegar mi testimonio desde este rinconcillo os contaré que este viaje lamentable no tiene nada que ver con el Instituto (y puedo afirmar que con ninguno)…
Han jugado a ser adultos viajando a kilómetros de sus hogares para, no nos engañemos, cogerse una cogorza detrás de otra lejos de padres/madres.
Recoge la noticia de prensa, sigue diciendo, que los estudiantes han dicho que no les obligaban a llevar mascarilla. ¿Perdón? ¿En serio? A estas alturas, ¿hay que obligar a futuros universitarios a llevar mascarilla?
A veces pienso que el ser humano está mejor confinado. Luego pienso que la mezquindad es minoritaria y me consuelo un poco. Pero poco, porque si algo he aprendido este año, con toda la información que manejo como jefa de estudios adjunta, como coordinadora Covid y como rara avis que no entiende otra forma de vida que en sociedad, capaz de anteponer su grupo o a otro miembro de este frente a sí misma como ente individual, es que hemos vuelto a fracasar por culpa del individualismo, del egoísmo y de un egocentrismo mal gestionado.
Suma y sigue. Esta jefa de estudios adjunta tuvo un arduo debate con dos alumnas (una de ellas, al parecer, negacionista,) porque pretendieron que el equipo directivo cambiara fechas de exámenes para que ellos pudieran ir de viaje cundo la agencia imponía”….
La carta, que no tiene desperdicio, acaba diciendo que deja su cargo de coordinadora Covid porque está “agotada y derrotada”. Muy triste.
Los contagios en la franja juvenil se están disparando. Es probable que piensen que ellos están sanos y que no les va a pasar nada grave si se contagian. Pero están poniendo en peligro la vida de sus familiares y de otras personas. Están haciendo que vayamos a toda velocidad hacia atrás aniquilando el esfuerzo de millones de personas. Hay que pensar también en todos los esfuerzos del personal sanitario, de los responsables de controlar la propagación del virus, de tantas personas responsables. Todo ese esfuerzo se tira por tierra por actitudes inconscientes e irresponsables.
Y aquí tiene mucho que ver la actitud de los padres y de las madres. Porque hay que ser estúpido o ingenuo para pensar que en ese viaje de fin de curso, los estudiantes van a dedicarse a ver museos y monumentos. Se sabe que van a beber y a seguir bebiendo. A bailar y a seguir bailando. A contagiarse y a seguir contagiando. El dinero del viaje y la autorización para viajar a Mallorca es de los padres y de las madres. Y, cuando los jóvenes llaman desde allí porque les han confinado en un hotel, algunos padres y algunas madres montan en cólera porque sus “pobres criaturas” están encerradas, duermen en sábanas de hospital y comen de rancho. Pobrecitos.
Los jóvenes “encarcelados” gritan pidiendo libertad y se asoman a los balcones del hotel mostrando sus manos como si estuvieran esposadas. “Queremos salir”, escriben en sábanas y paredes. Los padres y las madres acuden al rescate y, al no existir estado de alarma, los jueces deciden que salgan y que hagan cuarentena en sus casas. ¿Y qué pasa con los comportamientos irresponsables que han provocado el contagio? ¿Y qué pasa con aquellas personas que van a estar en contacto con ellos en aviones, barcos, autobuses y taxis antes de llegar a sus casas a realizar la cuarentena? ¿Cómo explicar lo que sucede a quienes recibirán el virus por el contacto con los alegres viajeros y las divertidas viajeras?
¿Qué decir de las agencias que organizan esos viajes, de las comunidades que se apresuran a abrir las puertas para que la economía no se hunda y de los políticos como la señora Ayuso que confunden la libertad con salir de copas? ¿Quién les pide responsabilidades si volvemos a una situación incontrolada como es posible y probable esperar?
Me preocupan los valores que vive la juventud. Cuando les veo beber de forma tan irresponsable me pregunto por las ideas que tienen en la cabeza, y por los ideales que inspiran sus vidas. Si la juventud no tiene ideales, ¿cómo construir un mundo mejor?
A fuerza de insistir en que tenemos derechos nos olvidamos a veces de que también tenemos obligaciones. Les pasa especialmente a los jóvenes. Cuando un niño se come una torta quiere que la torta siga allí. Es una actitud infantil. El adolescente espera que la torta esté sobre la mesa sin hacer absolutamente nada para ganarla. El adulto sabe que tiene que trabajar para tener la torta y que, si se la come, ya no habrá torta.
Sé que sería injusto meter en el mismo saco a todos los jóvenes y poner fuera del saco la etiqueta de irresponsables. Porque hay jóvenes y jóvenes. Sé que muchos saben comportarse de forma juiciosa y responsable. Sé que muchos tienen ideales que van más allá de su propio ombligo. Quizás la mayoría.
Como siempre me sucede, la inquietud me lleva a la educación, a la escuela y a la familia. ¿Qué tipo de personas estamos formando? ¿Qué tipo de jóvenes salen de nuestras aulas y de nuestras casas? ¿Cómo lo estamos haciendo? No quiero decir que todos los comportamientos juveniles irresponsables se deban a un quehacer deficiente de los docentes porque existe la libertad de seguir o de rechazar las lecciones que se reciben. Sin embargo, sería un error pensar que podemos lavarnos las manos ante un fracaso de gran escala.
Apreciado Dr. Santos Guerra, comentaristas y lectores, saludos.
Dr. Santos Guerra coincido con Usted que debemos continuar con las precauciones y los cuidados por la salud y tener presente que la frase “Yo te Cuido, tú me cuidas, y nos cuidamos”, no es un mero discurso, tan es así que el número de decesos por COVID es una realidad. Y ojalá que los jóvenes que acuden a reuniones sociales abandonando tanto las medidas de sana distancia, como de prevención al contagio visibilicen que sus acciones ponen en riesgo a otras vidas y llevan al extremo al personal que labora incansable en la salud, y no es justo porque de estas reuniones inconscientes incluso pueden resultar portadores y dan oportunidades a las variantes como la delta de aparecer convirtiéndose en algo más contagioso, incluso más efectivo en enfermar de manera grave a la gente. Me parece que las decisiones deben ser sensatas y en caso de una enfermedad que afecta a un colectivo requieren una evaluación de bienestar de otras personas porque no se trata de cruzar los dedos y esperar a que todo salga bien y que el COVID no se propague.
Querida Lourdes:
Bienvenida de nuevo desde México.
Se te echaba de menos por el blog después de una etapa de interesantes y asiduos comentarios.
Fíjate si estoy de acuerdo contigo que publiqué hace años un libro titulado YO TE EDUCO, TÚ ME EDUCAS. Tú dices:yo te cuido, tu me cuidas. Perfecto.
No se trata de cruzar los dedos y esperar a que todo salga bien.HAY QUE PONERLOS MEDIOS PARA EVITAR EL CONTAGIO. En definitiva, que hay que ser responsables por expropió bien y por el bien común.
Besos y gracias por escribir de nuevo.
Espero que todo te vaya bien.
MÁS
Apreciado doctor
Me da gran emoción recibir sus líneas y su respuesta. Me siento honrada con sus palabras, Sabe que le respeto mucho y valoro mucho su sabiduría. Muchas gracias Dr.
Querida Lourdes:
Se aprende a escribir escribiendo.
Por eso me parece estupendo ejercitarse.
Y, además, otros se enriquecen con lo que cada uno aporta.
Saludos y adelante.
MÁS
Hola, Miguel Ángel:
Estoy totalmente de acuerdo con tu artículo. Es preocupante que multitud de nuestros jóvenes, con sus 18 años, se comporten con una mentalidad de niños. Creo que eso nos lleva a un futuro de insensateces. De este grave caso, una de las cosas que más me indignó es cuando vi por la tele a una madre, que convencida, iba a poner una querella por secuestro de su hija porque la tenían en cuarentena en el hotel y, de momento, no tenía síntomas del virus.
Por cierto, creo que ese viaje de fin de curso no era de ningún centro en concreto sino de alguien que lo organizó para los jóvenes estudiantes que cumplían 18 años. La cosa parece clara: desmadre asegurado y botella garantizada.
Qué decir del que con 18 años no es capaz de ver más allá de la punta de su nariz? Ha sucedido lo que ha sucedido, pero las locas fiestas continúan. Claro que esos jóvenes son una minoría, pero numerosa.
Ojalá la educación y la sensatez se vayan abriendo paso y no sean necesarias órdenes dictatoriales.
Miguel Ángel, nos has servido un tema de reflexión muy oportuno. Un abrazo y saludos a todos.
Querido Joaquín:
No conoces este dato, pero me alegra decirte que este comentario tuyo hace el número 20.000 del blog. Estaba intrigado cuando apareció el número 19.999 y esperaba con curiosidad quién sería el que alcanzaría ese número redondo. Pues has sido tú.
Es cierto. Ese viaje, como digo en el artículo, no lo organizaron los Institutos, sino una agencia que se embolsaría su dinerito. Y es que el dinero está a la cabeza de todos los valores en una sociedad tan materialista. El interés particular, por encima del interés general. Digo esto porque el contagio masivo no solo es malo para la salud, es pésimo para la economía del país.
Estuve a punto de titular el artículo SUPERNIÑATOS Y SUPERMADRES, a raíz de las actuaciones de los jóvenes que viajaron a Mallorca y de las madres.
Me preocupa mucho el sistema de valores de la juventud. Me preocupa el tipo de sociedad que van a construir.
Sí, mi esperanza es la educación. Una educación asentada en valores.
Gracias, querido amigo.
Saludos cordiales.
MÁS
Querido Maestro:
Es una gran verdad que algunos jóvenes actúan de una forma imprudente e irresponsable en relación al contagio del covid.
Se creen héroes intocables para el virus!
Quizás su juventud le cierra los ojos a la gravedad de la situación y no ven más allá que las fiestas y el cachondeo.
!Pero no son todos!
!Los hay responsables y conciliadores!
Pero lo más dramático son los que se dedican a dar palizas salvajes como los que acabaron con la vida de Samuel.
A esos dónde los metemos?
Qué ser humano actúa con tal perversión de acabar a patadas con un igual?
Qué negrura hay en el alma de esos chicos?
Qué puede hacer la educación ante ese horrible crimen?
Muy triste y horrorizada estoy desde que me enteré de esa noticia y ahora más conociendo que han sido jóvenes y hasta menores.
!Qué frialdad tienen que sentir en el corazón para acabar con una vida sin ningún motivo aparente!
En qué estamos fallando ?
Cómo podemos trasmitir valores, sentimientos, ante unos hechos tan lamentables?
Solo deseo que se haga justicia, que nadie tiene poder para acabar con la vida de nadie y pido que sea la última víctima de este delito de odio y homofobia.
Tenemos que confiar, aunque nos cueste, en la bondad de las personas.
Y ya sin más, esperando que estén fresquitos en estos días de calor extremo, me despido con un cordial abrazo para todos.
Querida Loly:
Es verdad que no son todos, quiero pensar que ni siquiera es la mayoría. Pero es inquietante tanta inconsciencia y tanta irresponsabilidad en algunos de nuestros jóvenes. Porque están jugando con la vida de las personas y con el futuro delbienestar de la humanidad.
Uno dejo a tres a algunos padres y algunas madres,incapaces de la menor exigencia.
No me sorprende que el asesinato de Samuel te haya conmovido y aterrado. Porque es difícil explicar cómo el corazón humano puede albergar tanta maldad…
Y te haces preguntas importantísimas que es necesario responder.
Gracias, Loly, por escribir con tanta sensibilidad.
Besos.
MÁS
Muy buenas Magister!
Hoy nos planteas muchas preguntas de nuestra sociedad actual y la Familia respecto a la educación de la juventud que no son fáciles de responder. Los acontecimientos lamentables que estamos viviendo son un baño de realidad que nos dejan fuera de juego. Aprenderemos algo? Espero que sí.
Hay equipos directivos que se están planteando no organizar los viajes de ” estudios” que al final están patrocinados por las bebidas espirituosas más que por motivaciones culturales. Es dolorosa la carta de la jefa de estudios y bastante lamentable la reacción de algunas familias sobre el confinamiento de sus hijas e hijos. Hoy, después de disfrutar todo el día del museo de evolución humana de Burgos (muy recomendable) me replanteo el concepto de “evolución” humana…terminaremos de bajar del árbol? o seguiremos haciendo el imbécil…en Mallorca.
Hoy gracias al adolescente que nos acompaña,mi hijo Miki, me ha estado recordando todo el día que no hemos compartido tu artículo en el desayuno y tampoco me ha visto leerte y meditarte..mea culpa…no me pasa una el puñetero…
Un fortísimo abrazo al clan MAS de los Cromañones de Almería.
Querido Miguel, querida Gema:
O sea que tengo en Miki un buen aliado. Ya se ve que sois unos excelentes educadores.
Hermosa ciudad Burgos que he visitado muchas veces, algunas por turismo, otras por trabajo.
El tema de hoy se las trae. Porque afecta a una parte muy sensible de la sociedad.
Me preocupa el clima hedonista, superficial y egoísta en el que se mueve la juventud.
Y, por supuesto, el quehacer de la escuela que tiene que ir contracorriente.
En Yo te educo, tú me educas (¡1980!) me preguntaba por el sentido educativo de un viaje a Mallorca en el que acompañé a un grupo de estudiantes universitarios.
A la salida de la discoteca Pachá, una de mis alumnas se había ido en un coche con cuatro desconocidos… Todavía me acuerdo del nombre de la niña y del momento. Y ahora, además, el virus.
Sobre la pregunta que te haces del progreso, me gusta la respuesta que dan J. A. Marina y María de la Válgoma en su libro La lucha por la dignidad. Una respuesta optimista, aunque hechos como estos, nos generen interrogantes.
Un gran abrazo a los felices y maravillosos viajeros y viajeras almerienses.
Y gracias, como siempre, por escribir incluso estando de viaje.
MÁS
Hola Miguel Ángel.
Difícil situación en la que nos encontramos con diversas casuísticas y dicotomías: salud-economía, diversión-salud, derechos-obligaciones, yo-los demás, respeto-daño, legalidad-ilegalidad, libertad-responsabilidad…
Recuerdo que con el inicio de la pandemia decías que seguramente la nueva normalidad nos llevaría a una situación mejor a la que estábamos previamente…. Ya ves, no mejora, seguimos siendo igual de individualistas y egoístas.
Es cierto que no todos los jóvenes (yo incluiría también a los adultos) no son así de irresponsables. Pero la realidad nos demuestra que el número es muy significativo como para tenerlo en cuenta.
Ante esta situación hay que calificar como fracaso del sistema educativo y fracaso de la sociedad. En muchos casos los adolescentes y jóvenes no hacen más que reproducir e imitar lo que viven y han visto en sus familias. ¡¡¡Qué cabe de esperar de un joven irresponsable cuando su familia muestra una actitud aún peor!!!
Los valores que transmite la escuela chocan frontalmente con la realidad: individualismo, egoísmo, “autismo” (considérese el término como un concepto en el que uno sólo se preocupa por sí mismo), irresponsabilidad, ausencia de respeto a los demás y a las normas, preocupación por lo insustancial e irrelevante, falta de esfuerzo, búsqueda del placer o de la felicidad fácil, irracionalidad en los actos… Echar la culpa a los jóvenes no sería justo, repartamos culpa entre los adultos porque nuestro modelo no es el más apropiado.
Insisto que esta situación no es generalizable, pero es tan significativa en número para resultar muy preocupante. Veo personas que sitúan sus sombrillas a una distancia prudente de las demás, que usan las mascarilla cuando son recomendables, pero también los hay que se pasan estas normas sanitarias y de convivencia por alto….
Quiero disfrutar de mis vacaciones y de mi descanso, pero también quiero que lo disfruten los demás, que los hosteleros puedan hacer negocio, que las agencias de viaje vendan mucho, que los trenes, autobuses y aviones se llenen,… que le economía se recupere, pero en un país como éste que depende tanto del turismo, los mayores peligros vienen de nosotros mismos…
Siento mostrar esta semana tanto pesimismo… Espero que la vacunación llegue a todos y todas lo antes posible.
Un abrazo desde la sombra. Este año más que nunca… Los excesos de sol durante tantos años de patio está teniendo consecuencias…
Querido Juan Carlos:
Estupendo comentario el que nos ofreces esta semana.
Me ha encantado.
Comienzas planteando importantísimos dilemas en los que no siempre elegimos la parte positiva… Porque no sabemos o no queremos.
Por supuesto que no es generalizable (ni en los adultos ni en los jóvenes) el problema de la irresponsabilidad. Pero también estoy de acuerdo contigo en que el número es más que preocupante.
En un clima cultural nefasto, que describes muy bien, la escuela tiene que ser una institución contrahegemónica. Y eso no esfácil.
Creo que la preocupación que sientes es muy realista. El optimismo consiste en la consciencia y en la actitud positiva de que se puede avanzar en la buena dirección.
Que disfrutes del sol, del mar y de la sombrilla, que tiene un lugar destacado en la historia de este blog.
Un gran abrazo.
Y gracias especiales por la participaron en vacaciones.
MÁS
Querido profesor Miguel Ángel.
Fui parte del diplomado de FLICH de educación emocional, sus clases le aportaron mucho valor a mi vida por lo que me siento muy agradecida con usted. Deseo que Dios lo bendiga siempre.
Muchas gracias por esta reflexión, tiene usted razón, a veces terminamos siendo parte de algo que no queremos en un intento de “pertenencia”, creo que como sociedad nos hace falta más empatía para reconocer el esfuerzo que otros hacen día a día y desde nuestro lugar hacer la parte que nos toca e inspirar a otros también.
Muchas gracias, deseo que se encuentre usted muy bien.
Saludos desde México.
Querida Lilia:
Gracias por escribir desde mi querido México.
Y también portas generosas y hermosas palabras sobre mi participación en el diplomado de FLICC.
Tus palabras dicen más de ti que de mí.
Es necesario observar atentamente la realidad, reflexionar sobre ella y actuar de manera inteligente y responsable.
La escuela tiene que hacerse muchas preguntas sobre estos comportamiento irresponsables de quienes han salido de las aulas.
Muchos besos.
Te. deseo mejor.
MÁS
Un artículo necesario en el que se dicen las cosas por su nombre.
No se puede aceptar que la irresponsabilidad de algunos nos vuelva a complicar la vida a todos.
Los contagios se están multiplicando a causa de tantos botellones y de tantas fiestas en las que no se respetan las normas.
Hay dos tipos de medidas;
Unas preventivas (educación, información, normas..) y otras coercitivas (vigilancia y sanciones).
No se puede admitir que la frivolidad cause muertes y ruina,.
Gracias por el artículo.
Querida Elena:
Gracias por la lectura y el comentario que nos has enviado y con cuyo contenido me quiero manifestar de acuerdo,
No hay derecho a que la inconsciencia de algunos nos lleve al desastre a todos.
Las cifras hablan por sí solas. Hemos pasado en unos días de una tasa de contagios menos a 50 por 100000 a otra de más de 300.
Hay que detener este tren que nos lleva al desastre.
Y es una pena que sean los jóvenes los que están empujando más fuerte.
Besos.
Y gracias.
MÁS
Me parece un artículo oportunísimo. No hay telediario que no comience con este problema.
Es necesario llamar la atención sobre lo que está pasando porque nos lo estamos jugando todo: la salud, la economía y el progreso de la humanidad.
Los jóvenes tienen que responder con responsabilidad al reto que tienen en sus manos.
Las familias tienen también su responsabilidad.
Saludos.
Querido Javier:
Gracias por leerme y por compartir este comentario.
Una parte de la juventud nos está decepcionando con su falta de responsabilidad.
Claro que estas posturas inconscientes nos interpelas a los padres y a los educadores.
Un cordial saludo.
MÁS
Un toque de atención claro, valiente, enérgico y necesario.
Nuestros jóvenes, que reclaman libertad, deberían pensar no solo en sus derechos sino en sus obligaciones.
La ligereza de sus comportamientos puede poner en riesgo a toda la sociedad.
No está la diversión por encima de todo. Por encima de todo está la vida de las personas.
Nadie les niega el derecho a pasarlo bien, pero no a costa de los demás.
lo mismo digo de padres y madres permisivos que no tienen el coraje de exigir comportamientos responsables a sus hijos e hijas.
Gracias al autor y los comentaristas.
Querida Sandra:
Gracias a ti por participar en este blog.
Tienes razón.
Es necesario hacer las cosas con reflexión y con responsabilidad.
Y la juventud, que reclama se tratada con respeto, debe actuar de una forma que no cause daño a nadie.
Se lo digo todos los días a mi hija Carla, que tiene 16 años.
El virus está ahí.No se puede actuar como si todo hubiera pasado.
Nos los jugamos todo.
Besos.
MÁS