En el mismo día en el que se publica este artículo estaré impartiendo en Barcelona una conferencia sobre la formación emocional de los docentes en el marco de las XV Jornadas sobre educación emocional, que este año están dedicadas a la formación de los docentes.
En el año 1980 (hace ahora, por consiguiente, casi cuarenta años) escribí un artículo en la Revista Española de Pedagogía titulado “La cárcel de los sentimientos”. Me refería a la escuela. Al comenzar el artículo, escribía: “Es de temer que se produzca en la escuela lo que Heimann denomina catástrofe de sentimientos. ¿Ignora, inhibe, erosiona la escuela los sentimientos de las personas?”. Me refería a los sentimientos del alumnado y también a los del profesorado. Y añadía a renglón seguido: “Esta es la cuestión que deseo plantear en estas líneas. Cuestión que me parece de importancia decisiva. La pregunta básica del quehacer educativo no es tanto cómo llenar mejor y más rápidamente la cabeza de los escolares de los conocimientos necesarios sino cómo conseguir personas equilibradas, más y mejor relacionadas con el otro, más plena y profundamente felices”.
Cinco lustros más tarde de aquel artículo, en mi libro “Arqueología de los sentimientos en la escuela” (publicado en 2006 en Buenos Aires por la editorial Bonum) decía que la institución educativa ha sido siempre el reino de lo cognitivo y pocas veces el reino de lo afectivo. Al entrar en ella se le pregunta tanto al docente como al alumno: ¿qué es lo que sabes? Al salir se les vuelve a formular la misma pregunta: ¿cuánto sabes ahora, cuánto has aprendido? Pocas veces ha existido preocupación por el qué sientes o el cómo eres.
Cuando se habla de estas cuestiones, se piensa casi siempre en la necesidad de que los alumnos y alumnas tengan una formación emocional y no solo intelectual. Y está bien que así se haga. Dice Filiozat en su libro “El corazón tiene sus razones”: “En el colegio se aprende historia, geografía, matemáticas, lengua, dibujo, gimnasia… Pero, ¿qué se aprende con respecto a la afectividad? Nada. Absolutamente nada sobre cómo intervenir cuando se desencadena un conflicto.. Absolutamente nada sobre el duelo, el control del miedo o la expresión de la cólera”. Pero se piensa pocas veces que, para hacer esa formación, tiene que existir un docente que sepa, quiera y pueda llevarla a cabo.
Es importante la formación emocional del profesorado por tres motivos. El primero tiene que ver con la vida y la historia del propio docente como persona y como profesional. Nadie puede ser feliz si no se acepta a sí mismo, si no es capaz de reconocer las propias emociones, de expresarlas y compartirlas, si no reconoce las emociones de los demás… He dicho más de una vez que no hay señal más clara de inteligencia que desarrollar la capacidad de ser felices y de ser buenas personas. El segundo porque el docente es miembro de un equipo en el que hace falta formular fines compartidos y desarrollar actitudes cooperativas. La escuela no es un sumatorio de clases particulares. Es un proyecto colegiado que hay que llevar a la práctica a través de la acción. Y la acción compartida requiere actitudes empáticas, capacidad de diálogo y de negociación, habilidades sociales, cercanía emocional… El tercero tiene que ver con la naturaleza de la tarea que ha de realizar en la escuela y en las aulas. Decía Gabriela Mistral: Si no eres capa de amar, no puedes dedicarte a la enseñanza. Hay que ser capaces de despertar una disposición emocional hacia el aprendizaje y eso requiere tener competencia emocional.
Cuando el constructivismo plantea los requisitos que son necesarios para que se produzcan aprendizajes relevantes y significativos, dice que hace falta una estructura lógica interna de los mismos, una estructura lógica externa que permita conectar con lo que sabe el aprendiz y, además, una disposición emocional hacia el aprendizaje. Si esta disposición no se produce, tampoco habrá conocimiento relevante y significativo. Solo aprende el que que quiere. Dice Emilio Lledó.: la profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña. Yo digo muchas veces que los alumnos aprenden de aquellos docentes a los que aman.
Pues bien, ¿qué se hace en la formación inicial al respecto? Prácticamente nada. Se procura formar en competencias y destrezas intelectuales (absolutamente necesarias), pero no se tiene en cuenta la formación emocional. Cuando se habla de las competencias de los docentes se suele hacer una triple división: competencias relacionadas con el saber, con el saber hacer y con el saber ser. A mí me gusta incorporar una cuarta dimensión: competencias relacionadas con el sentir. Entre ellas incluyo la capacidad de conocerse y aceptarse a sí mismo, de reconocer y expresar emociones, de compartirlas, de escuchar activamente, de dialogar y negociar, de tener empatía, de ser resilientes…
Tampoco se tiene en cuenta la dimensión emocional en el proceso de selección. En ese momento se evalúan solamente los conocimientos disciplinares y, en el mejor de los casos, los conocimientos didácticos. Nada respecto al ser y al sentir.
Esta formación (inicial y luego durante el ejercicio profesional) ha de tener algunas características: debe ser intencional, sistemática, progresiva y rigurosa. Lo cual quiere decir que no se puede circunscribir a iniciativas aisladas y dispersas, ocasionales y asistemáticas. Una parte se puede implementar en el curriculum de forma transversal, otra a través de algunas materias, talleres y experiencias de contenidos específicos progresivamente enriquecedores y y una tercera consistente en incorporar a algunas materias esta dimensión básica de la persona. Dos ejemplos. He impartido la asignatura de Dirección de Centros. Pues bien, en ella los alumnos pidieron incorporar un tema sobre los sentimientos de los Directores y las Directoras. Me pareció fantástico. Para ello tuvieron que observarlos y entrevistarlos en los centros e invitar a algunos al aula para analizar con ellos esta cuestión. En la asignatura de Evaluación de los aprendizajes, incorporé un tema sobre los sentimientos de los docentes y de los alumnos en los procesos de evaluación. Algunas de estas experiencias aparecen en mi libro “Evaluar con el corazón”, recientemente publicado por la Editorial Homo Sapiens de Rosario.
En la Universidad Mayor, que tiene sede en Santiago de Chile y en Temuco, participé en un proyecto titulado “Buen profesional, profesional bueno”. Sabido es que no es igual que el adjetivo se coloque antes o después del sustantivo. No es igual un preso político que un político preso, de la misma manera que no es igual un desnudo griego que un griego desnudo. Lo que pretendía el proyecto era no solo tener buenos médicos sino médicos buenos, no solo formar buenos ingenieros sino ingenieros buenos… ¿Qué decir de los docentes? Una de las cuestiones más incisivas del proyecto se planteó no con los objetivos o los contenidos de esta formación sino con los procesos de evaluación de estas dimensiones. Concluimos que por el hecho de que no pudiera cuantificarse lo conseguido no podía dejar de evaluarse. Porque evaluar, a mi juicio, es comprender y mejorar, no medir.
Querido amigo y maestro:
«¡Felicidad-des!»
Por este artículo -porque la dimensión afectiva no únicamente subyace a la condición humana, sino que es consubstancial a la misma, indisoluble del ser que posee naturaleza humana-, pero, antes de comentar el que nos brindas este sábado, permíteme también felicitarte por uno de tus últimos reconocimientos. Quien siembra, cosecha…
Me alegró muchísimo tu reconocimiento hace unos tres o cuatro años (¡qué rápido pasa el tiempo!) con la Medalla de Oro del Ateneo de Málaga y también sé que eres padrino de nueve escuelas, habiendo impartido conferencias en tantos foros que, aunque te sigo, ya he perdido la cuenta… (En Argentina, sé que has impartido conferencias en 130 ciudades). Precisamente, he leído esta misma semana una publicación de El Litoral donde, hace unos días, en Santa Fe, has sido reconocido por el Concejo Municipal como «Visitante Destacado». ¡Enhorabuena otra vez (,) MÁS! La noticia he podido conocerla a través del siguiente enlace:
https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/196839-un-educador-es-inmortal-sigue-vivo-en-los-ojos-de-sus-alumnos-miguel-angel-santos-guerra-en-santa-fe-educacion.html
Volviendo a tu artículo de hoy, me parece de una relevancia extraordinaria, dado que su originalidad radica en que la formación emocional debe formar parte esencial de los docentes y educandos. Es una cuestión trascendente que no suele abordarse, si bien, iniciamos una nueva etapa en la que comienza a demostrarse el valor que presenta. Comparto la afirmación de Emilio Lledó sobre este aspecto -«la profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña»- y, asimismo, también comparto contigo una de las expresiones que me has enseñado: «Los alumnos aprenden de aquellos docentes a los que aman».
Tenemos que vernos -cuando puedas- porque hay un libro que aún no has terminado titulado «La escuela que aprende». Tú sueles decir que un libro no está acabado hasta que no se dedica…
Pienso que, al igual que la escuela -la comunidad educativa- aprende y debe emplear esa sabiduría para mejorar, también ha de incorporar su experiencia sobre la formación emocional. De las cuatro características que propones para tal formación, yo pondría el mayor énfasis en que ha de ser sistemática, es decir, programada. Debe formar parte del currículo y debe ser consensuada, abordándose de manera colegiada, empleándose los cauces que proporcionan las sesiones dedicadas a la coordinación, donde puedan intercambiarse tanto las experiencias como el conocimiento particular del que cada docente disponga sobre cada educando, observando las normas de ética y deontología que dignifiquen la profesionalidad.
No sabría dar respuesta a cómo considerar la dimensión emocional en el proceso de selección de los docentes -me parece muy complejo evaluar este «parámetro»-, si bien pienso que es de enorme relevancia y que deben existir medidas para, al menos, aproximarse a este objetivo primordial.
Te reitero mi agradecimiento por este nuevo regalo. Muchísimas gracias por tu ejemplar esfuerzo en educar. Como tú dices, «un educador es inmortal, sigue vivo en los ojos de sus alumnos».
Un abrazo para tu familia de parte de la mía.
Y mi reconocimiento a los comentaristas habituales de El Adarve. De todos aprendo.
Gracias, amigo:
Por todo lo que dices.
– Gracias por las felicitaciones.
– Gracias por el enlace.
– Te firmaré ese libro, por supuesto.
– Hay países que hacen entrevistas para la selección del profesorado.
– La de Barcelona ha sido una ecperiencia magnífica.Ya he terminado mis compromisos. Mañana regreso a Málaga.
Gracias por todo
Un abrazo.
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Hola Miguel Ángel.
Como de costumbre, siembras una semilla y obtienes una cosecha muy diversa. Me explico. Hablas de le formación emocional del docente y tocas: la formación inicial del maestro, el proceso de selección de los mismos, las emociones, la necesidad de incorporar en el currículo los aspectos afectivos, la evaluación tanto de proceso de enseñanza (del docente) como del proceso de aprendizaje del alumnado, de la importancia de la formación directiva, de los proyectos educativos compartidos de los centros, de cómo se produce el aprendizaje según distintas teorías,… y concluyes el artículo recordándonos el concepto de una evaluación formativa. ¡Cuánta cosecha a partir de un grano de trigo!
Sentimientos y emociones tenemos todos los humanos, de lo contrario seríamos objetos inertes. Otra cosa distinta es saber expresarlos ¿Cómo puede un docente enseñar a su alumnado a expresar y compartir aspectos afectivos si él o ella no lo sabe o no lo hace? Como bien indicas, cuando se opta a una oposición de maestros, el campo de lo afectivo no se valora, sería complicado hacerlo Como como sucedía con el servicio militar, al docente se le supone una formación afectiva implícita ¡Vamos como si viniera en un paquete de serie…!
¿Incluir la afectividad en el currículum? ¿Dotarla de contenido y darle sistematización? (como indica Juan Miguel) ¿Programación o improvisación? Ciertamente hay que ser más sistemáticos e intencionales en nuestras propuestas didácticas dirigida al ámbito afectivo. Aunque también es verdad que en el quehacer diario escolar, a «salto de mata» vamos atendiendo todas las situaciones que se presentan en clase con nuestro alumnado: discusiones, salidas de tono, conflictos, mentiras, celos, alegrías compartidas, tristeza, enfados, sorpresas, inhibiciones y desinhibiciones, burlas, desprecios, acuerdos, empatías, colaboración, respeto,… Hay docentes con más habilidad para tratar estos aspectos al igual que hay asignaturas o materias en donde se pueden generar más situaciones didácticas en donde se pongan en juego múltiples sentimientos y emociones. Desde la mía, la Educación física, hay una corriente actualmente que prima, por encima de todo, el aspecto actitudinal y emocional. Para ello se realiza una programación sistemática alejada de la improvisación y el azar. También existe un momento en donde se puede atender, de forma específica, el aspecto emocional, es la hora de tutoría con el grupo. En este momento, la acción tutorial del docente debe reconducirse por el campo de emociones y sentimientos. Sería conveniente que esa hora de tutoría en grupo estuviera presente de forma habitual en todos los horarios escolares.
La acción tutorial realizada desde el ámbito afectivo con el alumnado es una forma de aprender y formase emocionalmente también para el profesorado. Porque en esta interacción todos aprendemos de todos. Nada mejor que el aprendizaje en la práctica.
¡Cuánta competencia profesional se requiere en un docente! ¿Está la universidad preparada para dotar al futuro docente con las herramientas precisas para ejercer su profesión con eficacia? ¿Debería ser más selectivo el acceso al magisterio? Cuando escribo estoy pensando desde el punto de vista de un maestro que se supone que se ha preparado en un lugar específico para la docencia. Porque de un químico/a, matemático/a, filólogo/a, historiador/a, médico/a, abogado/a, músico/a,… que accede a la docencia en otras etapas educativas ya ni te cuento… Ya sé que tú, querido MÁSco Polo, has pasado por todas y eres una excepción.
Un abrazo para ti ( y José Antonio) y afectos para el resto de comentaristas.
P.D. Enhorabuena por la cosecha de premios y reconocimientos. Tolamente merecidos…
Querido Juan Carlos:
Ya ves que vengo preocupándome por estos temas desde los años 80. Como tú dices todos los seres humanos tenemos sentimientos, Pero parece que los dejamos fuera de la escuela. Porque dentro de ella cuentan muy poco.
Tienes razón, una caso es el de los docentes y las docentes de infantil y primaria y otra es los de secundaria.
Pero, hay más, ¿quién forma. a los formadores?
¿Quién, cuándo y cómo a los profesores/as que tiene que hacer esa formación emocional docente?
No ser complejo tenemos que dejar de lado el problema.
Hoy hemos hablado en las Jornadas de todas estas cuestiones.
Un gran abrazo.
Y gracias.
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PD. Me gusta pensar que esos premios son para el mundo de la educación.
Cierto, hay que romper el círculo vicioso. Oreviamente ahbrá que seleccionar convenientemente a los formadores de docentes. No puede ser que en una facultad de eeducación (antiguo magisterio) estén formando personas que desconocen la etapa de primaria.
Y menos aún que se deidquen a la docencia en otras etapas educativas personas que tampoco han tenido un formación específica. Para impartir las enseñanzas de infantil y primaria se necesita ser maestro (con todas las tabas que les queramos poner a esa foramción), pero para impartir en Secundari o la Universidad sólo es preciso aprobar un curso (CAP, master).
Da la impresión que cualquiera vale, sólo tiene que aprobar un rpoceso selectivo eminentemente teórico y poco emocional.
P. D. Los mejores premios en el mundo de la educación no suelen ser materiales… La sonrisa , la gratitud o el respeto de un alumno es un premio íntimo y gratificante para todo docente y educador que se precie. En este ámbito tú también estás múltiplemente condecorado.
Querido Juan Carlos:
Ayer les decía a los asistentes a las XV Jornadas sobre Educación Emocional que tenemos un problema con los formadores de formadores. Tú dices con acierto que los profesores/as de Secundaria tienen poca formación pedagógica (antes el CAP, que llamaba un Curso de CAPACIÓN PEDAGÓGICA -NO HAY ERRATA- y ahora el master) pero fíjate que los profesores de Universidad no tienen ninguna. NADA. Y esta docentes son los ue tienen que hacer la formación emocional de los docentes. Para ser profesor/a en la Universidad solo hace falta publica y presentar comunicaciones a Congresos…
Gracias por tus palabras sobre los precios emocionales. Por lo que te conozco, estoy seguro de que a ti no te faltan.
Un gran abrazo desde el aeropuerto de Barcelona.
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Querido Miguel Ángel:
Permíteme, en un principio, dar las gracias a Juan Carlos por el abrazo personalizado que me envía desde Jaén, y déjame que le devuelva otro con igual cariño. Siempre me ha gustado contribuir a hacer grupo por los lugares en los que me he movido, y El Adarve es uno de ellos, es como mi barrio. Y todos debemos hacer que nuestros barrios sean lo más acogedores posible, más habitables, más afectuosos.
Lo mismo que pienso para un barrio podría aplicarse a la escuela, o la empresa, o a cualquier lugar en el que establecemos relaciones con otras personas.
Miguel Ángel, el 13 de abril nos hablabas de libro de Luis Rojas Marcos: “Somos lo que hablamos. El poder terapéutico de hablar y de hablarnos”. El tema de esta semana me lo ha recordado. En una entrevista sobre el libro, viene a decir que las personas que hablan más conectan con los demás, establecen relaciones afectivas, se ayudan, comparten y apoyan en situaciones difíciles.
“Hay que decir más CUÉNTAME, PERDONA y TE QUIERO”. (LRM).
“Decir te quiero es fantástico, sobre todo si es verdad y tienes a alguien a quien decírselo. Lo decimos, pero lo decimos por dentro. Y es bueno verbalizarlo. Pero no solo al otro, sino a nosotros mismos”. (LRM).
En este mundo de locos, vamos a hacerle caso al psiquiatra. Voy a verbalizar lo que siento y decir TE QUIERO ADARVE, SE OS QUIERE A TODAS Y TODOS LOS QUE CONFORMÁIS ESTE GRUPO CAPITANEADO POR EL MAESTRO MIGUEL ÁNGEL.
Querido José Antonio:
Qué hermoso comentario. Da gusto tener en el Adarve a personas como tú. Muchas (¿demasiadas?) veces he dicho que me ha ayudado mucho en la vida este lema: QUE MI ESCUELA (MI BARRIO, MI CIUDAD, MI PAIS…) SEA MEJOR PORQUE YO ESTOY EN ELLA.
Qué curioso. Estoy con el artículo que enviaré mañana y tiene que ver con una frase que citas de Rojas Marcos. Me remitiré a otro libro suyo más antiguo que se titula LA AUTOESTIMA. La frase a la que hago mención es la siguiente: «—y es bueno verbalizarlo. Pero no solo al otro. sino a nosotros mismos». Lo leerás, si así lo deseas.
Estoy orgulloso y feliz de tenerte como comentarista.
Un gran abrazo. Y mil gracias.
MÁS
Miguel Ángel, ¡qué magnifico artículo!
A mi modo de ver dices unas magníficas verdades.
Acabo de asistir en Barcelona a tu conferencia en el colegio La Salle. Todos los asistentes te seguimos sin pestañear. Al terminar un largo aplauso dio significado a las palabras que quisiéramos decir. Salir de una conferencia con el deseo de mejorar y entusiasmados es lo mejor que puede ocurrir.
Precisamente ahora estoy leyendo el libro de Daniel Goleman, » La inteligencia emocional». Ed. Kairós. Hermosa coincidencia con el articulo y la conferencia. Aconsejo el libro y, ni qué decir tiene, las conferencias de Miguel Ángel. Si tenéis la oportunidad de asistir a ellas seguro que será el tiempo mejor empleado.
Saludos a todos.
Querido Joaquim:
Ha sido un placer tenerte en el auditorio Durante la conferencia de esta mañana.
Es emocionante ver aplaudir de pie una conferencia. Lo agradezco de corazón. En España no es frecuente, aunque es casi habitual en países de Hispanoamérica.
Ha sido un placer compartir contigo y con Ana María la estupenda cena que hemos tenido hasta hace unos momentos. La invitación ha sido fruto de una generosidad que agradezco.
Muchas coincidencias, como la de que deseases el libro que elegí para regalarte.
Hasta mañana, amigos.
Un abrazo y GRACIAS por tantas cosas.
MÁS
QUERIDO MAESTRO y AMIGO MIGUEL-ÁNGEL:
Un saludo afectuoso para ti, para tu mujer, mi entrañable Amiga Lourdes, y para tus lectores y lectoras.
Aprovecho para expresaros a Lourdes y a ti mis disculpas sinceras por no haber podido acudir (y acompañaros) a las XV Jornadas sobre educación emocional (Barcelona). Desde el silencio de mi habitación, os dirijo este comentario con cierta nostalgia.
El artículo de hoy supone una defensa clamorosa sobre la urgente necesidad de la formación y educación emocional del profesorado (del alumnado y, por ende, de los ciudadanos y ciudadanas). Es una de las cuestiones (la afectividad, el «reino de lo afectivo», el de los «corazones en la escuela»…) que ha sido tradicionalmente descuidada (y tal vez, intencionadamente, olvidada por los poderes públicos).
Siempre me ha impactado para bien esta frase tuya enunciada como una máxima: “Los alumnos aprenden de aquellos docentes a los que aman.” Y viceversa: “Los docentes aprenden de aquellos alumnos a los que aman y respetan.” Si no mostramos una actitud de respeto hacia el alumnado; si no practicamos la denominada “escucha activa” (“escuchar” es un verbo que implica voluntariedad, al contrario que “oír”; sobraría añadir “activa”). Si no mostramos empatía e interés ante las dificultades y adversidades de nuestro alumnado (e incluso de nuestros colegas); si en nuestras conversaciones no procedemos con discreción y prudencia; si no nos ofrecemos y les brindamos nuestra disponibilidad como profesores y como personas…difícilmente configuraremos en los espacios escolares (aulas, salas de profesores/as, departamentos y otros lugares de trabajo) un clima favorable para todos y todas: de comunidad viva, dinámica, cooperante, abierta, acogedora…No olvidemos que no solo los espacios influyen en las personas; las personas también llenamos de vida y sentido a los espacios, con nuestro interactuar.. Podremos trabajar competentemente currículos, conocimientos, informaciones, metodologías, proyectos…pero si desplazamos el apasionante mundo de los afectos, de las emociones, de la ética, o sea, la dimensión auténticamente humana, la persona…nos convertiremos en educadores mediocres al ignorar que trabajamos con personas que tienen la misma dignidad que nosotros. Al final, qué recordamos de forma indeleble de nuestras vivencias como profesores: a las personas, sus nombres y sus rostros, su ejemplaridad, su bondad, su ayuda, sus éxitos y fracasos, su valor y valentía (para sobrellevar o afrontar las contrariedades).
Feliz fin de semana para todos y todas.
De nuevo, Lourdes y Miguel, disculpas por no haber podido asistir a la Ciudad Condal.
Querido Carlos:
Por Dios, amigo, ¿cómo ibas a venir en esas condiciones de salud? Estás más que disculpado. Ya sabes que a Lourdes le hacía muchas ilusión tener un guía tan cualificado como tú para visitar Barcelona. Para ella eres mucho más valioso que el guía más experto. No ha sido posible, pero lo importante es cómo va tu recuperación. Eso es lo que importa.
Esta mañana dirigí un taller e impartí una conferencia.
Durante todo el día hemos estado debatiendo sobre la importancia de la educación emocional en la formación (inicial y continua) del profesorado, en los procesos de selección y en el desarrollo profesional.
Espero que mejores aceleradamente.
Un gran abrazo por este comentario que has escrito a pesar de las molestias.
MÁS
Querido Maestro!
Hoy toca un tema, el de las emociones, que es muy significativo para mi.
Una persona, tremendamente emocional en este mundo que nos ha tocado vivir es una lucha de titanes.
Es difícil encauzar la vida en esta época de desenfreno en que priva más lo artificial, el que dirán, que los propios y buenos pensamientos.
Me considero, una mujer de banderas, de reconocimientos de lo que he conseguido en la vida, sin mucha suerte, pero con un esfuerzo tremendo.
Valoro lo que tengo,por el esfuerzo que me ha costado obtenerlo, no por el valor material que tiene.
¡Me chifla el mundo de los afectos ,de los abrazos, de los besos, de la cercanía infinita,de la proximidad de los cuerpos, del mundo loco de los sueños!
A veces me desespero, pienso que ser como soy me lleva a sufrir grandes desconsuelos.
¡Nadie entiende,que tenga tanta importancia para mi, el mundo de los afectos!
Cuanto calor tengo en el alma , que profundos mis deseos, de querer cambiar el mundo con mis propios pensamientos.
A veces tengo dudas, se me pierden los anhelos, me quedo con el alma rota sufriendo grandes desprecios.
Este cruel mundo me hunde en el más oscuro de los miedos con cargas de impotencia, incomprensiones y pocos entendimientos, de porqué pasan las cosas sin poder poner remedios.
Ingrata es esta vida para el poco tiempo que estamos viviendo.
Usted dice con acierto que quererse mucho es el camino correcto.
Me da mucho ánimo sus consejos.
Tengan todos, felices sueños.
Querida Lola:
Tú eres una comentarista que escribes siempre con el corazón en el mano. Y a corazón abierto. Hablas de ti, te abres a quienes te leemos y compartes no solo tus ideas, sino tus sentimientos.
Claro que es cierto lo que dices: vivimos en un mundo en el que imperan otros valores: individualismo, competitividad, obsesión por los resultados, relativismo moral, capitalismo salvaje, olvido de los desfavorecidos, privatización de bienes y servicios… ¿Dónde está el mundo de los sentimientos, de la bondad, de la compasión…?
Gracias por estar siempre ahi.
MÁS
Apreciado Miguel Ángel,
Tuve la suerte de compartir contigo en las Jornadas de Educación Emocional y de sentarme a tu lado casualmente en la conferencia inaugural. En nuestra breve conversación no tuve la oportunidad de contarte que mi interés por la evaluación educativa y su dimensión personal y emocional se remonta a los años 90 en mi querido Chile natal, mientras trabajaba como maestra de educación infantil y estudiaba un Máster en evaluación educativa.
La vida me trajo a Barcelona a estudiar el Doctorado en educación y a aprender de grandes maestros como tú, además tener el regalo de formar una linda familia, cuando pensaba que eso ya no me tocaría en esta vida. Si a eso sumamos la suerte de poder trabajar en la universidad ayudando en la formación de futuros maestros y maestras, puedo decir que soy muy afortunada.
Solo quería que supieras que todo comenzó en Chile, leyendo a Santos Guerra.
Un gran abrazo, espero que volvamos a coincidir.
Carolina
Querida Carolina:
Fue una suerte compartir estos dos días contigo y con tu maravillosa amiga.
Fue un afortunada casualidad que nos sentásemos al lado. Pude impartir contigo mi indignación por la falta de cortesía de quienes nos hablaron en catalán, a pesar de que la organización había anunciado que se iba a hablar en castellano (como decía el programa). Expresé mi malestar a los organizadores, no por mí, que entiendo el catalán, sino por los asistentes que no podían hacerlo. Ya viste que lo dije de forma velada al iniciar mi conferencia.
Me acordé de ti la tarde del domingo ya que me llamaron de Pucóm para invitarme en octubre a un Congreso.
Gracias `por tantas cosas: por tus palabras de reconocimiento, por asistir al Congreso, por leer este artículo, por este comentario, por comprar mi libro…
Besos.
MÁS
Saludos a todos. Estimado Dr. Guerra sin duda estupendos el artículo y los análisis. Es muy cierto lo que señala que regularmente el progreso en las instituciones se centra en lo cognitivo. Siendo incluso que lo afectivo impacta en las formas de intervención de los maestros o los directores relacionadas con el equilibrio emocional. Es importante reconocer el impacto de las emociones en el trato entre las personas y la actividad que se realiza. Pocas veces se responsabiliza a algunos directivos o docentes de vivir disfrazando la tarea con impacto en el trato para los colegas o estudiantes y con efectos para la permanencia o el gusto por estar. Los efectos en el trato hacen la diferencia. Recuerda aquella estudiante invidente y la maestra que asesore justo la chica expresó, que cuando cambió de plantel, pese a tener una mayor carga de tareas a cumplir, todo era posible porque sentía que le tomaban en cuenta como persona. Si entre los estudiantes y los profesores o entre los colegas se tratan con atención, con respeto y con simpatía se tiene muchas más posibilidades de disfrutar la estancia. Por el contrario, si se tratan con crueldad, con indiferencia, mal humor, falta de respeto, desprecio, es bastante probable que su vida en común, no sea muy satisfactoria. Y si encima como bien señala, regularmente ante las prescripciones a cumplir se deja de lado la preocupación por el qué sientes o el cómo eres, como bien dijo un día a qué le llamamos progreso. Ahora bien, creo que también afortunadamente algunos al menos lo analizan, otros ya dieron el paso. Justamente una vez Usted comentó en una conferencia que haciendo lo mismo, no todos lo hacemos igual. Como siempre gracias.
Querida Lourdes:
Me alegra ver de nuevo un comentario tuyo. Un comentario que considero sensato y oportuno.
La verdad es que la formación y la selección de los docentes en este sentido deja mucho que desea.
Me preocupa mucho, por ejemplo, que entre en la profesión docente con taras psicológicas graves.
Escribí hace unos años en este mismo espacio un artículo titulado PILOTOS ASESINOS. Todo el mundo recuerda el caso del piloto alemán que estrelló el avión contra una montaña con todos los pasajeros dentro. Y decía que me imaginaba las aulas como pequeños aviones. Si pilota ese avión una persona tarada, es fácil que lo estrelle contra la montaña de la crueldad, el desamor, la ignorancia y la tristeza.
Muchas gracias.
Muchos besos.
MÁS
La necesidad de educación sentimental de los alumnos y alumnas lleva aparejada la necesidad de formación de quienes ayudan al alumnado. A su vez, esto lleva a la necesidad de personas que formen a los formadores. Es una cadena lógica pero complicada.
¿Quién forma a los formadores de los formadores?
Y hay un segundo problema, no menos importante: la necesidad de proyectos colegiados de formación emocional. No se trata de que una persona visionaria, de forma aislada y casi excepcional, proponga soluciones. Lo que hace una persona de forma aislada, lo deshace el grupo con su indiferencia o su ironía.
Querida Raquel:
Creo que la preocupación va diminuyendo de arriba hacia abajo.
Es más difícil formar a los formadores de los formadores.
Y después de los formadores/as.
Y dessous a los alumnos/as.
Sé lo que pasa en la academia. No hay una gran preocupación por estas cuestiones, salvo alguna excepción que otra.
Falta un proyecto colegiado.
Eso necesita capacitación, estructuras, organización y voluntad.
No es fácil encontrarlo todo en el mismo lugar y en el mismo tiempo.
Pero, seamos optimistas. Ya se están haciendo cosas.
Besos y gracias.
MÁS
Ya sé que la estabilidad emocional es una realidad inestable, pero algo hay que hacer en este aspecto.
Uno, en el negativo: evitar que entren en la profesión docente personas taradas.
Dos, en el positivo: procurar que las personas que se dedican esta profesión tengan una estabilidad y riqueza emocional destacadas.
Hay que poner el cascabel al gato.
Saludos.
Querida María José:
En los dos sentido creo que es necesario actuar, sí.
Trabajar con alumnos/as no es lo mismo que trabajar con productos.
Hay que evitar patologías flagrantes y hay que hacer formación emocional de docentes. En la selección deben arbitrarse medios p<ra explorar ambas dimensiones. Hay experiencias al respecto.
MÁS
Querido Miguel Ángel.
En esta ocasión tengo que ser un poco breve pues, como miembro de la revista Azagala que se edita en Extremadura (también en su versión digital, que, como bien sabemos, puede ser leída en cualquier rincón del planeta), estoy desde Córdoba escribiendo artículos en apoyo de una candidatura unitaria para que acabe con el autoritarismo que ha regido en mi pueblo, Alburquerque, desde hace varios lustros.
Y lo cierto es que me gustaría ser más extenso, pues hay escritos muy interesantes en el blog que invitan al debate y la reflexión. Pero, como no es estrictamente necesario hacerlo en cada semana siguiendo el tema que se anuncia, lo dejo para posteriores ocasiones, ya que me encontraré algo más despejado de tantos artículos (que, por otro lado, disfruto mucho haciéndolos, pues es una de las grandes oportunidades que podemos recoger quienes hemos estado o estamos trabajando en la Universidad).
Solamente quiero apuntar que desde que empecé, hace bastantes años, a trabajar con el dibujo de la familia en los escolares, la cuestión de los sentimientos, tanto positivos como negativos que anidan en el ser humano, me parece una cuestión crucial en el desarrollo de la persona, no solo de niños y niñas sino también a cualquier edad, pues nunca dejamos de construirnos como sujetos. Por otro lado, la realidad nos ofrece tantos retos que es imposible no seguir reflexionando para aprender de las nuevas situaciones a las que nos enfrentamos.
Para cerrar, provisionalmente, indicaría que estoy acabando como director de tesis una referida precisamente al estudio de los sentimientos positivos y negativos en los escolares expresados a través de sus dibujos, de modo que se comparan los de los niños y niñas de dos países: España y Portugal.
Y como siempre es más grato abordar los primeros, os dejo uno de los artículos recientes que publiqué en la red de diarios digitales de Andalucía y que llevaba por título “Familias alegres y divertidas”.
http://www.montilladigital.com/2019/02/aureliano-sainz-familias-alegres-y.html
Un abrazo, y que el próximo domingo sea un día feliz para todos, de modo que vayamos construyendo una democracia más tolerante, más abierta y más dialogante, alejada de las intolerancia y los fanatismos.
Querido Aureliano:
Gracias por el enlace. Ojalá fuéramos todos y todas ciudadanos de BUTÁN (leer el artículo para enterarse de la frase).
Sé que (como formador de maestros y maestras) tienes mucho que decir sobre el tema de esta semana. No es necesario decirlo ahora, claro.
Entiendo las urgencias electorales.
Feliz fin de semana por la participación y los resultados.
Un abrazo.
MÁS
Gratitud Maestro y colaboradores. Hace 5 años descubrí este espacio de aprendizaje que me llena de inspiración por la tarea educativa!!!! Saludos desde Paraguay. María Teresa Meza
Querida María:
Gracias por tu fidelidad de 5 años y por estas hermosas palabras.
Me gustaría verte con más frecuencia por aquí.
Besos.
MÁS
Una llamada de atención importante. ¿Cómo puede estar dando clase un tarado? Una cosa es dedicarse a la,literatura, a la química, a la veterinaria…y otra trabajar con niños y niñas desde una sgituación de poder.
Hay dos cuestiones importantes:
Una: evitar las taras que pueden ser dañinas
Dos: desarrollar al máximo las dimensiones emocionales de la persona.
Nada se hace en ninguna de las dos cuestiones.
Saludos.
Querida Paula:
Es cierto. Esta es una dimensión que no se ha trabajado en la formación docente. Ni mucho ni poco.
He pensado muchas veces en la necesidad de un filtro en la selección y de unos objetivos que se alcanzasen a través de la formación.
LO he hablado muchas con colegas de la Facultad.
El problema, quizás, no es tanto de convencimiento sino de estrategias y de métodos.
Creo que, racionalmente, es difícil negar la necesidad de la formación emocional. Sin embargo, al armar el curriculum solo se contemplan materias y disciplinas de contenidos intelectuales. Solo hace falta saber. Nada respecto al ser.
Hay que cambiar ya.
Besos y gracias.
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Durante la última década la educación emocional se ha convertido en un aspecto esencial para nuestra formación, sin embargo, continúa siendo un tema secundario en las aulas de nuestro país. La problemática subyace en que para trabajar estos aspectos precisamos de profesionales preparados, lo que resulta prácticamente imposible, puesto que los docentes nunca han trabajado sus emociones ni han sido formados para enseñar a gestionarlas dentro del aula. Por lo tanto, estoy totalmente de acuerdo en que la formación emocional para los maestros debe ser “intencional, sistemática, progresiva y rigurosa”
QueridaSara:
Pues sí, ese es uno de los problemas. ¿QUIÉN FORMA A LOS FORMADORES Y FORMADORAS?
Desde hace algunos años se está moviendo, al menos, la conciencia de que se trata de una necesidad apremiante.
Es el primer paso. Lo que pasa es que la lentitud es muy dañina porque cada día que pasa se pierden maravillosas oportunidades de desarrollo emocional.
Gracias por la lectura y por el comentario.
Besos.
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Excelente post!! Felicidades!! Estoy totalmente de acuerdo sobre lo importante que es trabajar las competencias socioemocionales en la escuela.
Hace 16 años en nuestro nuevo proyecto educativo (es un centro nuevo que surgió a partir de la fusión de tres centros escolares de Tolosa-Gipuzkoa ) comenzamos priorizando tres líneas: educación socioemocional. convivencia positiva y aprendizaje cooperativo. De ahí continuamos hace unos 7 años con la implementación de metodologías acordes con el paradigma de las Inteligencias Múltiples de Gardner. Esta trayectoria-experiencia está recogida en el libro ” Inteligencias Múltiples. De la teoría a la práctica escolar inclusiva” escrito por Begoña Ibarrola y Txaro Etxeberria y publicado por SM en la Colección Bilblioteca de Innovación Educativa en diciembre de 2017.
Como decía, tras la fusión comenzamos con la educación de sentimientos y emociones cuando todavía casi no se hablaba de este tema. Tuvimos la suerte de que en 2004 la Diputación Foral de Gipuzkoa puso en marcha una iniciativa para formar en este tema a los docentes de los centros gipuzcoanos. El itinerario formativo creado por José Antonio González, Begoña Ibarrola y Rafael Bisquerra nos venía como anillo al dedo y entramos de lleno en este programa. Una de las ventajas que siempre comentamos al hablar de aquella experiencia es que la formación era en primer lugar para los docentes. Si los educadores no desarrollan sus competencias socioemocionales ¿cómo lo pueden trabajar con el alumnado?
Tras esta formación nos dimos cuenta de lo positivo que fue en nuestras vidas a nivel personal, familiar, laboral,,, por lo que pensamos que teníamos que trabajar estas competencias a nivel curricular de modo sistemático y secuenciado y no como hacíamos anteriormente «a salto de mata». De ahí que elaboráramos con el asesoramiento de J. A. González el programa de educación socioemocional que editó la DFG en 2008 (concretamente, nuestro centro Herrikide que hasta febrero de 2017 se llamaba Hirukide elaboró la parte correspondiente a Educación Infantil y Educación Primaria. En este enlace se accede a todo el material : http://www.eskolabakegune.euskadi.eus/web/eskolabakegune/material-de-la-diputacion-de-guipuzcoa?_ga=2.220901531.267573978.1510697292-2035591493.1510697292
La educación socioemocional es la base de todo nuestro proyecto pedagógico y sigue siendo la clave. Este programa se evalúa y se modifica/ajusta continuamente por lo que actualmente nosotros no lo trabajamos tal como aparece en el material editado sino que hemos ido sacando de nuestra programación algunas de las dinámicas e introducido otras que en nuestra opinión enriquecen el programa.
Cuando comenzamos a trabajarlo con el alumnado, se dio también la posibilidad de formar en estos temas a las familias muchas de las cuales realizaron una intensa formación llegando algunas de estas personas junto con algunos docentes formadores de otras familias.
El desarrollo de estas competencias socioemocionales nos ha permitido ir desarrollando un programa de convivencia positiva y resolución de conflictos de que denominamos KIDE (acrónimo en esukera que significa Dinámicas de Convivencia en la Escuela) con los «Adostoki» o Rincón del Consenso, el servicio de mediación escolar donde los mediadores son los alumnos, etc Estamos convencidos de que si estos programas son válidos y funcionales y , sobre todo, sostenibles en el tiempo es precisamente porque están basados en el trabajo de las competencias socioemocionales.
Desde hace algunos años muchos educadores, centros escolares, … se intereesan en este programa y se ponen en contacto con nosotros para que les asesoremos sobre la implementación del mismo en el centro. Nosotros siempre comentamos la necesidad de comenzar con la formación del propio docente. Esto es algo que descoloca bastante ya que los profesores estamos habituados a que nos presenten un programa y rápidamente llevarlo al aula.
Kristau Eskola de Euskadi ha puesto en marcha un programa de educación emocional y convivencia positiva que ha denominado muy acertadamente «GuGeu» que traducido al castellano significa «nosotros mismos» ya que nosotros insistimos en que debemos partir de nosotros mismos los educadores. Este es el segundo curso en que se ha puesto en marcha. En el caso de los centros incluídos en este programa, profesionales de nuestro centro trabajamos con cada claustro -en ocasiones también acude personal del comedor, activodades extraescolares,…- en su centro durante 16 horas porque como comentas en tu artículo estas competencias no se trabajan habitualmente en los centros de formación del profesorado, Posteriormente, continuamos con el grupo «tractor» o equipo responsable de este tema en cada centro con el fin de que diseñen e implementen el programa de educación emocional y las estrategias de convivencia y resolución de conflictos que más adecuados sean para ese centro en concreto ya que nadie conoce mejor la escuela que quienes trabajan en la misma.
Animo, Miguel Angel, para continuar con esta tarea.
Estimado Dr. Guerra, he leído su artículo que hace referencia a la formación emocional del docente, comparto con usted la importancia de la formación emocional del profesorado, se debe amar la profesión que uno ha elegido vocacionalmente. Como usted dice no sólo se debe de llenar al niño de conocimientos descuidando su parte emocional. Hay que desarrollar también su parte humana que contempla valores como la solidaridad, cooperación, empatía, tolerancia, etc. Hay que educar para crear niños felices, que se acepten a sí mismos y a los demás, que sean capaces de ponerse en el lugar de otro. Pero, para poder enseñar estos valores, los educadores debemos de ser los primeros en llevarlos a la práctica dando buen ejemplo.
Querida Katty:
Enuncias postulados que creo incontrovertibles.
– Que es necesaria la educación emocional de niños y niñas.
– Que para ello tenemos ue tener docentes que puedan ayudarles a conseguirlo.
– Que la mejor forma de ayudarles es que les demos ejemplo.
– Que esa necesidad exige la formación emocional de los docentes.
– Y que tiene que haber profesionales que formen a los docentes en esa dimensión decisiva del desarrollo humano.
Besos y gracias.
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Estimado Dr. Guerra, tras leer su artículo me gustaría alegar que comparto totalmente la idea de la importancia de educar no solo en lo cognitivo, sino también en emociones y sentimientos. Desde mi humilde opinión y a un año de finalizar la carrera de pedagogía creo que un buen educador no debe ser solo «buen profesor» como la misma palabra dice, sino también un «profesor bueno» como bien dice usted en el artículo. Desde mi experiencia hablo cuando digo que los mejores conocimientos se aprenden cuando van acompañados no solo de un buen material y una buena preparación, sino también de una buena enseñanza.
Querida Andrea:
Te queda un año de formación. Ojalá lo aproveches plenamente. Te deseo una hermosa,fructífera y leliz trayectoria profesional.
Besos y gracias por escribir.
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