Es que no he terminado de dormir

27 Oct

En un reciente viaje a Chihuahua (México) me encuentro con Manuel Gil Antón, Profesor del Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México. Durante 30 años lo fue de la Universidad Autónoma Metropolitana. Un hombre extraordinario. Basta un corto viaje en coche para captar su excepcional talla humana e intelectual. En uno de los desplazamientos desde el Hotel a la sede del Congreso en el que ambos participábamos me cuenta que un amigo fue a despertar a su hijo para ir al colegio:

– Cinco minutos, papá, pidió el niño.

Pasado ese tiempo, el padre fue a levantarlo para el desayuno y los preparativos. Cuando el niño recibe la nueva llamada, se queja con una argumentación irrebatible:

– Es que no he terminado de dormir.

El niño dice algo que entendemos muy bien cuando estamos haciendo otras actividades: estudiar, comer, trabajar, comer… Pero, ¿por qué no existe ese mismo tope para dormir? Aunque el niño se haya acostado tarde, aunque no haya dormido bien, tiene que levantarse de forma inexorable. Es la hora de ir al Colegio. Pero, ¿y si no ha terminado de dormir?

Me imagino a los niños y a las niñas, en pleno invierno, cuando una voz enérgica y a la vez cariñosa les susurra al oído:

– Cariño, arriba, es la hora.

– ¿Cómo la hora? No he terminado de dormir.

¡Cuántas historias podrían contar los padres y las madres si compartiesen lo que han tenido que vivir muchos días para lograr que sus vástagos se pongan de pie! Súplicas, argucias, promesas, amenazas, castigos, premios, trucos, bromas, recompensas…

El acto de levantarse pronto y bien tiene conexión con dos fenómenos: uno relacionado con la hora de acostarse. Algunos niños ofrecen mucha resistencia para ir a la misma cama de la que se niegan a salir por la mañana: quieren agua, luego desean ir al baño, después tratan de despedirse otra vez, luego dicen que tienen frío o calor, ahora reclaman un peluche…El otro se relaciona con el interés que suscita en ellos la actividad que van a realizar en el colegio. Si se aburre, si es comparado peyorativamente, si no es aceptado ni querido, si lo que estudia no le interesa, es lógico que no quiera levantarse.

– ¿Estás dormido?, pregunta la mamá en un susurro desde la puerta de la habitación de su hijo.
– Depende de para qué, contesta entre dientes el interpelado.

Para hacer algo atractivo, interesante y divertido, estoy despierto. Para hacer algo ingrato y desagradable prefiero seguir durmiendo.

Conseguir que vaya pronto a la cama, tratar de que se desconecte a tiempo de sus absorbentes aparatos, leerle (o que lea) algo de interés, contarle alguna historia, despedirse con ternura, establecer rutinas razonables, disponer de un lugar acogedor… facilitará un descanso prolongado y profundo. Es una de las claves de la estabilidad emocional. Y del éxito educativo. Se olvida muchas veces.

Una vida equilibrada, amorosa y segura, facilitará un descanso pleno. Para que se produzca, el niño debe dormir el número de horas necesario. Hoy mismo, la enfermera del Colegio de mi hija Carla nos ha mandado a las familias un tabla con las horas de sueño deseables para las diferentes edades: 1 a 2 años=11-14 horas; 3 a 5 años=10-13 horas; 6 a 13=10-11 horas; 14 a 17 años=9-11 horas. Es prudente plantear un arco flexible de dos horas porque cada niño, cada familia, cada historia es diferente.

No se suele hablar de esta cuestión tan importante. Se habla de capacidades, de expectativas, de motivos, de nivel social, de ayuda familiar, de métodos, de condiciones, de curriculum, de ratios… Pero si no se ha dormido lo suficiente, poco se podrá de hacer.

(Perdóneseme este paréntesis. Hablo también del sueño de los docentes. Por dos motivos. Uno es el ejemplo que se ha de dar a los alumnos para ser coherentes y eficaces y otro es la exigencia de un descanso reparador que facilite una enseñanza motivadora. El malhumor, el embotamiento, la falta de chispa, la pereza intelectual echan sus raíces en un descanso corto y pobre).

En uno de mis viajes a Londres, vi sobre las camas de la habitación del hotel, un pequeño cartel, que decía: “Si no duerme usted bien, no le eche la culpa a nuestras camas, analice su conciencia”. Una singular forma de hacer publicidad sobre los colchones, las camas y las condiciones acústicas del hotel. Después de la advertencia, imagino que nadie se atreverá a decir que no ha pegado ojo en toda la noche.

Decía más arriba que un factor determinante del acto de levantarse es la riqueza de la actividad escolar. Alguna vez he reproducido la dedicatoria que le hice a mi hija Carla en el libro “La casa de los mil espejos y otros relatos para la educación inicial”: “Para mi hija Carla que, yendo un día al colegio y lamentándome yo de íbamos a llegar tarde, me quiso tranquilizar diciendo: Papá, no te preocupes por llegar tarde, porque vamos al cole. Lo malo de llegar tarde es que fuéramos a un cumple y me perdería el mago, la tarta y la piñata”.

Lo tenía claro: ausentarse del cole no supone sufrir pérdidas importantes. Pero llegar tarde al cumpleaños de una amiga es un problema que no tiene una solución fácil. No ir al cumple significa perderse cosas emocionantes.

El tiempo que se dedica al descanso no es tiempo perdido; es la forma mejor de ganar el tiempo de vigilia. Para estar bien despierto hay que haber dormido bien.

El escritor Miguel de Unamuno dormía diez horas cada noche. Sus días se limitaban a apenas trece o catorce horas que repartía entre trabajo, creación, ocio y vida cotidiana. En cierta ocasión, un periodista bisoño, y por ello audaz, quiso aprovechar la debilidad del célebre pensador para clavarle una banderilla y ganarse el aplauso del publico. Enmascarado tras una sonrisa astuta, interpeló al filósofo:

– Maestro, ¿cómo es posible que una persona de su inteligencia duerma tanto? Se rumorea que hasta diez u once horas al día. Y de un tirón.

Unamuno, sin dilación alguna, respondió con ironía y perspicacia:

– Joven, es que cuando estoy despierto, estoy mucho más despierto que usted.

El niño tiene que dormir mucho y bien para estar muy despierto. Sin haber dormido no puede realizar un buen trabajo ni estar de buen ánimo. Dormir bien es una exigencia didáctica ineludible. Para el aprendizaje en la escuela y para el aprendizaje y en la vida. Los niños y las niñas tienen que ir a la escuela cuando hayan terminado de dormir.

20 respuestas a «Es que no he terminado de dormir»

  1. Querido Miguel Ángel, interesante artículo sobre algo tan cotidiano y sobre, lo que creo, se da poca importancia: dormir y dormir bien y lo necesario.
    Mi experiencia me ha dicho que si dormía menos de siete horas, me encontraba diferente de cuando dormía las ocho horas reglamentarías.
    Como estuve interno gran parte de mis estudios las horas de acostarse y levantarse estaban muy claras. No había escusas.
    Por lo que veo, me da impresión que, en general, se duerme menos de lo debido y eso no es baladí, como dices, tiene consecuencias, y en especial en los niños que hace que estén más distraídos e irritables.
    Hoy me atrevo a preguntar a quien aconseja dormir lo suficiente: ¿con tanta actividad duermes lo suficiente?
    Saludos a todos

    • Querido Joaquìn:
      Ya estoy de regreso de mi fugaz viaje a la ciudad chilena de Temuco.
      Ha sido una hermosa experiencia convocada por el importante Liceo Pablo Neruda (2400 alumnos) en el que estudió el poeta.
      Celebran sus primeros 130 años.
      Les regalé y dediqué, en este aniversario, mi último libro UN RAMO DE FLORES PARA LOS DOCENTES DEL MUNDO. Y la dedicatoria la tomé de Pablo Neruda. El dice que el amor hace con las personas lo que la primavera hace con los cerezos. Yo aplico ser pensamiento a la educación.
      Por eso les felicitaba por la primavera de 130 años que había sido el Liceo.
      Respecto al tema de la semana: no se hace suficiente hincapié en la importancia de dormir mucho y de dormir bien.
      Ahí está la clave de muchos fracasos y mucho malhumor.
      Un gran abrazo desde Barajas.
      Ya vuelo a Málaga,
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  2. Me acabo de despertar. Apenas he desayunado y estoy leyendo, entre algún bostezo que otro (no por culpa del artículo, precisamente) el artículo de Miguel Ángel. Hace algunas semanas que no comento; circunstancias familiares me han dificultado asistir a esta tertulia semanal.

    Dormir… soy un gran dormilón. No dormir me supone una jornada de desasosiego, mal humor y dispersión. He pasado periodos de mi vida de mal dormir. Hace un par de años se me hizo patente que sufría apnea del sueño. Los que la padecen saben que su descanso es insuficiente, que se despiertan muchas veces con sensación de asfixia, que durante el día permanecen adormilados, con dificultades de concentración y bostezando continuamente. Repercute, como no, en la actividad profesional (incluso en la situación de necesaria alerta como es atener una clase). El neumólogo me prescribió el uso de una CPAP (aparato que comprime el aire y lo envía por medio de una mascarilla a las fosas nasales, para vencer la resistencia a su libre penetración, causa de la enfermedad). Durante meses intenté adaptarme al uso de este aparato, pero la sensación de asfixia me impedía dormir. Solo cuando, de vuelta al especialista, me habló de la necesidad de su uso (existen riesgos cardíacos altos y de pérdida de la calidad de vida evidentes en la apnea) hice un esfuerzo extra para lograr adaptarme. Finalmente lo conseguí (logré dormir por primera vez con el aparato después de muchos intentos). Hoy día no puedo dormir sin él.

    Los beneficios del sueño han sido estudiados y demostrados. Los perjuicios de su insuficiencia se emplean incluso como forma de tortura y quebrantamiento de la voluntad. Una persona que no duerme lo suficiente se torna más apática, agresiva, inestable… A veces, el interés de una actividad, hace que no nos importe posponer o suprimir horas de sueño. Conocidos sabios han confesado que dormían apenas de 3-5 horas durante toda su vida adulta sin que le les afectara en el rendimiento de su trabajo (se supone porque, ¿quién sabe qué logros no habría logrado con un descanso más prolongado? ).

    Son sabrosas las anécdotas que cuentas a propósito del interés que hace que nos desperecemos ante determinadas actividades o bostecemos ante otras (recuerdo que el el comentario de Carla llegando tarde al colegio lo referiste con preocupación ya en su día a propósito de la apatía que reflejan muchos niños por la actividad escolar). Igualmente la respuesta de Unamuno a aquel periodista malintencionado: ese hombre era un genio.

    No es baladí dedicar especial atención al dormir. No es superfluo el sueño. Los psicólogos han demostrado su necesidad para organizar recuerdos, entrenar soluciones a nuestros conflictos, crear ideas nuevas, superar frustraciones… Y es necesario un sueño de calidad: llegar a la fase REM (Rapid eye movement) en los que la actividad metabólica del cerebro supera incluso a la del estado de vigilia (lo que indica una febril actividad neurológica).

    Los enemigos actuales de un sueño reparador sabemos bien cuáles son: horarios oficiales descerebrados en las emisiones de TV, excesivo tiempo frente a las pantallas (de TV, ,ordenador, móvil, táblet, Pley…), falta de ejercicio físico, costumbres inapropiadas: uso excesivo del sofá, falta de relaciones sociales, desequilibrios emocionales, estímulos ambientales inadecuados (ruido, luces, interrupciones…), horarios inapropiados… Lo sabemos: apliquémonos el cuento.

    • Querido Jesús Marcial:
      Excelente comentario. En tu experiencia personal y en todas las reflexiones que haces sobre la necesidad, la calidad y los problemas del sueño.
      Pienso en lo terrible que tiene que ser padecer insomnio.
      He tenido hace meses dos episodios de apena. Y estoy a la espera de que me hagan un estudio para ver si resulta necesaria la dichosa maquinita. Espero que no. En varios meses no he vuelto a tener el menor problema.
      Creo que es necesario ayudar a que nuestros hijos e hijas tengas horas suficientes de sueño. Solo así tendrán una estabilidad emocional y una actitud positiva hacia el estudio.
      Un gran abrazo.
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  3. MÁS.

    Dormir es sinónimo de descanso, sueño, recuperación, adaptación, regeneración, sosiego… Necesario para poder acometer la vida diaria con más posibilidades éxito que si uno está cansado.

    En el deporte se suele decir que tan importante como la actividad física de entrenamiento resulta la posterior recuperación, descanso, sueño… para que se produzcan procesos de readaptación de parametros fisiológicos y órganicos y, por consecuencia, haya mejora en el deportista.

    En la escuela, para el alumnado es necesario el descanso no sólo porque debe estar preparado para gastar una ingente cantidad energía intelectual, también para «derretir» energía en la actividad física diaria y así poder lograr un crecimiento y una maduración adecuada.

    Para el docente (como para cualquiera), como bien has apuntado, también es muy importante que llegue al colegio descansado, con energía para afrontar un trabajo bastante complejo y darle respuesta de forma satisfactoria.

    Cuidado que domir también puede tener efectos negativos, cuando uno se «duerme en los laureles»… 😉

    Ligado con el sueño y el descanso, en España inventamos algo bastante necesario, la siesta, cuando no la duermo no doy pie con bola después, pero cuando «pego un cabezazo» rindo mucho más. zzzzzzzzzzzzzzzzzz

    Un abrazo.

    Saludos para los habituales….

    • Querido Juan Carlos:
      Hace unos años hice un ejercicio en la clase que pretendía incentivar la imaginación. Se trataba de pensar cómo sería el mundo si desapareciese la necesidad fisiológica y psicológica de dormir… Recuerdo aquella sesión como algo fantástico… La transformación seria total. Luego analizaban los resultados: par unos sería un desastre, para otros era una situación fantástica.
      No soy de siesta, pero reconozco que ese «deporte nacional» es muy positivo para muchos compatriotas. Recuerda que Camilo José Cela defendía la siesta con pijama y orinal.
      Un gran abrazo.
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  4. Querido Miguel Ángel, precisamente hace tres días, pedí en la librería más importante de donde vivo UN RAMO DE FLORES PARA LOS DOCENTES DEL MUNDO. No lo tenían, pero me dijeron que me lo conseguirían y en esa espera estoy. Primero lo leeré yo, y en Navidad pediré otro para regalar a los profesores de mi nieto.
    A descansar y a reponer fuerzas, que bien te lo mereces.
    Un abrazo.

    • Querido Joaquín:
      Gracias por tomarte la molestia de buscar y de pedir el RAMO DE FLORES.
      HOMO SAPIENS tiene un estupendo distribuidor en España: PREMISA.
      Los libros solo se pueden vender si se distribuyen rápido y bien.
      Pero tú lo tienes más fácil: me mandas tu dirección postal y…solucionado.
      Un abrazo y gracias.
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  5. ¡Querido Maestro!
    ¡No hay nada más enternecedor que ver a un niño o niña dormidos en su más dulces sueños!
    Yo he tenido alguna vez esa sensación de tener entre mis brazos dormidos a mis nietos.
    ¡Que maravilla de sentimientos se trasmiten piel con piel, sintiendo sus latidos en mis adentros!
    Los años nos hacen estar más despiertos. Tenemos cada año que pasamos,menos tiempo para disfrutar de lo que nos ofrece la vida en cada momento.
    ¡A veces pienso, que poco me queda para estar despierto!
    Cada vez necesito menos tiempo de sueño. La edad me lleva a disfrutar de los pequeños momentos.
    Que espere el descanso eterno, no tengo prisa ni miedo!
    ¡Tengo que ver crecer a mis nietos!
    Procuren dormir,descansar que nos hace falta al cuerpo.
    ¡Felices sueños!

    • Querida Loly:
      Existe la felicidad de dormir y la felicidad de ver dormir a los niños y a las niñas.
      NO me extraña que extasíes viendo dormir a tus nietos.
      Qué paz.
      Que los disfrutes muchos años.
      Es cierto. Con la edad se necesitan dormir menos horas, pero también es importante procurar que sean de calidad.
      Besos y gracias por estar ahí.
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  6. Esta mañana en la cafetería de la Facultad me saluda Alberto, un compañero joven que imparte Sociología. Aunque pertenecemos a departamentos distintos, nos veíamos con cierta frecuencia ya que ambos pertenecíamos a la Comisión de Trabajos Fin de Grado.

    “¿Cómo te va el nuevo curso?”, me pregunta, mientras me estrecha la mano.
    Le indico que ya me encuentro en una nueva situación, puesto que a partir de principios de mes de octubre oficialmente estoy jubilado.

    “¡Es verdad, no me acordaba! ¿Y cómo vives tu nuevo estado, pues supongo que lo estarás disfrutando?”.

    “En realidad no me siento jubilado, pues como te irás dando cuenta me verás con bastante asiduidad por la Facultad, puesto que estaré trabajando de otro modo. Y si hay algo bueno ahora es que no dependo por las mañanas del despertador: eso es un verdadero placer, pues, aunque duerma lo mismo, saber que puedes quedarte el tiempo que desees en la cama te ayuda a meterte entre las sábanas con la mayor tranquilidad. Ten en cuenta que cuando nos hacemos mayores uno de los inconvenientes que se nos presenta es que nos cuesta conciliar el sueño… Por curiosidad, Alberto, ¿cuándo tiempo llevas en la Universidad?”.

    “Llevo ochos años”, me responde con la convicción de que ya domina el cotarro (o eso me parece a mí).

    “Pues fíjate, que, en mi caso y tras el tiempo que he ejercido como arquitecto, en la Universidad he estado cuarenta y uno, así que fíjate el tiempo que todavía te queda por delante…”.

    Me sonríe dándose cuenta del horizonte tan lejano que tiene enfrente. Muchas horas de clase, muchas noches por dormir, muchas noches dándole vueltas a la cabeza a lo que tiene que impartir al día siguiente… En fin, una verdadera suerte, pues creo que Alberto es un profesor bastante bueno y entregado a su trabajo, al decir del alumnado.

    • Querido Aureliano:
      Se cuecen muchas cosas en la cafetería de la Facultad. Ya lo creo.
      Muchos encuentros, muchos diálogos, muchas experiencias entre profesores y entre profesores y alumnos.
      Yo sigo yendo alguna vez que otra por allí.
      Tengo un grupo de whatsapp que se llama «el despacho» (mi antiguo despacho, ahora de un compañera que estuvo en mi grupo de investigación + una tercera profesora). Nos reunimos para comer de ve en cuando. Unas veces allí y otras en una librería que tiene incorporada una estupenda cafetería.Se llama Quid pro quo.
      Uno de los encuentros más fructíferos es el que se produce entre veteranos y noveles, como ha sucedido con Alberto.
      Deberían aprovecharse más, incluso organizarse este tipo de encuentros.
      En buen de unos y de otros.
      Un abrazo y gracias por compartir la experencia.
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  7. Gracias, Miguel Ángel, ya les di la editorial PREMISA. Utilizaré tu amabilidad sólo en el caso de que no lo consiga, pero lo lograré. Si Cerdanyola no llega, llegará Barcelona.
    Un abrazo

    • Querido amigo:
      Tenme al tanto. En caso de que haya problemas de envío o de recepción, dirección postal al canto.
      No sé si te he dicho que tengo previsto viajar a Barcelona en el mes de mayo.
      Me convoca mi catedrático y amigo Rafael Bisquerra.
      Ya ves con cuánto tiempo. Creo que las fechas son 11 y 12 de mayo.
      Sería una gran alegría volver a verte.
      Un abrazo.
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  8. Buenos días a todo el mundo,

    Lo mejor de dormir bien es que los sueños son agradables. Cuando estás en un duermevela, o con fiebre, o con frio, al menos yo suelo tener pesadillas. De niño era muy dormilón, pero más aún soñador. Casi siempre soñaba acontecimientos felices, tanto cuando estaba dormido en casa, como cuando estaba despierto en la escuela delante del maestro. Tenía una capacidad de soñar despierto increíble. A veces, se me pasaba la clase que ni me enteraba de rápido. Ponía el automático nada más entrar el profesor y hala, solo me despertaba de mi sueño despierto justo cuando sonaba el timbre que anunciaba el término de la clase. Evidentemente unos profesores colaboraban más y mejor que otros en mis tareas ensoñatorias. Sirva mi reconocimiento expreso en estas letras. Mis sueños de despierto, en época de adolescente y algo antes, eran casi siempre sobre vivencias imaginativas, tal vez con la chica que tenía sentada tres pupitre más adelante y que se llamaba María Antonia, me parecía tan perfecta que cuando supe de la historia de María Antonieta de Habsburgo me la aprendí de memoria. A veces me sorprendía a mí mismo del realismo de mis sueños. A veces me daba la sensación de que lo soñado era de persona más inteligente que el (yo) despierto, ¿no les ha ocurrido eso a ustedes?.

    Ya de más mayor conocí mejor al ser humano. Eché un poco más de mala leche, y por ende, sueño menos, al menos cuando estoy despierto.

    Que tengan un buen día.

    • Estimado Don Quintiliano:
      Ya sabes que se te echa de menos por estos pagos.
      Con la lluvia que está cayendo tus labores de regente se verán atenuadas.
      Ahorro de tiempo y de dinero venidos del cielo.
      Ya veo que eres un gran soñador. Dormido y despierto.
      Una estupenda cualidad la de la imaginación.
      Habrá que brindar un aplauso a Calderón de la Barca.
      UN abrazo y buenas lluvias.
      MAS

  9. En ocasiones, los comentarios que se realizan en el blog, aparte de lo que Miguel Ángel expone, son motivo de reflexión. Es lo que me acontece cuando leo el escrito de Loly y habla del placer que le proporciona la compañía de sus nietos, al tiempo que manifiesta, por otro lado, que “el eterno descanso puede esperar”.

    Sabias palabras. El placer que proporcionan los más pequeños es una auténtica fuente de alegría para quienes se encuentran cuidándoles o acompañándoles.

    Placer que deseamos alargar todo lo posible y rechazo al “eterno descanso”. Y en relación con el segundo aspecto, tengo que apuntar que en estos días me encuentro escribiendo, como es habitual en mí, sobre las emociones y los sentimientos de los escolares a partir del dibujo. He entrado, es esta ocasión, en un tema bastante triste, pero que es una realidad que no se puede obviar: las respuestas emocionales que niños y niñas dan ante la pérdida de uno de sus progenitores.

    Son momentos en los que los abuelos y abuelas juegan un papel crucial como apoyo para contrarrestar la soledad y el desconcierto en la que se encuentran los más pequeños.

    Puesto que son muchos los dibujos que tengo (el archivo es muy extenso), este trabajo lo he dividido en tres partes, de modo que la segunda entrega se titula “El apoyo de los abuelos”. De todos modos, sobre la importancia que tienen los mayores en el desarrollo emocional de los más pequeños ya he escrito en alguna ocasión. Para quienes estén interesados en el tema, les adjunto el enlace del titulado “Abuelos en la familia”.

    http://www.montilladigital.com/2015/02/aureliano-sainz-abuelos-en-la-familia.html

    ***

    Ayer me vi con Charo en la cafetería. Estuvimos charlando un rato no muy largo, puesto que tenía que ir al Rectorado, dado que ella ocupa el cargo de vicerrectora de Políticas Inclusivas y Vida Universitaria.

    Me alegré mucho cuando Charo Mérida sacó la cátedra, puesto que es una mujer admirable en muchos sentidos. Por cierto, Miguel Ángel le dirigió la tesis doctoral hace bastante tiempo, e, imagino, que los aprendizajes que tuvo con él, tanto personales como académicos, le han servido para avanzar por el intrincado mundo universitario.

    ***

    Una de las experiencias que he planificado don Flora y Charo Luna para la asignatura de Expresión Plástica en Educación Social consistía en que el alumnado dibujara, cada uno de ellos, su propio rostro, tras tomarse una fotografía por el móvil, en unas hojas de formato folio, de modo que expresaran una emoción positiva y otra negativa.

    Previamente, se les proporcionaba una relación de veinte emociones positivas y la misma cantidad de negativas, dado que tenían que elegir una de cada columna.

    Esta experiencia la tomé de la exposición que a principios de año se llevó a cabo en el patio de la Diputación, cuando a niños y niñas con TEA en un folio se les daba medio rostro fotografiado, normalmente de familiares, para que a color completaran el otro medio, con el fin de que expresaran a través del dibujo con rotuladores las emociones humanas. Era un recurso para que supieran salir de ese mundo tan interiorizado que poseen.

    La sorpresa apareció, según me cuentan, cuando en la clase, asombradas, les decían que los sentimientos negativos no existían, que habían ido a un curso en el que les indicaban que lo que había que hacer era “saber gestionar las emociones negativas”.

    “¿Cómo? ¡Que los sentimientos y las emociones negativas no existen! ¿Quién os ha dicho semejante cosa?”, les respondieron Charo y Flora, impresionadas de que estudiantes de cuarto curso a punto de terminar la titulación de Educación Social no conocieran el campo de las emociones del ser humano.

    Cuando charlamos los tres, yo tampoco salía de mi asombro. “Entonces, ¿qué es lo que han estudiado en las asignaturas de Psicología?”, les expresé a ambas, al tiempo que les indiqué que sería conveniente que les preguntaran dónde habían escuchado eso de que las emociones negativas no existen.

    Al día siguiente, lo hicieron a algunas de las alumnas con las que tenían más confianza. Les respondieron que fue en un curso que habían hecho en la Facultad, y que dentro de las asignaturas de Psicología no habían estudiado nada de los sentimientos y las emociones.

    ***

    Reflexión: Nos movemos, académicamente, en la pura experimentalidad, en la pura cuantificación, en la búsqueda de cifras que nos den respuestas exactas… ¡Así nos va!

    • Querido Aureliano:
      1. Gracias por el estupendo enlace. He disfrutado mucho leyéndote.
      Carla tiene en su abuela materna (única que sobrevive) una fuente iunevitable de afectos y de experiencias.
      Cuando pequeña, Carla le dijo después de una larga visita:
      – Abuela, vívete conmigo. (Quédate a vivir conmigo, muy abreviado).
      2. Sé de la valía de Charo Mérida. Y me honro de su amistad.
      3. Lo de los estudiantes que eliminan de un plumazo las emociones negativas parece de película. Increíble.
      4. Magníficas tus exploraciones a través de los dibujos infantiles. Enhorabuena. Qué filón.
      Un gran abrazo.
      MAS

  10. Los trastornos del sueño causan daños en la vida emocional y en la vid académica de los alumnos y las alumnas.
    Es imposible que un niño que no duerme bien pueda concentrarse en los estudios. Por eso estoy de acuerdo con esta llamada de atención.
    Las costumbres familiares son muy importantes. Es necesario que no se retrase el momento de acostarse.
    Cada niño es diferente. Por eso resulta imprescindible conocerlos.
    Saludos.

    • Querida María:
      De acuerdo. Podría suscribir una a una tus palabras.
      Hay que asegurar a cada niño las horas de sueño que necesita. Puede que no quiera irse a la cama, pero es necesario que se acueste pronto para que no resulte un suplicio levantarse.
      Hacer agradable el acto de irse a dormir es también importante. Las lecturas, los cuentos y, sobre todo, el afecto son imprescindibles.
      ORGANIZARSE BIEN es importante. Por ejemplo, algunos dejan para última hora terminar tareas y deberes.
      Dormir bien es también importante para la salud emocional.
      Besos y gracias.
      MAS

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