Se acerca el fin de año. Un momento oportuno para reflexionar sobre el paso del tiempo, sobre la velocidad que le imprimimos y el sentido que le damos.
Mi querido amigo Horacio Muros es Director de la escuela El Molino, sita en la provincia argentina de Mendoza. Horacio es una fuente inagotable de ideas y experiencias educativas. Ya he hecho varias veces alusión a él en este espacio. Hace ya tiempo me envió un correo cuyo contenido ha estado danto vueltas en mi cabeza hasta convertirse en este artículo. Dice así:
“Te cuento una historia. Tenia yo un viejo y sabio maestro llamado Aurelio Viñolo que aparecía en la dirección cada mañana y me proponía que nos tomáramos unas “vacaciones instantáneas”.
– Director, ¿tiene tiempo para que nos tomemos unas “vacaciones instantáneas”?, decía con una sonrisa en la boca. Serán solo unos minutos. Lo que dura una canción, una poesía, una de las estaciones de Vivaldi…
Eran unos momentos para compartir. Muchas veces con un mate o un café. Era un detenerse en el tiempo, un salirse de la vorágine de la gestión y poder “com-partir” ese breve momento que él bautizó como “vacaciones instantáneas”.
Era como un oasis en medio de la dinámica que representa la gestión, era un refrescar el alma. Aurelio ya está jubilado, lo recuerdo muchas veces y lo extraño…
He intentado hacer lo mismo con otros colegas muchas veces y realmente vale la pena tomarse ese tiempo, tomarse unas “vacaciones instantáneas” y volver…”.
Esta idea de las “vacaciones instantáneas” me parece una mina. Una mina de la que se extrae cordura, empatía, tranquilidad, energía, sosiego y sentido de la realidad. Viene muy bien detener el ritmo frenético de las actividades para compartir unos minutos de conversación, de reflexión y de encuentro. Vivimos de manera tan acelerada que detenerse unos minutos nos devuelve a la esencia de lo que somos y de lo que pretendemos.
No se trata de abandonar el trabajo y entregarse a la pereza. No. Como en aquella perversa anécdota que zahiere a los funcionarios, tachándolos de personas perezosas e inactivas.
– ¿Me acompañas a tomar un café?, le dice durante el trabajo un funcionario a su compañero de despacho.
– No, que me espabilo, contesta el interpelado sin salir de su ensimismamiento.
El paréntesis de la “vacaciones instantáneas” puede ser útil incluso para el trabajo. Porque es imposible mantener la atención de manera constante.
Creo que caminamos demasiado deprisa, con demasiada ansiedad, con una presión desmesurada. Tomarse unas “vacaciones instantáneas” es poner algo de higiene en la asfixia del trabajo.
Es también un modo de encuentro. Detenerse para hablar con el otro, para saber lo que piensa, lo que siente, lo que busca, lo que le pasa es un modo de encuentro saludable.
Tuve un compañero de Facultad y entrañable amigo, Paco Plaza, lamentablemente fallecido, que pasaba por los despachos a media mañana invitando a los compañeros a tomar un café. Ahora lamento no haberle hecho caso más veces. No era tiempo perdido el que me invitaba a compartir. Era un tiempo ganado para el trabajo y la convivencia. La presión de la escritura, de la lectura, de las llamadas, de las tutorías, de la preparación de clases, de las evaluaciones… me hizo olvidar alguna vez la esencia del momento. No aproveché esas “vacaciones instantáneas” que me proponía Paco.
Estamos instalados en la prisa, en la aceleración, en la urgencia. Se avanza a gran velocidad pero sin cerciorarse de si se hace en la dirección adecuada. Somos como el campesino del cuento de Mongolia que está agarrado a las crines de un caballo desbocado:
– ¿A dónde vas?, le preguntan.
– Pregúntaselo a mi caballo, contesta.
El caballo desbocado es el trabajo, la acción, los objetivos programados, el dinero, el progreso, la competitividad, la obsesión por la eficacia…
El ser humano actual, acelerado hasta la patología, se impacienta si el ascensor tarda unos segundos en llegar, si la cola del supermercado no avanza con rapidez, si el coche que está delante no circula cuando el semáforo se ha puesto en verde, si la página que busca en internet tarda unos segundos en hacerse visible. Queremos ir muy rápido pero no sabemos hacia dónde y para qué. Nos asemejamos al personaje de aquel viajo chiste:
Alguien llama por teléfono a un bar y pregunta por un tal Manolo para que vaya inmediatamente a urgencias del Hospital ya que su mujer ha sido ingresada de gravedad. Al instante, uno de los presentes sale a toda velocidad, se monta en una bicicleta que hay en la puerta y sale disparado. A los pocos metros se estrella contra una farola. Y se dice: “Me está bien empleado, porque ni me llamo Manolo, ni estoy casado ni sé montar en bicicleta”.
Tengo delante un libro de José Luis Trechera que se titula “La sabiduría de la tortuga”. Con dos subtítulos de interés. El primero dice: “Sin prisa pero sin pausa”. El segundo es más significativo, a mi juicio. “El tiempo es tuyo: cambiar el reloj por la brújula para tener el norte claro”. Dice el autor:
“A pesar de los inventos modernos que deberían aliviar la dureza de la actividad diaria y facilitar una existencia más relajada, la realidad camina por otro lado. Más que controlar y disfrutar del tiempo, da la sensación que es éste el que nos dirige y domina. Más que vivir, el ser humano se desvive o malvive”.
Cita el autor en una de las entradillas de los capítulos y secciones a F.T. Marinetti en su “Manifiesto futurista”: “Nosotros afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza: la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil rugiente que parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia”.
El poeta Jorge Guillén expresa esta sensación de manera espléndida: “Y se me escapa la vida,/ ganando velocidad,/ como piedra en su caída”/.
Carl Honoré, autor de varios libros sobre estas cuestiones (“Bajo presión”, “Elogio de la lentitud”, “La lentitud como método”) es presidente del Movimiento Slow. Decía en una entrevista no hace mucho cuando le preguntaban si había un antes y un después de asumir la filosofía de la lentitud:
“Definitivamente he cambiado, para mí hay un muy claro antes y un después. Antes probaba siempre de hacer cada vez más y más en menos tiempo. Me importaba la velocidad y la cantidad. La mayoría de las veces me sentía apresurado. Ahora cada cosa que hago procuro hacerla lo mejor que puedo en vez de lo más rápido posible. Esto ha cambiado mi concepción del tiempo: ya no me siento un esclavo de él. Ahora siento que tengo el tiempo necesario para hacer lo que me propongo y nunca me siento apurado (a pesar de que tengo una vida excitante y plena). Y no es una paradoja. Se trata de encontrar el equilibrio adecuado y de no obsesionarse con el tiempo”.
Pido prestado a Tito Livio el punto final: “Quien se apresura demasiado, terminará más tarde”.
Querido amigo y maestro:
¡Extraordinario artículo! Me ha encantado, ¡Felicidad-des!
Te escribo a continuación a tu dirección de correo electrónico.
Un abrazo MÁS para tu familia de parte de la mía.
Querido Juan Miguel:
Gracias, amigo.
¡Qué madrugador! Comentario escrito a las 7.49. Lo cual significa que has leído antes. ¿Cuánto duermes?
Ya he leído y contestado tus correo.
Abrazos y felicidades para vuestra preciosa familia en el año 2019.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
Hace unos días leía un artículo de Rosa Montero, “El huracán del tiempo”. Me recordó que tú ya nos la recordaste en el 16 para hablarnos de las últimas veces que hacemos algo.
Voy a utilizar sus palabras porque me retratan bien.
“Pero lo más difícil de todo es digerir lo que el tiempo te hace. O más bien lo que te deshace. Decía Oscar Wilde, que tiene frases célebres para casi cualquier ocasión, que lo peor de envejecer es que no se envejece; es decir, que por dentro sigues siendo el mismo, de manera que cada vez hay un conflicto mayor con ese cuerpo irreconocible que se derrumba. Si en mi interior aún tengo 20 años, ¿por qué me mira ese estúpido carcamal desde el espejo? Pero no es sólo la disociación entre mente y carne: también es la larga cola de pasado que empiezas a arrastrar a tus espaldas, como el polvo estelar de un viejo cometa.”
“Sí, Wilde tenía razón, envejecer conlleva un extrañamiento de ti mismo. ”
“El tiempo es la mayor riqueza de la que disponemos, un recurso que solemos dilapidar sin darnos cuenta de lo escaso que es.”
Rosa Montero no es la primera que nos recomienda vivir el hoy. Y hoy, para mi familia, es un día para reunirnos alrededor de un recuerdo. Un día de vivir el presente de lo que somos y recordar a los que fuimos.
Querido José Antonio:
Me gusta verte pronto por aquí.
Estupendo comentario y estupenda la referencia de Rosa Montero. Me ha gustado mucho.
Ya hice referencia aquí al libro de Rosa sobre el paso del tiempo. Me pareció una magnifica novela: LA CARNE.
Tiene razón cuando dice que por dentro no se envejece…
Jun abrazo a las puertas del nuevo año.
MÁS
MÁS. No sé si hoy tengo tiempo para comentar….
Es broma,…
Yo también soy una persona presa del tiempo, a la que le faltan horas al día para poder acometer todas las “empresas” en las que estoy embullido. La lectura semanal de tu blog, es una forma de tener unas minivacaciones instantáneas cada semana… Te leo, reflexiono y contesto. Unas veces de forma más acertada y otras más desafortunadas. El resultado suele depender de la reflexión que haya realizado, si se ha madurado con suficiente o poco tiempo. Una respuesta a la ligera suele ser inapropiada.
El tiempo es algo inmaterial, totalmente subjetivo y que el ser humano ha tratado de calibrarlo y objetivarlo de muchas maneras: estaciones, años, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos,… Y si bien estos conceptos temporales son cuantificables de forma objetiva, un año es una vuelta de nuestro planeta alrededor del Sol, y dos años suponen dos vueltas,.. también es cierto que la subjetivad está ligada al tiempo ¡Qué largos pueden resultar 5 minutos de espera a la puerta de un servicio si te estás orinando desde hace tres horas…! ¡Qué rápido se pasa en una clase de Educación física para un alumno o alumna cuando se están divirtiendo!
Es curioso que no te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo hasta que te detienes y abandonas la incercia… Dos recuerdos para ilustrar esta idea. El primero, cuando llegué de maestro a un pueblecito de la provincia de Jaén y, acostumbrado al ritmo de la ciudad, me parecía insoportable las largas esperas en una tienda para que me atendieran, a pesar de que no había prácticamente nadie. Los lugareños ni se inmutaban, aprovechaban las idas y venidas del dependiente hasta acertaba con lo que le pédía el cliente, para charlar de forma calmada. Mientras, a mi me comían los nervios por dentro, no entendía esa parsimonia… Con el tiempo, me acostumbre a ese ritmo de vida, de tal modo que cuando regresaba a la ciudad me sentía incomodo con la velocidad de lo que acontecía a mi alrededor.
Pasado muchos años, y ya con destino en la ciudad, es curioso la velocidad y el ritmo que se lleva en la escuela, no somos conscientes hasta que paramos. Pero no con unas vacaciones instantáneas, que no se nota. Fue a principios de este año que se agota cuando estuve de baja por una operación de rodilla. A la semana ya estaba yendo a mi colegio a recoger a mi hija con las muletas. Sólo había pasado una semana, pero veía a mis compañeros de otra forma muy distinta a la habitual, estaban estresados (como siempre, como supongo que también lo estaba yo en sus circunsatancias), pero ahora cuando iba sin prisa, sin horarios, sin contenidos, sin objetivos ni competencias que cumplir ni desarrollar, cuando palpaba ese ritmo endemoniado, sutil, pero inflexible.. ¡Cuanto freno de mano necesitamos en el cole…!
Termino citando algunas frases de José Múgica relacionadas con el tiempo:
“Ser libre es (…) gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer”
“Cuando tú compras algo, no lo haces con dinero… lo haces con tiempo”.
Espero que cuando la Tierra vuelva a pasar por el lugar que está ahora respecto al Sol puieda volver a desearte a ti y a todos los habituales de este blog un nuevo FELIZ AÑO!!!
Querido Juan Carlos:
Estupendo comentario. Gracias, Juan Carlos.
Se conoce que leíste y reflexionaste con calma.
Bergson hablaba del tiempo subjetivo y decía que no se derrite a la misma velocidad un azucarillo en el agua para un sediento que para un saciado. Ya sabes lo fugaces que son los últimos minutos del partido para el equipo que va perdiendo y lo rápido que pasan ESOS MISMOS MINUTOS para el que va ganando y teme que le empaten.
Un gran abrazo antes de las uvas de fin de año.
Saludos para tu familia.
MÁS
Apreciado Dr Santos Guerra. Saludos y un saludo respetuoso a todos. Le comparto que leyendo su artículo, me queda pensar que el director de quien habla es una persona con excelente trato con los otros. Hay quienes siendo directores, olvidan la sensibilidad con los colaboradores del interior y en ello ser director es les da a ser sinónimo de rigor y de distanciamiento de calor humano, y peor aún si olvidan un buen trato para las personas en el interior y en contraste, dan discursos en el exterior que se enfocan en el bien de la humanidad.
En torno al tiempo, quienes creen que los avances no se logran por la falta de organización del tiempo, por ejemplo por un lado dan los buenos deseos, el tiempo con la familia, pero en contraste que olviden los tiempos navideños se puede aprovechar para avanzar lo que le falta de entregar, y encima les relacionan con afectación de notas, de ascensos, de descensos, etc. Aunque inquieta que no parecen detectar que no se trata del tiempo, hay muchos distractores en este periodo como para estar como los filósofos cínicos, pidiendo que se aislen para producir conocimiento. ¿Es en serio que se pueda pensar que en una navidad una mamá, se puede aislar de sus hijos o de su pareja o perder de tener cercanía con familiares o abandonar labores en casa o de sus enfermos por producir? Para mí como Usted bien señala, cambiar el reloj por la brújula.. Hace unos dos días atrás miraba en redes sociales
¿No tenemos tiempo? Organízate, si dedicamos al menos 10 horas a la semana, en un semestre tendríamos 240 horas, tiempo suficiente para hacer un diplomado y actualizarnos… Y me acordé por el presente artículo de esta semana, y pensé, pero si hay tanto mensaje para motivar a acorde al tiempo y quizá lo que no se ha tenido es confianza para decirles a quienes publican ello, que la relación no es tan lineal, aunque parezca fabulosa. Y pensé y qué tipo de diagnóstico harán ellos? Porque para señalar como con certeza que la organización del tiempo es la clave de la inadecuación del otro. Pero que se les escaparon elementos en ese plan, en esa propuesta, pero, a lo mejor lo que quieren es cobrar, en fin. El caso es que justamente hablando del tiempo, acuerdo con Usted y no somos robots, de eso de 10 hrs para tal cosa, y unas más para hacer no solo una meta, sino muchas. Creo que es un mal plan porque omite considerar algunos inconvenientes como es enfermarse, dedicar tiempo al otro, y que mirando e interactuando también confrontamos nuevas ideas para implementarlas, luego lo que inquieta es la cantidad de me gusta que a veces tienen publicaciones así, muy bueno para levantar un ego, pero todos estarán haciendo cursos y no se cansan? … Confieso que a veces si necesito un poco de descanso y a veces no siempre estoy en curso. Que hasta para eso tengo que pensar cómo lo voy a enfocar, y justo coincido cambiar el reloj por la brújula. Así también, a veces se piden entregas a las personas y encima se pretende que sean creativos condicionándoles al tiempo de entrega, pero los que entregan, ocurre que también de repente no saben ni qué hacer, lo que tienen preciso es el tiempo encima. Y dónde quedo la brújula. Pero si en ello uno fuese más sensible para seguir la brújula porque en ello el tiempo se ve favorecido. Gracias Dr sus análisis en el artículo me ayudan mucho, también una disculpa por la extensión. Feliz año.
Querida Lourdes:
Gracias por tu estupendo comentario.
No tienes que disculparte por la extensión. Cada uno se expresa con la extensión que necesita.
Efectivamente, ese director es una persona extraordinaria.Y sería bueno que los directores de los centros fuesen capaces de convertirse en las feromonas que hacen crecer la comunidad.
La idea de cambia el reloj por la brújula resume el contenido de este texto. Es importante saber cuál es la dirección en la que corremos. Resulta estúpido correr velozmente en la dirección equivocada.
Gracias a ti por la lectura del artículo y par la participación en el blog.
Besos.
MÁS.
Espero no parecer pedante si digo que a la altura de los años que tengo siento que he administrado bien el tiempo, mi tiempo, pues, como apunta Juan Carlos Muñoz, hay que diferenciar el tiempo de la naturaleza, el tiempo objetivo, del tiempo humano, o, lo que es lo mismo, de las vivencias que, subjetivamente, tenemos, de lo que hacemos, de la forma de trabajar, de la forma de relacionarnos con la familia, con los amigos, del dedicado a conocernos a nosotros mismos…
Tiempo atrás, en un comentario del tema que abordaba Miguel Ángel, indiqué que siempre he tenido presente cuatro pilares básicos en el desarrollo o bienestar de la persona (en este caso, de mi persona): la fundamental coincidencia con los valores de la persona con la que vas a compartir la vida (si es que uno desea compartirla; en mi caso, sí lo quería); tener buenos amigos, es decir, cultivar la amistad como uno de los tesoros que podemos lograr en esta vida; luchar por el trabajo con el que te identificas, pues gran parte de tu vida la empleas en esa actividad; amar a los hijos, si es que se desean tener, prestando todo el tiempo y la atención a sus necesidades, de modo que con el paso del tiempo puedas lograr establecer una relación de confianza se asemeja a la amistad asimétrica que se puede producir entre dos generaciones distintas.
A todo ello, tendría que indicar que todos los compromisos que he adquirido siempre han sido identificándome con ellos, de modo que esos trabajos no nacieran de un imperativo moral externo, sino de la convicción y el placer que supone trabajar en algo que te gusta y ves valioso. Es el mejor modo de no responder al cansancio y a las adversidades que, lógicamente, aparecerán.
Y, claro está, también existe un tiempo que, en nuestra cultura de compartimentos, se llama de ocio y que debemos emplearlo lo mejor posible; aunque a mí eso de “tiempo de ocio” me suena a producto de supermercado.
Placeres: la lectura, siempre; la música, de manera habitual; la naturaleza, su contemplación y vivencia, irrenunciables; la charlas con mi compañera y amigos, un inmenso e irrenunciable goce; y, claro está, olvidarme de los múltiples cachivaches que insistentemente nos pretenden vender para que ofrezcamos nuestro tiempo a las multinacionales que archivan nuestros datos para ofrecerlos al mejor postor.
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También hay un tiempo para las emociones, para los sueños, para las esperanzas que internamente nos acompañan y que, de ningún modo, no debemos dejar marchitar.
Tiempo y paciencia para que las heridas restañen, esas que tanto duelen. Tiempo para ver amanecer tras las tormentas que pueden empaparnos hasta dejarnos exhaustos. Tiempo para que ese sueño puede verse cumplido, a pesar de que la espera sea larga.
Y si alguien piensa que con lo dicho estoy haciendo poesía barata, se equivoca. He visto que ha sido necesario mucho, mucho tiempo, y atravesando muchas dificultades, para que uno de los grandes sueños que me ha acompañado en gran parte de mi vida se haya cumplido. Pero esto, me vais a permitir que quede en ese espacio de intimidad que es necesario cultivar para que no acabe en la vorágine de un mundo sobrecargado que ahora nos inunda y nos asfixia.
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Posdata: ayer acudimos a ver a La Fura del Baus que presentaba su versión de Carmina Burana en Córdoba.
No voy a extenderme: la belleza unida a una extraordinaria creatividad me hizo, nos hizo, disfrutar de una interpretación insólita. Si digo que nunca había visto una representación escénica tan emocionante, seguro que no estaría exagerando.
Tiempo, pues, para la belleza. Tiempo para entender que el ser humano es capaz de emular, con otros medios, a la misma naturaleza en sus más grandiosas manifestaciones. Tiempo necesario en el que nos sentimos reconciliados con nosotros mismos, pensando que somos capaces de lo mejor: transcender la cotidianeidad y llegar a soñar más allá de nuestros propios límites.
Magnífico comentario.
Lo bueno, sí largo, muchas veces bueno.
Agradezco muy sinceramente tu participación en el blog.
Que llanes los 365 días del nuevo de actividad social y educativa.
Y que seas feliz con tu familia y amigos al hacerlo.
Un abrazo.
MAS
Magníficas reflexiones sobre el tiempo y también las de los comentaristas.
La realidad es que toda nuestra vida está sujeta al tiempo. Su percepción es relativa. No es lo mismo el paso del tiempo para un niño que para uno mayor, ni percibimos lo mismo en los buenos momentos que en los malos.
El tiempo es un regalo, pero hay muchas maneras de pasarlo: haciendo el bien, haciendo el mal; ni mal ni bien, pasándolo; a la que salta; con brújula, bien orientado y de tantas y tantas maneras como hacemos los seres humanos.
Lo que no deseo a nadie es pasar los días angustiados, sufriendo física o psicológicamente. Es un deseo.
El tiempo pasado nunca vuelve hasta que llegue su punto final en este universo. Aprovechar este regalo es una obligación.
Yo lo que deseo a todos es que los próximos 365 días seais muy felices. Siendo feliz es el mejor modo de pasar el tiempo.
Querido Joaquín:
Cuántos años desde aquel lejano 1953. Cuántas experiencias.
Y qué satisfacción para mí haberte tenido semana tras semana de este año aquí en el blog con tus sensatos comentarios
Gracias, amigo.
Feliz 2019
A TODOS LOS LECTORES Y LECTORAS DE EL ADARVE
Os deseo de corazón una feliz Nochevieja.
Que el año que comienza este noche esté lleno de felicidad para vosotros, para vuestra familia y para vuestros amigos y amigas.
Un fuerte abrazo.
MÁS
Ahora sí, ahora parece que el 2018 se va en serio.
Me gustaría que todas las lectoras y lectores de este blog puedan celebrar el cambio de año con alegría y que tengan un 2019 lleno de momentos felices, lleno de momentos de “vacaciones instantáneas”, y que la brújula nunca os pare de funcionar correctamente.
A los que soléis dejar alguna de vuestras opiniones, a los que soléis acompañarme, os deseo lo mismo y os doy las gracias.
A ti, jefe, qué te voy a decir. Pues eso, y montones de gracias por la felicidad que repartes con tus escritos, con tus ideas, con el calor que desprende tu comprensión con todo el mundo.
Feliz 2019.
Recién estrenado el 2019, quiero agradecerte, querido José Antonio, tus palabras de felicitación y tus buenos deseos.
Que se hagan realidad.
MÁS
Querido Maestro!
Mis mejores deseos de paz, afectos y prosperidad para este nuevo año que acaba de comenzar!
Despacio siempre se llega lejos y espero cubrir aunque con un ritmo lento todo este año leyendo cada uno de sus artículos, que siempre me vienen, como anillo al dedo.
Cuanta devoción tengo a sus siempre efectivos mensajes.
La lentitud tiene un espacio en mi vida, las limitaciones ponen trabas a mi esencia; pero mientras que las fuerzas me acompañen viviré a mi manera mis sueños y mi vida entera.
Felicidades y agradecimientos por todo lo que me aportan para mejorar mi existencia.
Os adoro a todos!
Sin más me despido con un fortísimo abrazo.
QUERIDA LOLY:
Muchas gracias por tus buenos deseos y, especialmente, por tu promesa de seguir en el nuevo año atenta a las lecturas de El Adarve.
Este año se cumplirá, en marco, el 15 aniversario de la apertura del blog.
Solo se hace posible por la fidelidad de sus lectores y lectoras. Y, sobre todo, de tan estupendos comentaristas como tú.
Que tengas un buen ritmo de vida.
Besos y gracias.
Feliz Año 2019.
MÁS
Un deseo: que los Reyes Magos, aquellos que tanto nos ilusionaron cuando éramos pequeños, nos traigan a todos los que seguimos El Adarve una brújula para que podamos guiarnos por los caminos inciertos que nos han tocado vivir. Y a ser posible que sean magnéticas, como la que aparece en la portada del artículo; nada de esos estúpidos artilugios que está vendiendo Google, ya que, a fin de cuentas, es el último invento que han creado para controlar el tiempo de la gente.
Una pregunta: ¿hasta dónde puede llegar la bobería de una población necesitada urgentemente de novedades digitales para llenar su tiempo, ese tiempo emocionalmente vacío y que no sabe cómo usarlo?
Una sugerencia: que nos tomemos en serio saber emplear el tiempo, nuestro propio tiempo, ese que no sabemos cuánto durará, pero que cuando veamos su límite, sencillamente, podamos decirnos: “vivir ha merecido la pena”.
Estimado Aureliano:
Ojalá, sí, querido amigo.
Ojalá atravesemos el año guiados por la brújula de la sensatez, del optimismo y de la solidaridad.
Muchas gracias en este primer día del año.
Que lo atravesemos con buena dirección.
Un abrazo.
MÁS
Artículo más que necesario.
¿A dónde va tan decidido ese personaje del bar que sale disparado en una bicicleta que no es suya?
¿Para qué tanta prisa?
¿Para qué ese golpe que se lleva contra el árbol?
La anécdota no puede ser más clara. No se llama Manolo, no está casado, no sabe montar en bicicleta pero él va a toda leche a ver a esa mujer que no es la suya, en un Bice que no sabe manejar.
Qué buena metáfora para describir la velocidad y el rumbo que algunos imprimimos a nuestras vidas.
Un abrazo y feliz Año Nuevo.
Querida María Teresa:
Gracias por tu comentario.
Decía Séneca: “Cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable”.
Lo suelto decir con estas palabras: No hay Nad más estúpido que lanzarse con la mayor eficacia en la dirección equivocada.
Besos y feliz 2019.
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