La realidad es muy compleja. La persona es muy compleja. La historia es muy compleja. Y nuestros juicios sobre ellas suelen ser, frecuentemente, muy precipitados y muy simples. Por no decir simplistas. Unas veces por precipitación en el análisis, otras por ignorancia supina, algunas por pereza clamorosa y muchas por interés o por malicia.
No es fácil comprender con profundidad a una persona, aunque ella quiera expresarnos cómo es. El ser humano es insondable. Porque depende del estado de ánimo que tenga al describirse y de la impresión que quiera causar en quien escucha. Tampoco sirve de forma plena observar durante un rato. Porque la persona puede esconderse y porque va cambiando sin cesar. El curso de la vida es largo y tortuoso.
He leído, al respecto, una de esas historias de autoría anónima que circulan por la red (hay que ver cuánta sabiduría, cuánto ingenio, cuánta información que casi nos avasalla a cada instante) y que no sabe uno muy bien como citar. Porque son historias de todos y de nadie en particular, aunque alguien habrá sido el primero en plantar esa idea que luego se va modificando y recreando a gusto del consumidor. Yo mismo la contaré a mi manera, no como la he leído recientemente.
La historia cuenta que había un hombre que tenía cuatro hijos. Y quería enseñarles a no juzgar las cosas y a las personas de manera simplista y precipitada. Así que les mandó hacer un viaje largo para que observasen un antiguo peral que estaba plantado en un huerto lejano, propiedad de su padre y abuelo de sus hijos.
Deberían realizar el viaje en tiempos diferentes para contemplar el peral. El primogénito en invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el benjamín en otoño. Cuando regresó el último, los reunió a los cuatro y les dijo que contasen en su presencia, uno por uno, delante de los hermanos qué es lo que habían visto.
El primero dijo que el árbol parecía muerto, que estaba torcido y feo, que no tenía ni una hoja y que daba toda la impresión de que estaba seco. Una pena.
Los otros hermanos escucharon atentos y sorprendidos. Contrastaban en sus mentes la imagen que su hermano había descrito con la que ellos mismos habían visto
El segundo hijo dijo que el peral estaba lleno de brotes verdes y que sobre él se posaban los pájaros llenando el ambiente de trinos felices. Todo eran promesas en el peral.
El padre asintió, dio las gracias a su hijo segundo e invitó al tercero a comunicar su experiencia. Dijo seguidamente que el peral estaba lleno de flores y que era el espectáculo más hermoso que había visto nunca. Una belleza que suscitó en él una enorme alegría.
Enseguida intervino el más pequeño de los hijos, que había contemplado el peral en otoño. Y lo hizo para decir que el peral estaba cubierto de peras maduras, una de las cuales probó, encontrándola deliciosa. El peral estaba lleno de vida y de abundancia. Él había sentido una enorme satisfacción al verlo cargado de tantos y tan sabrosos frutos.
Todos intuían lo que su padre había pretendido. Y, en efecto, éste lo fue explicando a los cuatro con palabras sencillas y sinceras. Les dijo que, aunque sus relatos eran diferentes, todos ellos tenían razón. Como habrían supuesto, cada uno había contemplado el mismo peral solamente en una temporada, exclusivamente en una estación.
Los hijos escucharon atentos mientras el padre añadía que no se puede juzgar a una persona por una sola estación de su ciclo vital. La esencia de un ser, la alegría, la sabiduría y el amor que provienen de esa persona solo se puede ver en conjunto, teniendo en cuenta todas las peculiaridades. Si solo nos fijamos en una, tendremos una concepción si no equivocada por lo menos parcial, no completa, no rigurosa.
La historia compartida que os he pedido que vivierais tiene también aplicación a vuestras propias vidas. Si uno de vosotros se rinde durante el invierno, si se queda atrapado en el frío y en la parálisis de la savia, perderá la promesa de la primavera, arruinará la floración del verano y los frutos del otoño. No se debe aceptar que la decepción o el dolor de una temporada destruya la alegría de todo el resto.
En la vida diaria juzgamos las acciones y las intenciones de las personas en función de apariencias limitadas, breves y superficiales. Limitadas en el contenido, breves en el tiempo y superficiales en la profundidad. Es probable que no conozcamos muchas dimensiones necesarias para formular el juicio. Si volviéramos a ver a la persona horas, o días, o meses después, si hablásemos de nuevo con ella, si contemplásemos más facetas de su vida, es probable que ese primer juicio se viera modificado.
Los juicios mal formulados pueden herir a los demás y enturbiar las relaciones. ¡Qué prisas tenemos a veces! ¡Qué ganas de llegar a una conclusión que intuimos o deseamos! Pero sin fundamento, sin rigor, sin tener en cuenta las exigencias del respeto a la dignidad que exige el hecho de ser persona.
Hay que tomarse un tiempo para escuchar, para observar y para pensar. Así nos gustaría que se articulasen los juicios que otros formulan sobre quiénes somos y qué queremos. Con fundamento, con rigor, con respeto.
La metáfora del peral es clara, sencilla y elocuente. Se trata del mismo árbol, de la misma realidad. Cada hijo ve un árbol diferente porque tiene muchas caras, muchas formas de manifestarse. La historia tiene muchas otras aplicaciones. Pienso ahora, por ejemplo, en el diagnóstico que se emite de los alumnos a través de pruebas que se hacen en un momento determinado y que se interpretan luego como una descripción definitiva, permanente y casi infalible.
Pienso también en las entrevistas de trabajo, que establecen una imagen del individuo a través de las observaciones y de las respuestas a las preguntas que el empleador hace en unos minutos tan sometidos a la presión de las expectativas.
¡Qué decir de los juicios de valor que se hacen sobre una personas a través de un solo hecho, de una sola experiencia! Alguien que roba una vez es calificado de ladrón y es juzgado de forma holística sobre cómo es, aunque solo se conozca de él ese hecho. Vale también esta observación para hechos de signo positivo. Por una sola acción generosa o heroica se hace un juicio generalizado y definitivo de una persona. Deberíamos ser más exigentes, más cautos y más respetuosos en la elaboración de juicios sobre las personas. Eso dice la metáfora del peral.
Querido Miguel Ángel:
(Siempre a mi entender, y a tu servicio).
Pues tú también tienes razón. Me quedo con los dos primeros párrafos y con el último, con la idea que quieres transmitirnos: “Deberíamos ser más exigentes, más cautos y más respetuosos en la elaboración de juicios sobre las personas.”
La foto que ilustra el artículo, ¿no serán las flores de un olmo? No, seguro que no. De lo que ya no estoy tan seguro es de que yo no lo sea, y ya sabes el dicho…
De los cinco motivos que mencionas sobre la simplicidad de nuestros juicios sobre las cosas, hechos y personas, en mi caso descarto la malicia y destaco la ignorancia. Fíjate si seremos complejos que debo ser la persona que más información tiene sobre mí y aún así no estoy convencido de conocerme con exactitud o profundidad. ¿Cómo pueden hacerlo los demás?
Pensándolo bien, puede que una mirada externa vea más sobre uno que uno mismo, por lo menos ve lo que eres o significas a la vista de los demás.
Puestos a expresarte cómo soy, hace meses que quería contarte algo y creo que este es un buen momento. ¿Por qué comencé con nombre y apellidos y ahora solo nombre? Espero que me explique bien y se entienda lo que te quiero decir, y que solo vale para mí pues cada caso es un mundo.
En el anonimato de internet aparecen muchos tipos de comentarios, muchísimos de ellos con nombres inventados o con una chorrada. (El Adarve que había leído hasta el momento de mi primera intervención, no padece especialmente de eso, que yo sepa, aunque algo sí hay).
Queriendo escapar de una opinión anónima, con nombre y apellidos quise decir que era una persona real, que me hacía cargo de mis palabras, que era yo, que te leía y admiraba. Quise entrar en vuestras charlas sobre educación, en vuestras tertulias, en vuestro grupo. Quería dar mi opinión. Y aún sabiendo que El Adarve es un lugar ampliamente público, yo me hacía la idea que estaba en familia, en la privacidad de un pequeño grupo.
Pero con nombre y apellidos no era así. Y como ya mi grupo sabía quién soy, como me asustan las grandes masas, como me gusta pasar medianamente desapercibido, ser un miembro cualquiera de los que por aquí opinamos, me escondí detrás de un José Antonio de los muchos que hay.
¿Qué hago escribiendo a las cinco de la madrugada?¿Ves lo complicado que puede resultar todo? A veces no se puede explicar ese todo, pues hay que guardarse muchas cosas para uno mismo. Y luego pasa lo que pasa, que erramos como bellacos en nuestros juicios de valor sobre los demás. Por lo menos a mí me pasa. Pero claro, supina supina, no sé, pero mucha ignorancia sí tengo. Y además así, escribiendo a pelo, sin preparación, sin reflexión, con premura, todo con el ánimo de ser el primero. (Por favor, Miguel Ángel, si mi comentario es el primero en aparecer en la lista, no lo digas, no me gusta. Lo de pretender ser el primero es una broma. Ya puestos a sincerarme más, tampoco quiero ser pilar de nada. Me gustaría que escribiesen y OPINASEN muchas personas y yo poder leer y aprender de esas opiniones (y personas)).
Espero que me entiendas, que estoy convencido que sí. Caso contrario, ya sabes, pregunta.
Un fuerte abrazo desde la lluviosa Galicia. También para todos los demás, en especial para mi misterioso Quinti, siempre tan interesante, tan sabio, tan enigmático.
Querido José Antonio:
Hermoso comentario. Y madrugador.¿Cómo no voy a subrayar y a agradecer que esas horas de la mañana alguien esté leyendo en mi querida Galicia un texto que acabo de colgar en la red? No se trata de ser el primero. Eso no tiene importancia, a mi juicio.Se trata de valorar el hecho del interés, de la diligencia, del deseo de compartir. Y la oportunidad volver a contar en la semana con algunas otro comentario que surja a raíz de otras opiniones sobre el primero.
Había caído en la cuenta de tu diferente forma de presentarte. Antes con apellido, ahora sin él. Tienes razón al mostrar la relevancia del camuflaje que utilizan muchas personas que escriben en estos medios. No me gusta vsasmñás caras que permiten esconderse de las opiniones que se formulan. Entiendo y agradezco tus explicaciones.
Me ha resultado llamativo del juicio que emitimos sobre nosotros mismos, sobre quienes tenemos tanto información. Me ha hecho pensar. Existen, entre muchas otras triquiñuelas, los mecanismos de defensa…
Me ha hecho gracia ver cómo has transformado a nuestro apreciado Don Quintiliano en «el misterioso Qunti». Tiene su gracia y te describe muy bien. Certeros también los adjetivos que usas para definirlo.
Un gran abrazo desde la soleada Málaga a la lluviosa Galicia. No sabes cuánto amo esa tierra.
Un abrazo.
MAS
José Antonio. Saludos para ti también. De momento, en mi caso, seguiré manteniendo mi identidad…
Querido amigo y maestro:
Si lo consideras oportuno, sin compromiso, podrías publicar el siguiente comentario sobre una historia sucedida en un centro educativo. Es una historia real.
Había un maestro que impartía educación física a un grupo-clase (omitiré el nombre del centro). El muy imbécil se conoce que debía tener a un alumno favorito, que además faltaba muchísimo, ya que las pocas veces que asistía parecía que enfocaba toda la sesión al mismo.
Como ejemplo de incompetencia, uno de los ejercicios que proponía -insisto en que se trataba de una clase de educación física- consistía en sentar a todo el alumnado y hacerles trasladar unos ladrillos de plástico (donde se insertan las picas) de un montón a otro, con la condición de tener que trasladarlos uno a uno y pasándolo justo al siguiente de al lado. Una vez que terminaban, la motivación se encontraba en repetirlo en menos tiempo que la vez anterior…
Por poner otro ejemplo, ese docente incapaz, se sumaba en el patio a un determinado juego que les proponía. Como tiene diversos nombres, lo describiré de forma muy sucinta: consistía en ir «pillando» al resto, de la mano, que se iban incorporando a los «cazados». Precisamente, solía ir de la mano de ese alumno. De hecho, era la mano que siempre sujetaba. A saber las perversas intenciones.
No me sorprende que pudiera ser criticado por algunos que pudieran observar que tenía un alumno que descaradamente parecía atender mejor que al resto, que sin ni ni siquiera disimular, a los ojos de todos, podía dar la impresión de ser su alumno favorito. Por eso, no me extraña que pudiera ser criticado. Hay que ser muy incompetente para dar una clase de educación física con ejercicios con el alumnado sentado, por ejemplo. Afortunadamente para esos discentes, este tipo de clases las impartía poquísimas veces.
Pues bien, ese maestro imbécil, ese docente estúpido e incompetente, era yo…
Y su alumno «favorito» se llamaba Francisco.
Resulta que a Francisco le diagnosticaron cáncer cuando era muy chiquitito. De hecho, tenía una pierna amputada. Cada cierto tiempo, como estaba en edad de crecimiento, tenía que ir al hospital para que le fueran igualando la altura de la prótesis con la otra pierna. Y sí, faltaba muchísimo, por eso y porque estaba hospitalizado habitualmente.
Las poquísimas veces que asistía, para que pudiera moverse, les proponía ejercicios del tren superior donde todos podían girar la cadera y mover los brazos desplazando aquellos «ladrillos de plástico». Adaptaba la clase de todo el alumnado y él se sentía también integrado. A los demás también les encantaba este juego.
Por eso, es importante «conocer a John», las circunstancias y el contexto.
Los demás discentes también tenían un trato especial con Francisco. Percibía en sus miradas y gestos que lo trataban con gran comprensión y cariño. Y jugaban con él a intentar «pillar» al resto, dándole la otra mano. La que yo le sujetaba era la del mismo lado de su pierna amputada, la del lado donde tenía la prótesis, y parecía increíble la velocidad que podía alcanzar cuando corría en la pista polideportiva.
Francisco fue superando sus miedos y desarrollando sus potencialidades, al punto que el que ahora tenía miedo de su valentía era un servidor. Hacía la voltereta frontal sobre la colchoneta gruesa, saltaba a demasiada velocidad el circuito de aros (cuya condición para todos era recorrerlo a «pata coja»), etc. De hecho, recuerdo un circuito donde uno de los ejercicios consistía en subir por las espalderas. A pesar de que ponía doble colchoneta gruesa para que cada uno saltara desde donde se atreviera y ser el punto donde me ubicaba para controlar el salto, Francisco subía al punto más alto, casi rozando la cabeza con el techo.
Si alguien me criticó en aquella época, puedo entender los motivos. Yo sí lo comprendería perfectamente, conociendo las razones que suelen considerarse descritas en «La metáfora del peral».
A pesar de su limitación por la prótesis, siempre lo vi sonriendo, siempre se mostraba feliz. Un alumno extraordinario, un modelo de superación, un ejemplo de crecimiento ante problemas que son de verdad importantes.
Mi alumno Francisco Ruiz Cabello me dio grandes lecciones. Se nos fue al Cielo en marzo de 2012. Para mí ha sido y es un maravilloso regalo.
In memoriam.
Querido Juan Miguel:
Emotiva historia. Hermoso ejemplo.
Y muy interesante el ardid literario que utilizas hasta sorprendernos con la identidad del protagonista.
Me resultaba raro ver cómo aparecían esos adjetivos tan duros sobre el profesor tratándose den juicio tuyo. Hasta que nos dices quién era el profesor de física.
Te agradezco mucho que hayas compartido conmigo y con todos los lectores y lectoras de El Adarve la conmovedora historia de tu alumno Francisco.
Un abrazo para ti y para su familia.
Buen sábado para los cuatro.
MAS
Querido amigo y maestro:
Sí, una forma de actuar en la vida ejemplar, una actitud extraordinaria, brillante, única, modélica. Fue capaz de dar sentido a cada compás y de transmitir fuerza y alegría.
Feliz semana para los tres.
Querido Juan Miguel:
Le he dado varias vueltas al comentario. Lo encuentro enigmático. Pero tienes todo el derecho del mundo a que lo sea.
De todos modos, me gustaría entender a qué o a quién te refieres. Si se puede saber.
Un abrazo.
Buenas noches, amigo (y familia).
MAS
Querido amigo y maestro:
Mi alumno Francisco actuó de forma ejemplar porque, padeciendo una enfermedad muy grave (que se complicó aún más tras tener que adaptarse durante varios años a una prótesis tras la amputación en la pierna), aprovechaba las escasas sesiones a las que podía asistir con una actitud hacia el aprendizaje de Matrícula de Honor.
Fue brillante porque ejecutaba la voltereta frontal con un grado de simetría, perfección y velocidad muy por encima de la media de su grupo clase, por poner un ejemplo de superación de los muchos que pude constatar.
Fue único porque -por poner otro ejemplo- todos los demás discentes podían cambiar de pierna cuando se cansaban para ejecutar los saltos a pata coja dentro del recorrido de aros ubicados en el suelo. Él no podía elegir, no podía turnar las extremidades inferiores. Ese ejercicio (y otros análogos) lo proponía al grupo-clase de manera que todo el alumnado lo percibiera como una parte natural del circuito y creo que servía para que su «limitación» pasara desapercibida. Y para que pudiera integrarse del mejor modo que supe.
Fue modélico porque transmitía fuerza, porque demostraba velocidad, resistencia y agilidad, pero, sobre todo, porque nos contagiaba de optimismo. Siempre se mostraba alegre. Siempre parecía feliz en las clases.
Por otro lado, cada persona tiene una percepción subjetiva del tiempo. En mi caso, también tengo una consciencia particular. Inevitablemente, mido cada compás de la vida con una concepción peculiar. Mi alumno dio sentido a cada compás de su vida. Supo aprovechar cada minuto de clase. ¡Qué contraste con otras conductas! ¡Cómo serían los centros educativos si todos los educandos tuvieran esa misma actitud hacia el aprendizaje!
Cuando esa terrible enfermedad transmite tristeza, dolor y angustia -por intentar describir lo que soy incapaz de comunicar con palabras-, él transmitía fuerza y alegría. En esa lucha entre la enfermedad que nos muestra el lado del sufrimiento frente a la actitud de superación que demostró Francisco con su inagotable optimismo… Ganó mi alumno.
Un gran abrazo para los tres de parte de mi familia.
Querido Juan Miguel:
Perdona que me haya retrasado tanto en contestar y en agradecer este ejemplar testimonio de lucha, de superación, de entereza y de optimismo.
No es fácil que se produzca en un adulto que tiene que afrontar esa adversidad. Es más admirable que el protagonista de esa actitud mantenida sea un niño.
Porque, según cuentas, no se trata de un acto aislado, de un gesto de entereza, sino de una actitud ante la vida, ante los demás y ante sí mismo.
Admirable lección.
Gracias.
Un fuerte abrazo para los cuatro.
MAS
Hola Juan Miguel.
Yo también soy docente de Educación Física. Y durante la primera parte de tu comentario no veas lo que estaba pensando de ti y cómo estaba armando una respuesta contundente, pero una vez desvelado el misterio, me has hecho sentirme como el hijo que vio el peral en invierno… Estaba haciendo de ti un juicio prematuro (caí vilmente en la trampa).
También he tenido alumnado con dificultades de diverso tipo que me han obligado a realizar adaptaciones en los juegos y en las actividades físicas que diseñaba en mis sesiones con el objeto de facilitar su inclusión en el grupo, o bien se han diseñado otras actividades de sensibilización en donde el resto ha tenido que realizarla en las «mismas» circunstancias del alumnado que padecía algún tipo de limitación física. Igualar situando a todo el alumnado en las mismas condiciones de partida (sentados en el suelo como el caso que nos describes o realizando ejercicios a pata coja…), compensar al niño/a que padece algún trastorno/discapacidad/enfermedad, crear actividades paralelas con distinto nivel de dificultad para que roten por ellas todo el alumnado, prever distintos modos de ejecución de la tareas, diseñar actividades lúdicas cooperativas, realizar cambios en las reglas del juego, contar con alumnado/profesor colaborador que ayude al que lo necesite, está en la línea de favorecer la inclusión en un niño/a de necesidades educativas especiales (en este caso con limitaciones en su movilidad). De imbécil, incapaz, incompetente,… nada. Al contrario realizaste un buen trabajo. Imbécil, incapaz, incompetente e inhumano es aquel que deja sentado en un lateral de la pista a niño/a porque no sabe lo que hacer con él.
La inclusión del alumnado con NEAE, y más específicamente los de NEE, ha sido algo que siempre me ha preocupado y ocupado, de hecho he escrito varios artículos al respecto contando mi experiencias de intervención educativa con distinto tipo de tipologías… Eso sí por suerte o por desgracia, según se vea, no he tenido ningún caso como el que comentas.
Un abrazo.
Buenas noches, Juan Carlos.
No imaginas cuánto valoro tus palabras. Muchas gracias.
Por tus descripciones -no únicamente por las de este artículo, sino por todas las precedentes, pues os leo también cuando compartís vuestros conocimientos y experiencias- me consta que eres un docente extraordinario, además de un especialista de Educación Física altamente cualificado.
Me alegro de que no hayas tenido ningún caso similar. Yo he perdido a tres. Francisco fue el segundo. Siempre me quedo con lo positivo, pues la otra parte es excesiva, como dice Miguel Ángel.
Ánimo en la hermosa misión que estoy convencido que cumples tan bien. A estas alturas, tu vocación solamente puede seguir creciendo.
Un abrazo.
Bueno… Se hace lo que se puede y se sabe… que comparado con lo que desconozco, la diferencia es abismal. ¡Cuánto me queda por aprender!
Tres alumnos…, duro muy duro… Me duele a mi los que desafortunadamente han fallecido (que alguno hay) de la cantidad de alumnado que he tenido durante los 28 años de docencia, no quiero ni pensar que le sucediera a uno de los que le doy clase actualmente…
Un abrazo.
Querido Maestro!
Hoy su comentario ha producido una reacción en mi interior.
Juzgamos sin pensar, reaccionamos precipitadamente sin contar hasta diez, oímos pero no escuchamos, nos falta empatía hacia los demás que miran la realidad desde otro punto de vista que nosotros.
Una misma realidad, como la visión del Peral se percibe diferente según sean los ojos que lo ven, la experiencia que tenga en la vida y la conciencia humana y social.
Las vivencias que he.os experimentados son intransferibles.Nadie las va a percibir como tú.
¿Porqué?
Porqué nadie es igual que otro, ni se asemeja en los sentimientos,ni ha vivido en la misma época ni experimentado las mismas carencias y sensaciones.
Pero lo que verdaderamente te genera tranquilidad y paz interior es estar cerca de la otra persona en calidad, humanidad y afectos.
Ese es mi signo y mi historia.
No se si he logrado comunicar mis sensaciones pero si le aseguró que me emociona sus enseñanzas que me hacen reflexionar sobre el sentido de la vida y lo importante que es tener buenas referencias.
Dispuesta siempre a aprender y mejorar me despido con un fuerte abrazo para todos.
Disfruten del fin de semana.
Querida Loli:
Como siempre un comentario oportuno, sincero y aleccionador.
Es curioso comprobar cómo te implicas en los escritos que nos mandas.
Siempre tratas de aprender y de llevar a tu vida los aprendizajes.
Tus comentarios no son simples argumentos intelectuales, son experiencias que pasan por el corazón.
No sabes cuanto valoro tu presencia en el blog.
Besos y gracias.
MAS
Creo, Miguel Ángel, que uno de los deseos de las personas, aparte de saber la opinión que se tiene de ellas, es de la conocerse a sí mismos, cómo son en el fondo. Esto me lleva a considerar, tal como he manifestado en alguna ocasión, que es de gran importancia el estudio de las emociones y los sentimientos del ser humano.
En relación a ello, ya he comentado que en la asignatura Expresión Artística en el grado de Educación Social, los alumnos y alumnas, inicialmente, se sorprendieron de que expresáramos que los seres humanos tuviéramos emociones negativas, pues, tal como le habían indicado estas últimas “se podían gestionar”, lo que equivaldría a anularlas.
Tras planificar uno de los trabajos para que comprendieran tanto las emociones positivas como negativas habitan en nosotros, se les dio una lista de cuarenta, divididas en dos grupos antagónicos de veinte. Tras explicárselas brevemente, se les invitó a que seleccionaran una emoción positiva y otra negativa, de modo que deberían hacerse una foto de cada una de ellas con el móvil del rostro intentando expresarlas. Después, se realizaría una copia en negro y en formato A4; pegarían la mitad de ella en un folio y completarían la otra mitad dibujándola con rotuladores de colores para completar el rostro.
Se quedaron sorprendidos, tanto de sus capacidades para dibujar lo que faltaba del rostro como por la comprensión de las emociones que les proporcionó este ejercicio que, según apuntaron, podrían aplicarlo más adelante.
Por otro lado, Juan Pablo Bellido, periodista amigo que lleva los diarios digitales en los que publico siempre me indica que cuando abordo el estudio del desarrollo emocional de niños y niñas a través del dibujo de la familia se duplica el número de gente que entra en ellos. Y es que de los 400 que llevo publicados, aproximadamente, 50 son de esta temática.
Le pregunto, por curiosidad, cuántas entradas ha tenido el reciente de “Fallece el padre”. Me indica que solamente en Montilla Digital han sido de 11. 341, pero que faltan las de los otros ocho diarios digitales en los que se publican los artículos.
Dado que me imagino que quienes siguen El Adarve también les puede interesar, incorporo los enlaces de los dos primeros que acaba de publicar sobre el fallecimiento de los progenitores, teniendo en cuenta que, aparte del indicado, ha salido “El apoyo de los abuelos”, por lo que queda pendiente el tercero, es decir, “Fallece la madre”.
http://www.montilladigital.com/2018/11/aureliano-sainz-fallece-el-padre-i.html
http://www.montilladigital.com/2018/11/aureliano-sainz-el-apoyo-de-los-abuelos.html
Querido Aureliano:
Para comprender hace falta, en efecto, a mi juicio, tener en cuenta la esfera emocional, tantas veces olvida relegada a un plano secundario.
Me parecen muy interesantes los dos artículos que has compartido con los lectores y lectoras de El Adarve. Cuando los abrí y fui leyendo eché de menos la reflexión sobre la muerte de la madre. Ya vi luego que prometías un nuevo envío. Lo espero con interés.
Gracias de nuevo.
Un abrazo.
MAS
Querido Miguel Ángel
Gracias por compartir estas verdades de a puño ….. compartí este artículo con mis colegas de la escuela y con los colegas de la universidad…todos acusarón el impacto de recibir un bien ya que los ha hecho reflexionar….ojalá podamos transformar muestras existencias desde el bien debido a los otros… gracias por escribir sobre las miradas… en las escuelas, en las instituciones educativas se entrecruzan muchas miradas… pero uno solo es el peral ( y aunque José Antonio en su comentario «lo dude»….esa flor que ilustra el artículo en argentina es de un peral)
Un apretado y sentido abrazo.
Horacio
Profesor director Horacio:
En Argentina, en España y en el huerto que he creado al lado de la casa de mi madre, no hay duda de que esas flores son de un peral.
La idea era llevaros a otro artículo de Migel Ángel del 2009, también relacionado con los juicios de valor. (No le pidas peras al olmo).
http://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2009/09/12/el-grupo-de-los-olmos/
Un abrazo. (¿Boca o River?)
Querido José Antonio:
Sabía que no tenías dudas sobre la naturaleza de esas flores. Horacio Muros ha salido al quite de la cuestión pensando que se trataba de un asunto técnico.
Recuerdo bien el artículo al que nos remites. Aborda un problema de gran trascendencia: los juicio convertidos en profecías de autocumpliento.
Gracias por traerlo a cuento.
Saludos y gracias.
MAS
Querido Horacio:
¿Trabajas también los sábados en la escuela y en la Universidad o es que se lo enviaste a través de la red?
Me alegra que este sencillo breve texto haya servido para avivar algunas reflexiones sobre la mirada que realizamos sobre los demás y sobre nosotros mismos.
Sabía que las flores eran de un peral. Pensé ir cambiando de ilustración durante la semana mostrando las cuatro fases de las que hablo en el artículo, pero pensé que las personas entran una vespa leer el artículo y hacer su comentario.
Un abrazo.
Gracias por participar.
MAS
Hola Miguel Ángel.
Esta semana he preferido comentar algunos de los comentarios de los comentaristas (disculpad la redundancia de este juego de palabras ).
Me alegró mucho saludarte el viernes en Jaén, pero no me pude despedir porque tenía prisa y el acto se alargó un poco.
Siempre es un placer oirte (y leerte), no sólo para mi, sino también para el resto de asistentes (o lectores). Algunos amigos que no te conocían quedaron gratamente sorprendidos con tus chascarrilos, historias, anécdotas que ilustraban perfectamete tus reflexiones y pensamientos.
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
Muchas gracias por asistir a la mesa redonda. Ya viste que nos pidieron que hiciéramos un mapamundi de tamaño natural: en dos horas, cinco personas para analizar la formación inicial, la selección, la formación permanente, la intervención en casos de poca profesionalidad, evaluación del profesorado…
Me hubiera gustado compartir unos minutos al menos contigo. Pero, pudimos saludarnos y comprobé que sigues en plena forma.
Gracias por tus palabras y por tus comentarios al artículo y a otros comentaristas.
Un abrazo.
MAS
Sí debate complejo. La Consejera de Educación estuvo al día siguiente dando un repaso de estos temas y ella misma aportaba posibles soluciones y los obtáculos que surgirían si se tomaran esas medidas. El orgullo y el corporativismo del magisterio dificultan esas soluciones, lo mismo que la radicalidad política a la hora de acordar posicionamientos y acercar posturas. Ya viste que entre cinco «expertos» que componíais la mesa no siempre se pensaba de igual forma. Hasta el tono de voz era distinto según de quien viniera la respuesta.
Hubo una persona que me llamó la atención durante el discurso, pero que me defraudó en la mesa redonda, quizás porque no fue rescatado de última hora y no tenía preparada las intervenciones…
El sabado también conocí a Francisco Imbernón. Tenía muchas ganas de oirle, pero no llegó del todo a cubrir las altas expectativas que tenía hacia él. Quizás despues de dos días de trabajo tan densos uno estaba cansado. Quizás saber conectar y comunicar con un auditorio no sea tan fácil. ni siquiera para los que regalan los oidos de los asistentes… (que alguno hubo).
Dicho esto, aprendí muchas cosas, vocablos y conceptos pedagógicos que están en boga y que desconocía, actividades y estrategias para captar la atención del alumnado y trabajar con las emociones y de forma competencial, conocer de boca de la Consejera qué piensa del profesorado andaluz y qué lineas de actuación tiene previsto realizar la Consejería en algunos ámbitos educativos. Y como no, escucharte, reflexionar y reime contigo con tus historias y anécdotas.
Hasta la semana que viene.
Querido Juan Carlos:
No todos los «expertos» tienen por qué pensar lo mismo. Hay opiniones discrepantes. Hay que respetar a todas las personas, pero no todas las ideas son igualmente aceptables.
Me hubiera encantado impartir la conferencia de clausura. Mi amigo Paco Imbernón lleva muchos años trabajando sobre estas cuestiones. Una cosa es estructurar un discurso y disponer de tiempo y otra responder a cuatro preguntas que se contestan de forma consecutiva durante cinco minutos.
Entiendo la complejidad de los problemas para quienes gobiernan: una cosa es la teoría y otra poner sobre la mesa el dinero para llevarlos a la práctica.
Me hubiera gustado disponer de más tiempo. Hice hace varios años la evaluación de la formación de médicos en Málaga.Publicamos un libro sobre ella. La modalidad MIR es una estrategia de formación magnífica. Pude comprobarlo cuando fui director del ICE y llevé a la práctica esa metodología con un grupo experimental.
Un cordial saludos.
Y gracias por el comentario.
MAS
¿Quién soy? Esta individualización de una de las grandes preguntas de la humanidad (¿Quiénes somos?) tiene respuesta de alguna manera desconocida pues nadie puede conocer completamente nuestra esencia. Quizá alguien cercano o uno mismo pueda acercarse en función de su grado de objetividad.
¿Quién creen que soy? Ofrece una respuesta múltiple en función de muchas interacciones y diferentes personalidades.
¿Cómo pienso que los demás creen que soy? Dice mucho de mis experiencias e interacciones con los demás.
Dicho de otra manera: ¿Cómo me veo yo? ¿Cómo me ven los demás? y ¿Cómo creo que los demás me ven a mí?
La metáfora del peral es un artículo sobre la perspectiva en los juicios. Como muy bien dice Miguel Ángel un juicio apresurado o simplista nos sirve para operar intelectualmente con rapidez (o con economía de pensamiento, vagancia incluso) y poder así catalogar personas o hechos particulares. Poner etiquetas ayuda a organizar nuestro mundo. Pero las etiquetas, clichés, motes y estereotipos pueden hacer mucho daño pues, por definición, se usan descuidadamente y «en cada juicio hay sentencia». En nuestra percepción de los demás se da también, al igual que en la percepción visual y auditiva, un completamiento por parte del cerebro de la informacion incompleta. Si un rasgo nos sugiere un prototipo de personalidad, rápidamente lo completamos y rellenamos las facetas desconocidas de una persona con los atributos que nos faltan suponiendo que los ha de llevar. Pasa con las personas que conocemos día a día: las vamos encajando en nuestros moldes particulares. Hace un par de años, no sé porqué, un par de compañeros me atribuyeron la pertenencia a un grupo político del que estaba bastante alejado ¿de dónde sacarían esas impresiones? Yo no me había manifestado al respecto.
A veces ni conocemos bien los términos de los juicios que formulamos. Tengo un familiar que frecuentemente etiqueta en el binomio «egoista»/»generoso»: Lo hace con sus propios hijos basándose en manifestaciones como «Compra también a mi hermano una camiseta igual» (cosa que jamás diría si tuviera que pagarlo con sus ahorros), es una generosidad que sale gratis. Curiosamente, cuando el poder adquisitivo del presunto generoso lo permitía no se le ocurría pensar en semejante regalo.
Hay personas difíciles de conocer. Se trata de perales inaccesibles. Yo mismo, para observadores no entrenados, me veo bastante inaccesible al conocimiento ajeno en mi pequeño círculo social. Se trata de responder a la tercera pregunta que planteo en el comentario ¿Cómo creo que me ven los demás? Para su respuesta me baso en actitudes, conversaciones, gestos y detalles varios como la dificultad que tienen para elegir un regalo para mi cumpleaños que me entusiasme realmente. De algún defecto concreto algunos han construido un auténtico Frankenstein (la necesidad de fabricar monstruos sería otro asunto a tratar en profundidad). En contra de mi percepción otros me adjudican cualidades desproporcionadas. Hay muy diferentes «yo» en las cabezas de mis conocidos.
Vienen a mi mente aforismos clásicos como «Conócete a ti mismo» (esculpido en el pronaos del templo de Apolo en Delfos) primer y, quizás, único mandamiento de algunos filósofos. Películas como «Doctor Jekill y Mr Hide» (sobre la dualidad de nuestra conciencia). Obras literarias como la novela «El retrato de Dorian Gray» sobre el reflejo real de nuestra personalidad oculta, o el famoso cuento «El patito feo» sobre una percepción de inferioridad… El tema da par mucho.
Buenos días a todo el mundo.
Buena la metáfora del peral. No quiero deslucirla, solo complementarla. Antes que de perales soy más bien de limoneros. Tiene que haber de todo. El peral lo veo demasiado extremista en sus determinaciones. Solo está con frutos listos para consumir apenas quince días al año, el resto del tiempo se lo pasa que si feo, que si adornado luciéndose, que si en decrepitud cercana a la metáfora de la muerte. El limonero (lunero) siempre es estabilidad. No hay sorpresas, siempre tiene frutos, siempre tiene incipientes limoncitos pequeños, siempre tiene flores. Está verde todo el año. Tiene su intimidad protegida, sus buenas púas para prevenir y defenderse de los confiados y conspiradores. El limonero tiene un fruto ácido, duro, al primer bocado te hace guiñar un ojo, o quizá los dos. Los parásitos merodearán el fruto en su exterior, pero no lo comen, es un veneno para ellos. Ay, los parásitos del peral, a cada gusano como la manga de un capote. Ese veneno del limonero, ese ácido, imprescindible en una mesa malagueña. Aquí en Málaga, las personas de considera edad no saben comer sin limón en la mesa. Al gazpachuelo, limón. Al boquerón frito, limón. Al arroz con leche, al hacerse, cáscara de limón. El mejor manjar, un aguacate con una pizca de azúcar y un chorreón de limón. La tónica la hacen de la cáscara de limón. Los gintonic los hacen de ginebra y tónica. Si estás nervioso te tomas un limón con sal y se te bajan los humos. Si tienes ardores de estómago, el zumo de un limón algo rebajado con agua. A la herida en la mano, limón. Al picor de cabeza, limón. El limonero es noble. No le come el terreno a nadie, vive en su sitio y deja vivir. No traspasa la linde del vecino con sus raíces. No se crece ante la abundancia y no somete a sus vecinos con sus ramas. Siempre está con los pies en el suelo, siempre alto pero nunca en las nubes. Siempre está a tu lado, siempre tiene su fruto esperándote. Es humilde y agradecido como nadie.
Ahora, de Federico García Lorca:
Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.
Moreno de verde luna
anda despacio y garboso.
Sus empavonados bucles
le brillan entre los ojos.
A la mitad del camino
cortó limones redondos,
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,
guardia civil caminera
lo llevó codo con codo.
*
El día se va despacio,
la tarde colgada a un hombro,
dando una larga torera
sobre el mar y los arroyos.
Las aceitunas aguardan
la noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,
salta los montes de plomo.
Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.
Antonio, ¿quién eres tú?
Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legítimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.
A las nueve de la noche
lo llevan al calabozo,
mientras los guardias civiles
beben limonada todos.
Y a las nueve de la noche
le cierran el calabozo,
mientras el cielo reluce
como la grupa de un potro.
Que tengan un buen día!
Menudo panegírico del limón. No me cuesta apuntarme al club de fans limoneros. El ácido y el amargo son mis sabores favoritos.
Querido Jesús Marcial:
Te remito al título del libro de Sergio Pàmies, que tanto me gusta: «Si te comes un limón sin hacer muecas». El título y el libro. Y el del limón.
Un abrazo.
Y gracias por participar.
MAS
Estimado Don Quintiliano:
Otra metáfora.Potente y hermosa. Pero de otra cosa. De cómo, cuándo y dónde hay que ser en la vida.
Gracias por esa estupenda lección sobre el limón y el limonero.
Con subrayado de García Lorca.
Y dicho desde Málaga.
Me acordaba, cuando te leía, del libro de Sergio Pàmies titulado «Si te comes un limón sin hacer muecas».
Un gran abrazo.
Y gracias.
MAS
En mi pueblo hay un dicho que viene al caso para el tema de esta semana:
«por robar una gallina, robagallinas me llaman»
Se puede responder con una pregunta (soy gallego) muy ingeniosa y tb relacionada al tema, pero algo inapropiada (me autocensuro jeje el asunto es que se le pregunta qué le hubieran llamado si le hace otra cosa a la gallina)
P.D. Como siempre que comento, aunque sea poco, aprovecho para expresar admiración por el recorrido, el tema y la sensibilidad de todos los artículos en este blog. Sobre todo por el «todos», que es muy admirable (aunque honostamente quiero decir que lo son «casi todos», pero eso ya es un mérito tremendo 😉
Estimado oki:
El dicho, en efecto, responde bien a una de las cuestiones que se plantean en el texto.
Pues sí, buena pregunta. Pero me parece clara y contundente la respuesta.
Gracias por la postdata. Unos gustarán, otros menos. Eso es lógico. Va a hacer 15 años que se abrió el blog. Lo que siento es que me faltan sábados. La educación es un pozo inagotable de reflexión y de emociones.
Pero creo que quien da verdadero valor al blog sois los comentaristas.
Gracias, oki.
Un abrazo.
MAS
Córdoba, 13 de noviembre de 2018.
Esta mañana he impartido una clase, tras ser invitado, para abordar el análisis y el estudio de las emociones de los escolares a través de sus dibujos.
Tengo que apuntar que fue muy placentera, puesto que el alumnado estaba atento y concentrado en lo que le iba planteando, puesto que abordaba el desarrollo emocional de niños y niñas proyectando dibujos y explicándolos en función del género y de las edades de sus autores. Y a medida que avanzaba, abría debate con los presentes para que la clase fuera lo más participativa posible.
Aunque ya he hablado de esta cuestión, una vez acabada la clase, me resultaba difícil de comprender es el desconocimiento, o el escaso conocimiento, que los futuros docentes tienen de términos que explican las componentes emocionales de los seres humanos. No terminaban de aclararse con “egocentrismo”, “egoísmo”, “autoestima”, “autoconcepto”, “amor propio”, etc.
Pero esta cuestión no la ubico en que sepan bien las definiciones, sino que sean capaces acotar los términos y aplicarlos a la realidad personal e interpersonal.
De todos modos insistiré, pues es necesario conocer los sentimientos y emociones con los que nacemos y nos desarrollamos -afianzando los mejores o controlando los negativos- para lograr configurarnos como seres con una sólida base ética.
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José Antonio, muy madrugador en esta ocasión, se interroga acerca de sí mismo, al tiempo que concluye que, si él mismo no puede definirse o conocerse en su totalidad, difícilmente alguien ajeno podría hacerlo mejor.
¡Nunca nos podrán conocer desde fuera nuestra propia intimidad! Y entiendo por nuestra identidad tanto el relato como la reflexión y el juicio que hacemos de nosotros mismos, de nuestra historia actual y la vivida, teniendo en cuenta que nuestras acciones están cargadas de significados personales.
Por otro lado, creo que sí es posible que cada cual pueda decirse a sí mismo cuáles son los valores que más aprecia y que configuran la brújula que orienta a lo largo de la vida.
Pero, ay, algunos suelen engañarse y no reconocer los contravalores que internamente funcionan en el individuo. Por ejemplo, ¿hay alguien que se considere envidioso? Me temo que gente que conocemos y a la que pudiéramos atribuir este rasgo, lo negaría rotundamente.
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Por su parte, Jesús Grande Marcial apunta tres preguntas acerca de la personalidad: “¿Quién soy”, “¿Cómo me ven los demás?” y “¿Cómo creo que me ven los otros?”.
Preguntas fundamentales que bien pueden ampliarse, pues en la primera de las citadas entraría también: “¿Quién me gustaría ser?”, como modelo o ideal del “yo”. La lucha entre lo que soy y quién quisiera ser, en más de una ocasión, es origen de conflictos internos, pues no siempre se ajustan ambas.
De las otras dos, lógicamente, no estamos totalmente seguros, puesto que, en muchas ocasiones, dependen de los valores que nosotros mostramos en nuestras actuaciones públicas, pero que se contraponen a los valores que sostienen otras personas.
Además, yo añadiría una cuarta pregunta que en la actualidad tiene mucha vigencia: “¿Cómo quiero que me vean los demás?”.
Y es que en la sociedad de la imagen y de los medios de comunicación se ha impuesto el deseo de que a uno de vean de una determinada forma. Ello ha conllevado a una nueva palabra que ha sido aceptada por la RAE: “postureo”.
Posiblemente, no sea una novedad total el deseo de mostrarse de un determinado modo. Así, en estos tiempos, los adolescentes, que utilizan mucho el término de postureo, se desviven por dar una determinada imagen y que ellos asocian con “su personalidad”.
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Bueno, voy cerrando, con la sensación de haber sobrecargado lo que Miguel Ángel planteaba y que venía referido a algo tan sencillo como los son los juicios apresurados que se realizan de los demás.
De todos modos, quisiera hacer una pregunta abierta: ¿Por qué nos da tanto miedo a expresar nuestras ideas o valores cuando no son los predominantes dentro de la sociedad o del grupo en el que nos desenvolvemos? ¿Tanto tememos el juicio externo que tengamos que ocultar parte de nuestra identidad?
Estimado Aureliano:
Muchas gracias por tu sugerente comentario, cargado de ideas, sugerencias y experiencias docentes.
Solo dos cosas:
1. El sociólogo ASCH hizo algunos experimentos sobre la influencia enorme que tiene la opinión unánime sobre individuos discrepantes. En algunos casos se modificaba, por esa presión, un fenómeno fisiológico como la visión. En otros se modificaba el propio juicio y en algunos, solo la expresión. Pero la presión, en casi todos los casos, era importante.
2. Em mi libro IDEAS EN ACCIÓN propongo un ejercicio para contrastar la imagen que tenemos de nosotros mismos con la que tienen de nosotros los demás. Se muestra una lista de características. Uno se califica a s´ñi mismo en una escala sobre cada una de ellas. En esa misma escala otras personas (conocidas, amigas, pareja, desconocidas…) hacen su valoración. LO más interesante es el diálogo posterior. ¿Por qué te ves así? ¿Por qué me ves así?… Siempre que lo he hecho ha resultado magnífico.
Ya veo que sigue con tu «droga docente»… Hay que disfrutar.
Un abrazo.
MAS
Buenos días a todo el mundo,
El individuo es cambiante, como el peral. Vive y actúa de acuerdo con el medio. La exteriorización de su comportamiento es solo una manifestación de esta adaptación al medio. Cuanto más mundo, cuanto más conocimiento, más teatro, menos fidedignidad de su esencial ser natural. La esencia natural del ser humano es tosca, ruda, egoísta, y hasta inocente. Otra versión, pobre pueblerino, es inocente, no sabe, el miedo al desconocimiento le frena aparentando y transmitiendo buena fe. Cuanto más conocimiento de las emociones, mejor actor en las relaciones con los demás. Más fáciles estas relaciones, más competentes (Daniel Goleman). Al verdadero individuo se le conoce cuando el medio que le rodea es hostil. El conocimiento de la verdadera esencia del individuo está en relación directa con la hostilidad del medio. Para copas, fiestas, cafelitos, gintonics, y otras sarandajas todos somos estupendos. Qué simpático es, qué amable, qué gracioso. Y de pronto vino el terremoto, o el incendio, o el hambre o el frío, u otra fuerza natural incontrolable. Sálvese quien pueda. Yo ante todo. Luego el otro, el segundo de Bankia, yo solidario, yo reparto la riqueza, lo mío para mí y lo tuyo también, yo de izquierdas, pero tengo derecho a robar con la tarjeta black, casi medio millón de euros, a la sombra está, y debería durarle mucho tiempo. El reparto, la bondad, el reparto, el peral.
¡Que tengan un buen día!
Estimado Don Quntiliano:
Estoy en Durango trabajando por la mañana con Directores y por la tarde con docentes. Encontraré pronto un tiempo para poder contestarte.
Disculpa la demora.
Vaya por delante gratitud.
El otoño en Euskadi es una maravilla.
Saludos.
MAS
Por favor, Sr. Guerra, no te veas obligado a contestar. Yo a veces no lo hago. El silencio puede ser una forma de respuesta, no necesariamente negativa, ni de asentimiento. Que disfrute esas jornadas.
Un abrazo.
Estimado Don Quintiliano:
Ya hwe regresado de mi ajetreado viaje a Durango, donde he disfrutado del trabajo con dos grupos de profesionales de la educación: miembros de equipos directivos y docentes de infantil, primaria y secundaria.
No me veo obligado a contestar los comentarios.
Lo que pasa es que me gusta agradecer a que tiene la amabilidad de leerme y a quien se toma la molestia de dedicar su tiempo a comentar lo que ha leído.
Hay otros motivo: los comentarios que aparecen dan pie a subrayar un matiz, a reconocer una verdad, a manifestar una discrepancia, a agradecer una información… Todo lo aprendemos entre todos.
Solo en la primera línea de tu comentario aparece lo que considero dos grandes verdades: que el ser humano es cambiante y que vive condicionado por el contexto. ¿Cómo no subrayar esos dos hechos cuando se trata de reflexionar sobre cómo y por qué es cada uno como es? Luego viene lo que dices: ¿cómo nos manifestamos y ante quién? Mostramos caras muy diferentes según desean verla nuestros interlocutores.Luego apuntas algo que considero de gran importancia: quiénes somos, cómo somos, cómo nos comportamos en la adversidad.
Un cordial saludo desde la orilla del Mediterráneo en La Cala del Moral.
Gracias.
MAS
Fe de erratas:
Al releer lo último que había enviado a Miguel Ángel, me doy cuenta que había cambiado el nombre de Jesús Marcial Grande.
Espero que esto no le haya molestado.