La parte llena del vaso

1 Jun

Hace unos días, antes de comenzar una conferencia en la ciudad argentina de Cruz del Eje (Córdoba) se me acercó un profesor para decirme que utilizaba muchas veces en sus talleres una historia que me había oído contar hacía años. Es curioso. Yo la había repetido en más de una ocasión pero se me había borrado por completo de la mente.

Le he estado dando vueltas a los recovecos que tiene la memoria, en los que se esconden experiencias, recuerdos y anécdotas, unas vividas y otras leídas, y que de pronto resucitan ante un estímulo no buscado y, a veces, sin estímulo. Me ha pasado más veces. Y me ha hecho preguntarme por el motivo que hace que esos hechos, que esas historias desaparezcan del primer plano de la memoria y permanezcan sepultadas bajo el polvo del tiempo. Un simple soplo las destapa.

Traigo a colación esta historia porque quiero hablar de la actitud optimista y pesimista que mantenemos ante la realidad y, concretamente, ante la educación.

Creo que no es cuestión de lucidez o de rigor en el análisis sino de actitud ante las cosas, ante las personas y ante la vida, en general. Hay gravísimos problemas en el mundo que no voy ni siquiera a enumerar, hay deficiencias abrumadoras en el sistema educativo y en el proceso de enseñar y aprender, nos suceden cosas terribles y tenemos que afrontar problemas que parecen insuperables. Todo ello se puede afrontar con actitudes diametralmente opuestas.

La historia que me ha recordado este colega cordobés cuenta que dos empresas de calzado japonesas envían cada una a un representante para hacer un estudio de mercado a la misma zona de África.

Al acabar su exploración, uno de los dos envía a su empresa un informe que concluye de esta manera: “En definitiva, el futuro de la venta de calzado en esta zona no puede ser más negativo. No se venderá ni un par de zapatos en muchos años. La razón fundamental es que aquí todo el mundo anda descalzo”. El otro envía a su empresa un informe de no menor extensión que concluye con estas palabras: “En definitiva, el futuro de la venta de calzado en esta zona, no puede ser más prometedor. Se venderá un número de zapatos incalculable. La razón fundamental es que aquí todo el mundo anda descalzo”.

Nos encontramos en la historia dos diagnósticos contrapuestos extraídos del análisis de la misma realidad. No es lo que hay el problema sino cómo vemos lo que hay. La realidad que han explorado ambos representantes es la misma. El periodo del año en que hacen el estudio es el mismo. El tiempo empleado en realizarlo es prácticamente exacto. Decía Epicteto: “No son las cosas que nos suceden las que nos hacen sufrir sino lo que decimos o pensamos de ellas”. En el reciente libro de Jessica J. Lockhart titulado “El optimista que hay en ti” (2019), señala la autora que una de las diez característica del optimista es la racionalidad.

La diferencia no está en la realidad, sino en forma de mirarla. Por eso las conclusiones son opuestas. No comparto el pensamiento de que un pesimista es un optimista bien informado. No creo que el optimista sea, per se, una persona ingenua, ilusa o cándida. Pero hay en la historia otra cuestión fundamental. Los dos representantes ven la realidad de forma distinta, sí, pero, sobre todo, se ven a ´sí mismos de forma distinta. Uno piensa que resultará imposible persuadir a alguien que vive en aquella zona de que es bueno andar calzado. Por eso piensa que no se venderá ni un paz de zapatos en años. El otro considera fácil convencer a muchos que andan descalzos de que es más rentable comprar un par de zapatos que hacer una alfombra de tamaño universal.

El optimismo no es solo una cuestión que nace de la mente, de la inteligencia, de la capacidad de análisis. Tiene que ver, sobre todo, con la actitud, con la dimensión emocional del individuo. Me remito a la interesante libro de Luis Rojas Marcos “La fuerza del optimismo”.

He leído en el libro La pedagogía del optimismo, escrito por los profesores portugueses Helena Marujo, Luis Miguel Neto y María de Fátima Perloiro: “Es cierto que los optimistas ven una luz donde no existe; pero, ¿por qué los pesimistas quieren ir a apagarla inmediatamente?”.

Prologué hace dos años el libro “Habilidades para la vida. Aprender a ser y aprender a convivir en la escuela”, de Andrea Giráldez Hayes y Emma-Sue Prince. Una de esas habilidades es el optimismo. Eligen las autoras como entradilla para el capítulo un pensamiento de Noam Chomsky: “El optimismo es una estrategia para crear un futuro mejor. Porque si no crees que el futuro puede ser mejor, difícilmente darás el paso y te responsabilizarás de que así sea”.

Dicen la autoras: “Los profesores podemos aprender a ser más optimistas y, si nos lo proponemos, enseñar a nuestros estudiantes creando un ambiente de clase seguro, compartiendo historias en las que el optimismo marcó la diferencia, haciéndoles sentir que son valorados y especiales y ofreciéndoles oportunidades en las que puedan comprobar cómo una actitud optimista contribuye a obtener mejores resultados personales o académicos”.

Creo que la educación es una tarea intrínsecamente optimista ya que se basa en un presupuesto incontestable: el ser humano puede aprender, el ser humano puede mejorar. Si esto se niega, se destruye la esencia de la tarea.

Es curioso. Teniendo en cuenta que las condiciones que tienen los docentes de una misma escuela son similares, en el mismo pabellón que alberga las aulas (o a veces dentro de la misma aula), hay un docente entusiasmado y feliz y otro perezoso y amargado. ¿De qué depende esa diferencia? Esencialmente, de la actitud. Los hechos que suceden son los mismos para los dos, pero no es la misma la forma de entender e interpretar los hechos. Las tareas son las mismas, pero es muy diferente la forma de vivirlas.

Otra historia sobre esta cuestión que se me borró durante un tiempo (tendré que pensar en estos lapsus, en estos paréntesis, en estas sombras en las que se ocultan los relatos) es la que habla de la condición optimista de los habitantes de la ciudad de Potosí. Se dice respecto a su singular actitud negativa lo siguiente: “Cuando un potosino se desmaya, no vuelve en sí, vuelve en no”.

Lo he visto muchas veces. Hay quien se despierta y, en lugar de volver en sí, vuelve en no. Y piensa que los alumnos no quieren aprender, que los profesores no desean trabajar, que los sindicatos solo quieren extorsionar, que los políticos son indecentes y que la vida es como la escalera de un gallinero: cortita y llena de mierda. Hay quien se despierta y vuelve en sí. Ojalá seas tú una de ellas.

A propósito de la tan traída y llevada analogía de que el pesimista es el que ve el vaso medio vacío y el optimista medio lleno, un amigo mío muy bajito suele decir:

– Yo soy optimista por naturaleza ya que, por mi estatura, solo veo la parte llena del vaso.

El optimista nace, como dice con humor mi amigo, pero también se hace. Se va haciendo. Se puede ir educando. Jesica J. Lockhart habla, en el libro citado, de optimizadores del estado de ánimo: la música optimista, la sonrisa infalible, el mantra diario, las metas alegres en compañía, la lista de celebraciones cotidianas, la voz de la conciencia optimista, el diario de preguntas inspiradoras… Caminos llenos de oportunidades y desafíos.

22 respuestas a «La parte llena del vaso»

  1. Estaba muy triste, hoy durante la mañana recibí un correo informándose que se bajarían las horas de los docentes que realizan talleres artísticos, los cuales coordino. El motivo señalado menos ingresos y había que mejorar los resultados de lenguaje y matemática que están bajos. Sin embargo, nosotros que hemos realizado aportes y mejoras en la participación, convivencia y autoestima de los estudiantes incrementando en las mediciones los indicadores de desarrollo personal y social del centro, somos perjudicados y se inyectaran más recursos a prácticas que nos están llevando a bajos resultados de aprendizajes.
    Algo me decía que debía leer hoy su blog. y buscaré ese optimismo, esa luz, ese vaso medio lleno para seguir por mis estudiantes y equipo de trabajo esforzándome.
    Gracias por sus palabras de hoy.

    • Querida Daniela:
      Da gusto encontrarse con docentes como tú. Ante la adversidad (que está ahí, que no se puede negar, porque no eres tonta) se puede reaccionar maldiciendo y desanimándose o sabiendo analizar la realidad de modo que nos estimule y espolee. Creo que es un signo de inteligencia. Y también de bondad.
      No digo que haya que callarse y resignarse, sino que no tienes que sentirte derrotada y desanimada por la insensibilidad hacia vuestro trabajo. Un trabajo que, por despertar buenas actitudes, ayudaría a mejorar los resultados en lenguaje y matemáticas.
      Besos y gracias por participar.
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  2. Querido amigo y maestro:

    ¡Enhorabuena! Tu artículo me parece extraordinario.

    Conozco bien al pesimista. Incluso si el vaso está lleno, te dirá que el agua está turbia. Y si le ofreces agua de la mejor calidad, te dirá que no tiene sed. Siempre buscará un argumento para contaminar el medio vaso de agua. Lo positivo es que suele poseer la cualidad del ingenio…

    ¡Sigamos construyendo!

    Muchas gracias por el regalo de esta semana.

    Un abrazo MÁS para tu familia de parte de la mía.

    • Querido Juan Miguel:
      No existe artículo ni libro sin unos ojos que quieran leerlos.
      Gracias por ahi, del otro lado de la escritura, a una tan temprano del sábado. Escribes a las 9.27, luego has empezado leer un rato antes. Buen madrugador de fin de semana. Así te queda mucho día para hacer el bien y para disfrutar.
      Yo también conozco esa CADENA INTERMINABLE DE NEGATIVIDAD, ten triste para quien la practica y para quien la contempla de cerca.
      Gracias y un abrazo.
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  3. Yo pienso que el optimismo es en sí una necesidad indispensable para el progreso. El optimismo es constructivo, da alas; el pesimismo ahoga toda iniciativa. Los ejemplos que has puesto, Miguel Ángel, lo ratifican.
    El optimismo es contagioso, el pesimismo también, por eso es una suerte la convivencia con gente optimista y una desgracia tener que soportar al pesimista irredento.
    Por cierto, hoy antes de leer este artículo envié a mis tres hijos y cónyuges una foto con dos flores y un escrito: » mira la hermosura de tu pareja y olvida las quejas».
    En la vida tendemos más a expresar aquello que nos molesta que aquello que nos agrada. El no reaccionar a eso termina envenenando las relaciones.
    Un profesor que se queja constantemente de sus alumnos, ¿cómo los va a hacer progresar? Es un profesor triste y un triste profesor.
    El optimista no es que no vea los problemas y dificultades, es que cree que siempre se pueden cambiar las cosas a positivo.
    Gracias, Miguel Ángel, por tus reflexiones siempre positivas, llenas de optimismo, que ahora estas sembrando por América.

    • Querido Joaquín:
      Se piensa muchas veces en el optmista y en el pesimista, pero menos en quienes tienen que convivir con ellos. Es terrible soportar a alguien que se instala en lo negativo.
      Si se piensa en un profesor, todo se agrava. Son muchas horas y mucha influencia.
      Hace poco lei un dialogo significativo. Por cada frase positiva de un, el otro buscaba el resquicio oscuro del pesimismo. Increible.
      Preciosa anécdota la que compartes con nosotros.
      GRACIAS.
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  4. Querido Maestro!
    Yo me siento afortunada porque con todos los desafíos que me ha planteado la vida sigo viéndola positiva!
    Pero sabe que le digo que algunas personas cuando te ven brillando con luz propia, disfrutar de pequeños momentos de buenas compañías ,de lecturas interesantes como las de este blog, te neutralizan te envidian y hacen caer en ti sus malas energías.
    Tengo una muy buena actitud ante la vida, a pesar de tener enfermedades que me hacen difícil la partida.
    Y me pregunto: ¿ de que sirve amargarse si la suerte es estar viva y tener la enfermedad dormida?
    La enfermedad me ha ayudado a percibir y disfrutar del día a día, de creer en las buenas personas, de ser efusiva, cariñosa, servicial y caritativa.
    Me crezco ante el infortunio y creo en mis posibilidades de enfrentarme a la dureza de la vida.
    ¡La realidad actual es difícil de entender, mucho trasiego para tan poco pan!
    El otro día vi una viñeta en la cual estaba un número, si estas en la parte izquierda ves el número seis, si estas en la la derecha ves el número nueve.
    ¡Dependes de la posición que te coloques así verás el mundo!
    ¡Te aconsejo que nos pongamos en el modo feliz!
    Felicidades por el artículo, abrazos para todos.

    • Querida Lola:
      Tengo suerte de contar en el blog con una persona optimista como tú. NO te han faltado adversidades y dificultades. Pero no te han destruido. Ha sido capaz de afrontarlas y desueraras. No solo eso. Has sido capaz de utilizarlas para tu fortalecimiento interior.
      No me extraña que algunos te vena con envidia porque, teniendo unas mejores condiciones de vida, no pueden ser tan positivos.
      Son las cinco de la mañana. Te escribo desde Aieroparque (Buenos Aires). Viajo a Tucumán para impartir hoy dos conferencias. El cinco viajo a Uruguay para intervenir en Montevideo, Colonia Sacramento y Salto. Una vida ajetreada para un jubilado. Pero lo llevo con mucho ánimo.
      Besos y gracias.
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      • Querido Maestro!
        Viajero incansable, amor por los demás y por la vida!
        Gracias por sus adorables palabras que me llenan y suben las ganas de seguir y las esperanzas de creer en las buenas personas.
        ¡Es demasiada la adrenalina que desprenden sus palabras!
        Que suerte las personas que lo escuchen dando sus conferencias, yo te escuché hace muchos años en una, y me enganché para toda la vida.
        Suerte,que salga todo según previsto y feliz vuelta.

        • Querida Loly:
          La verdad es que es reconfortante ver a tantos docentes acudir a las conferencias con una receptividad tan enorme. Me emociona verles aplaudir de pie la conferencia y acercarse a pedir un pensamiento como dedicatoria de un libro.
          Son ellos y ellas quienes me aportan a mí la fuerza para seguir haciendo estos maratones.
          Ayer vi muchas lágrimas en los ojos y recibí muchas confidencias estremecedoras.
          Esta es una hermosa profesión que comparte ideas, sentimientos y valores.
          Hoy importo otra conferencia titulada EDUCAR EN TIEMPOS REVUELTOS.
          GRACIAS POR TUS PALABRAS.
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  5. La verdad que por naturaleza siempre fuí optimista, pero estos últimos años dónde me acosaron, bajaron mi salario, me cuestionaban o negaban permisos para estudiar y veía otros docentes son hacer nada sin crecer y ser valorados, que me cuestioné mi elección de ser maestra. Mi corazón estaba destrozado, siempre les dije a mis alumnos que el saber nos da libertad, nos pone en un lugar dónde nadie nos va a mandar ya que tendremos nuestras propias opiniones. Y hoy me pregunto que mataron en mi? El lunes 3/06 tuve la oportunidad maravillosa de escucharlo y me emocioné hasta las lágrimas porque renació ese deseo de seguir luchando con esos molinos de viento y enseñar para la libertad. Gracias por mostrarme que el vaso si está lleno. Saludo Cecilia Alberti de Tucumán Argentina

    • Querida Cecilia:
      Tu mensaje también ha colmado mi vaso.
      Gracias por ser así, por estar ahí.
      Gracias por asistir a la conferencia y por haber escuchado el mensaje con tanta sensibilidad.
      Habrá dificultades. Nunca se acaban. Pero todavía está más lejos de acabarse la fuerza y la voluntad de superación.
      Gracias de verdad por tus palabras y por tu ejemplo.
      Besos desde Tucumán.
      Mañana viajo a Montevideo.
      MÁS

  6. El vaso siempre hay que verlo lleno porque cuando se quede vacío de verdad, ya no veremos el vaso ni el agua… 😉

    Sirva este breve comentario para que sepas que te he leído…

    Un abrazo

    • Querido Juan Carlos:
      Acabo de llegar a Monteideo.
      Me alegra saber que has seguido en la brecha también esta semana.
      Tienes razón: major que esté completamente lleno.
      Recuerdo al leerte lo que decia el humorist Tono: por la noche pongo encima de mi mesita de noche un vaso lleno de agua por si tengo sed y otro vacío por si no tengo sed.
      Un poco de humor siempre viene bien.
      Un abrazo, que me voy a trabajar.
      MÁS

      • Buenos días,

        El humor es un buen ingrediente para ver el vaso medio lleno.

        Al hilo del vaso vacío para caso de no tener sed.

        Cuando yo estaba en la guerra, antes de Monte Arruit, en mi camareta había un compañero que cuando se limpiaba las botas se ataba una cuerda a la mano para recordarse de que ya las había cepillado, y así no tener que limpiarlas de nuevo.

        Al lado de mi maizal, un vecino, al arar, lleva una piedra en el bolsillo para dejarla al final del último surco al terminar el día, y así encontrar la besana al otro día y no repetir sobre lo arado. Me dice que a veces le cuesta encontrar la piedra.

        Siete lindes más allá hay un pastor de ovejas que cuando las esquila les pinta un punto negro en la nariz para saber las que están esquiladas. Por lo visto, lo peor es pillar la oveja después del esquile para pintarle el punto en la nariz.

        Que tengan un buen día.

        • Excmo.y Rvdmo.Don Quintiliano:
          Siempre es un placer verte por aquí.
          Yo digo que el h u mor es una forma de bondad.
          Magnificos los tres ejemplos que compartes con quienes leen este blog. GRACIAS. Y no tardes tanto.
          Un abrazo.
          MAS.

  7. Córdoba, martes, 6 de junio.

    Como bien sabemos, el término ‘optimismo’, de raíz latina, proviene de ‘óptimo’, es decir, de aquello que se encuentra en el mayor nivel o en lo excelso.

    Pero esto resulta muy complicado de lograr, pues lo óptimo o la excelencia se encuentra en la cumbre de nuestras aspiraciones; aunque, no por ello, individual o colectivamente, debemos desfallecer en su búsqueda. Eso sí, sabiendo que cualquier valor, cualidad, emoción o sentimiento positivos al que aludamos tiene su opuesto, pues desconocer este hecho es entrar en un camino errado.

    Comento lo anterior dado que quienes me siguen en los diarios digitales de Andalucía, y de modo especial a los que les interesa el estudio de las emociones a través del dibujo del escolar, no tienen ningún problema en entrar a leer los artículos que describen aquellas situaciones que son motivo de tristeza. Es cierto que ya son casi nueve años publicando y muchos de ellos son padres, madres y docentes interesados en estas temáticas, por lo que no excluyen los aspectos más difíciles de la vida.

    Sin embargo, resulta curioso que en Azagala digital, que lleva año y medio de existencia, los más comentados son los que abordan las emociones positivas en los desarrollos de niños y niñas: alegría, amor, autoestima, felicidad, amistad, protección a los animales, etc.

    Pero como creo, de modo similar a la sabiduría que proviene del taoísmo oriental, que la existencia está configurada por fuerzas (ellos las llaman energías) contrarias, me ha parecido oportuno ir presentando, aunque sea de manera breve, el pensamiento de autores que nos ayudan a entender el sentido de la vida. Cuestión de fondo nada fácil, pero, de este modo, se llega a entender que las raíces de nuestro mundo emocional se encuentran en la infancia.

    He comenzado, pues, con el artículo “Recordando a Carlos Castilla del Pino”, un psiquiatra por el que siento gran admiración y que ya conocí en mis años jóvenes. De este modo, os adjunto el enlace por si se desea acceder a él.

    http://www.revistaazagala.org/index.php/2019/06/06/recordando-a-carlos-castilla-del-pino/

    • Querido Aureliano:
      Desde Montevideo contesto a tu estupendo comentario y agradezco el enlace en el que rindes tributo a la memoria del para mí también querido y admirado Carlos Castilla del Pino.
      Salgo en unos minutos para Colonia Sacramento (mravillosa localidad como podrás ver en internet), no en plan turístico solamente, ya que esta tarde tengo que imparter allí una conferencia después de reunirme con los inspectores de la zona.
      Un gran abrazo.
      MÁS

  8. Excelente artículo, Ojalá que lo que se dice en él lo pudiésemos convertir en un lema para la vida. Hay mucha diferencia de vivir instalados en el optimismo o en el pesimismo. Para el interesado y para quienes le rodean.
    Veo cada día esta dicotomía en la gente con la que me encuentro, Hay personas que siempre están enfadadas con la vida y con los demás y otras que siempre sonríen. Lo veo principalmente en la gente que atiende al púluco.
    Desde aquí doy as gracias a quienes hacen el mundo más hermoso y feliz.
    Saludos.

    • Querida Maria Luisa:
      Gracias por participar.
      El problema es que los pesimistas viven machacando a quienes les rodean.
      Es una opción personal pero tiene repercusiones ingratas.
      Besos.
      MÁS

  9. Me ha gustado la historia de los potosinos, Yo conozco más de uno por ahí. Alguno lo tengo en mi propia familia,
    Y, por la otra cara de la moneda, me gustan las personas como tu amigo bajito que dice ser un optimista poir naturaleza porque, por su estatura, solo ve la parte llena del vaso.
    La cara y la cruz de la moneda de la vida.
    Muchas gracias por el artículo.

    • Estimado Juan: Esa doble cara se puede ver por todos los sitios,en todas las profesiones… Me gustaría saber cuales son los factores que configuran esa actitud… Para estudiar.
      Un abrazo y gracias.
      MÁS

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